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Qatar: La tutela masculina cercena los derechos de las mujeres

Las restricciones discriminatorias afectan la independencia para casarse, estudiar, trabajar y viajar

Una niña y una mujer remontan un barrilete en el paseo marítimo la corniche de Doha, en la capital qatarí, el 16 de marzo de 2020.  © 2020 AFP vía Getty Images

(Beirut). El sistema discriminatorio de tutela masculina que se aplica en Qatar niega a las mujeres el derecho a tomar decisiones clave sobre sus vidas, señaló Human Rights Watch en un informe presentado hoy.

En el informe de 94 páginas, “‘Everything I Have to Do is Tied to a Man’: Women and Qatar’s Male Guardianship Rules” (“Todo lo que tengo que hacer está ligado a un hombre”: Las mujeres y las normas de tutela masculina en Qatar), se analizan las normas y prácticas oficiales de tutela masculina. Human Rights Watch concluyó que las mujeres en Qatar deben conseguir el permiso de sus tutores masculinos para casarse, estudiar en el extranjero con becas del Gobierno, acceder a muchos empleos gubernamentales, viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir algunas formas de atención de la salud reproductiva. Este sistema discriminatorio también niega a las mujeres la posibilidad de desempeñarse como tutoras principales de sus hijos e hijas, aunque estén divorciadas y tengan la custodia legal. Las restricciones violan lo establecido en la constitución de Qatar y el derecho internacional.


“Las mujeres en Qatar han derribado obstáculos y logrado importantes avances en áreas como la educación; sin embargo, aún tienen que enfrentarse a normas oficiales de tutela masculina que limitan su capacidad de llevar adelante vidas plenas, productivas e independientes”, señaló Rothna Begum, investigadora sénior sobre derechos de la mujer de Human Rights Watch. “La tutela masculina refuerza el poder y el control que tienen los hombres sobre las vidas y elecciones de las mujeres y puede alentar o propiciar situaciones de violencia, lo que deja a las mujeres con menos opciones viables para escapar del abusos en la familia o por parte de sus esposos”.

Las conclusiones de Human Rights Watch se basan en un examen de 27 leyes, así como de regulaciones, políticas, formularios, comunicaciones por escrito con el Gobierno y 73 entrevistas, entre ellas, 50 entrevistas a fondo con mujeres afectadas por este sistema. En comunicaciones por escrito enviadas en febrero y marzo de 2021, representantes del Gobierno confirmaron muchas de estas conclusiones y objetaron otras, a pesar de las evidencias en contrario con las que contaba Human Rights Watch.

Según las leyes qataríes, las mujeres deben obtener el permiso de sus esposos para casarse, independientemente de la edad o de su estado civil anterior. Una vez casada, se puede considerar que la mujer es “desobediente” si no obtiene el permiso de su esposo antes de trabajar o viajar, o si abandona el hogar o se niega a mantener relaciones sexuales con él sin una razón “legítima”. Los hombres pueden estar casados hasta con cuatro mujeres al mismo tiempo sin necesidad del permiso de un tutor o ni siquiera el de su esposa o sus esposas actuales.

Las mujeres no pueden ser tutoras principales de sus propios hijos o hijas en ningún momento. No tienen autoridad para tomar decisiones independientes respecto de los documentos, finanzas, viajes de sus hijos y a veces ni siquiera respecto de su escolaridad y tratamiento médico, incluso si están divorciadas y un tribunal ha ordenado que sus hijos vivan con ellas (“custodia”) o si el padre de los hijos ha fallecido. Si el hijo o hija no tiene un familiar varón que pueda desempeñarse como tutor, el Gobierno asume esta función.

Debido a la discriminación en las leyes relativas al divorcio y a las decisiones respecto de hijos e hijas, algunas mujeres han quedado atrapadas en relaciones abusivas, y a menudo esperan años para obtener un divorcio. Si se van, es posible que no puedan volver a casarse por temor a perder la custodia de sus hijos y continúan dependiendo de sus exesposos, que siguen actuando como tutores legales de los hijos.

