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Sudáfrica: Atención materna deficiente

Abusos y falta de rendición de cuentas causan muertes y sufrimientos innecesarios

(Johannesburgo) - La falta de supervisión y rendición de cuentas para abordar los problemas recurrentes en el sistema de salud y los abusos cometidos por el personal de este sector contribuyen a una atención materna deficiente de Sudáfrica, y socavan uno de sus objetivos principales en materia de salud: reducir la alta tasa de mortalidad materna, Human Rights Watch señaló en un informe publicado hoy. La tasa de mortalidad materna de Sudáfrica se ha cuadruplicado en la última década, por lo que es de crítica importancia la creación de estructuras de rendición de cuentas y supervisión para mejorar las deficiencias del sistema de salud, dijo Human Rights Watch.

El informe de 66 páginas, “’Stop Making Excuses’: Accountability for Maternal Health Care in South Africa” (“’Terminar con las excusas’: La rendición de cuentas para el cuidado de salud materna en Sudáfrica)", documenta las fallas en la atención materna, entre las que se encuentran el abuso de las pacientes de maternidad por los trabajadores de salud y la atención deficiente en la Provincia Oriental del Cabo, mismas que exponen a las mujeres y a sus recién nacidos a un alto riesgo de muerte o lesión. Para el informe se examinaron las deficiencias en las herramientas utilizadas por las autoridades para identificar y corregir las fallas del sistema de salud que contribuyen a los problemas de salud materna. La Provincia Oriental del Cabo tiene algunos de los peores indicadores de salud en Sudáfrica, entre ellos altas tasas de mortalidad materna e infantil. Sin embargo, los análisis realizados por expertos gubernamentales y otros especialistas en salud pública demuestran que en otras regiones existe el mismo problema, que incluye actitudes negativas por parte de los trabajadores de salud, atención de mala calidad, falta de eficiencia administrativa y de gestión financiera, así como falta de rendición de cuentas por los problemas del sistema de salud.

"El gobierno admite que la situación es grave y quiere mejorarla", dijo Agnes Odhiambo, investigadora principal sobre los derechos de la mujer en África para Human Rights Watch. "Pero todas las buenas intenciones, políticas y estrategias de Sudáfrica que se plasman sobre papel no van a salvar las vidas de las mujeres a menos que se implementen fuertes sistemas de responsabilidad para asegurar que las políticas que se lleven a cabo".

Es poco probable que Sudáfrica cumpla con su compromiso conforme a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas para reducir la mortalidad materna en un 75 por ciento entre 1990 y 2015. Su tasa de mortalidad materna pasó de 150 muertes por cada 100,000 nacimientos vivos en 1998 a 625 en 2007, y el VIH jugó un papel preponderante en muchas de estas muertes, según informes del gobierno. La ONU estima que 4,500 mujeres mueren cada año en Sudáfrica debido causas prevenibles y tratables relacionadas con el embarazo y el parto. Sudáfrica puede revertir esta tendencia, dijo Human Rights Watch.

El informe está basado en investigaciones de campo realizadas entre agosto de 2010 y abril de 2011 con pacientes en el área de atención materna, familias, trabajadores comunitarios y expertos en salud y derechos humanos, trabajadores de la salud, funcionarios gubernamentales y representantes de donantes y organismos internacionales.

Una mujer que vive con el VIH que tuvo un parto en casa con consecuencias casi fatales dijo a Human Rights Watch: "Mi tío me aconsejó llamar a una ambulancia cuando me empezaron los dolores de parto, pero yo no quería ir al hospital. Tenía miedo de cómo me iban a tratar. He oído que las enfermeras son muy groseras y te tratan muy agresivamente. Después de dar a luz desarrollé problemas serios. Estaba sangrando demasiado y no podía respirar bien. Afortunadamente, el centro de tratamiento para el VIH me llevó al hospital, donde posteriormente se me dio tratamiento".

Human Rights Watch entrevistó a mujeres que habían experimentado abuso físico y verbal por parte de trabajadores de salud pública, tales como pellizcos, bofetadas y tratos bruscos durante el parto. Las mujeres hablaron sobre retrasos en el tratamiento; enfermeras que ignoraban las llamadas de ayuda; e instalaciones que rechazaron las cartas para la remisión de casos relacionados con problemas de embarazo o parto, ignoraron a las mujeres por largos periodos de tiempo después de un parto, las dieron inapropiadamente de alta y las enviaron a casa sin medicamentos para el dolor o antibióticos, a veces después de partos por cesárea, y se negaron a admitirlas cuando iniciaron sus labores de parto, a veces sin examinarlas.

