En Ecuador un número alarmante de niñas y niños están expuestos a la violencia sexual en las instituciones educativas y en el trayecto a la escuela.
Esta semana, los medios de comunicación ecuatorianos informaron sobre las denuncias de un profesor de una escuela rural acusado de abusar sexualmente de unas 30 niñas de su clase. Al parecer, el profesor también pedía a las niñas que le enviaran fotos íntimas por WhatsApp. Después de que algunas de las niñas y sus padres presentaron denuncias, las autoridades locales de educación, la fiscalía y la policía ordenaron su captura.
Además, en agosto, cuando Ecuador celebró su día nacional contra la violencia sexual en las escuelas, el país se vio sacudido por las revelaciones de que un estudiante de 8 años sufrió repetidos abusos sexuales por parte de un alumno mayor en la escuela, pero el profesor de su clase y el director de la escuela le dijeron que no se lo contara a nadie.
Estos son solo dos de los numerosos casos denunciados este año que muestran lo endémica que es la violencia sexual en las escuelas de Ecuador, tanto públicas como privadas. Los medios de comunicación ecuatorianos y la sociedad civil informan regularmente de los casos de violencia sexual en las instituciones educativas, al igual que la Fiscalía General del Estado.
Los protocolos de Ecuador dan instrucciones precisas para denunciar confidencialmente todos los casos y adoptar medidas inmediatas para proteger a los y las estudiantes. Sin embargo, sigue siendo muy común que en los casos de violencia sexual en la escuela, incluidos muchos documentados por Human Rights Watch, las autoridades escolares no cumplan con este deber.
Demasiados adolescentes y niños pequeños han enfrentado la violencia sexual perpetrada por docentes, funcionarios escolares y conductores de autobús, adultos en los que se supone deberían poder confiar, hace ya demasiado tiempo. En 2020, Human Rights Watch expuso graves deficiencias en los sistemas de educación y justicia de Ecuador que dejan a muchas niñas, niños y adolescentes desprotegidos, expuestos a horribles abusos, estigmatizados por denunciarlos y en riesgo de volver a ser traumatizados.
A pesar de los importantes avances realizados por el gobierno ecuatoriano para hacer frente a la violencia sexual, su enfoque sigue mostrando importantes lagunas en la detección, la prevención y los servicios de apoyo a los supervivientes. Lo que les ocurre a los y las estudiantes en el espacio digital, como las plataformas de medios sociales, las aplicaciones telefónicas y las aulas en línea, sigue sin denunciarse en gran medida, lo que puede afectar a un número aún mayor de estudiantes que pueden sufrir violencia sexual digital por parte de sus profesores y compañeros.
Ecuador debería aumentar su labor de rendición de cuentas efectiva, así como la reparación de los abusos perpetrados contra los y las estudiantes. También debe ampliar su enfoque en la prevención de los abusos en las aulas. El flagelo de la violencia sexual contra los niños y las niñas de Ecuador debe terminar.