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Plantaciones y ranchos devoran los bosques del mundo

Un llamamiento por el Día de la Tierra insta a proteger la naturaleza y los derechos humanos

Una vista aérea muestra cabezas de ganado en una parcela deforestada del Amazonas cerca de Porto Velho, estado de Rondonia, Brasil, 14 de agosto de 2020. © 2020 Ueslei Marcelino/Reuters

Este Día Internacional de la Madre Tierra, es hora de que nos enfrentemos al hecho de que lo que consumimos y cómo lo consumimos acelera la deforestación de bosques esenciales para el clima, así como los abusos contra los derechos humanos de los trabajadores y los pueblos forestales. Desde el café y las tabletas de chocolate hasta el aceite de palma que se encuentra en el jabón, en muchos de nuestros productos más básicos se esconden rastros de deforestación.

Muchas empresas agroalimentarias cultivan una imagen de explotaciones familiares que alimentan al mundo en armonía con la naturaleza. Pero a nivel mundial, la agricultura industrial es el motor más importante de la deforestación, responsable de más de 46 millones de hectáreas de pérdida de bosques entre 2013 y 2019. Y la deforestación es la segunda mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático.

Gran parte de la agricultura industrial está plagada de abusos contra los derechos y degradación medioambiental. Entre los abusos que Human Rights Watch ha documentado en varios países cabe destacar las condiciones de explotación laboral (incluido el trabajo forzoso e infantil, la contaminación de las fuentes de agua de las comunidades y la peligrosa contaminación del aire), la exposición de los trabajadores y las comunidades a pesticidas tóxicos, y el desplazamiento forzoso de las comunidades rurales a medida que sus tierras se convierten en plantaciones y tierras de pasto.

La cría de ganado es, con diferencia, la actividad más perjudicial para el clima. Se talan zonas boscosas para hacer sitio a los ranchos, y las propias vacas son una fuente importante de metano, un gas que calienta el planeta. Los científicos del clima se han referido a la carne como “el alimento con mayor impacto en el medio ambiente”.

Son necesarios dos cambios fundamentales.

Que la agricultura industrial, que está fuertemente subvencionada por los gobiernos, esté como mínimo condicionadas a que las empresas actúen de forma sostenible y cumplan con sus responsabilidades en materia de derechos humanos, incluido el respeto a los derechos de los pueblos forestales. Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la mitad de las subvenciones a la agricultura son “injustas y perjudiciales tanto para el medio ambiente como para la seguridad alimentaria mundial”.

En segundo lugar, los principales mercados de productos agrícolas deberían adoptar una legislación que restrinja las importaciones de productos agrícolas asociados a la deforestación. Hay motivos para la esperanza: el Reino Unido ya ha introducido una legislación de este tipo, la Unión Europea ha aprobado una ley similar esta semana y los legisladores de Estados Unidos han presentado un proyecto de ley parecido en el Congreso. China es un mercado importante que sigue estando ausente en esta lista.

Todos debemos garantizar que el comercio mundial de materias primas no agrave la crisis climática y respete los derechos de los trabajadores, los pueblos forestales y otros afectados, al tiempo que proporciona un acceso equitativo y suficiente a los alimentos para todas las personas.

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