(Los Ángeles) – Mientras el mundo se prepara para las olimpiadas de 2012, el Gobierno saudí discrimina de manera sistemática a las mujeres en los deportes y las actividades de educación física, y hasta el momento nunca ha enviado a una atleta femenina a los juegos olímpicos, sin que las autoridades olímpicas internacionales hayan aplicado ningún tipo de sanción, Human Rights Watch señaló en un nuevo informe divulgado hoy. Human Rights Watch instó al Comité Olímpico Internacional (COI) a exigir que, como condición para que Arabia Saudita participe en los eventos deportivos de las olimpiadas, incluidos los juegos de Londres de 2012, el reino ponga fin a la discriminación contra las mujeres en el deporte.
“‘No se permiten mujeres’, es el mensaje que transmite el reino a las mujeres y niñas saudíes que desean practicar deportes”, afirmó Christoph Wilcke, investigador sénior sobre Medio Oriente de Human Rights Watch. “Al no permitir que mujeres y niñas puedan entrenar para competir se incumple claramente el compromiso de la Carta Olímpica sobre igualdad y se daña la reputación del movimiento olímpico”.
El informe de 51 páginas, “‘Steps of the Devil’: Denial of Women and Girls’ Right to Sport in Saudi Arabia” (“‘Escalera del diablo’: Negación del derecho de las mujeres y niñas a practicar deportes en Arabia Saudita”), documenta el trato discriminatorio impartido por el Ministerio de Educación de Arabia Saudita a las niñas, a quienes se niega la posibilidad de recibir educación física en las escuelas del Estado. El informe documenta asimismo las prácticas discriminatorias por parte de la Presidencia General de Bienestar Juvenil, un ministerio dedicado a la juventud y los deportes, en el otorgamiento de licencias para gimnasios femeninos, y señala que esta institución únicamente presta apoyo a clubes que son exclusivos para hombres. El Comité Olímpico Nacional de Arabia Saudita tampoco cuenta con programas para atletas femeninas ni ha enviado a mujeres a las competencias olímpicas pasadas.
A través de entrevistas con mujeres saudíes y funcionarios internacionales del sector de deportes, el informe determinó que las restricciones del Gobierno saudí impiden que casi todas las mujeres puedan practicar deportes. El Gobierno no cuenta con infraestructura deportiva para mujeres y todas las instalaciones de este tipo, clubes deportivos, canchas, entrenadores especializados y árbitros están destinados a hombres exclusivamente. La prohibición de clubes deportivos privados de paga para mujeres ha obligado a estas a acudir a gimnasios que pocas veces cuentan con piscinas para natación, pistas de atletismo o canchas para deportes en equipo. Las cuotas suelen estar por encima de la capacidad económica de muchas mujeres y niñas saudíes. Los organismos de deportes oficiales no celebran competencias deportivas para atletas femeninas saudíes dentro del reino ni brindan apoyo a mujeres deportistas saudíes en competencias regionales o internacionales.
Arabia Saudita es uno de tan solo tres países del mundo que nunca han enviado una atleta femenina a las olimpiadas. Los otros dos países, Qatar y Brunei, no prohíben que las mujeres participen en deportes de competición y sus atletas femeninas han formado parte en otras competencias deportivas internacionales. Qatar ha apoyado la participación femenina en deportes durante la última década y anunció que tiene previsto enviar a atletas femeninas a los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres.
Si bien el COI ha criticado a Arabia Saudita por no enviar atletas femeninas a las olimpiadas, no ha supeditado la participación de este reino a la adopción de medidas que pongan fin a la discriminación de las mujeres en el deporte. En julio de 2011, la vocera del COI Sandrine Tonge afirmó que el órgano de gobierno del COI “no concede ultimátums ni plazos, sino que cree que se pueden conseguir importantes avances mediante el diálogo”. No obstante, la Carta del COI establece que el deporte es un derecho de todos y prohíbe la discriminación por razones de género en las prácticas deportivas. En 1999, el COI excluyó a Afganistán, entonces bajo el control talibán, de los Juegos Olímpicos de 2000 en Sídney debido, entre otras razones, a la discriminación ejercida contra las mujeres en el deporte por el régimen talibán.
Human Rights Watch instó a Arabia Saudita a que, en el plazo de un año, incorpore la educación física para las niñas en todas las escuelas, introduzca categorías femeninas y asigne fondos a deportes femeninos en el ministerio de juventud, el Comité Olímpico Nacional de Arabia Saudita y las federaciones deportivas saudíes. La organización afirmó que tales medidas constituirían una prueba necesaria de la voluntad saudí de poner fin a la discriminación de la mujer en el deporte y, por lo tanto, una condición para permitir que el reino cuente con representación en los eventos olímpicos.
