Skip to main content

Publicado en The Washington Post

(Kabul) - Cuando Estados Unidos y sus aliados fueron a la guerra contra los talibanes después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, a menudo se afirmaba que la “liberación de las mujeres de Afganistán” era uno de los motivos para buscar "un cambio de régimen". Sin embargo, más de siete años después, la situación de las mujeres afganas sigue siendo terrible.

Se han producido algunas cosas buenas: las mujeres ahora ocupan lugares en el Parlamento afgano, y millones de niñas han podido asistir a la escuela primaria. Pero los beneficios educativos decaen significativamente cuando las niñas llegan a la escuela secundaria, sólo el cuatro por ciento de las estudiantes llegan a 10o grado. La violencia contra la mujer es endémica, las mujeres en la vida pública se ven regularmente amenazadas, y varias han sido asesinadas.

Las cosas empeoraron recientemente cuando el presidente Hamid Karzai promulgó oficialmente una legislación que haría a los talibanes sentirse orgullosos. Lamentablemente, esto es parte de un patrón: En la medida en que el gobierno de Karzai se ha debilitado, él ha recurrido crecientemente a algunos de los elementos más conservadores de la sociedad en busca de apoyo.

La Ley sobre el estatuto personal chiita, el acuerdo más atroz de una serie destinada a apaciguar a los líderes religiosos fundamentalistas y antiguos caudillos, contiene muchas disposiciones que son ofensivas para la mujer. Los derechos de custodia se conceden exclusivamente a los padres y a los abuelos. Una mujer puede salir de la casa sin el permiso de su marido sólo si tiene "motivos legales razonables", que no se especifican. Sin embargo, la ley estipula una compensación financiera a cargo de un hombre que haya violado a un niño o una mujer con trastornos mentales, por la pérdida de su virginidad, mientras que omite cualquier referencia a un castigo penal.

Karzai emitió la ley el 27 de julio, sin ningún anuncio público. No fue motivo de gran sorpresa el hecho de que tratara de mantener las cosas tranquilas después del golpe que su popularidad recibió en abril, cuando salió por primera vez a la luz el hecho de que había firmado una versión anterior de esta legislación. El presidente Obama y otros líderes del mundo denunciaron entonces la ley. Incluso el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, advirtió que la reacción del público en los países miembros de la OTAN sería la de retirar el apoyo ofrecido enviando a sus tropas a combatir en un país donde las mujeres son tratadas de esa manera. Karzai respondió afirmando que nunca había visto el ofensivo documento - la misma excusa dio el verano pasado después de que indultó a dos bandas bien conectadas de violadores que habían servido sólo una fracción de sus 11 años de prisión.

Ante la presión, Karzai prometió revisar la legislación. Esta revisión dio lugar a algunas mejoras, incluyendo la eliminación de un artículo que daba a un hombre el derecho a tener relaciones sexuales con su esposa una vez cada cuatro noches. Pero muchas de las disposiciones más represivas continúan. Mediante la promulgación de la ley, el Presidente ha desvanecido la esperanza de que la discriminación oficial y la opresión de la mujer por su propio gobierno fuesen en Afganistán una cosa del pasado.

Para garantizar su reelección esta semana, Karzai no sólo ha hecho acuerdos con líderes chiitas de duro perfil, sino también ha considerado a ex caudillos y a comandantes militares abusivos de todos los grupos étnicos principales como posibles miembros de su gabinete. Muchas de las actitudes retrógradas de estos caudillos la hacia las mujeres son poco diferentes de las de los talibanes.

Tal vez es más preocupante para las mujeres y las niñas el hecho de que Karzai se está posicionando como alguien que puede llevar al resurgimiento de los talibanes y de otras facciones fundamentalistas. Poca atención se presta a lo que esto significaría para las mujeres afganas, que han trabajado con valentía por las pocas y valiosas libertades que han ganado en los últimos años.

Cuando pregunto a los diplomáticos aquí que significarán estos acuerdos con los talibanes para las mujeres, recibo como respuesta trivialidades y garantías de que los funcionarios "sólo hablan con quienes se adhieren a la Constitución afgana". Pero si el Presidente no se siente limitado por la promesa de la Constitución de hacer a los hombres y las mujeres iguales ante la ley, ¿deberían alguien creer que limitaría a un antiguo insurgente? Como una activista de los derechos de las mujeres me dijo: "Los tratos con los talibanes significará que todo lo que hemos logrado en los últimos ocho años podría perderse. Habrá sido solo un sueño."

Se supone que el gobierno de Kabul y sus partidarios son distintos a las personas contra quienes luchan. Sin embargo, en lo que respecta a los derechos de la mujer, los afganos podrían concluir que no hay tanta diferencia entre los dos, como lo habían esperado.

Los gobiernos occidentales que hasta hace pocos años expresaron su horror ante la misoginia de los talibanes no deberían permanecer en silencio. Muchos - incluyendo el Gobierno de Estados Unidos - se inquietan al hablar sobre esta ley a tan poco tiempo de la elección presidencial. Pero esta es la respuesta que Karzai esperaba. Las mujeres afganas quieren participar en las elecciones y tener paz y seguridad. Sus derechos no deberían ser el precio por ello.

La autora es investigadora de Afganistán para Human Rights Watch

Your tax deductible gift can help stop human rights violations and save lives around the world.

Región / País

Las más vistas