Un trabajador comunitario dijo que fue testigo cuando una mujer, que enfrentó una labor de parto obstruido que amenazó su vida, fue rechazada dos veces de un centro de saludo comunitario. La mujer obtuvo una cesárea de emergencia cuando finalmente obtuvo atención médica en un hospital.

Las mujeres también describieron abuso verbal generalizado. Dijeron que cuando buscaron atención para su embarazo, las enfermeras las ridiculizaron por disfrutar del sexo o quedar embarazadas a sabiendas de que eran VIH positivas, o les dijeron que no merecían atención por ser migrantes. Otras dijeron que las enfermeras se burlaron de ellas cuando dijeron sentir dolores de parto o suplicaron ayuda. Algunas dijeron que el personal del hospital las regañó por "ensuciar" el piso cuando sangraron y les ordenaron limpiarlo.

Algunas mujeres, especialmente migrantes con barreras lingüísticas, afirmaron que los trabajadores de salud hicieron pocos intentos por comunicarse con ellas y las presionaron para someterse a una cesárea sin su consentimiento informado. Otras dijeron que los trabajadores del hospital les exigieron sobornos o regalos. Muchas dijeron que la mala comunicación con los trabajadores de las ambulancias condujo a que no pudieron llegar a un centro de salud para dar a luz. Algunos familiares de mujeres o recién nacidos que murieron, o mujeres cuyos hijos nacieron muertos, dijeron tiene obtuvieron poca o ninguna información sobre la causa de la muerte.

"Estas prácticas abusivas son una preocupación especial en Sudáfrica, donde casi el 87 por ciento de los partos suceden en centros de salud", dijo Odhiambo.

El maltrato de las pacientes de maternidad no solo causa un sufrimiento innecesario, sino también contribuye a los malos resultados de salud materna, señaló Human Rights Watch. Los malos tratos previenen que las mujeres busquen atención. Los abusos pueden conducir a retrasos en el diagnóstico y tratamiento, fomentando a la vez a una mayor morbilidad y mortalidad que es más costosa para el sistema de salud.

Human Rights Watch instó a los gobiernos nacionales y de la Provincia Oriental del Cabo a incrementar los esfuerzos para identificar las barreras a una atención sanitaria de calidad y a utilizar dicha información para fortalecer el sistema de salud.

El informe afirma que el Estado no dispone de sistemas de supervisión y rendición de cuentas adecuados para abordar los problemas con el personal abusivo y las fallas del sistema. Afirma que los procedimientos de queja en la Provincia Oriental del Cabo, que tiene el potencial para hacer frente a este desafío, no funcionan correctamente.

Pacientes en el área de atención materna dijeron a Human Rights Watch que sabían poco acerca de sus derechos como pacientes o cómo presentar quejas, y dudaron en presentar quejas con los oficiales a cargo de las instalaciones por temor a represalias. Otras dijeron que tenía poca confianza en que sus denuncias serían investigadas y resultaran en cambios sistemáticos.

Los establecimientos de salud no suelen responder a las quejas o proporcionar reparación. Pocos cuentan con funcionarios de control de calidad para atender quejas. Algunas enfermeras dijeron que trabajaban condiciones tan difíciles que por lo tanto les era imposible facilitar las quejas. Estas fallas contribuyen al maltrato continuado de las pacientes de maternidad, a los abusos por parte del personal y a menoscabar el sistema de salud pública en su totalidad, así como a obstaculizar las mejoras en materia de salud materna, señaló Human Rights Watch.

El informe establece que la principal deficiencia en los procedimientos de queja para pacientes de la Provincia Oriental del Cabo es la incapacidad de las autoridades de salud para abordar los problemas sistémicos que dan lugar a las quejas y que contribuye a la mala atención materna. Algunos trabajadores de salud se resienten al sistema de quejas, viéndolo como punitivo, y desalientan o interfieren con los derechos de los pacientes a presentar quejas.

De hecho, los trabajadores de salud de Sudáfrica trabajan bajo circunstancias muy difíciles, pero los retos que enfrentan no justifican los abusos o la interferencia con los mecanismos de quejas para los pacientes, dijo Human Rights Watch. Los trabajadores de salud necesitan apoyo para realizar bien su trabajo, y se deben crear las reformas necesarias para permitirles esto a partir de las experiencias de los pacientes, señaló el informe.

