(Beirut) – Nuevas pruebas obtenidas por Human Rights Watch implicarían a las milicias de Misrata en la ejecución de decenas de detenidos tras la captura y muerte de Muamar Gadafi un año atrás. Las autoridades libias no han cumplido su compromiso de investigar la muerte del ex dictador de Libia Gadafi, de su hijo Mutassim y otras decenas de personas que estaban bajo la custodia de fuerzas rebeldes.
El informe de 50 páginas, “Death of a Dictator: Bloody Vengeance in Sirte” (Muerte de un dictador: venganza sangrienta en Sirte), describe las últimas horas de vida de Muamar Gadafi y las circunstancias en que fue asesinado. Presenta evidencias de que milicias originarias de Misrata habrían capturado y desarmado a miembros del convoy de Gadafi y, luego de reducirlos, los habrían golpeado ferozmente. Posteriormente, las milicias ejecutaron al menos a 66 miembros del convoy en el Hotel Mahari, ubicado a poca distancia. Las pruebas señalan que milicias opositoras trasladaron herido a Mutassim, el hijo de Gadafi, desde Sirte hasta Misrata y una vez allí lo mataron.
“La evidencia sugiere que milicias de oposición habrían ejecutado sumariamente al menos a 66 de los miembros del convoy de Gadafi capturados en Sirte”, dijo Peter Bouckaert, director de la división de Emergencias de Human Rights Watch. “A su vez, Mutassim Gadafi, quien para entonces ya estaba herido, aparentemente fue llevado a Misrata y una vez allí fue ejecutado. Nuestros hallazgos permiten cuestionar la afirmación de las autoridades libias de que Muamar Gadafi murió alcanzado por disparos durante un enfrentamiento, y no después de ser capturado”.
Entre los nuevos elementos probatorios más contundentes se incluye un video filmado con un teléfono celular por milicianos de oposición, donde se ve a numerosos miembros del convoy que son insultados y abusados tras la captura. Human Rights Watch utilizó fotografías tomadas en la morgue del hospital para constatar que al menos 17 de los detenidos que se ven en la grabación tomada con el teléfono celular fueron posteriormente ejecutados en el Hotel Mahari.
Conforme al derecho de guerra, la ejecución de combatientes que han sido capturados constituye un crimen de guerra, y las autoridades civiles y militares libias tienen la obligación de investigar los crímenes de guerra y otras violaciones del derecho internacional humanitario.
Un equipo de investigación de Human Rights Watch se encontraba en las inmediaciones cuando el convoy de Gadafi libró su último combate contra las fuerzas rebeldes el 20 de octubre de 2011. Una vez concluido el enfrentamiento, el equipo de investigación visitó el lugar y encontró más de 100 cuerpos, en su mayoría muertos en combate. Dos días después, este mismo equipo de Human Rights Watch encontró los restos en descomposición de al menos 53 personas en el cercano Hotel Mahari, y comprobó que algunas de ellas aún tenían las manos sujetadas por la espalda. Voluntarios que se acercaron a trabajar en el sitio contaron a Human Rights Watch que familiares de algunos muertos ya habían retirado varios cuerpos antes de la visita de Human Rights Watch.
A fin de documentar exhaustivamente lo sucedido el 20 de octubre, Human Rights Watch entrevistó a oficiales de las milicias rebeldes que estuvieron en el lugar de los hechos, además de sobrevivientes del convoy de Gadafi que se encontraban hospitalizados, detenidos o en residencias privadas. Human Rights Watch también examinó una gran cantidad de grabaciones de video efectuadas por miembros de las fuerzas de oposición con teléfonos celulares, y en algunas de ellas se observa a detenidos que fueron capturados en el lugar donde se produjo el último combate. Mediante la consulta de los registros en la morgue del hospital de Sirte, investigadores de Human Rights Watch pudieron establecer la identidad de 17 personas que fueron vistas con vida por última vez cuando se encontraban a disposición de las milicias, y cuyos cuerpos luego fueron hallados en el Hotel Mahari.
