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68 países promueven una prohibición de las bombas de racimo

Algunos estados intentan debilitar la prohibición

Cerca de 70 países lograron un importante avance para la prohibición de las bombas de racimo que causan daños mortales a civiles, señaló hoy Human Rights Watch al cierre de tres días de debates.

Sesenta y ocho estados se reunieron en Lima, Perú, con motivo de la segunda reunión del denominado Proceso de Oslo para prohibir el uso, la producción, el almacenamiento y la transferencia de dicho armamento. En febrero, 46 países pusieron en marcha un proceso de negociación de un tratado, y adoptaron el compromiso, dentro de la Declaración de Oslo, de alcanzar un acuerdo internacional para la prohibición de las bombas de racimo que causan daños inaceptables a civiles para finales de 2008.

“Confiamos en poder acordar un tratado para la prohibición de las municiones de racimo en el plazo de un año”, señaló Steve Goose, director de la División de Armas de Human Rights Watch. “28 nuevos países se unieron al proceso en Lima, lo que demuestra el rápido crecimiento del apoyo a una prohibición de las armas de racimo. Si no tomamos medidas, es casi seguro que las bombas de racimo provoquen un desastre humanitario, por lo tanto, todo gobierno que quiera evitarlo debe embarcarse inmediatamente en el proceso”, agregó.

Los estados presentes en la conferencia, auspiciada por Perú, alcanzaron un amplio acuerdo sobre el marco para un futuro tratado y sus principales elementos. Además de la prohibición de nuevas bombas de racimo, el tratado incluirá requisitos y plazos para la destrucción de arsenales y la limpieza de zonas contaminadas, así como una obligación de prestar asistencia a las víctimas.

Los estados debatieron sustantivamente todos estos elementos. En particular, Human Rights Watch alabó el esfuerzo de los estados por mejorar y fortalecer las disposiciones basadas en el Tratado para la Prohibición de las Minas, especialmente las relacionadas con la asistencia a las víctimas y la remoción.

Human Rights Watch señaló como inquietante el hecho de que algunos estados propusieran que quedaran exentas de la prohibición amplias categorías de submuniciones, como las que tienen mecanismos de autodestrucción o una tasa de fiabilidad específica. El elevado nivel de malfuncionamiento de las submuniciones M85 con mecanismos de autodestrucción de Israel, durante los combates en Líbano en 2006, subraya el peligro que supone depender de un baremo técnico. Entre los estados a favor de tal exención se encuentran Australia, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Japón, Polonia y Reino Unido—todos ellos productores de bombas de racimo.

“Los baremos técnicos no sirven más que para hacer creer engañosamente a los que usan bombas de racimo que son seguras para los civiles”, señaló Goose. “Los gobiernos tienen la responsabilidad de demostrar concluyentemente que alguna bomba de racimo no provocará daños inaceptables a civiles”, agregó.

Muchos de estos estados insistieron en que las discusiones sobre bombas de racimo en el contexto de la Convención sobre Armas Convencionales (CAC) deben tener preeminencia sobre el Proceso de Oslo. Pero a pesar de los años de debates sobre las bombas de racimo en el seno de la CAC, los estados miembro todavía no han acordado un mandato para la negociación de un protocolo sobre este armamento. Volver a recurrir a la CAC supondría probablemente ralentizar significativamente el proceso y debilitar la creación de un tratado sobre bombas de racimo.

“La Convención sobre Armas Convencionales es una distraccioon que debe ser evitada” dijo Goose. “Los Estados deben concentrar en el Proceso de Oslo como el único camino hacia la eliminación de las bombas de racimo que causan daños inexcusables a civiles”.

La Coalición sobre Bombas de Racimo, que Human Rights Watch ayudó a fundar en 2003 y ahora co-preside, y otras organizaciones no gubernamentales instaron a los gobiernos a que se comprometan con el proceso de Oslo y respalden una amplia prohibición de las bombas de racimo.

Hungría anunció una moratoria sobre las bombas de racimo, uniéndose a un número creciente de países que están generando iniciativas nacionales para restringir el uso de estas municiones. Perú ha propuesto hacer de América Latina una zona libre de bombas de racimo, y Costa Rica patrocinará un encuentro regional sobre este armamento en agosto.

Hubo una presencia importante de países africanos en Lima, y muchos de ellos expresaron por primera vez su apoyo a una prohibición de las bombas de racimo. La lista de países africanos que se sumaron al proceso incluye a Burundi, Ghana, Guinea Bissau, Lesotho, Liberia, Mauritania, Senegal, Tanzania, Uganda y Zambia. Entre las nuevas delegaciones en Lima también estaba Laos, el país más afectado por municiones sin detonar, que refrendó públicamente ayer la promesa de la Declaración de Oslo de negociar un tratado para la prohibición de las bombas de racimo que causan daños humanitarios.

La nueva sesión plenaria del Proceso de Oslo se celebrará del 5 al 7 de diciembre en Viena.

Las bombas de racimo ponen en peligro a los civiles porque cada bomba, cohete o proyectil de artillería dispersa docenas o cientos de submuniciones por una zona extensa, lo que garantiza prácticamente que se produzcan bajas civiles cuando se disparan contra áreas pobladas. Este tipo de armamento también deja gran cantidad de submuniciones sin detonar, o bombas sin explotar, que se convierten efectivamente en minas terrestres y matan o lesionan a las personas que entran en contacto con ellas mucho después del final del conflicto.

El uso por parte de Israel de bombas de racimo en el sur del Líbano en 2006 demostró el posible desastre humanitario que pueden provocar.

Con miles de millones de submuniciones almacenadas por más de 75 países—y usos documentados en al menos 26 estados o territorios en disputa—el empleo sin restricción de este armamento podría matar a miles de civiles durante los ataques y producir decenas de millones de bombas sin explotar.

A nivel mundial, se sabe que 34 países han producido más de 210 tipos diferentes de bombas de racimo para su lanzamiento desde el aire o la superficie terrestre. Al menos 13 países han transferido más de 50 tipos de bombas de racimo a por lo menos 60 países. Estados Unidos cuentan con el mayor arsenal de bombas de racimo y su utilización más reciente ha sido en Irak y Afganistán.

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