(Moscú, 15 de septiembre de 2014) – Casi el 30 por ciento de todos los menores con discapacidad en Rusia viven en orfanatos propiedad del Estado donde pueden enfrentar violencia y abandono, señaló Human Rights Watch en un informe difundido hoy. Rusia debería adoptar medidas para detener el abuso de menores con discapacidad en instituciones estatales, y considerar prioritaria la asistencia para que estos menores puedan vivir con sus familias u otros grupos familiares, en vez de instituciones.
El informe de 93 páginas, “Abandonados por el Estado: Violencia, desamparo y aislamiento de menores con discapacidad en orfanatos de Rusia” [Abandoned by the State: Violence, Neglect, and Isolation for Children with Disabilities in Russian Orphanages], comprobó que numerosos niños y jóvenes con discapacidad que han vivido en orfanatos del Estado sufrieron graves abusos y falta de atención por parte de personal institucional que menoscaba su desarrollo. Algunos niños entrevistados por Human Rights Watch afirmaron haber sido golpeados por personal de orfanatos, recibido sedantes por vía intravenosa y enviados a hospitales psiquiátricos durante períodos de días o semanas a modo de control o castigo.
“La violencia y el abandono de menores con discapacidad en orfanatos es un hecho desolador y absolutamente repudiable”, señaló Andrea Mazzarino, investigadora para Europa y Asia Central de Human Rights Watch y autora del informe. “El gobierno ruso debería establecer una política de tolerancia cero frente a hechos de violencia perpetrados contra menores en instituciones y fortalecer inmediatamente programas destinados a que los menores permanezcan con sus familias”.
El informe se elaboró a partir de más de 200 entrevistas mantenidas con menores, familiares, defensores y personal de orfanatos, así como visitas a 10 orfanatos estatales en toda Rusia donde viven menores con discapacidad. La mayoría de los menores en estas instituciones tienen familias. Sin embargo, en algunas instituciones visitadas por Human Rights Watch el personal disuadía las visitas de las familias u otro contacto con familiares, alegando que esto “consentía” a los menores y los acostumbra a recibir demasiada atención.
Diversos menores y activistas que trabajan en la defensa de derechos de los niños informaron que en los orfanatos los menores a menudo carecen de acceso a la asistencia médica que necesitan, nutrición adecuada, atención y posibilidad de jugar, y que muchos niños reciben poca o ninguna educación formal. La falta de apoyo y de personal, así como la pobre capacitación de los empleados de orfanatos, inciden crucialmente en el trato impartido a los menores. Los niños apenas tenían oportunidades legítimas de solicitar ayuda o denunciar abusos, o directamente no había ninguna posibilidad de este tipo.
Al menos el 95 por ciento de los menores en orfanatos y hogares de acogida de Rusia tienen como mínimo un padre vivo. El gobierno ha expresado públicamente el compromiso de suspender el uso excesivo de la institucionalización de menores, incluidos aquellos con discapacidad. Sin embargo, los funcionarios gubernamentales no se han centrado suficientemente en las circunstancias particulares de menores con discapacidad que están confinados en instituciones.
En casos documentados por Human Rights Watch, numerosos niños con discapacidad fueron asignados a orfanatos debido a que trabajadores de atención de la salud presionaron a sus padres para que aceptaran, aseverando que los niños no tenían potencial de desarrollo o que los padres no podrían cuidar de ellos. La falta de educación adecuada y suficiente, acceso a rehabilitación y atención de la salud, y apoyo financiero y estatal de otro tipo en numerosas comunidades de Rusia también afectó las decisiones de los padres de asignar a sus hijos a instituciones o mantenerlos en ellas.
