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Siria: Identificados los comandantes que dieron las órdenes de “disparar a matar”

El Consejo de Seguridad debería remitir el caso de Siria a la CPI por crímenes contra la humanidad

(Londres) – Ex soldados sirios identificaron por nombre a 74 comandantes y oficiales responsables de ataques contra manifestantes desarmados, Human Rights Watch señaló en un informe publicado hoy. El documento nombra a comandantes y oficiales del Ejército y las agencias de inteligencia de Siria que presuntamente ordenaron, autorizaron o toleraron numerosos homicidios, torturas y detenciones ilegales durante las protestas de 2011contra el Gobierno. Human Rights Watch ha instado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) a que remita el caso de Siria a la Corte Penal Internacional (CPI) e imponga sanciones contra los funcionarios implicados en los abusos.

El informe de 88 páginas, ‘By All Means Necessary!’: Individual and Command Responsibility for Crimes against Humanity in Syria ”(“‘¡Por todos los medios necesarios!’: Responsabilidad individual y de mando por los crímenes contra la humanidad en Siria”), está basado en más de 60 entrevistas con desertores del Ejército y las agencias de inteligencia de Siria. Los desertores suministraron información detallada sobre la participación de sus unidades en ataques y abusos contra ciudadanos sirios y las órdenes que recibieron de jefes y oficiales de diferentes rangos, que son nombrados en el documento.

“Los desertores revelaron nombres, rangos y cargos de quienes dieron las órdenes para disparar y matar, y cada uno de los oficiales mencionados en este informe, hasta los más altos niveles del Gobierno sirio, debe responder por sus crímenes contra el pueblo sirio”, dijo Anna Neistat,directora asociada de Programa de Situaciones de Emergencia de Human Rights Watch y coautora del informe. “El Consejo de Seguridad debería garantizar la rendición de cuentas remitiendo el caso de Siria a la Corte Penal Internacional”.

Las declaraciones de los desertores “no dejan lugar a dudas de que las fuerzas de seguridad sirias cometieron abusos generalizados y sistemáticos, incluyendo asesinatos, detenciones arbitrarias y torturas, como parte de una política estatal en contra de la población civil, dijo Human Rights Watch. Estos abusos constituyen crímenes contra la humanidad.

Los asesinatos de manifestantes y transeúntes

Todos los desertores entrevistados por Human Rights Watch aseguraron que los comandantes dieron órdenes para contener las protestas abrumadoramente pacíficas en todo el país “por todos los medios necesarios”, durante las reuniones regulares de los soldados y las unidades armadas y antes de su despliegue. Los desertores dijeron que entendieron la frase “por todos los medios necesarios” como una autorización para recurrir a la fuerza letal, sobre todo teniendo en cuenta que se les había dado munición de guerra en lugar de otros medios de control de multitudes.

Aproximadamente la mitad de los desertores que entrevistó Human Rights Watch dijo que los comandantes de sus unidades y otros oficiales también les dieron órdenes directas de abrir fuego contra los manifestantes o transeúntes, y les aseguraron que no tendrían que rendir cuentas. En algunos casos, los propios oficiales participaron en los asesinatos.

“Amjad”, que fue enviado a Daraa en el Regimiento 35 de Fuerzas Especiales, dijo que el 25 de abril recibió directamente órdenes verbales de su comandante para abrir fuego contra los manifestantes:

El comandante de nuestro regimiento, el general de brigada Ramadan Ramadan, solía quedarse detrás de las líneas de fuego. Pero esta vez se paró frente a toda la brigada y dijo: “Abran fuego. Nadie les pedirá explicaciones”. Normalmente, se supone que debemos ahorrar balas, pero esta vez dijo: “Usen todas las balas que quieran”. Y cuando alguien le preguntó contra qué se suponía que debíamos disparar, respondió: “Cualquier cosa que se les ponga por delante”. Cerca de 40 manifestantes fueron asesinados ese día.

Según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, más de 5,000 personas han sido asesinadas desde el inicio de las protestas. Human Rights Watch ha documentado muchas de estas matanzas.

