- El comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos debería ordenar a los agentes de inmigración que mantengan juntas a las familias salvo que un adulto represente una amenaza clara para un niño o una niña, o salvo que la separación sea, de otro modo, favorable para el/la menor. Esa determinación debería estar a cargo de un profesional de bienestar infantil debidamente habilitado, como un trabajador social, psicólogo o psiquiatra con capacitación y competencia para trabajar con niños y niñas.
- La oficina del inspector general del Departamento de Seguridad Nacional debería revisar, de manera sistemática, todas las instancias de separación familiar —incluidas las separaciones de familiares que no son los padres—, a fin de determinar si la separación fue favorable para el niño o la niña.
- El Congreso debería prohibir la separación de familias, lo cual incluye prohibir que los niños y las niñas sean separados de sus hermanos y hermanas, abuelos y abuelas, tíos y tías, o primas y primos, salvo cuando una separación sea favorable para un niño o niña.
“La agencia fronteriza necesita instrucciones claras, por parte de la administración, para poner fin a la separación forzada de familias y otras prácticas abusivas”, señaló Bochenek. “Y el Congreso debe llevar a cabo la supervisión necesaria para asegurarse de que la agencia fronteriza cumpla con lo requerido”.
“Tolerancia cero” y separación familiar sistemática
En mayo de 2018, el entonces Fiscal General Jeff Sessions anunció una política de “tolerancia cero” conforme a la cual los padres y las madres —incluidos los que solicitaran asilo— serían procesados penalmente por ingresar de manera ilegal al país, y sus hijos e hijas separados por la fuerza de la custodia de sus padres o madres y reclasificados como “no acompañados”. En ese mes, el Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, manifestó en la radio pública nacional: “A los niños y niñas se los cuidará, se los dará en guarda o lo que sea”.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (American Civil Liberties Union, ACLU) inició una acción judicial para exigir que el gobierno estadounidense revele cuántos niños y niñas fueron separados de sus padres y madres por aplicación de esta política. Las autoridades tardaron en brindar esta información, y finalmente informaron al tribunal que más de 2.700 niños habían sido separados forzosamente de sus padres en mayo y junio de 2018. El 20 de junio de 2018, el presidente Donald Trump dictó un decreto ejecutivo que, según afirmó, ponía fin a la política sobre separaciones familiares forzosas de este gobierno.
En un informe gubernamental publicado en enero de 2019, se señaló que “miles” de niños más habían sido separados forzosamente de sus padres, y desde mucho antes de lo que el gobierno había reconocido antes. Un borrador de un documento de política que se filtró confirmó que funcionarios del gobierno estaban discutiendo una política de separación familiar desde fines de 2017.
El gobierno ha reconocido que las separaciones familiares forzosas continuaron después del decreto ejecutivo. En una presentación judicial de febrero de este año, se informaron al menos 245 separaciones ocurridas entre el 26 de junio de 2018 y el 5 de febrero de 2019. Para fines de mayo, el número había crecido a 700, según el informe de ACLU. En algunos casos, estas separaciones habían sido ocasionadas por faltas menores y no violentas: una condena por robo sin violencia 20 años antes en un caso, y posesión de una pequeña cantidad de marihuana en otro, según casos analizados por el New York Times. En la mayoría de estos casos, no se indicaron de manera específica los motivos de la separación.
Estas cifras no incluyen la cantidad de niños y niñas que fueron separados forzosamente de familiares que no son sus padres o madres.
Niños y niñas desconsolados sin sus padres o madres
Numerosos niños y niñas manifestaron que habían pasado días sin saber adónde habían sido llevados sus padres ni cuándo volverían a verlos, en caso de que esto efectivamente sucediera. Por ejemplo, un niño de 17 años de El Salvador, entrevistado en Clint, manifestó que él y su madre habían cruzado un puente internacional 16 días antes. Expresó al respecto:
Nos presentamos a los agentes de la patrulla fronteriza, que luego nos separaron. Se negaron a explicarnos por qué lo hacían. Desde ese momento, no he sabido dónde está mi madre. No supe si mi madre estaba en Estados Unidos o en otro lugar, ni siquiera si estaba viva. He estado extremadamente preocupado por ella.
Niños y niñas separados de abuelas, tías y tíos
Una niña de 12 años que viajó a Estados Unidos con su abuela y sus hermanas de 8 y 4 años señaló que los agentes fronterizos las habían levantado a las 3 de la madrugada dos días antes de que ella hablara con los abogados:
[L]os funcionarios nos dijeron que se llevarían a nuestra abuela. Mi abuela intentó mostrar a los funcionarios un papel firmado por mis padres, en el cual decía que había sido designada para cuidarnos. Los funcionarios rechazaron ese documento aduciendo que debía estar firmado por un juez. Luego, los funcionarios se llevaron a mi querida abuela. Desde aquel momento, no volvimos a verla… Pensar en esto, a veces me hace llorar… Mis hermanas aún están afectadas porque la quieren mucho y desean estar con ella.
