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"Nuestros propios soldados nos masacran"

Boletín informativo, 25 de abril de 2024

La mezquita de las mujeres en el centro del pueblo de Soro, distrito de Thiou, al norte de la provincia de Yatenga, Burkina Faso. Marzo de 2024. © 2024 Private

"Queremos justicia. Queremos que se castigue a los autores".

"Queremos que se sepa la verdad. Queremos saber por qué nos hicieron esto...".

Estas son las palabras de quienes sobrevivieron a los terribles sucesos que tuvieron lugar recientemente en dos pueblos de Burkina Faso.

La mañana del 25 de febrero, cuentan los testigos presenciales, un convoy militar con más de 100 soldados burkineses llegó a la aldea de Nondin. Los soldados llegaron en motocicletas, camionetas y vehículos blindados. Iban puerta por puerta, ordenando a la gente que saliera de sus casas.

Luego reunieron a los aldeanos en grupos y abrieron fuego contra ellos. Los soldados también dispararon contra quienes intentaban huir o esconderse.

Aproximadamente una hora después, los militares desataron un horror similar en la aldea de Soro, a unos cinco kilómetros de distancia.

Al anochecer, el ejército de Burkina Faso había ejecutado sumariamente al menos a 223 civiles, entre ellos al menos 56 niños, en las dos aldeas.

No eran los primeros asesinatos masivos de civiles cometidos por el ejército en sus operaciones de contrainsurgencia, pero sí los peores en casi una década. De lo que estamos hablando ahora parecen crímenes contra la humanidad, es decir, delitos cometidos a sabiendas como parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido contra la población civil.

Los sobrevivientes de los ataques de Nondin y Soro quieren saber quién es responsable de estas masacres: ¿quién dio las órdenes? 
Quieren que los mandos militares rindan cuentas.

Pero también saben lo que ha ocurrido después de otras atrocidades en el pasado: nada. Las autoridades burkinesas han fracasado repetidamente a la hora de investigar estos abusos y han fracasado repetidamente a la hora de impedir que se repitan.

La única esperanza real para los sobrevivientes es que el mundo exterior se involucre para ayudar a que la justicia avance. La ayuda internacional es fundamental para que la investigación sea creíble. Las autoridades burkinesas no pueden -o no quieren- hacerlo solas. Deben obtener el apoyo de la Unión Africana y de las Naciones Unidas.

"Ya no sabemos en quién confiar", dice otro superviviente de Soro, «cuando incluso nuestros propios soldados nos masacran».

Lo único que piden es justicia. Y la merecen.

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