Entre las personas ejecutadas se encontraba Ahmed Ali Yusuf al-Ghariyani, un recluta de la Marina de 29 años originario de Tawergha. Se cree que una de las grabaciones tomadas con los teléfonos celulares mostraría a este joven en cautiverio, mientras las milicias le propinan golpes, patadas y zapatazos y lo hostigan por ser de Tawergha, una localidad que se considera leal a Gadafi. El cuerpo de Al-Ghariyani fue encontrado más tarde en el Hotel Mahari, y fue fotografiado por personal del hospital y enterrado como cuerpo no identificado número 86. Posteriormente fue identificado por familiares a partir de las fotografías tomadas en el hospital.
La documentación de estas muertes constituye el registro más significativo de ejecución de detenidos por parte de fuerzas contrarias a Gadafi durante los ocho meses de conflicto en Libia, indicó Human Rights Watch.
Un examen de las pruebas disponibles sobre las muertes de Muamar y Mutassim Gadafi permite dudar de la versión oficial ofrecida por las autoridades libias, que afirman que ambos habrían muerto durante un intenso enfrentamiento, al igual que todos los demás que perecieron en el lugar de los hechos. Hemos tenido acceso a grabaciones de video que muestran a Muamar Gadafi tras ser capturado, aún con vida pero ensangrentado debido a una herida en la cabeza que, según se cree, habría sido causada por fragmentos de una granada arrojada por sus propios escoltas que se detonó cerca de ellos y provocó la muerte de su ministro de defensa Abu Bakr Younis.
En la grabación, Muamar Gadafi es golpeado violentamente por miembros de las fuerzas de oposición y se ve cuando le clavan una bayoneta en el trasero, lo cual agrava las heridas y el sangrado. Cuando la filmación registra el momento en que es subido a una ambulancia y con el cuerpo semidesnudo, ya no parece estar vivo.
Según evidencias recabadas por Human Rights Watch, Mutassim Gadafi también fue capturado con vida en el lugar del combate, mientras intentaba traspasar el bloqueo de las fuerzas de oposición. Fue herido y filmado cuando era trasladado por miembros de milicias opositoras de Misrata hasta esa ciudad, y hay también imágenes tomadas luego de su llegada, donde se lo ve en una habitación, fumando un cigarrillo y bebiendo agua mientras mantiene un hostil intercambio de palabras con sus captores. Por la noche, su cuerpo sin vida y con una nueva herida en la garganta que no era visible en la grabación tomada antes ese día, fue exhibido públicamente en Misrata.
“En todos los casos que investigamos, encontramos imágenes de video de estas personas con vida tomadas por los soldados de oposición que las tenían bajo su custodia, y horas más tarde fueron encontradas muertas”, indicó Bouckaert. “Las pruebas más claras que obtuvimos sobre estas ejecuciones provienen de las grabaciones de video registradas por las fuerzas opositoras, además de las pruebas físicas en el Hotel Mahari, donde se encontraron 66 cuerpos”.
Human Rights Watch se reunió con funcionarios de la transición libia inmediatamente después de las ejecuciones para informarles sobre sus hallazgos, y también mantuvo varios encuentros e intercambios de correspondencia con funcionarios de ese país para instarlos a que efectúen una investigación exhaustiva de los hechos y garanticen que los responsables de estos crímenes rindan cuentas por sus actos. Pese al compromiso expresado en un primer momento por altos funcionarios libios de que se investigarían los hechos, Human Rights Watch no ha constatado evidencias de que realmente haya una investigación en curso o se haya completado una averiguación sobre lo sucedido.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas otorgó competencia a la Corte Penal Internacional para investigar y juzgar crímenes de guerra cometidos en Libia por todos los bandos después del 15 de febrero de 2011 en el supuesto de que las autoridades de ese país no estén en condiciones de investigar o juzgar los hechos o no tengan interés en hacerlo.
“Uno de los principales obstáculos que enfrenta Libia es controlar a sus milicias, que cuentan con un poderoso armamento, y asegurar que pongan fin a sus abusos”, aseveró Bouckaert. “Una primera medida positiva sería investigar las ejecuciones masivas ocurridas el 20 de octubre de 2011, que constituyen el abuso más grave de las fuerzas de oposición documentado hasta el momento”.