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Encadenados, encerrados y maltratados... a causa de una discapacidad

Los gobiernos deben prohibir los "grilletes" en el Día de la Salud Mental

Este hombre con una discapacidad psicosocial real o percibida es uno de los residentes de Marsiyo's House, un centro privado de asistencia social gestionado por una familia en Kebumen, Java Central, Indonesia. El refugio en ruinas donde está encadenado le deja expuesto a horas de luz solar directa y al polvo constante. © 2018 Andrea Star Reese

Sentado en un patio polvoriento de la iglesia copta del Espíritu Santo, en la ciudad de Kisumu, al oeste de Kenia, oí a Paul (seudónimo) acercarse antes de verlo. Clink. Clink. Clink. El sonido de un ser humano luchando por caminar con pesadas cadenas de metal alrededor de los tobillos, la cintura y las manos. Paul llevaba cinco años viviendo encadenado.

"La cadena me pesa tanto que no me siento bien", dice Paul. "Me entristece. Estoy en una habitación pequeña con siete hombres. No puedo llevar ropa, sólo calzoncillos. Tengo que ir al baño en un cubo. Como gachas de avena por la mañana y, si tengo suerte, encuentro pan por la noche, pero no todas las noches..... No es así como se supone que debe ser un ser humano. Un ser humano debe ser libre".

Cientos de miles de hombres, mujeres y niños -algunos de tan sólo 10 años- han sufrido la experiencia de ser encadenados en más de 60 países de todo el mundo.

A muchos los encierran en cobertizos, jaulas o los atan a los árboles, donde los obligan a comer, dormir, orinar y defecar en el mismo espacio minúsculo, a veces durante años. ¿Por qué? Simplemente porque padecen una discapacidad psicosocial (una enfermedad mental).

Esta práctica inhumana -denominada "encadenamiento"- se produce debido al estigma generalizado que rodea a la salud mental y a la falta de acceso a servicios de apoyo adecuados. Las familias suelen encadenar a sus parientes en sus propias casas o en instituciones hacinadas e insalubres, así como en centros religiosos de curación, donde a menudo se les obliga a ayunar, a tomar medicamentos o brebajes de hierbas y a sufrir violencia física y sexual. 

Aunque varios países están prestando más atención a la cuestión de la salud mental, el encadenamiento sigue estando en gran medida fuera de su alcance. No hay datos ni esfuerzos gubernamentales coordinados para erradicar el encadenamiento. En respuesta, Human Rights Watch ha estado trabajando con organizaciones de personas con discapacidad y organizaciones de derechos humanos y contra la tortura de todo el mundo en una campaña mundial #BreakTheChains para erradicar esta práctica.

Hoy, Día Mundial de la Salud Mental, los gobiernos deberían prohibir los grilletes. Es un primer paso importante para combatir el estigma asociado a la salud mental y desarrollar servicios de apoyo comunitarios de calidad, accesibles y asequibles.

** Este artículo forma parte de una serie que conmemora el 10º aniversario de la División de Derechos de las Personas con Discapacidad de Human Rights Watch.

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