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La justicia frente los peores crímenes internacionales es crucial para la protección de los derechos humanos. Garantiza que no se ignore el sufrimiento de las víctimas y que los perpetradores rindan cuentas.

En Human Rights Watch, estamos en contacto con los países miembros de la Corte Penal Internacional a lo largo de su sesión anual, para asegurarnos de que sigan centrados en hacer todo lo posible para defender la búsqueda de la justicia y apoyar la lucha contra la impunidad.

El año 2020 ha sido significativo para la CPI y se avecinan oportunidades críticas para promover la justicia. Un grupo de expertos independientes examinó el funcionamiento de la corte y formuló recomendaciones para fortalecer su desempeño. Al mismo tiempo, el tribunal ha estado bajo una intensa presión por parte de la administración Trump, que autorizó sanciones con el objetivo de disuadir el escrutinio de la conducta estadounidense e israelí. La nueva administración de Biden debería adoptar un enfoque diferente, uno que apoye, en lugar de atacar, el estado de derecho global. Al mismo tiempo, los países miembros deberían respaldar firmemente el mandato de la corte.

En la próxima sesión, los miembros de la CPI deben acordar el marco para el seguimiento de la revisión por parte de los expertos independientes. Deberían volver a comprometerse a apoyar a la corte frente a los esfuerzos por socavarlo. Y deberían elegir a la mejor generación de nuevos líderes de la corte, incluido el próximo fiscal y 6 nuevos jueces, que tendrán que defender la visión de los fundadores de la CPI: una corte que haga rendir cuentas incluso a los más poderosos. Estas elecciones deben estar basadas en el mérito, no en el intercambio de votos.

En medio de una pandemia mundial, la sesión de este año será muy diferente a las anteriores. La mayoría asistirá a la sesión de forma virtual. Pero las organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo seguirán los procedimientos en línea. Trabajaremos con otros grupos para asegurar que las voces de las ONGs en apoyo de una mejor CPI y una mejor búsqueda de la justicia sean escuchadas y amplificadas.

(Washington, DC) – El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, debería trabajar líderes globales que buscan afianzar la defensa de los derechos humanos en todo el mundo, dijo Human Rights Watch hoy al publicar su Informe Mundial 2021. Su gobierno también debería buscar formas de afianzar el respeto por los derechos humanos en la política estadounidense para que tengan más probabilidades de sobrevivir a futuros cambios radicales entre administraciones, algo que se ha convertido en una característica del panorama político estadounidense.

“Después de cuatro años de indiferencia y hostilidad por parte de Trump hacia los derechos humanos, incluida su incitación a un asalto al Capitolio por un grupo de partidarios de Trump, la elección de Biden brinda una oportunidad para un cambio fundamental”, dijo Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, en su ensayo introductorio del Informe Mundial 2021. “El desprecio de Trump por los derechos humanos en su país y las estrechas relaciones con autócratas en el extranjero erosionaron gravemente la credibilidad de Estados Unidos en la esfera internacional. Las condenas de EE.UU. a Venezuela, Cuba o Irán sonaron huecas cuando paralelamente había elogiado a Rusia, Egipto, Arabia Saudita o Israel”.

Roth argumenta que otros gobiernos han reconocido que los derechos humanos son demasiado importantes como para abandonarlos, incluso cuando el gobierno de EE.UU. ha desestimado en gran medida la protección de los derechos humanos, y actores poderosos como China y Rusia han tratado de socavar el sistema global de derechos humanos. Han surgido nuevas coaliciones para proteger los derechos: gobiernos latinoamericanos más Canadá actuando contra Venezuela, la Organización de Cooperación Islámica que defiende a los musulmanes rohinyá, un grupo de gobiernos europeos que actúan en países como Belarús, Arabia Saudita, Siria, Libia, Hungría y Polonia, y una creciente coalición de Estados dispuestos a condenar la persecución de China a los uigures y otros musulmanes túrquicos en Xinjiang.

“Los últimos cuatro años muestran que Washington es un líder importante pero no indispensable en la defensa de los derechos humanos”, dijo Roth. “Muchos otros gobiernos trataron la retirada de Trump como un motivo de determinación en lugar de desesperación y dieron un paso al frente para proteger los derechos humanos”.