Las autoridades sirias –más recientemente el presidente Bashar al-Assad en una entrevista el 7 de diciembre—  han asegurado repetidamente que fueron bandas armadas terroristas, incitadas y patrocinadas desde el extranjero, las responsables por la violencia en el país que empezó con el levantamiento en marzo. Human Rights Watch ha documentado varios incidentes en los cuales los manifestantes y grupos armados de barrio recurrieron a la violencia, y el número de ataques armados contra las fuerzas de seguridad por desertores militares ha aumentado significativamente desde septiembre. Sin embargo, la mayoría de las protestas que Human Rights Watch ha podido documentar desde que empezó el levantamiento en marzo han sido en gran medida pacíficas. Los desertores entrevistados por Human Rights Watch contradijeron la afirmación del Gobierno sobre las bandas armadas y dijeron que los manifestantes que ellos vieron no estaban armados ni representaban una amenaza significativa para los soldados.

Detenciones arbitrarias, tortura y ejecuciones

La información proporcionada por los desertores corrobora los hallazgos de Human Rights Watch sobre numerosas detenciones arbitrarias y la tortura de detenidos en toda Siria. Los desertores describieron arrestos arbitrarios a gran escala durante las manifestaciones y en los puestos de control, así como operaciones de “barrido” en los barrios residenciales de todo el país que se tradujeron en cientos y, a veces, miles de detenciones.

Los desertores contaron a Human Rights Watch que solían golpear y maltratar de manera rutinaria a los detenidos y que sus comandantes ordenaron, fomentaron o toleraron estos abusos. Aquellos que trabajaron en las instalaciones de detención o tuvieron acceso a ellas contaron a Human Rights Watch que presenciaron o participaron en actos de tortura.

“Hani”, un miembro del cuerpo de Operaciones Especiales de la Agencia de Inteligencia de la Fuerza Aérea de Siria, describió las órdenes que recibió:

El 1 de abril, estábamos llevando a cabo detenciones en el barrio de Mo'adamiyeh, en Damasco. Recibimos nuestras órdenes del coronel Suheil Hassan. Nos dijo explícitamente que golpeáramos severamente a las personas en la cabeza y que no nos preocupáramos por las consecuencias. También utilizamos picanas eléctricas. Nos comunicó la orden verbalmente, antes de que fuéramos despachados.

Golpeábamos a la gente dentro de los autobuses y luego en el centro de detención en la base militar. En el centro de detención, primero reuníamos a los detenidos en el patio y les pegábamos al azar, sin ningún tipo de interrogatorio previo. Yo estaba involucrado en escoltar a los presos al patio, y luego al centro de detención. Ese día detuvimos a unas 100 personas. Las metimos a todas en una celda de 5 x 5 metros cuadrados.

Mi unidad también participó en las palizas. Mi corazón estaba hirviendo por dentro, pero no podía demostrarlo porque sabía lo que podría pasarme.

Tres desertores describieron a Human Rights Watch incidentes de ejecuciones sumarias y muertes por tortura, que involucraron a 19 víctimas. El teniente coronel “Ghassan”, que sirvió en la Guardia Presidencial, dijo que alrededor del 7 de agosto fue testigo de una ejecución sumaria de un detenido en un puesto de control en Douma:

Estaba asignado en un puesto de control en el barrio de Abdul Ra’uf en Douma. Se suponía que mi turno iba a ser desde las 4 de la tarde hasta a la medianoche. Llegué a las 3:45 p.m. y de inmediato escuché los gritos y sonidos de los golpes que provenían de un edificio abandonado cerca del puesto. Entré, y resultó que el coronel Mohamed Saker, que tenía el turno en ese puesto antes que yo, había detenido a alguien de la lista de “los buscados”. Yo quise hacerme cargo de inmediato para detenerlo e insistí que era mi turno. Pero Saker dijo: “No, ten paciencia, vamos a acabar con esto primero”.

