(Moscú, 11 de octubre de 2012) – La apelación contra la condena a las tres integrantes de la banda feminista de música punk Pussy Riot, resuelta el 10 de octubre de 2012, no consiguió corregir la injusticia cometida hacia las artistas, señaló hoy Human Rights Watch. El tribunal de apelación dispuso la libertad condicional de una de las integrantes de la banda, pero confirmó la condena de dos años de prisión impuesta a las otras dos.
En agosto, las tres mujeres fueron condenadas a dos años de prisión por “gamberrismo motivado por el odio”, a raíz de una actuación de índole político que realizaron en un sector próximo al altar de la Catedral de Cristo Redentor de Moscú. El Tribunal de la Ciudad de Moscú concedió la libertad condicional a Ekaterina Samutsevich debido a que no se encontraba entre las integrantes de la banda que efectivamente ingresaron al sector delante del altar. Las tres mujeres permanecen en prisión desde que fueron detenidas en marzo.
“Ciertamente nos alegra que Samutsevich haya sido liberada, pero las mujeres de la banda Pussy Riot no deberían haber sido acusadas en ningún momento por supuestos delitos inspirados por el odio”, manifestó Rachel Denber, subdirectora para Europa y Asia Central de Human Rights Watch. “Para que se haga verdaderamente justicia, el tribunal también debería liberar inmediatamente a las otras dos integrantes del grupo”.
El Tribunal de Distrito de Khamovnichesky en Moscú determinó que Nadezhda Tolokonnikova, de 22 años, Maria Alyokhina, de 23, y Samutsevich, de 30, eran culpables de actos de gamberrismo cometidos por un grupo de personas motivadas por el odio religioso, conforme al artículo 213, parte 2, del Código Penal de Rusia.
El 21 de febrero, cuatro miembros del grupo ofrecieron una actuación de 40 segundos en la que expresaron su opinión política —según ellas, una “plegaria punk”— en la catedral ortodoxa rusa de Moscú. Con vestimentas de colores llamativos y pasamontañas, lograron colarse en el área delante del iconostasio —una mampara que separa el presbiterio del resto de la iglesia— donde normalmente no se admite el ingreso del público.
Una vez allí, bailaron, saltaron y cantaron algunas estrofas de su canción “Virgen María, líbranos de Putin”. La actuación duró menos de un minuto, ya que fueron expulsadas por la fuerza del lugar, sin que se provocaran daños materiales en la iglesia.
Ese mismo día, circuló masivamente en los medios sociales un video donde se mostraba un montaje de la actuación con esta canción de fondo. La canción critica el presunto vínculo íntimo entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y el Kremlin, así como la relación personal del presidente Vladimir Putin con el patriarca de esta Iglesia.
La justicia concluyó que las acciones de estas mujeres respondieron a motivos de odio religioso y habían sido profundamente agraviantes para los fieles cristianos ortodoxos. Tolokonnikova, Alyokhina y Samutsevich han manifestado que la finalidad de sus acciones en la catedral era criticar los estrechos vínculos entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y el Kremlin, así como el modo en que ambas instituciones apoyan recíprocamente su postura conservadora sobre temas como igualdad de género y derechos de gais. En particular, la banda criticó al patriarca ruso Kirill por haber respaldado abiertamente a Putin durante la campaña para las elecciones presidenciales.
En su sentencia, la juez dijo que las mujeres “no habían efectuado declaraciones de índole política ni habían mencionado a ningún político”.
El 7 de octubre, el día previo a las audiencias de apelación previstas para este caso, Putin dijo a la prensa que consideraba que la pena de dos años de prisión por “gamberrismo” constituía un castigo adecuado, y que las tres mujeres “habían conseguido lo que buscaban”. Asimismo, recalcó que el asunto era resuelto por un tribunal de justicia, y que no tenía ninguna intervención personal en el caso.
“Una declaración política no necesita mencionar el nombre de ningún político en particular, y el mensaje de estas mujeres era claramente político”, aseveró Denber. “Nos asombra que cualquier tribunal pueda considerar que una actuación de este tipo constituye un delito de odio. No hay dudas de que para algunas personas sus acciones fueron ofensivas, pero ni siquiera esto puede justificar que sean privadas de su libertad”.
Si bien Human Rights Watch reconoce que las conductas abusivas no podrán quedar exentas de sanciones simplemente porque estén acompañadas por la manifestación de expresiones protegidas, las autoridades rusas tenían otras alternativas para que las integrantes de la banda rindieran cuentas por su actuación, por ejemplo, aplicando lo dispuesto en los artículos del código de faltas administrativas de Rusia.
La jueza sostuvo además que el feminismo, en última instancia, era un elemento central de la acusación por “odio religioso”. “El feminismo no constituye una violación de la ley ni tampoco es un delito”, dijo la sentencia. “Si bien el feminismo no es un precepto religioso, sus defensoras transgreden los límites de la decencia, la moral y los vínculos familiares”. Y señaló que sostener “la superioridad de una ideología” respecto de otra podía dar lugar a antagonismos, odio y conflictos.
“La jueza mantiene que la defensa de la ideología feminista que ejerció Pussy Riot insultó los valores ortodoxos y constituyó una especie de ‘delito de odio’”, dijo Denber. “Sin embargo, la finalidad de esta actuación era expresarse contra la complicidad entre el Kremlin y la Iglesia Ortodoxa Rusa. Por lo tanto, se trató claramente de un discurso político, que está protegido por las leyes de Rusia y por el derecho internacional”.