La presidencia de Biden brinda una oportunidad para un cambio fundamental, dijo Roth. El director ejecutivo de Human Rights Watch señaló que el presidente electo debería dar el ejemplo fortaleciendo el compromiso del gobierno de EE.UU. con los derechos humanos en el país de una manera que sus sucesores no puedan revertir fácilmente.

Biden debería incluir un lenguaje que contemple e involucre los derechos humanos  mientras toma medidas para expandir la atención sanitaria, desmantelar el racismo sistémico, sacar a las personas de la pobreza y el hambre, combatir el cambio climático y acabar con la discriminación contra las mujeres y las personas LGBT. La escasa mayorías del partido demócrata en el Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU. también pueden abrir posibilidades para una legislación más duradera. Biden también debería permitir que se lleven a cabo las investigaciones penales contra Trump para dejar en claro que nadie está por encima del Estado de derecho.

En el ámbito internacional, para consolidar los derechos humanos como principio rector, recomendó Roth, Biden debería afirmar y luego actuar de acuerdo con ese principio incluso cuando sea políticamente complicado. Eso debería incluir:

  • Limitar la ayuda militar o la venta de armas a gobiernos amigos abusivos como Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos e Israel si no implementan mejoras significativas en sus prácticas de derechos humanos.
  • Condenar el fomento de la discriminación y la violencia contra los musulmanes por parte del gobierno de la India, aunque ese país sea visto como un importante aliado contra China;
  • Regresar al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, a pesar de que critique los abusos cometidos por Israel.
  • Anular las sanciones de Trump sobre la Corte Penal Internacional, incluso si no le gustan las investigaciones de la Fiscalía.
  • Abandonar la política unilateral transaccional e incoherente de Trump hacia China y adoptar un enfoque más multilateral, coherente y de principios que alentará a otros a seguir su ejemplo.

“La gran noticia de los últimos años no es el conocido alejamiento de los derechos por parte de Trump, sino el surgimiento menos notorio de tantos otros países en roles de liderazgo”, dijo Roth. “El gobierno de Biden debería unirse, no suplantar, estos esfuerzos comunes. Estos gobiernos deben continuar su importante defensa de los derechos, no ceder su liderazgo a Washington, mientras Biden toma medidas para afianzar un compromiso estadounidense menos oscilante con los derechos humanos”.

Desde Human Rights Watch, pedimos a cuatro de nuestras organizaciones aliadas que respondieran a nuestro llamado al presidente electo de EE.UU., Joe Biden, y otros líderes, para que prioricen los derechos humanos tanto en el ámbito nacional como en el extranjero, y por qué la atención internacional es importante para su trabajo. Véase aquí una selección de estas citas:

Estados Unidos

Dra. Tiffany Crutcher, de la Fundación Terence Crutcher y Black Wall Street Memorial en Tulsa, recuerda la historia racista que precedió al ataque del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos e insta al presidente electo Biden a abordar la supremacía blanca:

En 1921, fue una mentira lo que desató la masacre racial de Tulsa, donde un grupo de alborotadores blancos incendiaron la comunidad negra de Greenwood. Y casi 100 años después, el 6 de enero de 2021, ha sido otra mentira la que ha incitado a multitudes de alborotadores blancos a asaltar la capital de nuestra nación para derrocar nuestra democracia. Se ondearon banderas confederadas, se erigieron sogas y la supremacía blanca volvió a asomar su abominable cabeza.

Por eso le pido al gobierno de Biden que ataque la cabeza de la supremacía blanca en sus primeros 30, 60, 90 días desde la toma de posesión de su cargo. Debe priorizar la justicia racial y volver a involucrarse en las cuestiones de derechos humanos y, lo más importante, debe revertir los retrocesos de la administración de Trump. No necesitamos otra Breonna Taylor, no necesitamos otro Tamir Rice, otro George Floyd, otro Terence Crutcher. Es imprescindible exigir un Estados Unidos justo y que Biden sea el cambio que tanto necesitamos en este país en este momento.