Algunas mujeres entrevistadas señalaron que sus tutores varones les habían prohibido estudiar en el extranjero o asistir a universidades mixtas en Qatar, lo cual limitaba lo que podían estudiar y sus futuras carreras profesionales. Las mujeres indirectamente necesitan el permiso de su tutor varón para conseguir becas del Gobierno y poder acceder a educación superior. Las mujeres relataron que enfrentan restricciones en la Universidad de Qatar, de gestión estatal, que está segregada por sexo; por ejemplo, deben conseguir el permiso del tutor para ingresar o salir del campus en taxi, vivir en viviendas estudiantiles y realizar excursiones como parte de sus estudios.

El Gobierno, en su respuesta por escrito a Human Rights Watch, manifestó que las mujeres pueden actuar de tutoras para obtener pasaportes o cédulas de identidad para sus hijos, que no necesitan permiso del tutor para aceptar una beca o para trabajar en ministerios, instituciones estatales o escuelas ni la aprobación del tutor para realizar excursiones educativas que sean parte de programas académicos en la Universidad de Qatar. Sin embargo, la investigación de Human Rights Watch, que incluyó entrevistas y un examen de documentos, como solicitudes de permisos del tutor formuladas por escuelas y lugares de trabajo, entró en conflicto con las afirmaciones del Gobierno.

Las mujeres qataríes contaron a Human Rights Watch que necesitaban el permiso del tutor varón para trabajar en muchos empleos del Gobierno, como ministerios y escuelas estatales. Si bien ninguna ley exige a las mujeres tener permiso del tutor para trabajar, tampoco hay leyes que prohíban discriminar a las mujeres en el proceso de reclutamiento.

Human Rights Watch concluyó que las mujeres qataríes no casadas menores de 25 deben obtener permiso del tutor para viajar al extranjero, y que, a cualquier edad, sus esposos o padres también pueden prohibirles viajar. Con respecto a los viajes y otros temas, la falta de transparencia sobre las normas y cuándo cambian hace que para las mujeres sea difícil objetarlas. En 2020, unas mujeres que viajaban sin un familiar varón fueron detenidas por funcionarios aeroportuarios, que insistieron en llamar a su tutor varón para probar que no estaban “escapando”. Las autoridades han interceptado a mujeres qataríes de menos de 25 años, que portaban permisos de salida válidos y a mujeres de más de 25 años, que no están obligadas a obtener tal permiso.

Las mujeres también manifestaron que tuvieron que presentar algún tipo de constancia de matrimonio para poder acceder a atención de la salud sexual y reproductiva, como atención prenatal, ultrasonidos transvaginales, pruebas de pap y controles de salud sexual. También necesitaban el consentimiento del esposo para recibir algunas formas de atención de la salud reproductiva relacionadas con los embarazos, como la esterilización y el aborto.

Algunos hoteles prohíben a mujeres qataríes solteras de menos de 30 años alquilar una habitación si no están acompañadas de un familiar varón, y las mujeres qataríes tienen prohibido asistir a determinados eventos e ingresar en lugares donde sirvan alcohol.

Las mujeres extranjeras en Qatar, que dependen de sus esposos o padres como patrocinadores de sus visas, también son objeto de controles similares a los que se ejercen en el marco de la tutela masculina. Las mujeres necesitan el permiso del patrocinador de sus visas para obtener una licencia de conducir, trabajar u obtener una beca del Gobierno para estudiar en Qatar.

La mayoría de las mujeres entrevistadas dijeron que las normas han tenido un grave impacto en su capacidad de llevar adelante vidas independientes. Algunas dijeron que esto ha afectado su salud mental, y que ha contribuido a que intentaran hacerse daño, a que tuvieran pensamientos suicidas y a que sintieran depresión y estrés.

Las mujeres en Qatar se están manifestando mucho más abiertamente sobre sus derechos, sobre todo en línea. Sin embargo, las leyes que limitan la libertad de expresión y de asociación, las intimidaciones por parte del Gobierno y el acoso en línea siguen siendo obstáculos graves, determinó Human Rights Watch. No existen organizaciones independientes de derechos de la mujer.

Las normas de tutela masculina son contrarias a algunas de las propias leyes qataríes que establecen el fin de la tutela a los 18 años. Asimismo, resultan violatorias de la Constitución de Qatar y las obligaciones que ha asumido ese país en virtud de las normas internacionales de derechos humanos. Esto también obstaculiza la posibilidad de Qatar de concretar su Visión Nacional 2030, que establece los objetivos del país a largo plazo, entre los que se incluye contar con una fuerza laboral diversificada que incluya oportunidades para las mujeres qataríes.

