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Afganistán: Las bombas y las amenazas cierran escuelas

La insurgencia y la débil respuesta internacional afectan a la educación de las niñas

(Londres) – La escalada de atentados de los talibanes y otros grupos armados contra maestros, estudiantes y escuelas en Afganistán está provocando el cierre de escuelas y está privando a otra generación de educación, señaló Human Rights Watch en un nuevo informe publicado hoy. Las escuelas para niñas han sido particularmente golpeadas, lo cual amenaza con deshacer los avances en educación alcanzados desde el
derrocamiento de los talibanes en 2001.

En el informe de 142 páginas, “Lecciones del terror: Atentados contra la educación en Afganistán”, Human Rights Watch documenta 204 incidentes de ataques contra maestros, estudiantes y escuelas desde enero del 2005. Esta cifra, que no refleja la gravedad de la crisis debido a la dificultad de reunir información en Afganistán, supone un marcado aumento del número de atentados y un deterioro de la situación de seguridad en muchas partes del país. Al parecer, se han producido más ataques contra el sistema de educación en la primera mitad del 2006 que en todo el año 2005. El sur y el sureste de Afganistán enfrentan la amenaza más grave, pero también han sido atacadas escuelas en otras zonas del país.

“Las escuelas están siendo cerradas debido a las bombas y las amenazas, lo que supone negar la educación y la posibilidad de una vida mejor a otra generación de niñas afganas”, señaló Zama Coursen-Neff, coautora del informe. “Los ataques contra escuelas por parte de los talibanes y otros grupos con la intención de aterrorizar a la población civil son crímenes de guerra y ponen en peligro el futuro de Afganistán”, agregó.

Human Rights Watch descubrió que los ataques habían provocado el cierre de todas las escuelas en distritos enteros y la huida de los maestros y las organizaciones no gubernamentales que imparten educación. La inseguridad y la resistencia social en algunas partes del país al acceso de las niñas a la educación implican que, a pesar de los avances alcanzados en años recientes, la mayoría de las niñas del país siguen sin poder asistir a la escuela. Casi una tercera parte de los distritos no tienen niñas en las escuelas.

El ataque contra la educación en Afganistán forma parte de un resurgimiento dramático, durante el año pasado, de la oposición armada al gobierno central y a sus respaldos internacionales. Además de atacar los centros educativos, los talibanes y otros grupos armados han empleado tácticas que anteriormente eran menos frecuentes en Afganistán, como los atentados suicidas contra civiles y los ataques contra trabajadores de ayuda humanitaria. Los mensajes amenazantes – conocidos como “cartas nocturnas” – contra maestros, estudiantes y funcionarios del gobierno aparecen ahora con mucha más frecuencia que antes.

Los talibanes y sus aliados, como el capo de la guerra Gulbuddin Hekmatyar’s Hezb-e Islami, fueron responsables de muchos, aunque no todos, los ataques contra escuelas y maestros investigados por Human Rights Watch. En otros casos, los capos de la guerra locales han llevado a cabo dichos ataques para fortalecer su control. Las redes criminales, que se encuentran en rápido crecimiento en Afganistán y muchas de las cuales están involucradas en la producción y el tráfico de narcóticos, también atacan las escuelas porque en muchas zonas son el único símbolo de la autoridad gubernamental.

“Los talibanes, los capos de la guerra locales y los grupos criminales comparten ahora el objetivo de debilitar al gobierno central, creando una oleada de violencia que amenaza la recuperación y la reconstrucción de Afganistán”, señaló Sam Zarifi, coautor del informe. “Estos grupos están explotando los fallos de las fuerzas internacionales en materia de seguridad con el fin de distanciar a los afganos de un gobierno central que no puede protegerles”, agregó.

Afganistán sólo ha recibido una fracción de los fondos y el apoyo para el mantenimiento de la paz ofrecido en otras situaciones de post-conflicto como los Balcanes o Timor Oriental, señaló Human Rights Watch. Las tropas de la OTAN, bajo el mandato de la Fuerza Internacional de Asistencia de Seguridad (International Security Assistance Force, ISAF), recién hace poco tiempo comenzaron a movilizarse hacia el sur de Afganistán, donde la inseguridad y la insurgencia armada plantean la mayor amenaza. Sustituyen a las tropas estadounidenses, cuya misión consistía en operaciones militares contra los talibanes, y no en ofrecer seguridad a la población local.

“Durante cuatro años, la comunidad internacional se ha quedado corta en materia de seguridad en Afganistán, y los talibanes y otros grupos armados están llenando el vacío”, señaló Zarifi, director de investigación para Asia de Human Rights Watch. “Sin embargo, la situación todavía no es desesperada. Estados Unidos y la OTAN deben demostrar que pueden y van a mejorar la seguridad y las vidas de todos los afganos”, agregó.