En otro caso, una mujer que había criado a su sobrina dijo que los agentes fronterizos le habían señalado que los papeles sobre la tutela certificados por notario público que ella exhibía “no servían en Estados Unidos”. Los agentes le dijeron que debía esperar que la separaran de su sobrina una vez que fueran transferidas del Centro de Procesamiento Ursula en McAllen, Texas. Este centro es conocido como la perrera, por su valla de alambrado.
Un niño de 11 años que había viajado a Estados Unidos con su hermano de 3 años y su tío de 18 para escapar de la violencia de las pandillas en Honduras dijo que los agentes fronterizos los habían separado, a él y a su hermano, de su tío al ser aprehendidos, aproximadamente tres semanas antes de que Human Rights Watch hablara con él en Clint:
Los agentes fronterizos nos hicieron sentar en círculo, y luego nos subieron a camiones y nos transportaron. No sé a qué lugar. Mi tío se identificó como tío nuestro. Los agentes nos dijeron que nos iban a separar. Eso fue terriblemente triste para mí. No sé adónde enviaron a mi tío. No pudimos despedirnos.
Human Rights Watch identificó muchos otros casos como estos en nuestras propias entrevistas y las declaraciones que leímos. Por ejemplo:
- Una niña de 12 años de Guatemala manifestó que agentes fronterizos la habían separado de su tía y su prima cuando las tres entraron en Estados Unidos a principios de junio, 15 días antes de que hablara con los abogados mientras estaba en el puesto de la Patrulla Fronteriza de Clint.
- Un niño de 8 años les dijo a sus abogados que había venido a Estados Unidos con su tía, quien se había ocupado de cuidarlo en Guatemala. Dijo que, al ser separado de su tía por agentes fronterizos tres días antes, “Lloraba y ellos no me decían adónde me llevaban”.
- Una niña de 12 años de El Salvador dijo que ella y su hermana de 7 años habían sido separadas de su abuela el día anterior, después de haber cruzado a los Estados Unidos y de haberse presentado ante funcionarios de la patrulla fronteriza.
Hermanas separadas
Una niña de 17 años procedente de El Salvador dijo a los abogados que llegó a Estados Unidos con su hijo de 8 meses y su hermana mayor. Los agentes fronterizos “nos separaron [a mi hermana y a mí] poco después de llegar a EE. UU, hace aproximadamente tres semanas, y no se me ha permitido hablar con ella desde entonces”.
Una niña de 16 años de El Salvador, entrevistada en Clint, dijo que ella y su hija de cinco meses fueron separadas de su hermana de 20 años y del hijo de 3 años de esta última al ser aprehendidos, tres días antes de hablar con los abogados en Clint. Los agentes fronterizos le dijeron más tarde que su hermana y su sobrino habían sido liberados y enviados a vivir con familiares.
Una niña guatemalteca de 14 años contó que inmediatamente después de que ella y su hermana de 18 años cruzaron el río para entrar en Estados Unidos –no estaba segura de cuánto hacía de esto– agentes fronterizos “nos hicieron formar fila y nos revisaron la piel y el cabello. Fue entonces que se llevaron a mi hermana y ahora estoy muy preocupada por ella. No sé dónde está ni si se encuentra bien”.
Cuidadores adultos enviados de regreso a México sin los niños y niñas a su cargo
Human Rights Watch ha identificado anteriormente casos de separaciones familiares ocurridas en el contexto de los Protocolos de Protección de Migrantes (PPM) o de la política de “Permanencia en México (Remain in Mexico)”, conforme a los cuales decenas de miles de solicitantes de asilo mayormente latinoamericanos han sido enviados de regreso a México para que esperaran allí mientras sus solicitudes tramitan en Estados Unidos. En el contexto de los PPM, en la frontera los agentes separan a familias que habían estado viajando juntas. Niños y niñas, algunos incluso con problemas de salud mental, fueron separados de cuidadores que no eran sus padres por agentes de la Patrulla Fronteriza, clasificados como “menores extranjeros no acompañados” y detenidos solos. Mientras tanto, sus familiares adultos fueron enviados de regreso a México para permanecer allí mientras tramitara su caso de asilo, algo que puede demorar meses o años. Mantenerse en contacto es algo particularmente difícil para las familias separadas en el marco de los PPM, dado que quienes se ven obligados a esperar en México a veces no tienen acceso a teléfonos celulares o fijos.
Familias divididas durante el tiempo transcurrido en celdas de detención en la frontera
Si ambos padres viajan juntos, es común que se separe a los padres del resto de la familia. Por ejemplo, un hombre hondureño de 23 años contó que él, su esposa y sus dos hijos estaban todos en la misma estación fronteriza: “Me separaron de mi familia casi de inmediato. Solo he visto a mi esposa e hijos una vez en los tres días que llevo aquí”. Una niña de 5 años dijo a los abogados que su padre fue separado de ella y de su madre cuando estaban detenidos en McAllen.
