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(Nueva York) –El Gobierno sirio lanzó un ataque aéreo utilizando bombas de combustibles que hicieron impacto en las cercanías de una escuela de secundaria en la ciudad de Raqqa, controlada por la oposición, y mataron a por lo menos 14 civiles, el 29 de septiembre de 2013,  dijo hoy Human Rights Watch. Al menos 12 de los asesinados eran estudiantes que asistían a su primer día del curso escolar.

Un residente de Raqqa que visitó la escuela inmediatamente después del ataque dijo a Human Rights Watch que había visto 14 cadáveres, algunos de ellos sin extremidades. Un médico del Hospital Nacional de Raqqa dijo que contabilizó a por lo menos 12 cuerpos, la mayoría de ellos de estudiantes, y que el hospital había tratado a 25 heridos.

Las heridas y las quemaduras provocadas por la explosión que se observan en los vídeos y las fotografías de las víctimas, en combinación con las posiciones de los cuerpos y las escasas heridas de metralla, indican que se usaron explosivos de aire-combustible (FAE), también conocidas como “bombas de vacío”, señaló Human Rights Watch. Los explosivos de aire-combustible, que son más potentes que las municiones convencionales altamente explosivas, provocan fuertes daños sobre un área extensa y tienden por lo tanto a impactar de manera indiscriminada sobre zonas pobladas.

“Mientras el mundo intenta controlar las armas químicas de Siria, las fuerzas gubernamentales están matando a civiles con otras armas extremadamente potentes”, dijo Priyanka Motaparthy, investigadora sobre los derechos del niño en Oriente Medio para Human Rights Watch. “Ni siquiera los estudiantes que asisten a su primer día de escuela están a salvo”.

Las bombas explosivas de aire-combustible no son un arma incendiaria ni química. No obstante, teniendo en cuenta la extensión de sus efectos, las convierten en armas altamente indiscriminadas, Human Rights Watch cree que los explosivos de aire-combustible no deberían emplearse nunca en zonas pobladas.

Otros dos residentes de Raqqa, un abogado y un activista de la oposición, dijeron a Human Rights Watch que un caza del Gobierno arrojó las bombas que hicieron impacto en el patio de la Escuela de Secundaria Ibn Tufail alrededor de las 8:05 de la mañana. Señalaron que no había personas armadas en el interior o las cercanías de la escuela, ni había oficinas administrativas o cuarteles de la oposición en la zona. Antes de que comenzara el curso escolar, la escuela había albergado a unos cuantos centenares de personas internamente desplazadas de la zona de Aleppo.

En los vídeos y las fotos del lugar se observan dos cráteres a una distancia de 10 a 14 metros entre ellos en la esquina sudeste del patio, cerca de la entrada principal. Ambos cráteres tienen un diámetro de dos a tres metros y una profundidad de 30 a 60 centímetros, coherente con la onda expansiva de un FAE, que no explota al impactar con el suelo.

En las imágenes de satélite tomadas el 26 de septiembre se ve que la escuela está rodeada de campos y unas cuantas casas pequeñas, y no se observa ninguna muestra visible de estructuras o actividades militares. Según Human Rights Watch, esto aumenta la probabilidad de que el Gobierno hubiera fijado como objetivo la propia escuela.

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Raqqa, a unos 160 kilómetros al este de Aleppo, ha sufrido bombardeos frecuentes del Gobierno desde que las tropas de la oposición tomaron la ciudad en marzo. Diversos grupos armados de la oposición tomaron el control de la ciudad al principio, pero recientemente la organización del Estado Islámico de Irak y Sham, vinculada a Al Qaeda, ha aumentado gradualmente su control.

Human Rights Watch visitó Raqqa en abril, pero sus investigadores no han podido regresar por motivos de seguridad.

El activista de la oposición dijo a Human Rights Watch que llegó a la escuela de tres plantas minutos después del ataque:

Oímos el sonido de un avión exactamente a las ocho de la mañana, y después de unos segundos oímos las explosiones. Nos dirigimos al lugar inmediatamente al identificarlo por el humo. Llegamos después de cuatro o seis minutos. Había cadáveres sembrados por el suelo y la gente estaba en un grave estado de pánico.

