(Washington, DC) – El anuncio reciente de que al menos 24 gobernadores de EstadosUnidos tienen previsto no recibir a refugiados sirios aceptados por EE. UU. empaña la reputación del país como un destino donde los refugiados que son reubicados pueden encontrar seguridad, señaló hoy Human Rights Watch.
“Los refugiados procedentes de Siria que son reubicados han huido de contextos de persecución y violencia, y se han sometido a rigurosos controles de seguridad efectuados por el gobierno de EE. UU.”, observó Alison Parker, codirectora del programa sobre EE. UU. de Human Rights Watch. “Los anuncios de los gobernadores representan intentos alarmistas de impedir que ciudadanos sirios se incorporen a los generosos grupos y comunidades religiosas que han ofrecido darles acogida”.
En septiembre de 2015, el presidente Barack Obama se comprometió a admitir, mediante programas de reubicación, a otros 10.000 refugiados provenientes de Siria durante 2016. Esto supone un aumento respecto de los 1.300 que fueron aceptados a través del programa en 2015. Más de 4 millones de sirios han dejado el país desde que empezó el conflicto allí en 2011.
Tras los letales atentados perpetrados en París el 13 de noviembre por el grupo extremista Estado Islámico, conocido también como ISIS, los gobernadores de al menos 24 estados de EE. UU. declararon que no aceptarán a refugiados sirios reubicados. Estos estados incluyen a Alabama, Arizona, Arkansas, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Florida, Georgia, Idaho, Illinois, Indiana, Iowa, Kansas, Louisiana, Maine, Massachusetts, Michigan, Mississippi, Nebraska, New Hampshire, Ohio, Oklahoma, Tennessee, Texas y Wisconsin. Uno de estos gobernadores, Charlie Baker de Massachusetts, había manifestado en septiembre que apoyaría una respuesta compasiva, e instó al estado a “hacer su aporte” para superar la crisis global de refugiados.
“Los ataques en París muestran la barbarie de la cual huyeron estos refugiados”, sostuvo Parker. “Ahora más que nunca, los estados de EE. UU. deberían pretender demostrar su valentía y determinación ante el terrorismo, intensificando sus esfuerzos para recibir a quienes han sido ya evaluados y admitidos por el gobierno federal”.
El derecho estadounidense y las normas internacionales de derechos humanos prohíben la discriminación por motivos de origen nacional y reconocen a todos el derecho a la libertad de circulación, indicó Human Rights Watch. Prohibir que una única nacionalidad acceda a servicios necesarios o limitar injustificadamente su circulación dentro del territorio de EE. UU. serían medidas que violarían estos principios.
Los refugiados de cualquier nacionalidad que son reubicados en EE. UU. quedan sujetos a varios niveles de control antes de llegar al país. Esto incluye entrevistas por el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. y controles de seguridad a cargo del Departamento de Defensa, el Buró Federal de Investigaciones y distintos organismos de inteligencia. El proceso puede demorar varios años, a menudo mientras el refugiado aguarda en condiciones difíciles y precarias.
“En vez de concentrarse en mantener afuera a los refugiados, EE. UU. debería hacer todo lo posible para evaluarlos de manera eficiente, a fin de reducir las demoras en los trámites y lograr que puedan ser reubicados oportunamente”, señaló Parker.