En algunos orfanatos, Human Rights Watch documentó que menores a quienes el personal consideraba que presentaban las discapacidades más “graves” eran segregados en salas de “reposo”, donde permanecen dentro de cunas y a menudo están atados a muebles con trapos. Muchos de estos niños recibían poca atención, salvo para su alimentación o el cambio de pañales. Es poco común que se permita a niños en estos entornos estar fuera de las cunas, interactuar con otros niños o salir al exterior. La práctica que consiste en “mantener recostados” a niños con ciertos tipos de discapacidad es discriminatoria y debe cesar, indicó Human Rights Watch.
“Numerosos niños con discapacidad encerrados en salas de ‘reposo’ experimentan marcados retrasos en su desarrollo físico, emocional e intelectual”, aseveró Mazzarino. “Esta situación trágica podría evitarse con tan solo permitir que todos los niños con discapacidad reciban la adecuada nutrición, atención de la salud y educación que por derecho les corresponde”.
Human Rights Watch dialogó con numerosos trabajadores de orfanatos, quienes manifestaron su intención de ayudar a menores a desarrollar su potencial. Sin embargo, a menudo el personal trata de manera inaceptable a los niños debido a que carecen del apoyo adecuado, lo que incluye recibir formación sobre métodos disciplinarios no violentos o con respecto a las necesidades nutricionales y físicas de menores con distintos tipos de discapacidad.
Conforme al derecho internacional, Rusia tiene el compromiso de proteger a los niños de todas las formas de violencia y abandono para asegurar que los menores con discapacidad no sean separados de sus padres contra su voluntad, y para protegerlos ante todo tipo de discriminación.
Entre las medidas que ha adoptado el gobierno ruso para abordar las altos índices de confinamiento de menores en instituciones, se contempla el desarrollo de una Estrategia de Acción Nacional sobre Derechos de Menores para el período 2012-2017. El documento incluye el compromiso de prevenir el abandono de menores en instituciones y reducir la tutela institucional. No obstante, esta y otras políticas no consideran suficientemente las necesidades particulares de los menores con discapacidad, y no estipulan planes concretos de implementación y monitoreo, concluyó Human Rights Watch.
Ahora que el gobierno ha reconocido la necesidad de reducir la institucionalización de menores, necesita contar con planes claros y factibles para alcanzar esta meta, observó Human Rights Watch. El gobierno debería brindar apoyo a menores que viven con sus familias biológicas o, cuando esto no sea posible, ampliar los programas de familias de acogida y adopción.
Rusia no cuenta con un sistema federal para ubicar a niños con discapacidad en familias de acogida o adoptivas. Y los padres de estas familias indicaron que enfrentaban obstáculos en la crianza de niños con discapacidad en sus comunidades, incluida la falta de apoyo, oportunidades de educación y otros servicios. También describieron actitudes negativas de funcionarios gubernamentales.
El gobierno ruso debería definir un plan con un plazo claro, destinado a poner fin al confinamiento de menores en instituciones, manifestó Human Rights Watch. Asignar a los niños al cuidado del Estado debería ser una alternativa únicamente viable a corto plazo y en circunstancias muy limitadas que tengan en cuenta el interés superior del niño, respetando las normas internacionales de derechos humanos. El gobierno debería además prestar apoyo y servicios sociales a las familias para ayudarlas con la crianza de niños con discapacidad en el seno del hogar.
Los donantes internacionales y del país deberían destinar específicamente fondos a programas que contribuyan a que niños que actualmente estén en orfanatos sean trasladados a modalidades familiares de cuidado, así como a programas que promuevan la inclusión de los menores en la comunidad, como escuelas y servicios de atención de la salud que sean accesibles.
“Hasta tanto el gobierno ruso y los donantes adopten medidas, la vida de decenas de miles de niños rusos podría transcurrir entre cuatro paredes, separados de sus familias, comunidades y pares, y sin poder acceder a la gama de oportunidades que sí están a disposición de otros niños”, expresó Mazzarino. “El gobierno de Rusia podría estar actuando de manera mucho más enérgica para ayudar a que los padres puedan cuidar de hijos con discapacidad, en vez de contribuir a que terminen en instituciones”.