“El COI debería estar a la altura de los valores olímpicos y exigir a los saudíes que pongan en marcha programas deportivos femeninos como condición para continuar integrando la familia olímpica”, afirmó Wilcke. “Si bien los deportes pueden contribuir al bienestar, obligar a las mujeres saudíes a ser representadas cada cuatro años por equipos exclusivamente masculinos no hace más que desmoralizar a quienes aspiran a conseguir victorias deportivas”.
No solo se niega a mujeres y niñas la emoción de competir, también se les priva de los beneficios físicos y psicológicos de la actividad deportiva y que contribuyen a una vida más sana y prolongada. En los últimos años se registró en Arabia Saudita un incremento de los índices de obesidad, especialmente entre mujeres, al igual que de otras enfermedades relacionadas, como la diabetes y otras condiciones cardiovasculares. Se estima que en Arabia Saudita entre dos tercios y tres cuartos de los adultos, y entre el 25 y el 40 por ciento de los niños y adolescentes, tienen sobrepeso o son obesos, según un artículo científico publicado en 2011 en Obesity Review.
Diversos líderes religiosos saudíes también han expresado su apoyo a la posibilidad de abordar los riesgos para la salud mediante la ampliación de las oportunidades deportivas para mujeres y niñas. Por ejemplo, el jeque Ali ‘Abbas al-Hikmi, miembro del Consejo de Autoridades Académicas Religiosas, el más alto órgano religioso del país, consideró que la intervención de las mujeres en el deporte es una “necesidad islámica” y Adil al-Kalabani, ex imán principal de la Mezquita Sagrada de La Meca, apoyó la posibilidad de que se abrieran clubes deportivos para mujeres.
Sin embargo, otros miembros religiosos gubernamentales que integran el Consejo de Autoridades Académicas Religiosas, como el Dr. Abd al-Karim al-Khudair, han repudiado los deportes femeninos por considerarlos una “escalera del diablo” que conduce a la corrupción moral. El Gobierno ha adoptado fuertes medidas contra los gimnasios que admiten a mujeres, y durante 2009 y 2010 clausuró y negó la licencia a numerosos establecimientos que no contaban con autorización. En la actualidad, solamente los “centros de salud”, que por lo general forman parte de hospitales, pueden prestar servicios a mujeres que desean ejercitarse.
Una de las mujeres entrevistadas para el informe, Dima H., contó a Human Rights Watch que los momentos más felices de su infancia fueron cuando jugaba al fútbol con sus hermanos, pero que solamente podía practicar deportes dentro del perímetro resguardado del predio de ARAMCO, la compañía petrolera saudí que emplea a numerosos occidentales y donde se permite a las mujeres conducir vehículos.
Las niñas, a diferencia de los niños, no reciben educación física en las escuelas del Estado, y la educación física que se imparte en las escuelas privadas que sí dictan esta asignatura a las niñas es de calidad inferior. Ninguno de los 153 clubes del país que reciben apoyo del ministerio de juventud cuenta con un equipo femenino. Solamente una empresa deportiva privada, Jeddah United, afirma tener equipos femeninos de baloncesto, mientras que otros equipos de fútbol femenino entrenan de manera informal y juegan en ligas secretas.
Incluso en las universidades del Estado son pocas las oportunidades para que las mujeres practiquen deportes. Una profesora contó a Human Rights Watch que hace cuatro años el decano de su universidad había creado un centro de deportes para estudiantes mujeres, que incluía instalaciones para baloncesto y tenis de mesa, pero que dicho centro aún no se había puesto en uso y el decano había recibido presiones para dejar el cargo por ser “demasiado progresista”.
Human Rights Watch señaló que la exclusión de mujeres y niñas de actividades físicas y deportes en Arabia Saudita es un aspecto más de la discriminación sistemática y a gran escala que estas enfrentan en el país. Las mujeres no gozan de derechos que les permitan vivir como personas autónomas; por el contrario, deben obtener autorización de un tutor masculino (padre, hijo o esposo) para llevar a cabo actividades cotidianas, como trabajar, recibir educación, someterse a procedimientos médicos, abrir un negocio o una cuenta en un banco, viajar, contraer matrimonio o conducir vehículos. Si bien Arabia Saudita se comprometió a reformar su sistema de tutelaen 2009, no ha dado pasos concretos en ese sentido. Las leyes exigen además que las mujeres sean segregadas en todos los espacios públicos como los lugares de trabajo, las escuelas y las universidades.
Human Rights Watch afirmó que poner fin a la discriminación en el deporte podría contribuir a quebrantar el sistema de tutela y otras prácticas discriminatorias.
“En materia de respeto y protección de los derechos de las mujeres, Arabia Saudita se encuentra entre los países con desempeño más deficiente”, aseveró Wilcke. “A medida que se acerca la fecha de las olimpíadas, es tiempo de que Arabia Saudita deje atrás un sistema abusivo que niega a las mujeres y niñas el derecho a participar en los deportes y la vida pública”.