Rusia

Tatiana Glushkova, miembro de la junta del grupo ruso Memorial Human Rights Center, recuerda el arresto bajo cargos falsos del investigador principal de la organización en Chechenia, Oyub Titiev, y la importancia que tuvo la atención internacional a la hora de determinar su destino:

El objetivo era obligar a Memorial a cerrar su oficina en Grozny y complicar su recopilación de información sobre las violaciones de derechos humanos en Chechenia. Sin embargo, el caso en sí fue falsificado de una manera tan cruda y torpe, y era tan obvio que se había orquestado como represalia por la labor de derechos humanos de Oyub, que atrajo muchísima atención por parte de la comunidad internacional. El caso de Oyub se debatió en el Consejo de Europa, la ONU, el Parlamento Europeo y la FIFA. Se debatió en los ministerios de relaciones exteriores de muchos países y en numerosas organizaciones de derechos humanos, tanto rusas como internacionales. Durante nueve meses, diplomáticos y periodistas extranjeros visitaron regularmente el tribunal de la ciudad de Shali [donde se llevó a cabo el juicio de Titiev].

Esta atención no pasó desapercibida a las autoridades de la República de Chechenia. Su reacción más importante fue, por supuesto, un veredicto relativamente leve para Oyub, y también su rápida puesta en libertad condicional. Esta reacción de las autoridades chechenas, teniendo en cuenta su odio profundo y de larga data por nuestra organización, solo puede explicarse por su deseo de pasar rápidamente esta página, olvidarse de este caso, de este preso político y del enorme interés de la comunidad internacional. El resultado que tenemos ahora, que nuestro colega ha estado libre durante más de un año, no habría sido posible sin [esta] atención internacional. Queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a todas las personas que contribuyeron a este esfuerzo.

Camerún

Cyrille Rolande Bechon, directora de Nouveaux Droits de l’Homme Cameroun, una organización de derechos humanos con sede en Yaundé, analiza la respuesta internacional a la masacre de 21 civiles en Ngarbuh, Camerún:

Este es el espacio donde quiero dar las gracias a las organizaciones unidas en la Coalición por los Derechos Humanos y la Paz en las Regiones Anglófonas, organizaciones internacionales como Human Rights Watch, [y países como] Francia y Estados Unidos, que nos apoyaron y que transmitieron nuestro mensaje sobre la necesidad de crear una comisión de investigación sobre esta masacre.

Si bien esta comisión ha dado a conocer sus conclusiones y el pasado 17 de diciembre se inició un juicio contra los cuatro miembros de las fuerzas de seguridad identificados por la comisión como participantes en esta masacre, seguimos insatisfechos. Insatisfechos porque aún no se ha establecido la cadena de responsabilidad en esta masacre. Quisiéramos que todas las personas, directa o indirectamente, responsables, incluidos los oficiales de alto rango del ejército, fueran procesadas ​​y condenadas.

Venezuela

Feliciano Reyes, un defensor de derechos humanos venezolano profundamente involucrado en la provisión de apoyo humanitario a los venezolanos necesitados, reflexiona sobre la emergencia humanitaria del país:

La compleja emergencia humanitaria que afecta a Venezuela desde hace al menos cuatro años ha perjudicado enormemente a la población, por ejemplo con su falta de acceso a alimentos, servicios de salud y educación. [Estas cosas] también generan movimientos masivos de migración forzada porque es muy difícil sobrevivir en el país. Las raíces están en el conflicto político, en años de abuso por parte del poder y en la erosión del Estado de derecho. La comunidad internacional tiene un papel fundamental que desempeñar, no solo en términos de acciones políticas diplomáticas en foros como el Consejo de Derechos Humanos, la Asamblea General de las Naciones Unidas, [y] el Consejo de Seguridad para ayudar a encontrar soluciones al conflicto político, sino también en la prestación de asistencia humanitaria internacional vital para Venezuela.

Esta ayuda ha producido efectos visibles pero aún no es suficiente. Esperamos que el Programa Mundial de Alimentos acuda al país este año, por ejemplo, ya que hay noticias de venezolanos que enfrentan graves niveles de inseguridad alimentaria. Este trabajo es fundamental. Este trabajo de presión política, diplomática y cooperación humanitaria para restaurar condiciones de vida dignas para el pueblo venezolano y, eventualmente, reorientar al país hacia el desarrollo y el bienestar de su pueblo.

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