Siete soldados golpeaban al hombre al que habían detenido. Cuando llegué, todavía estaba vivo. Estaba gritando, y los soldados lo insultaban y se reían. Duró unos cinco minutos más y luego murió. Dejó de moverse y vi cómo le salía sangre de la boca.

Cuando me hice cargo, informé a Khadur [el general de brigada Mohamed Khadur, comandante de la brigada 106 de la Guardia Presidencial] que teníamos a un muerto. Nos ordenó que abandonáramos el puesto de control y dejáramos el cuerpo en el lugar. Volvimos a la base central. Alguien debió haber recogido el cuerpo. La gente nos vio salir de ese edificio.

Hasta el 15 de noviembre, activistas locales habían reportado más de 197 ejecuciones y muertes en detención.

Los desertores también proporcionaron información adicional acerca de la denegación de asistencia médica a manifestantes heridos, el uso de ambulancias para arrestar a los heridos y el maltrato de las personas heridas en los hospitales controlados por las agencias de inteligencia y el Ejército, un patrón perturbador que Human Rights Watch y otras organizaciones han documentado.

La responsabilidad de mando

Según el derecho internacional, los comandantes son responsables de crímenes internacionales cometidos por sus subordinados si sabían o debían haber estado al tanto de las violaciones y no las investigaron o no las detuvieron.

Human Rights Watch dijo que, en vista del carácter generalizado de los asesinatos y otros crímenes cometidos en Siria, decenas de declaraciones de los soldados sobre las órdenes que recibieron para disparar contra los manifestantes y maltratarlos, y la extensa documentación de estos abusos por parte de organizaciones internacionales y locales y los medios de comunicación, es razonable concluir, como mínimo, que altos líderes militares y civiles de Siria estaban al tanto de la situación. Los continuos asesinatos, detenciones, actos de represión y la negación general de responsabilidad por parte del Gobierno sirio también dejan claro que las autoridades no han tomado ninguna medida significativa para abordar estos abusos.

Adicionalmente, Human Rights Watch ha reunido información que sugiere que las autoridades militares y civiles de Siria estuvieron involucradas en la violenta represión contra los manifestantes.

“Por mucho que se quiera distanciar de la responsabilidad sobre la implacable brutalidad de su gobierno, la afirmación del presidente Assad de que nunca ordenó la represión no le exime de responsabilidad penal”, señala Neistat. “Como comandante en jefe de las fuerzas armadas, debía estar al tanto de los abusos, y si no era a través de sus subordinados, entonces a partir de los informes de la ONU y los que le envió Human Rights Watch”.

Human Rights Watch también exhortó a investigar a otros oficiales de alto rango por su responsabilidad de mando en crímenes contra la humanidad. Estos funcionarios incluyen a: Imad Dawoud Rajiha, ministro de Defensa; Imad Fahed al-Jasem el-Freij, jefe del Estado Mayor del Ejército; el mayor general Abdul Fatah Kudsiyeh, director del Departamento de Inteligencia Militar; el mayor general Jamil Hassan, jefe de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea; el mayor general Ali Mamlouk, jefe de la Dirección General de Inteligencia, y el mayor general Mohamed Dib Zeitoun, jefe de la Dirección de Seguridad Política.

“Las autoridades sirias que participaron en estos crímenes deben saber que tendrán que responder por ellos con el tiempo”, dijo Neistat. “Y también deben saber que van a terminar rindiendo cuentas, incluso cuando el presidente Assad asegura que no sabía nada”.

Consecuencias por desobedecer órdenes

Las consecuencias por desobedecer órdenes y contradecir afirmaciones del Gobierno sobre las protestas han sido graves. Ocho desertores contaron a Human Rights Watch que fueron testigos de cómo oficiales militares o agentes de inteligencia ejecutaron a soldados que se negaron a obedecer las órdenes.