“Al aplicar las normas de tutela masculina, Qatar le falla a las mujeres y queda rezagado con respecto a países vecinos cuando en algunos planos estuvo a la delantera”, señaló Begum. “Qatar debería eliminar todas las normas discriminatorias contra la mujer, dar a conocer estos cambios, sancionar leyes contra la discriminación y asegurarse de que las mujeres tengan espacio físico para exigir sus derechos”.

Algunos testimonios individuales presentados en el informe

“Nawal”, una mujer qatarí de 32 años, relató que cuando solicitó al comité estatal de matrimonios que le permitieran a ella, nacional de Qatar, contraer oficialmente matrimonio con un extranjero de acuerdo con las leyes qataríes, su hermano, como su tutor, se negó a darle permiso. “Necesité su firma y una carta, y él sintió que tenía algo de poder y opuso resistencia”, dijo. “Tuvimos un altercado y él me decía ‘No voy a ayudarte’”.

Um Qahtan, una mujer qatarí de 44 años, contó que su esposo la había amenazado con que, si lo abandonaba, les impediría a sus cuatro hijos viajar con ella y transferiría a los chicos de escuelas internacionales a escuelas del Estado. Dijo que, luego de que lo abandonó, “hizo ambas cosas”.

Contó que, en una audiencia de febrero de 2021, un juez rechazó su petición de transferir a su hijo a una escuela distinta sobre la base de que él no podía interferir con “el derecho divino [del padre] de decidir a qué escuela asiste su hijo”.

“Sanaa”, una mujer qatarí de 31 años, relató: “Para conseguir una beca para estudiar afuera se necesita el permiso del tutor … Incluso en la Universidad de Qatar, como profesora asistente, se necesita el permiso del tutor legal en el que se indique que él no tiene inconveniente con que vayas y continúes tus estudios en el extranjero”.

“Nayla”, una maestra qatarí de 24 años, describió cómo logró en 2019 trabajar como maestra: “Tuve que conseguir el documento de identidad de mi padre y una carta de consentimiento en la que él expresaba que no tenía inconveniente con que yo aceptara este empleo y trabajara en este lugar… Dirigida al Ministerio de Educación”.

“Muna”, una mujer qatarí de 32 años, relató que las autoridades la detuvieron en el aeropuerto en 2020 y le dijeron que “hay nuevas regulaciones estatales internas”. Contó que, al principio, ella se negó a darles el número de su padre y argumentó: “Lo que hacen es ilegal; la ley dice que puedo viajar si tengo más de 25 años”. Pero, afirma, “ellos dijeron que era lo más conveniente para la seguridad estatal interna de Qatar y para las familias de Qatar … Entonces les di el número con la esperanza de que mi padre estuviera despierto; era medianoche y él tiene 67 años… Somos ciudadanas y tenemos derecho a saber en virtud de qué ley nos detienen”.

“Dana”, una mujer qatarí de 20 años, contó que cuando tenía 18, tuvo que mentir y decir que estaba casada dando el nombre y número de un amigo que se hizo pasar por su esposo, para poder obtener atención de la salud que necesitaba con urgencia, aunque tal atención no se relacionaba con la actividad sexual. “Una vez, un médico de emergencias me derivó al hospital de la mujer para que me hicieran una ecografía”, relata. “Me dolía tanto que creí que los ovarios me habían estallado. Pero no me hicieron una ecografía vaginal porque no contaba con una licencia de matrimonio. Se negaron siquiera a hacerme un examen físico porque no estaba casada”.

“Nadine”, una británica de 33 años residente en Qatar, contó que había sufrido de endometriosis desde los 13 años, pero que no pudo conseguir que se lo diagnosticaran en Qatar sino hasta unos años después de casarse. Dijo que los trabajadores de salud no le permitían hacerse determinados exámenes, como una ecografía transvaginal, una prueba de pap o una biopsia de útero sin un certificado de matrimonio. Comentó al respecto: “Se sufre en silencio. Tenía un dolor espantoso”.

 

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