La muerte de una joven en Irán bajo la custodia de la policía de la moral desató raras críticas de funcionarios y una ola de protestas en el país, que ya dejaron decenas de muertos, y puso el foco en el rol que desempeña esta fuerza, encargada de velar por el cumplimiento de las leyes del Islam en el ámbito público.
"Como mujer iraní, nunca fui arrestada por la policía de la moral, pero conozco al menos a una decena de mujeres que sí lo fueron", dijo a Télam Tara Sepheri Far, investigadora especializada en Irán en la ONG Human Rights Watch, quien lleva 12 años exiliada en Estados Unidos tras haber sido encarcelada en su país por su activismo.
"No es un incidente raro en absoluto y ha sido así durante mucho tiempo", subrayó.
Las Gasht-e Ershad (patrullas de orientación) forman parte de la vida cotidiana en Irán, donde han existido bajo diferentes formas desde la Revolución Islámica de 1979, que instauró en el país una república basada en la interpretación de las leyes del Islam y cuya máxima autoridad política y religiosa recae en un clérigo, el llamado líder supremo.
Se trata de unidades policiales responsables de garantizar el respeto de la moral islámica en público para "promover la virtud y prevenir el vicio", presentes también en otros países musulmanes como Arabia Saudita, Malasia o Afganistán.
Sus patrullas pueden interpelar, multar o detener a quienes violen estos códigos de conducta.
El mal uso del hiyab (el velo islámico en Irán es obligatorio para las mujeres desde los siete años), la conducta temeraria, desfilar por las calles, el acoso a mujeres y la contaminación acústica son las "prioridades" de estos agentes, que también vigilan que la gente no vista ropa llamativa, corta o ajustada.
Si bien estas normas afectan a los hombres, la acción de esta fuerza se ha centrado principalmente en las mujeres y el uso correcto del velo.
Normalmente, las personas detenidas recibían una notificación, pero ahora también son llevadas bajo custodia a lugares donde se les da una lección sobre cómo vestirse y comportarse "con moralidad".
"Estas clases educativas están destinadas a abordar la fricción que ha causado la aplicación de estas políticas. Es un enfoque más suave, pero en realidad estás siendo arrestado", manifestó la especialista y precisó que la detención puede resultar en enjuiciamiento, sentencia y prisión.
A esta "hora de reeducación" fue conducida la semana pasada Mahsa Amini, de 22 años, detenida en la capital por "hiyab inapropiado". Poco después de entrar a la sede de la policía fue trasladada a un hospital en coma, "sin signos vitales" según el parte médico, donde murió tres días más tarde.
La familia y organizaciones de derechos humanos acusan a la fuerza policial de ser responsable de su muerte, pero las autoridades señalaron que Amini sufrió "un problema cardíaco" y que no hubo "contacto físico" entre los efectivos y la mujer.
Sin embargo, el padre negó que su hija tuviese problemas de salud previos y reportes indicaron que la joven fue violentamente golpeada en la cabeza y contra un patrullero.
Este caso desató una ola de indignación popular en la república islámica, donde se registran masivas protestas, con mujeres quitándose los velos y quemándolos en hogueras improvisadas en un claro desafío a las autoridades.
Las manifestaciones están siendo duramente reprimidas por el Gobierno del conservador Ebrahim Raisi y ya dejaron 41 muertos, según la TV estatal de Irán, mientras que la ONG Iran Human Rights contabilizó al menos 54 fallecidos.
Además, las autoridades ralentizaron la conexión a Internet y bloquearon el acceso a Instagram y WhatsApp, en un intento de limitar las movilizaciones, tal como sucedió durante las protestas de 2019.
El Gobierno de Raisi había endurecido recientemente el control para que las mujeres cumplieran con el código islámico, lo que multiplicó en los últimos meses las denuncias por el uso excesivo de la fuerza ejercido por la policía de la moral.
"El 80% de las mujeres no cubre adecuadamente su cabello, así que ha sido una lucha", dijo Sepheri Far.
Pero el caso de Amini despertó cuestionamientos sobre esta unidad policial entre funcionarios afines al Gobierno.
"Para evitar que se repitan estos casos, se deben investigar los procesos y el método de implementación en las patrullas de orientación", dijo el presidente del Parlamento, Mohammad Bagher Ghalibaf, citado por la agencia estatal de noticias IRNA.
En tanto, el diputado Jalal Rashidi Koochi consideró que esta fuerza especial era "un error" y sólo causaba "pérdidas y daños", mientras que el parlamentario Moeenoddin Saeedi instó a que sea "removida y cerrada".
Raisi, quien dio sus condolencias a la familia de la joven, encargó una investigación al ministro del Interior, y el vocero del líder supremo afirmó que "todas las instituciones tomarán medidas para defender los derechos que fueron violados".
"El Estado se ha encargado de hacer cumplir esta ley y convertirla en un pilar, pero nunca vi críticas tan generalizadas al respecto a nivel nacional", dijo la investigadora y agregó: "Mucha gente está hablando sobre lo ridículo que es que el Estado aplique estas políticas, incluso los que están cerca del sistema".
A su juicio, esto no significa que las iraníes no quieran usar el velo, pero sí afirmó que el apoyo a esta política está disminuyendo "incluso según las estadísticas gubernamentales" y debería producirse un cambio para que las mujeres puedan elegir llevarlo o no.
Ejemplo de este descontento creciente son los movimientos de protesta surgidos en los últimos años en Irán, como "Mi libertad sigilosa", los "Miércoles blancos" y "las Chicas de la Calle Revolución", pero hasta ahora no se logró la "voluntad política" necesaria para este cambio, reconoció Sepheri Far.
En la misma línea se manifestó Paulo Botta, director del programa de Medio Oriente en la Universidad Católica Argentina: "Estos gestos dan una idea de que hay que poner una mejor cara, pero en principio por lo que se ve (...) no hay mucha disponibilidad al diálogo, sino más bien tratar de mantener el orden a partir de un operativo policial", dijo a Télam.
Para el experto, el gobierno nunca ha demostrado ser "muy permeable" a este tipo de presiones.
Sin embargo, consideró que la sociedad iraní -muy joven y formada- ha evolucionado mucho en los últimos años y enfrenta una creciente distancia con las reglas de un sistema establecido hace más de cuatro décadas.
"Hay muchas reglamentaciones dentro de la república islámica que generan esta brecha entre gobernantes y gobernados", explicó y señaló que la baja participación en las dos últimas elecciones (menor al 50%) demuestra esta diferencia.
Pese a que es pronto para saber si estas protestas generarán algún tipo de cambio en el país, Sepheri Far destacó la importancia de que el debate social siga avanzando.
"Las mujeres han hablado, sacándose el velo en público y el debate dio un paso adelante. No se trata de saber si la policía es realmente abusiva. No, queremos poder elegir", sentenció.