(Nueva York) – Human Rights Watch informó hoy que la desatención y el aislamiento prolongado pueden haber causado un grave perjuicio a muchas personas que residen en casas de reposo en los Estados Unidos durante la pandemia por Covid-19.
Entrevistas realizadas por Human Rights Watch a más de 60 personas e informes de veedores independientes pusieron en evidencia signos alarmantes tales como pérdida de peso extrema, deshidratación, escaras no tratadas, falta de higiene, deterioro físico y mental, y uso inapropiado de medicamentos psicotrópicos entre los residentes de las casas para personas mayores. La falta de personal, un problema de larga data que se profundizó durante la pandemia, y la suspensión de las visitas de familiares, que en muchas casas de reposo asisten al personal en tareas básicas, posiblemente hayan contribuido a esa desatención y el deterioro. Las autoridades federales y de los estados deben investigar la situación y cerciorarse de que se rindan cuentas por los abusos.
“Desde antes de la pandemia, el gobierno de los Estados Unidos ya no garantizaba la adecuada presencia de personal ni la aplicación de las reglamentaciones vigentes”, dijo Laura Mills, investigadora sobre derechos de los adultos mayores en Human Rights Watch. “La gran cantidad de fallecimientos en las residencias de ancianos por causa de Covid-19 y el aumento de los señalamientos de desatención durante la pandemia indican que el costo de dichas omisiones es sumamente alto”.
Más de 1,4 millones de residentes y empleados de atención a largo plazo se contagiaron de coronavirus, y más de 178.000 fallecieron; es decir, un 34 % a 40 % del total de muertes por Covid-19 en Estados Unidos.
Pero incluso estas cifras al parecer no reflejan en forma suficiente la magnitud del impacto total de la pandemia en las casas de reposo. Según un análisis realizado por Associated Press, se estima que se produjeron 40.000 muertes adicionales (más allá de la cifra anual habitual) en casas de reposo de todo el país que no fueron consecuencia del Covid-90 entre los meses de marzo y noviembre. Las causas concretas de esos fallecimientos ameritan una investigación.
Los administradores y el personal de las casas de reposo explicaron a Human Rights Watch que la falta de personal tuvo un gran impacto en su capacidad para brindar asistencia continua y adecuada a los residentes, y que la falta de visitas de familiares, que antes colaboraban con la atención, exacerbó el problema. Veedores independientes y familiares, que durante la pandemia vieron limitadas sus posibilidades de visitar las instalaciones, expresaron su preocupación por la falta de transparencia y la atención inadecuada.
Una mujer que antes de la pandemia visitaba diariamente a su madre de unos 70 años, que sufría de demencia, para ayudarla con la comida y su aseo contó que cuando ya no le permitieron visitarla notó a su madre más letárgica y menos conversadora durante las videollamadas.
Una vez, durante el otoño, el personal no pudo despertar a su madre durante una llamada, por lo que la mujer insistió para que la llevaran a la sala de emergencias. Dijo que allí el doctor le informó que su madre había bajado bastante de peso desde el inicio de la pandemia y que tenía una gran pústula infectada. Falleció poco tiempo después. De acuerdo con su certificado de defunción, al que Human Rights Watch tuvo acceso, la causa de la muerte fue una infección generalizada por estafilococos, y al momento del fallecimiento se encontraba deshidratada y presentaba pústulas.
“Antes del Covid-19, cuando yo decía algo, lo solucionaban”, dijo la mujer, y agregó que no le informaron acerca de los cambios en el estado de su madre antes de su internación. “Pero durante la pandemia tenía que confiar en lo que [los miembros del personal] me decían. Era mi única alternativa porque no podía entrar”.
Veedores independientes, conocidos como defensores del pueblo, e investigadores también informaron que recibieron denuncias por posibles desatenciones durante la pandemia. La Fiscalía General de Nueva York recibió “denuncias sobre víctimas de desatención y abuso en casas de reposo que aparentemente no guardaban relación con el Covid-19”. Una investigación independiente sobre casas de reposo en Connecticut realizada en septiembre detectó que los casos de depresión, pérdida espontánea de peso y escaras graves aumentaron entre los residentes de esos establecimientos durante la crisis sanitaria.
