(Washington, DC) – Los obstáculos que impiden materializar el derecho humano al saneamiento con privacidad y dignidad deberían abordarse en una reunión internacional de alto nivel sobre el saneamiento que se celebrará próximamente, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy. Las Naciones Unidas y Sanitation and Water for All, una asociación global público-privada de la sociedad civil que impulsa el acceso al agua y el saneamiento para todas las personas, convocarán una reunión de ministros de finanzas y de agua y saneamiento el 19 y el 20 de abril de 2017 en Washington, DC, para tratar los desafíos globales relacionados con el saneamiento y el agua potable.
El informe de 46 páginas, “‘Going to the Toilet When You Want’: Sanitation as a Human Right” (Ir al baño libremente: El saneamiento como derecho humano) se elaboró a partir de más de una década de trabajo de Human Rights Watch, a lo largo de la cual se analizaron sobre los abusos, la discriminación y otros obstáculos que encuentran las personas cuando procuran hacer sus necesidades con dignidad y de manera segura. Hasta 2015, se estimaba que 2.400 millones de personas en todo el mundo usaban servicios sanitarios deficientes, que se definen como instalaciones en las cuales los excrementos humanos no están separados de manera higiénica del contacto con personas. Aproximadamente mil millones de personas practican la defecación al aire libre, que se ha vinculado con desnutrición, retraso en el crecimiento y aumento de la diarrea, entre otras consecuencias perjudiciales.
“La manera en que las personas pueden manejar sus funciones corporales es clave para la dignidad humana”, señaló Amanda Klasing, investigadora sénior de derechos de la mujer de Human Rights Watch. “Además de ser un agravio en el plano personal, la carencia de saneamiento afecta de manera significativa otros derechos humanos, como la salud y la igualdad de género”.
El derecho al saneamiento, emana del derecho a un estándar de vida adecuado y reconoce a todas las personas el derecho a acceder a servicios sanitarios que brinden privacidad, garantice la dignidad, y sean físicamente accesibles, asequibles, seguros e higiénicos en un ámbito social y culturalmente aceptable. No obstante, hombres, mujeres y niños a menudo no cuentan con instalaciones que reflejen este derecho en entornos, como escuelas, campamentos para personas migrantes y desplazadas, cárceles, lugares de trabajo y sus hogares.
Human Rights Watch ha realizado investigaciones desde 2005 hasta 2017 en países como China, India, Nepal, Rusia, Sudáfrica y EE. UU.. La investigación alerta sobre obstáculos que afectan la posibilidad de efectivizar el derecho al saneamiento en estos entornos y algunos de los efectos de la falta de saneamiento para otros derechos humanos. En casi todos los contextos, la discriminación —basada en motivos de casta, género, discapacidad, edad u otra condición protegida— no permite que algunas personas obtengan saneamiento adecuado y perpetúa otras formas de desigualdad para poblaciones marginadas.
“Teníamos un baño, pero estaba sucio. Si hubiera buenos baños, las niñas se sentirían mejor cuando tengan que cambiarse porque tienen su período. Muchas niñas se quedan en sus casas durante sus períodos”, dijo Chandni Rai, de 19 años, al hablar de las dificultades de manejar la higiene menstrual en la escuela y los efectos que esto tuvo sobre la educación de las niñas en Nepal.
Human Rights Watch observó que es común que mujeres y niñas enfrenten discriminación en la disponibilidad de instalaciones sanitarias seguras y privadas y los recursos materiales para manejar su menstruación. Esta falta de acceso puede afectar otros derechos, incluido el derecho a la educación, la salud, el trabajo y la igualdad de género.
La falta de acceso a instalaciones de saneamiento seguras, accesibles y privadas también puede afectar los derechos de personas con discapacidad, adultos mayores y personas de género no conforme, afirmó Human Rights Watch. Los baños, los campos de defecación al aire libre y los lugares para tomar baños pueden ser espacios donde se cometen actos de violencia sexual y acoso. Si los gobiernos no realizan consultas con comunidades y no facilitan la participación en la toma de decisiones, incluyendo sobre todo a minorías marginadas, esto también podría agravar la discriminación y la exclusión en el acceso al saneamiento.
Human Rights Watch documentó además evidencias de que los gobiernos no respetan, protegen ni cumplen plenamente con el derecho al saneamiento de las personas privadas de la libertad en cárceles o centros de detención, a menudo, a expensas de otros derechos humanos.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, en su Objetivo 6, insta a asegurar a todos el acceso a saneamiento e higiene adecuados y equitativos para 2030 y a poner fin a la defecación al aire libre. Para lograr ese objetivo, los gobiernos y los donantes deben ocuparse de la cuestión del saneamiento entendido como un derecho humano y comprometerse a aportar financiamiento a fin de eliminar los obstáculos al saneamiento y abordar la discriminación. También deben asegurar que sus inversiones en saneamiento incorporen la participación de grupos interesados y la rendición de cuentas por la falta de instalaciones adecuadas.
“Hemos dialogado con personas con discapacidad que relataron haber tenido que trepar escalones hasta un baño inaccesible, mujeres en campamentos de desplazados a quienes les provocaba terror aventurarse a llegar hasta un baño en un área remota, y personas que directamente no tenían acceso a ningún tipo de instalación sanitaria”, señaló Klasing. “Los esfuerzos para garantizar recursos de saneamiento e higiene adecuados y seguros deben estar basados en el derecho humano al saneamiento que atañe a todas las personas”.