Human Rights Watch pidió a los grupos armados de oposición, como los talibanes y Hezb-e Islami, que detengan inmediatamente los ataques contra personas y objetivos civiles, en particular los maestros, los estudiantes y las escuelas. Human Rights Watch también instó al gobierno afgano, la OTAN y las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos a que implementen una política de seguridad firmemente ligada a las necesidades de desarrollo del pueblo afgano. El gobierno afgano, con apoyo internacional, necesita una estrategia para vigilar, prevenir y responder a los atentados contra la educación. Como mínimo, debe hacer un seguimiento de los ataques, identificar y proteger las escuelas que corren mayor riesgo y fortalecer a la débil fuerza policial afgana para que se pueda investigar, arrestar y enjuiciar a los responsables.

“Una medida clave del éxito de la comunidad internacional en Afganistán debe ser la seguridad de todos los afganos”, señaló Coursen-Neff, investigadora de la División de Derechos del Niño de Human Rights Watch. “El acceso a la educación es un parámetro fundamental. Si es demasiado peligroso enviar a los niños a la escuela, no hay seguridad ni desarrollo reales”, agregó.

Testimonios seleccionados de “Lecciones del terror”:

“En los primeros tres años hubo muchas estudiantes – todos querían enviar a sus hijas a la escuela. Por ejemplo, en el distrito de Arganbob [una zona conservadora], las niñas estaban listas; las maestras estaban listas. Pero cuando quemaron dos o tres escuelas, nadie quiso enviar a sus hijas a la escuela después de eso”.
– Mujer representante del consejo provincial de Kandahar, 11 de diciembre del 2005.

“Los talibanes fueron a cada clase, sacaron sus cuchillos… encerraron a los niños en dos habitaciones, donde los golpearon duramente con palos y les preguntaron: ‘¿vas a venir a la escuela ahora?’ Los maestros dijeron que los sacaron de la escuela. Los talibanes les preguntaron uno por uno: ‘¿Por qué estás trabajando para Bush y Karzai?’ Dijeron: ‘Estamos educando a nuestros niños con libros – no sabemos nada sobre Bush o Karzai, sólo estamos educando a nuestros niños’. Después de eso, los golpearon cruelmente y les dejaron marchar”.
– Funcionario de educación del distrito de Maruf, provincia de Kandahar, describiendo cómo los talibanes cerraron su escuela en junio del 2004, en una entrevista con Human Rights Watch, el 9 de diciembre del 2005. Todas las escuelas del distrito fueron cerradas ese año.

“Ví a dos hombres… Uno de ellos disparó un cargador entero al pecho de Langhmani… Temía por mi vida y me escondí detrás de una esquina. No sabía quién era la víctima. Después de que huyeran los asesinos, fui a la puerta y ví a Langhmani tendido sin vida… Fue horrible… Hemos estado recibiendo cartas nocturnas, ¡pero nadie pensó que de
verdad matarían a un maestro!”
– Declaración de un testigo presencial que habló con Human Rights Watch el 21 de diciembre del 2005, en la que describió cómo, el 14 de diciembre del 2005, dos hombres en una motocicleta mataron a tiros a un maestro en la puerta de la escuela donde enseñaba, en la aldea de Zarghon del distrito de Nad Ali, provincia de Helmand.

“Era maestra de primer grado en la Escuela [nombre mantenido en reserva] para niñas… en noviembre pasado [2004], estaba caminando con unas niñas hacia la escuela y encontré una carta por el camino… Era una clara amenaza contra mí y todos los estudiantes que asistían a esa escuela. Decía [en pastún]: “¡A todas las estudiantes y maestros que están dando clases en escuelas para niñas! Les advertimos que dejen de ir a la escuela, porque es un centro construido por los estadounidenses. Las que quieran ir a la escuela serán atacadas con explosiones. Para evitar ese tipo de muerte, les avisamos que no vayan a la escuela’.

“Después de leer esa carta, mi familia y yo decidimos no ir a la escuela porque los que amenazan son bastante poderosos y fuertes. Somos gente común y no podemos enfrentarnos a ellos. Además, les pedí a las niñas de mi pueblo que no vuelvan a la escuela… A todas las niñas de mi pueblo realmente les gustaría asistir a la escuela… pero el problema es la seguridad – ¿qué pasaría si de verdad ponen bombas a nuestro camino? Ese es el motivo.
– Ex maestra, provincia de Laghman, 7 de junio del 2005.

“Les dije: ‘por favor no incluyan la provincia de Helmand entre los objetivos, porque tendremos que contratar el doble de personal: enviaremos personal y los matarán’. No se trata de una broma. No podemos hacernos cargo del trabajo allí. Es el principal lugar de operaciones de los talibanes”.
– Miembro de una ONG afgana que se ha enfrentado a problemas de seguridad, explicando por qué pidió al coordinador de un programa conjunto de diversas ONGs que no expandiera las operaciones a Helmand, en una entrevista con Human Rights Watch, el 15 de diciembre del 2006.

“Aunque la cultura es un problema, la seguridad es más importante porque hasta las personas que quieren romper con la tradición no pueden hacerlo.”
– Miembro de una organización de mujeres en la ciudad de Kandahar, 8 de diciembre del 2005.

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