En este Día Mundial de la Salud Mental, debemos hacer frente a una realidad preocupante: en algunas partes de Canadá y Estados Unidos, el panorama de la salud mental está experimentando cambios peligrosos ante la perspectiva de medidas más coercitivas, como la adopción de tratamiento involuntario y la eliminación de servicios de apoyo vitales.
Algunas provincias de Canadá, como Columbia Británica y Alberta, están considerando la posibilidad de ampliar los programas de tratamiento obligatorio. Estas medidas coercitivas violarían los derechos a la libertad y a la no discriminación, y avasallarían la autonomía de las personas. A su vez, Ontario encara la posibilidad de cierres de espacios para consumo supervisado, aun cuando estos servicios, que ofrecen apoyo para las personas que consumen drogas, pueden salvar sus vidas. Cerrar estos espacios aísla incluso más a las personas y aumenta el riesgo de muerte por sobredosis y la posibilidad de otras crisis.
En Estados Unidos, California y Nueva York han adoptado y ampliado políticas de tratamiento coercitivo e involuntario. En ciudades como Nueva York y San Francisco se amplió la atención psiquiátrica involuntaria, en muchos casos, como parte de una respuesta errada a la situación de las personas que viven en la calle. En lugar de fomentar entornos de apoyo o abordar los derechos desatendidos de las personas a una vivienda adecuada y a una atención sanitaria de calidad que sea asequible y accesible, estos cambios orientados a establecer el tratamiento obligatorio profundizan el estigma asociado a las condiciones de salud mental y, con frecuencia, empeoran los resultados de salud.
Pero la situación no tiene por qué ser así. El Centro de Crisis Gerstein (Gerstein Crisis Centre), en Toronto, representa un ejemplo contundente de cómo puede instrumentarse un apoyo para la salud mental de manera compasiva y en la misma comunidad. A diferencia de los sistemas que recurren a la intervención de las fuerzas del orden, la internación involuntaria o el tratamiento forzado, el Centro de Crisis Gerstein ofrece a las personas que atraviesan una crisis un espacio voluntario y no médico donde pueden obtener apoyo. El centro adopta un enfoque centrado en la dignidad, la elección y el respeto, que son valores que los sistemas de apoyo deberían intentar plasmar. Conforme se destacó en un estudio de caso reciente realizado por Human Rights Watch y el Centro de Crisis Gerstein, este modelo demuestra que los servicios asentados en los derechos humanos no solo son posibles, sino además esenciales.
Las personas son mucho más propensas a buscar ayuda cuando se sienten seguras, respetadas y apoyadas; no cuando temen la posibilidad de coacción o control.
El trabajo de organizaciones como el Centro de Crisis Gerstein nos muestra que hay soluciones más eficaces. Los servicios que se brindan en el ámbito de la comunidad y con un criterio de compasión, se prestan sobre la base del consentimiento, toman en cuenta el impacto del trauma y ponen foco en los derechos humanos, ofrecen una respuesta prometedora. Estos modelos apoyan a las personas al demostrarles el respeto que merecen, llegan a ellas hasta el lugar donde estén y permiten que sanen a su propio modo.
En este Día Mundial de la Salud Mental, hacemos un llamamiento a comprometernos a proteger y extender estos servicios, oponer resistencia a los cambios que fomentan políticas coercitivas y reafirmar nuestro compromiso con la salud mental y el bienestar de todas las personas.