La pandemia puso de relieve muchas de las lagunas que existen en materia regulatoria sobre las residencias de ancianos, especialmente en lo relativo al personal. Ciertas investigaciones académicas permitieron llegar a la conclusión de que las casas de reposo se encuentran faltas de personal de manera crónica. Miembros del personal, administradores y expertos independientes informaron a Human Rights Watch que, durante la pandemia, esa falta de personal se profundizó considerablemente, lo que afectó la capacidad de algunas casas de reposo para brindar atención de calidad.
Un asistente de enfermería certificado que trabajó en casas de reposo durante décadas le explicó a Human Rights Watch que durante la pandemia “estamos trabajando con unos 12 a 15 residentes durante la mañana, cuando se supone que tenemos que tener 7 u 8. Los residentes tienen cinco minutos cada uno para comer, para que todos pueda hacerlo, pero... Si no lo asimilan, igual hay que seguir. Si uno quiere lavarles los dientes, es necesario hacerlo muy rápido para que todos puedan hacerlo”.
Estos desafíos se vieron exacerbados por la falta de visitas familiares, ya que antes de la pandemia la familia solía ayudar con tareas básicas como la comida e higiene, el apoyo emocional y la comunicación con el personal. En marzo de 2020, los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (Centers for Medicare and Medicaid Services, CMS), la agencia federal que regula las casas de reposo, restringió todas las visitas en respuesta a la pandemia por coronavirus, salvo en el casos de personas en estado terminal. Los CMS ampliaron las visitas en septiembre, aunque los familiares informaron a Human Rights Watch que estas continuaban siendo limitadas. En marzo de 2021, en medio de un alto índice de vacunación de los residentes de casas de reposo, los CMS reautorizaron la mayoría de las visitas.
Otras políticas contribuyeron a reducir la transparencia del funcionamiento de las casas de reposo. En marzo de 2020, los CMS prohibieron las visitas a las instalaciones por parte de defensores de personas que reciben atención a largo plazo, sujeto a ciertas excepciones, y suspendieron todas las inspecciones de rutina salvo para realizar el control de contagios. Las inspecciones del Estado y las visitas de los defensores del pueblo en general se reanudaron en septiembre, aunque algunos defensores informaron dificultades para el ingreso debido a la falta de pruebas de detección o de equipos de protección personal, por lo que las inspecciones no se dieron de la misma manera en todos los estados.
A pesar de la gran preocupación por el trato recibido por los residentes de casas de reposo durante la pandemia, en 32 estados se sancionaron leyes o decretos que blindan a las casas de reposo frente a reclamos por responsabilidad civil durante la pandemia, por lo que se hace más difícil iniciar demandas de esa naturaleza. Varios estados también incluyeron medidas de protección frente a demandas penales.
Desde antes de la pandemia, los residentes de casas de reposo ya enfrentaban obstáculos para lograr la rendición de cuentas ante los tribunales de justicia. En julio de 2019, el gobierno del presidente Donald Trump autorizó a las casas de reposo a incluir cláusulas de arbitraje preventivas en sus contratos con los residentes, en las cuales se los obliga a renunciar a su derecho de iniciar una demanda legal. Los CMS ya se habían expedido diciendo que dichas cláusulas eran “sustancialmente injustas” para los residentes y que tenían un “impacto perjudicial para la calidad de la atención”.
De acuerdo con el derecho internacional de los derechos humanos, todas las personas, incluidos los residentes de casas de reposo, tienen derecho al más alto nivel posible de salud y a obtener una reparación eficaz en caso de que sus derechos se vean cercenados. El derecho internacional y de Estados Unidos también reconoce a las personas mayores la facultad de gozar de protección frente a abusos, malos tratos y desatención.
“La llegada de las vacunas a las instalaciones de atención a largo plazo indudablemente trajo consigo un gran alivio a una población que se vio desproporcionadamente afectada por el Covid-19, pero es necesario que se rindan cuentas por la desatención y los abusos que ocurrieron”, expresó Mills. “La pandemia debería servirnos a todos como señal de alerta respecto de la necesidad de una reforma sistémica para impedir que esto vuelva a suceder”.
EE. UU.: Alarma por la desatención en residencias de ancianos
La pandemia reveló la necesidad de implementar mejoras en materia de personal, supervisión y rendición de cuentas
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