Todos los niños y niñas tienen derecho a vivir con su familia o en un entorno familiar. Separar a un niño o niña de sus padres, aunque sea por poco tiempo, puede ser muy traumático y tener consecuencias a largo plazo. Sin embargo, los sistemas supuestamente destinados a proteger a menores separan con demasiada frecuencia a las familias. Algunos sistemas de bienestar infantil separan innecesariamente a las familias, exponiendo a los niños y niñas al riesgo de sufrir traumas y abusos, también existe una discriminación hacia los negros, los indígenas, las personas de color y las familias que viven en la pobreza. Tanto los huérfanos como los niños y niñas con familia siguen siendo internados en instituciones residenciales, que, según han demostrado décadas de estudios, son intrínsecamente perjudiciales, a menudo debido a la discapacidad del niño o niña, o a la pobreza de la familia. En su lugar, los Estados deberían garantizar que todos los niños y niñas cuenten con el apoyo que necesitan para vivir con sus familias o en entornos similares a los familiares.

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