“Habib”, un soldado conscripto de la Brigada 65, 3ª División, le dijo a Human Rights Watch que un soldado de su batallón fue asesinado en torno al 14 de abril por no seguir las órdenes del coronel Mohammed Khader, el comandante del batallón, de disparar contra los manifestantes en Douma:

Los soldados estaban al frente. El coronel Khader y los agentes de seguridad estaban de pie justo detrás de nosotros. Yusuf Musa Krad, un recluta de 21 años de Daraa, estaba a mi lado. En un momento dado, el coronel se dio cuenta de que Yusuf sólo disparaba al aire. Se lo dijo al teniente primero Jihad, del cuerpo regional de la Agencia de Inteligencia Militar. Siempre estaban juntos. Jihad llamó a un francotirador en el tejado, señaló a Yusuf, y entonces el francotirador le disparó dos veces en la cabeza. Los agentes de seguridad se llevaron el cuerpo. Al día siguiente, vimos el cuerpo de Yusuf en la televisión. Dijeron que había sido asesinado por terroristas.

Tres desertores contaron a Human Rights Watch que las autoridades los habían detenido porque se negaron a seguir las órdenes o desafiaron las afirmaciones del Gobierno; dos dijeron que las fuerzas de seguridad los golpearon y torturaron.

Recomendaciones

Human Rights Watch instó al Consejo de Seguridad de la ONU a que remita el caso de Siria a la Corte Penal Internacional. Dado que los crímenes contra la humanidad son considerados  de jurisdicción universal, todos los Estados son responsables de llevar ante la justicia a quienes los han cometido.

Human Rights Watch también hizo un llamamiento especial a Rusia, uno de los pocos países que todavía apoya al Gobierno sirio, para que deje de oponerse a una fuerte acción del Consejo de Seguridad en Siria; que suspenda todas las ventas militares y asistencia al Gobierno sirio, dado el riesgo real de que las armas y la tecnología sean utilizadas para cometer graves violaciones de los derechos humanos; y para que condene enérgicamente, en reuniones bilaterales, las violaciones sistemáticas de las autoridades sirias de los derechos humanos.

“Más de 5,000 sirios han perdido la vida, y muchos más han sido heridos, detenidos y torturados, mientras Rusia ha perdido el tiempo defendiendo la despiadada masacre de Assad y sus promesas vacías de reforma”, dijo Neistat. “El Gobierno ruso tiene la obligación de proteger al pueblo sirio, no a los brutales asesinos de su gobierno”.

Declaraciones adicionales de testigos del informe:

“Mansour”, un miembro de la Agencia de Inteligencia de la Fuerza Aérea en Daraa, dijo que, en abril, el comandante a cargo de la Agencia de Inteligencia de la Fuerza Aérea en Daraa, el coronel Qusay Mihoub, ordenó a sus unidades que “detuvieran a los manifestantes por todos los medios posibles”, lo que incluía el uso de fuerza letal:

Nuestras órdenes eran que forzáramos el retiro de los manifestantes por todos los medios posibles, incluso si para ello había que dispararles. Era una orden extendida de que disparar estaba permitido. Cuando los agentes estaban presentes, ellos decidían cuándo y a quién disparar. Si alguien cargaba un micrófono o un cartel, o si los manifestantes se negaban a retirarse, abríamos fuego. En numerosas ocasiones, nos ordenaron que disparáramos directamente contra los manifestantes. Teníamos fusiles Kalashnikov y ametralladoras y había francotiradores en los tejados.

“Osama”, que sirvió en el Regimiento Aerotransportado 555, 4 ª División, dijo que en mayo que el general de brigada Jamal Yunes, comandante del regimiento, les dio a las tropas órdenes para disparar contra los manifestantes durante su despliegue a Mo'adamiyeh, un barrio de Damasco:

Al principio, cuando comenzó la protesta, el general de brigada Jamal Yunes nos dijo que no disparáramos. Pero luego recibió órdenes adicionales por parte de Maher (Maher al-Assad, el comandante de la 4 ª División y el hermano más joven del presidente al-Assad). Tenía una especie de papel que mostró a los oficiales, y luego éstos apuntaron sus armas contra nosotros, y nos dijo que disparáramos directamente a los manifestantes. Estos oficiales me dijeron más tarde que el documento contenía las órdenes de Maher de “utilizar todos los medios posibles”.

