(São Paulo) – El poder judicial de Brasil y otras instituciones clave deberían resistir cualquier intento de socavar los derechos humanos, el Estado de derecho y la democracia durante el gobierno de Jair Bolsonaro, señaló hoy Human Rights Watch.
Bolsonaro, un congresista abiertamente intolerante que se ha manifestado a favor de la tortura, ganó la segunda vuelta electoral el 28 de octubre de 2018 y asumirá la presidencia de Brasil el 1 de enero de 2019.
“Brasil cuenta con jueces independientes, fiscales y defensores de oficio comprometidos con su trabajo, periodistas valientes y una sociedad civil dinámica”, expresó José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. “Human Rights Watch estará junto a esas personas para resistir a cualquier intento de menoscabar las instituciones y los derechos democráticos que Brasil ha construido con enorme esfuerzo en las últimas tres décadas”.
Bolsonaro derrotó al candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, tras una campaña marcada por la violencia política. Muchas de las víctimas fueron lesbianas, gais, bisexuales y persones transgénero (LGBT), mujeres y afrobrasileños.
El 8 de octubre, un hombre mató a puñaladas al artista afrobrasileño Romualdo Rosário da Costa, en Salvador, presuntamente por un hombre que se enfadó cuando da Costa dijo que había votado a Haddad en la primera ronda. Diversos testigos manifestaron que, el 16 de octubre, varios hombres vociferaron el nombre de Bolsonaro durante una discusión con una mujer transgénero en São Pablo y luego la mataron. El propio Bolsonaro fue apuñalado durante un acto electoral en septiembre.
Más de 140 periodistas que cubrían al proceso electoral sufrieron acoso, amenazas y, en algunos casos, agresiones físicas, según concluyó la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji).
A lo largo de las décadas que lleva en el Congreso y como candidato presidencial, Bolsonaro ha apoyado prácticas abusivas que vulneran el Estado de derecho, ha defendido la dictadura brasileña y ha promovido abiertamente la intolerancia, señaló Human Rights Watch.
- Durante la campaña presidencial, Bolsonaro anunció que no aceptaría los resultados electorales a menos que ganara. Manifestó que “fusilaremos” a los partidarios del Partido de los Trabajadores y advirtió a los “renegados izquierdistas” que se fueran del país si no quieren terminar en la cárcel. Dijo que desea duplicar el número de asientos en el Supremo Tribunal para coparlo con personas que piensan igual que él. El compañero de fórmula de Bolsonaro, el general retirado del Ejército Antônio Hamilton Mourão, planteó la posibilidad de un “autogolpe” del presidente con apoyo de las fuerzas armadas en caso de “anarquía”.
- Bolsonaro ha avalado prácticas abusivas contrarias al Estado de derecho. Ha manifestado que la dictadura militar brasileña (1964-1985) se equivocó al torturar a personas, cuando en realidad debería haberlas matado; se refirió reiteradamente a uno de los peores torturadores de la dictadura como “héroe” y manifestó que la policía debería tener “vía libre” para matar a presuntos delincuentes.
- Bolsonaro ha expresado declaraciones abiertamente racistas, homófobas y misóginas. Ha comparado a los negros con ganado; se ha referido a los refugiados como “la escoria del mundo”; indicó que preferiría que su hijo muera en un accidente antes que ser gay; y le dijo a una congresista que no la violaría porque era “demasiado fea”.
- Bolsonaro ha destacado que tomará medidas contra las organizaciones de la sociedad civil y penalizará a los medios de comunicación críticos. Afirmó que erradicaría “todas las formas de activismo” en Brasil; trataría a los miembros de las asociaciones de campesinos sin tierra como “terroristas”; y quitaría la publicidad oficial a los medios de comunicación que lo critiquen.
“Human Rights Watch seguirá muy de cerca las declaraciones y las acciones del gobierno de Bolsonaro”, destacó Vivanco. “Continuaremos con el trabajo riguroso e independiente de investigación y presión en favor de cambios en las políticas públicas que hemos realizado en Brasil durante las últimas décadas, en defensa de los derechos humanos de todos los brasileños, con independencia de su género, orientación sexual, raza, creencias políticas o religión”.