Los trabajadores de la industria del empaquetado de carne y aves en los Estados Unidos están sometidos a condiciones de trabajo extremamente peligrosas y las compañías que los emplean utilizan tácticas ilegales para aplastar los intentos de organización sindical, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy.
Los inmigrantes de México y América Central constituyen una proporción grande y creciente de la mano de obra en esta industria. Según Human Rights Watch, las empresas se aprovechan de la vulnerabilidad de los trabajadores inmigrantes con el fin de que no se quejen de los abusos de sus derechos humanos y que no se organicen en sindicatos.
Human Rights Watch descubrió en plantas de matanza y empaquetado que muchos trabajadores se enfrentan a un peligro real de perder una de sus extremidades, e incluso sus vidas, por las condiciones inseguras de trabajo. También descubrió que las compañías niegan frecuentemente la compensación a los empleados lesionados en el trabajo e intimidan y despiden a trabajadores que intentan sindicalizarse.
En la investigación de campo para el informe se examinó el empaquetado de carne de res en Nebraska, matadero y plantas de procesamiento de carne de cerdo en Carolina del Norte y de aves en Arkansas. El informe examina de cerca a compañías como Tyson Foods Inc., Smithfield Foods Inc., y Nebraska Beef Ltd.
“El empaquetado de carne es el trabajo de fabrica más peligroso de Estados Unidos”, señaló Lance Compa, autor del informe e investigador sobre derechos laborales para Human Rights Watch. “Mantener condiciones peligrosas sale más barato para las compañías—y el gobierno no hace prácticamente nada para insistir que se las mejoren”, agregó.
En el informe de 175 páginas, “Blood, Sweat, and Fear: Workers’ Rights in U.S. Meat and Poultry Plants” (Sangre, Sudor y Miedo: Derechos de los trabajadores en las plantas cárnicas y avícolas de Estados Unidos), se muestra como el volumen y la velocidad de producción sigue creciendo, y este crecimiento combinado con la estrechez del espacio, la mala formación de trabajadores nuevos, y la carencia de garantías han hecho peligroso el trabajo.. En cada turno de trabajo, los empleados realizan hasta 30.000 movimientos de corte con cuchillos afilados, lo que provoca frecuentes laceraciones además de daño grave al cuerpo por esfuerzos repetidos. Con frecuencia, los trabajadores no reciben compensaciones por las lesiones laborales debido a que las compañías retrasan o niegan sus peticiones y toman represalias contra los trabajadores que las reclaman.
“Un siglo después de que Upton Sinclair escribiera ‘La Jungla’, los trabajadores de la industria cárnica siguen sufriendo heridas graves ”, señaló Jamie Fellner, directora del Programa de Estados Unidos de Human Rights Watch. “Las agencias públicas intentan proteger a los consumidores de la carne, pero hacen poco por proteger de condiciones inseguras a los trabajadores que empaquetan la carne”, agregó.
Human Rights Watch documentó también las iniciativas agresivas e ilegales de las compañías para descarrilar los intentos de sindicalizarse de los trabajadores.
“Cuando los trabajadores intentan defenderse mediante la formación de sindicatos, los empleadores utilizan el miedo y la intimidación para derrotarles”, señaló Compa. “La legislación estadounidense hace poco por proteger a los trabajadores que intentan organizarse. Los esfuerzos de hacer cumplir las leyes se prolongan durante años, y aun las decisiones a favor de los trabajadores suelen ser muy pocas y llegan demasiado tarde”.
Un ejemplo de las tácticas ilegítimas son las adoptadas por Smithfield Foods en respuesta a los esfuerzos sindicales en su planta masiva de procesamiento de cerdos en Tar Heel, Carolina del Norte, donde 5.000 trabajadores matan , cortan y empaquetan 25.000 cerdos al día. En una elección sindical de 1997, la gerencia de Smithfield despidió a simpatizantes del sindicato, amenazó con cerrar la planta, puso a policías a la entrada de la planta para intimidar a los trabajadores y orquestó un asalto contra activistas sindicales. El 16 de diciembre, la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo (National Labor Relations Board) ordenó la celebración de nuevas elecciones, a lo cual Smithfiled apeló inmediatamente.
En 2000, Smithfield creó una fuerza de seguridad interna de la compañía con estatus de “agencia especial de policía” de acuerdo con legislación de Carolina del Norte, lo que permite a los agentes de seguridad de la empresa ejercer facultades policiales públicas. En 2003, la policía de la compañía utilizó acusaciones falsas para detener a trabajadores que defendían activamente al sindicato.
“La compañía tiene policías armados paseando por la planta para intimidarnos”, dijo a Human Rights Watch un trabajador de Smithfield que había venido a Estados Unidos procedente de El Salvador. “Es especialmente aterrador para los que venimos de Centroamérica. De dónde venimos, la policía le dispara a los sindicalistas”, agregó.
Los trabajadores inmigrantes constituyen una proporción creciente de la mano de obra de la industria cárnica. Human Rights Watch descubrió que algunos empleadores amenazan con llamar a las autoridades de inmigración si los trabajadores intentan organizarse o reclaman la protección de la legislación laboral. De acuerdo con un fallo de la Corte Suprema de 2002, los trabajadores indocumentados que sean despedidos ilegalmente por sindicalizarse no tienen derecho a recibir los salarios debidos.
“Las compañías cárnicas contratan a trabajadores inmigrantes porque con frecuencia son los únicos dispuestos a trabajar en estas condiciones tan terribles”, señaló Fellner. “Y explotan la situación ilegal de los trabajadores indocumentados para mantenerlos callados”, agregó.
Human Rights Watch incluye recomendaciones detallas en el informe. En términos generales, la organización propone lo siguiente:
• Se necesitan nuevas leyes para reducir la velocidad de las cadenas de las plantas de empaquetado y para establecer nuevas normas ergonómicas para reducir las heridas por esfuerzos repetidos. Las autoridades encargadas de la salud y la seguridad deben aplicar medidas de vigilancia más firmes. Los Estados deben desarrollar leyes y mecanismos de aplicación más eficaces sobre la compensación a los trabajadores.
• Los empleadores no deben participar en campañas agresivas e intimidatorias contra los sindicatos ni deben aprovecharse de los vacíos y las debilidades del sistema de justicia laboral de Estados Unidos. El Congreso debe promulgar leyes que hagan compatible la legislación estadounidense con las normas internacionales (por ejemplo, prohibiendo la sustitución permanente de trabajadores en huelga) y debe crear también remedios contra las violaciones de los derechos de los trabajadores.
• Se necesita nuevas leyes y políticas que garanticen el respeto por los derechos humanos de los trabajadores inmigrantes, sean indocumentados o no. Los inmigrantes deben contar con las mismas protecciones en el lugar del trabajo que los no inmigrantes, lo que incluye la cobertura de acuerdo con las normas del trabajo justo y otras leyes laborales, y las mismas acciones de defensa cuando se violen sus derechos.
“Blood, Sweat, and Fear” sigue los pasos del innovador informe publicado por Human Rights Watch en 2000, “Unfair Advantage”, escrito también por Lance Compa, en el que se documentaban los esfuerzos de los empleadores por frustrar la sindicalización de trabajadores en varios sectores de la economía estadounidense.