Las fallas en la atención materna y los mecanismos ineficaces de quejas en la Provincia Oriental del Cabo socavan el derecho a un recurso, bajo el derecho internacional y nacional. Contribuyen a violaciones del derecho a la vida, a la salud y a no ser sometido a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, señaló Human Rights Watch. El gobierno nacional y las provincias tienen la obligación legal de defender estos derechos bajo los tratados internacionales y regionales de derechos humanos.

Human Rights Watch instó a los gobiernos de Sudáfrica y de la Provincia Oriental del Cabo a condenar los abuso físicos, verbales y de otro tipo que sufren las mujeres que buscan atención materna, y a que tomen medidas inmediatas para fortalecer la rendición de cuentas para asegurar el respeto al derecho de todo mujer a la atención materna digna y segura. Instó tanto al gobierno nacional como a los gobiernos provinciales a mejorar los procedimientos de queja para obtener la información necesaria y proporcionar resarcimiento; garantizar que los trabajadores de salud participen en la formulación de estrategias para abordar los problemas sistémicos que conducen a las quejas, y desarrollar sistemas y patrones de quejas para evaluar y abordar los problemas sistémicos.

"El punto del sistema de quejas es demostrar que Sudáfrica se preocupa por las vidas de las mujeres lo suficiente para solucionar el problema", dijo Odhiambo. "El hecho de que los mecanismos de rendición de cuentas y supervisión no funcionen, significa que Sudáfrica está haciendo caso omiso de las ideas de la gente que mejor sabe lo que está mal con la salud materna: las pacientes de atención materna”.

Condiciones abusivas durante el parto

Abeba M.
Abeba M., de Etiopía, una refugiada residiendo en Puerto Elizabeth, desarrolló presión arterial alta cuando contaba con 28 semanas de embarazo y fue a un hospital de distrito buscando tratamiento. Pronto abandonó el hospital porque las enfermeras la trataron mal, pero regresó después cuando su condición empeoró. Todo su cuerpo estaba hinchado y tenia mucho dolor, pero el análisis para su diagnóstico y tratamiento se demoró 10 días.

El día del procedimiento, se encontraba débil y tenia visión borrosa. "Las enfermeras dijeron groserías y me insultaron ", dijo. "Ahora dices que está enferma, y el próximo año vendrás otro con el embarazo. Este no es un lugar para disfrutar o estar de vacaciones”. Cuando utilizó una almohadilla para su dolor de espalda, se le dijo que fuera a un hospital privado donde "sería tratada como una reina", y se le ordenó limpiar su "cochinero" cuando empezó a derramar sangre en el suelo.

Abeba tenía miedo de que ella y su bebé murieran. Una noche, cuando llamó para pedir ayuda porque tenía mucho dolor, una enfermera le dijo: "Sí, ya se, y ¿qué quieres que haga?", Abeba dijo que la enfermera prosiguió "cantando una canción góspel en su teléfono celular y bailando”. Abeba no se quejó porque afirmó que no sabía con quién hacerlo ni creía que su caso sería investigado.

Babalwa L.
El médico privado de Babalwa la envió a un hospital de distrito para recibir atención obstétrica porque tenía asma grave. Cuando empezó su labor de parto en junio de 2010, dudó en ir al hospital, porque temía que las enfermeras "no me hicieran caso y me enviaran de vuelta a casa sin ayuda", tal como le ocurrió a otras mujeres que conocía.

Después de unas 12 horas de trabajo de parto, Babalwa fue al hospital donde no fue examinada por el personal hasta después de una hora y media. Cuando una enfermera por fin la examinó, Babalwa dijo: "La hermana dijo que yo estaba mintiendo al afirmar que iba a parir y me envió a a la sala de espera”. Un médico la examinó tres horas después, pero fue demasiado tarde. Su hijo nació muerto. Ni el médico ni la enfermera explicaron la causa de la muerte del feto.

"Estaba molesta con la forma en que me trataron, de que me dijeran que estaba mintiendo acerca de estar con dolores de parto y el retraso en ser examinada", dijo. "Lo que todavía me duele es que no sé lo que causó la muerte de mi bebé".

"No me quejé con el hospital", dijo. "Dicen que los pacientes tiene derechos pero cuando uno está allí [en el hospital] no se siente así. La gente no sabe sus derechos. Uno no sabe qué preguntas hacer, ni a quién preguntar".

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