El abogado, que también llegó a los pocos minutos del ataque, dijo que vio los cuerpos de muchos muchachos de 15 a 17 años y también de algunas muchachas, además del conserje de la escuela. Dijo a Human Rights Watch:

Había partes de sus cuerpos esparcidas por todos lados. No había más que despojos, no cuerpos enteros, solo partes: una mano en un lugar y el resto de las partes en otro. Una cabeza estaba separada del cuerpo. Uno de ellos tenía los intestinos fuera. Había libros y cuadernos por todas partes.

El centro de prensa de Raqqa, dirigido por la oposición, dijo que el ataque había matado a 15 personas, 14 de ellas estudiantes, y publicó una lista con 13 nombres. El centro señaló que al menos 20 personas habían resultado heridas.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos dijo que el ataque había matado a 16 personas, entre ellas 10 estudiantes.

El médico dijo a Human Rights Watch que había atendido a tres personas que fallecieron, dos de ellas a causa de lesiones cerebrales y otra por heridas internas. Dijo que algunos de los heridos tenían restos de metralla en el pecho y el estómago. Otros dos médicos del hospital, que fueron entrevistados por separado, contaron que habían tratado a víctimas con quemaduras, lesiones internas y restos de metralla.

En los vídeos y las fotos de las víctimas y el lugar tomados justo después del ataque se observan claras muestras del uso de una bomba explosiva de airecombustible, señaló Human Rights Watch.  Las quemaduras en la piel y los traumatismos son aparentemente consecuencia de la explosión y la onda expansiva, más que heridas de metralla asociadas con municiones explosivas convencionales. Al parecer, algunos de los cuerpos fueron arrojados contra el muro del patio, lo que indica que fueron propulsados por la onda expansiva.

El Gobierno cuenta en su arsenal con un tipo de bomba de aire-combustible de la serie ODAB. Se sabe que Siria ha empleado este tipo de arma en el conflicto actual desde 2012.

Human Rights Watch ha documentado extensamente los reiterados ataques aéreos  indiscriminados, y en algunos casos deliberados, del Gobierno contra la población civil, entre ellos ataques contra escuelas que han matado a niños. Estos ataques constituyen graves violaciones del derecho internacional humanitario (las leyes de la guerra), y las personas que cometen intencionadamente estas violaciones son responsables de crímenes de guerra.

En un informe de Human Rights Watch en junio se documentó la manera en la que las fuerzas gubernamentales sirias abrieron fuego contra edificios escolares que no estaban siendo usados con fines militares durante ataques tanto terrestres como aéreos.

Para diciembre de 2012, al menos una de cada cinco escuelas sirias ya no estaba funcionando, ya que miles de ellas habían sido destruidas, dañadas o albergaban a personas que huían de la violencia. Las tasas de matriculación habían caído al 14 por ciento en las provincias en las que los combates eran especialmente intensos, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia(UNICEF).

“El bombardeo en Raqqa es el último de una larga serie de ataques del Gobierno que han afectado a escuelas y matado a estudiantes”, dijo Motaparthy. “Estos ataques han cobrado muchas vidas de niños y han demostrado a otros que corren el riesgo de morir si asisten a la escuela”.

Lista de fallecidos en el ataque del 29 de septiembre de 2013, según el centro de prensa de Raqqa:

  1. Ali Abu Hussein, conserje de 45 años
  2. Ahmed Khadr al-Faraj
  3. Abdullah al-Nafa’a
  4. Hassan al-Barjes
  5. Rose al-Hassan al-Hussein
  6. Ibtisam al-Hassoun al-Shuwaikh
  7. Ali al-Shabib
  8. Mohammed Rassoul al-Ibrahim
  9. Ali Homaidy al-Ali al-Hussein
  10. Mohammed Tareq al-Batran
  11. Anwar al-Hassan al-Taher
  12. Ammar al-Sheikh
  13. Mahmoud Fady al-Awwad

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