(Washington) – El presidente de Estados Unidos Donald Trump anunció diversas políticas que tendrán efectos sumamente perniciosos para los refugiados y no contribuirán en absoluto a abordar el terrorismo y otras amenazas a la seguridad nacional, señaló hoy Human Rights Watch.
En un decreto firmado el 27 de enero de 2017, Trump anunció que suspendería el programa federal de refugiados durante al menos 120 días, y por tiempo indeterminado para los ciudadanos sirios; disminuiría a 50.000 la cantidad total de refugiados de cualquier nacionalidad que podrán reasentarse en el marco del programa durante el año fiscal 2017; y prohibiría por al menos 90 días el ingreso a EE. UU. de ciudadanos procedentes de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, como así también ciudadanos procedentes de una lista de países que aún no se ha definido.
“Es probable que el último decreto de Trump perjudique a las personas que más necesitan ayuda: aquellas que huyen de contextos de violencia y terrorismo, y esto sucede nada menos que en el Día de Conmemoración del Holocausto”, apuntó Grace Meng, investigadora sénior sobre EE. UU. de Human Rights Watch. “La decisión de reducir drásticamente el programa de refugiados dejará a decenas de miles de personas en riesgo de persecución o expuestas a peligros peores, e implicará abandonar el liderazgo estadounidense en un tema absolutamente crucial”.
El decreto de Trump que suspende el programa de refugiados y prohíbe el ingreso de personas procedentes de una lista de países a determinar —debido a que, supuestamente, estos países no brindan información adecuada para realizar evaluaciones de seguridad— no toma en cuenta que los refugiados identificados con fines de reubicación en EE. UU. son, conforme a la legislación estadounidense, personas respecto de quienes EE. UU. ha identificado que existe “una consideración humanitaria especial”. Han sido investigadas y evaluadas de manera rigurosa y exhaustiva.
Los refugiados proceden de diversas regiones del mundo, y su pertenencia religiosa y situación económica son variadas, pero lo que todos tienen en común es que huyen de contextos de persecución. Los procedimientos de evaluación ya son sumamente rigurosos, y esto a menudo provoca que se excluya a refugiados que sí reúnen los requisitos. De hecho, muchos refugiados que han sido aceptados en EE. UU. y proceden de Siria u otros lugares son víctimas de terrorismo. En un momento en el que nunca antes hubo tantas personas desplazadas en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la decisión del gobierno de Trump de limitar drásticamente el programa de refugiados de EE. UU. implica renunciar al rol de liderazgo que Washington tenía en este plano. También se desentiende del apoyo bipartidista que históricamente ha recibido el programa de reasentamiento, y socava los compromisos con aliados de EE. UU. como Jordania y Kenia, que acogen a cientos de miles de refugiados.
Trump también suspendió por 90 días la emisión de visas a todas las personas —inmigrantes o no— que pretendan ingresar en EE. UU. y que sean ciudadanas de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria o Yemen. El decreto dio instrucciones al Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security) para que identifique a otros países cuyos ciudadanos también deberían ser excluidos.
Durante su campaña presidencial, Trump instó a “la prohibición total y absoluta del ingreso de musulmanes en Estados Unidos” hasta que el gobierno estadounidense pueda “dilucidar qué está pasando”. El teniente general Michael Flynn, asesor de Trump en seguridad nacional, se ha referido al “islamismo” como un “cáncer” que tiene que ser “extirpado”, mientras que Mike Pompeo, director de la CIA, ha descalificado públicamente a líderes musulmanes, aseverando equivocadamente que, en general, se han negado a pronunciarse en repudio a atentados perpetrados por musulmanes.
En una entrevista con la Christian Broadcasting Network mantenida el 27 de enero, Trump manifestó que los cristianos que sean víctimas de persecución recibirían un trato prioritario al solicitar el reconocimiento de la condición de refugiados, y también aseveró erróneamente que los cristianos procedentes de Siria tenían mayores dificultades que los musulmanes para ingresar en EE. UU.
El decreto también ordena al Secretario de Estado asignar prioridad a la admisión de refugiados que manifiesten ser víctimas de persecución por motivos religiosos, “cuando la religión de la persona sea una religión minoritaria en el país del cual es nacional”.
“El decreto de hoy ni siquiera intenta esconder el resentimiento religioso que lo motiva”, manifestó Meng. “Estas políticas destilan temor en vez de valentía, y enviarán a los líderes de todo el mundo el mensaje de que las medidas indiscriminadas, discriminatorias y aislacionistas son aceptables”.