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Elecciones de fantasía en Egipto

Boletin informativo, 19 de diciembre de 2023

Egipcios depositan su voto en un colegio electoral de El Cairo durante las elecciones presidenciales, el 10 de diciembre de 2023. © 2023 Nader Nabel/picture-alliance/dpa/AP Photo

Cuando veo regímenes autoritarios que celebran falsas elecciones y luego anuncian resultados con cifras de votos absurdamente altas para el dictador, a menudo me pregunto cómo se decide el porcentaje concreto de ganadores. Imagino un comité de personas sentadas alrededor de una mesa y debates encarnizados del tipo:

"Yo digo que debería ganar con un 95%. Algo menos sería una vergüenza y un insulto a nuestro gran líder".

"No, no, debería parecer más creíble, como un 85%. ¡La gente no creerá el 95 por ciento!"

"¡Orden, orden! Estimadas damas y caballeros del Alto Consejo de Amaño Electoral, se está haciendo tarde y tenemos que tomar una decisión. ¿Podemos por favor encontrar una cifra de compromiso que podamos acordar?"

Ahora, dudo que mi escenario de fantasía sea cómo funcionan realmente las cosas en las dictaduras, pero sí sé que las autoridades egipcias anunciaron ayer que el presidente Abdel Fattah al-Sisi había "ganado" un tercer mandato de seis años con el 89,6 por ciento de los votos.

También sé que su increíble victoria se produjo tras una oleada de detenciones, intimidación y requisitos excesivos para los candidatos que, en esencia, impidieron una competencia significativa. En los meses previos a las elecciones, las fuerzas de seguridad sofocaron las protestas pacíficas. Acosaron, detuvieron y procesaron a decenas de periodistas, así como a activistas políticos y de derechos humanos.


En particular, las autoridades se ensañaron con los supuestos partidarios y familiares de Ahmed Tantawy, un firme opositor a los gobernantes del país y posible aspirante a la presidencia cuya candidatura las autoridades eliminaron impidiéndole clasificarse.

En palabras de mi colega y experto, Amr Magdi: "Está claro que las elecciones fueron una farsa sin sentido en la que Sisi no estaba dispuesto a enfrentarse a un verdadero contrincante."

Nada de esto es nuevo para Egipto, explica. Bajo el gobierno de Sisi, los militares han reforzado su control sobre todos los aspectos de la vida de los egipcios, y la represión ha destruido en gran medida el espacio cívico, es decir, las actividades independientes de las autoridades. El derecho a la participación política es esencialmente ignorado en el país.

Miles de personas percibidas como críticas han sido encarceladas injustamente, a menudo en condiciones horrendas. Los tribunales no son más que otra herramienta obediente de la represión gubernamental.

Mientras tanto, la Unión Europea busca estrechar lazos con el régimen de Sisi, avanzando en las negociaciones de un acuerdo de asociación bilateral mejorado. Es probable que el acuerdo incluya apoyo político y económico adicional para Egipto sin abordar algunas de las causas profundas de la grave situación económica del país, como su represión sistemática.

Mi teoría inicial de un "Alto Consejo de Amaño Electoral" era pura fantasía, por supuesto. Pero no es nada comparado con la fantasía en la que parecen vivir los socios de Egipto con su enfoque de apoyo a la brutalidad autoritaria.

 

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