Varios adolescentes retenidos en el mismo centro fronterizo que sus padres señalaron frecuentemente que eran separados si ellos y sus padres eran de distinto género. En esos casos, incluso si ellos y sus padres estaban en el mismo establecimiento, afirmaron tener un contacto mínimo o nulo con sus padres. Por ejemplo:
- Una niña de 15 años de Honduras dijo que fue separada de su padre en las dos celdas donde estaban detenidos. “Esto en una unidad mixta en la que hay padres y sus hijos; no entiendo por qué no puedo estar con mi padre”, dijo a los abogados.
- “Me separaron de mi madre durante cinco días y estuve muy atemorizada, porque no sabía que me ocurriría a mí o que le pasaría a mi madre”, manifestó un niño guatemalteco de 16 años.
- Una niña hondureña de 16 años dijo que ella y su padre estuvieron en celdas separadas sin ningún contacto durante dos días. “No volví a ver a mi padre hasta… que nos llamaron para tomarnos fotos y las huellas dactilares. No se nos permitió vernos antes, a pesar de que mi padre pidió verme reiteradamente”, manifestó la niña.
Los agentes fronterizos a veces dividen a los niños entre los padres, asignando uno o varios a cada uno de sus padres, durante el tiempo que pasan en una celda. “Nuestra familia permanece en celdas separadas, un hijo está conmigo y otro con mi esposa”, contó un hombre guatemalteco de 29 años. Una mujer hondureña, también de 29 años, dijo que cuando ella, su esposo y sus dos hijos fueron aprehendidos “a mi hija y a mí nos separaron de mi esposo y mi hijo casi inmediatamente. Solamente he visto a mi esposo e hijo una vez desde que llegamos hace tres días”.
Algunos de los niños y las niñas en los puestos fronterizos también tienen hijos y algunos han viajado a Estados Unidos con cónyuges o parejas estables.
En un caso, una niña de 16 años dijo que luego de que ella y su pareja, junto a su hija de un año, huyeron de la violencia de las pandillas en El Salvador, agentes fronterizos la separaron a ella y a su hija de su pareja. Contó a los abogados:
Todos estábamos muy disgustados. Nuestra bebé lloraba. Yo lloraba. Y también lo hacía mi pareja. Les preguntamos a los guardias por qué separaban a nuestra familia, y nos respondieron gritándonos. Fueron muy desagradables y mezquinos con nosotros. Le gritaron a mi pareja frente a todos que se sentara y dejara de hacer preguntas. No lo hemos visto dese ese momento.
En otro caso, una niña de 15 años que huyó de Guatemala con su esposo y su hijo de 8 meses señaló que pidieron asilo en el cruce fronterizo: “Les dijimos que viajábamos como grupo familiar y queríamos [seguir estando] juntos. Sin embargo, lo separaron [a mi esposo] de nosotros y no sé dónde se encuentra ahora. No he tenido noticias suyas y estoy preocupada por él”.
Trauma provocado por la separación forzada
Un niño guatemalteco de 15 años dijo a Human Rights Watch que se sentía “verdaderamente desesperado, desolado y preocupado” tras haber sido separado forzosamente de su padre, luego de que agentes fronterizos lo detuvieran. Habló sobre los dos meses que había estado separado de su padre:
Es realmente difícil estar separado de mi padre. No sé cuándo podré verlo, y eso me entristece mucho. Por pensar en mi padre y en que estoy separado de él, me cuesta mucho concentrarme en clase. Me es difícil prestar atención a lo que debería estar haciendo. Siento mucha ansiedad y preocupación. Hay días que no tengo apetito. Antes nunca tuve problemas para comer, y creo que si no estuviera tan triste por estar alejado de mi padre ahora no tendría un problema con la comida… Cuando empiezo a pensar sobre lo que ocurrió, me entristezco y empiezo a llorar. Esto antes nunca me pasaba… Es algo nuevo. Lo causa el estrés que tengo ahora.
La separación familiar causa perjuicios graves y duraderos. Como lo ha señalado la Academia de Pediatría: “las experiencias sumamente estresantes, como la separación familiar, pueden causar daños irreparables, alterar la estructura mental de un niño y afectar su salud en el corto y el largo plazo. Este tipo de exposición prolongada a estrés profundo, conocido como estrés tóxico, en el caso de los niños puede tener consecuencias para toda la vida”.
“Este tipo de estrés hace que los niños sean susceptibles a condiciones agudas y crónicas, como ansiedad extrema, depresión, trastorno por estrés postraumático, hipertensión y enfermedades cardíacas”, escribieron dos pediatras el año pasado en la publicación Houston Chronicle.