“Zahir”, despachado en Banias, Baida y Basateen en abril y mayo, describió cómo los oficiales de su unidad y las agencias de inteligencia adjuntas llevaron a cabo detenciones y saqueos en los pueblos que invadieron:

En Baida, derribamos las puertas y nos llevamos todo lo que quisimos. Los de las mukhabarat [las agencias de inteligencia] estaban arrestando a la gente; en un área, detuvieron a 10 hombres mayores para que obligaran a sus hijos a entregarse. Lo mismo pasó en Banias, donde pasamos los días siguientes. En Basateen, saqueamos todo, tanto mi unidad como otras. Siempre nos llevábamos dinero, y luego todo lo demás que hubiera por ahí: oro, teléfonos móviles, aparatos electrónicos y a veces incluso ropa de mujer. También vi como los mukhabarat y algunos soldados tocaban a algunas mujeres de forma inapropiada, fingiendo registrarlas en busca de bombas y explosivos.

“Salim”, un oficial del Regimiento 46 de las Fuerzas Especiales que estaba asignado en el campo de Idlib, describió los malos tratos que sufrían los detenidos que llegaban al campo bajo la supervisión del comandante que dirigió las operaciones en Idlib, Imad Fahed Al Jasem:

Desde julio a septiembre, vi cómo losmukhabarat llevaba detenidos al campo [en Idlib], por lo general de 10 a 30 personas, entre las 9 y 10 de la noche, después de cada protesta, y había una casi a diario. Los alineaban con los ojos vendados, los ponían de rodillas y les golpeaban. Los insultaban y ponían los pies en las cabezas de los detenidos. Esto sucedía fuera, justo al lado de mi oficina. Los golpeaban mientras esperaban a Al Jasem [Imad Fahed Al Jasem , que supervisó las operaciones en Idlib] para que inspeccionara a los detenidos.

Cuando llegaba Al Jasem, insultaba a los detenidos por participar en las protestas. Luego se los llevaban a una prisión cercana. La prisión estaba custodiada por los soldados de mi unidad, así que a veces iba allí. Los tenían detenidos allí por una noche, en una habitación de 6 por 7 metros cuadrados, sin agua ni comida.

“Nizar”, quien estaba de guarida en el hospital militar de Homs desde mediados de abril hasta mediados de septiembre de 2011, describió las torturas y palizas que daban a manifestantes heridos detenidos en el hospital:

Los mukhabarat y el ejército traían a los heridos y los descargaban en el patio junto a la zona de emergencia. Todo el mundo empezaba a propinarles golpes, incluso los médicos y las enfermeras. Todos los detenidos tenían los ojos vendados.

Después de la primera paliza en el patio, las enfermeras y los guardias se los llevaban a los heridos a la sala de emergencia, les daban algún tipo de asistencia básica y luego losmukhabarat los venía a recoger. Primero los encerraban durante varios días en un centro de detención en el lugar, que estaba a cargo la policía militar. Luego, los miembros de la Agencia de Inteligencia de la Fuerza Aérea se los llevaban en sus coches. Ese fue el caso de todos los heridos que llegaban al hospital. Creo que los torturaban en el centro de detención porque regularmente escuchaba sus gritos. Las personas con heridas graves eran trasladadas a cuidados intensivos y vigiladas por la policía militar. A veces, los soldados entraban y luego escuchaba a la gente gritando; creo que allí los golpeaban.

El coronel Haitham Othman estaba a cargo del hospital. El médico jefe del hospital intentaba decirle a él y a los mukhabarat que no debían torturar a la gente porque la misión del hospital era curar a las personas, no torturarlas, pero todo el mundo lo ignoró.

No debíamos permitir la entrada de ningún familiar. Cuando los parientes preguntaban en la puerta, les decíamos que esto era un hospital militar y que ahí no había civiles.  

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