Ayudar económicamente a los demás
De las 110 personas encuestadas, 102 dijeron que se mantenían económicamente a sí mismas. Además, una gran mayoría, el 84 %, declaró ayudar económicamente a otras personas desde que salieron de prisión. Describieron la ayuda prestada a diversas personas, desde familiares y amigos hasta miembros de la comunidad, como veteranos militares y personas sin hogar.
Apoyo a las poblaciones sin vivienda
El acto de ayudar económicamente a las personas sin vivienda surgió como un tema común entre los encuestados. Tras ser liberado en 2018, DeAngelo M. trabaja ahora como pastor en una iglesia y dirige una organización sin fines de lucro en Los Ángeles, pero señaló que en su tiempo libre se dedican a atender a personas sin hogar:
Mi mujer y yo damos de comer a las personas sin hogar del centro. Compramos cientos y cientos de calcetines, cientos y cientos de desodorantes, peines, pasta de dientes, mantas, guantes, gorros y comida, y preparamos estos kits para repartirlos.61
Del mismo modo, Thomas W. mencionó: “Mi prometida y yo damos de comer a las personas sin hogar. Con nuestros propios fondos, preparamos 300 comidas para Pascua y las repartimos entre los desamparados de Los Ángeles. Lo hacemos cada dos meses”.62
Describieron una afinidad, señalando que, en cierto modo, la experiencia de una condena de LWOP era similar a la de las personas que sufren la falta de vivienda al sentirse desechadas, despreciadas y olvidadas por la sociedad. Juan C., que pasó más de 41 años en prisión y ahora tiene casi 70 años, dijo:
Muchas [personas sin vivienda] se sienten desesperanzadas. Sienten que no existen, que no importan. Intento ayudarles. Me identifico con ellos como seres humanos, no como personas sin hogar.63
James H. añadió: “Ahora tengo una debilidad en el corazón por las personas sin hogar y que necesitan mendigar. Siento compasión por ellas porque siento que es lo que me pasó a mí”.64
Del mismo modo, Howard J. comentó: “Doy dinero a las personas sin hogar porque alguien me cuidó cuando estaba en la cárcel, y ahora veo que es mi momento de devolver y ayudar a los demás”.65
Apoyo a las personas encarceladas o excarceladas
De los que ayudan económicamente a otros, el 37 % afirma que asiste a personas que están encarceladas o que han sido puestas en libertad recientemente. “Sé lo que es [estar en prisión y] sentir que necesitas algo pero no tienes forma de conseguirlo”, afirma Oliver T… “[En prisión], la gente gana como mucho 25 céntimos por hora, así que tener un poco de dinero ayuda mucho”.66
Sara K., una de las primeras personas en California a las que se conmutó una pena de LWOP por otra que permite la libertad condicional, fue puesta en libertad en 2013. Recientemente hizo un inventario de sus contribuciones financieras en los últimos diez años y descubrió que, desde que volvió a casa, ha contribuido con más de US$20.000, la mayoría a personas que siguen encarceladas. “Y voy a seguir haciéndolo”, dijo. “Puede que yo esté dentro del umbral de la pobreza, pero si estoy bebiendo café y comiendo fideos, tú también estarás bebiendo café y comiendo fideos”.67
También apoyan a la gente que sale de la cárcel de otras formas, a menudo recordando las dificultades de reinsertarse en la sociedad. Michele S., que solo había salido dos meses antes de su entrevista, señaló:
Después de 30 años encerrada, no tengo ni idea de cómo ir al Departamento de Tráfico, ni cómo coger el autobús, ni cómo hablar por teléfono. Hay tantos detalles en la vida cotidiana que la gente da por hecho... salir al mundo real es un cambio enorme.68
Las personas encuestadas informaron de que esperaban facilitar el proceso de reintegración de otros proporcionándoles apoyo, como transporte tras la puesta en libertad, comprando artículos de primera necesidad, como comida y ropa, y ayudándoles con tareas potencialmente abrumadoras, como acudir al Departamento de Vehículos de Motor para obtener una identificación estatal o un permiso de conducir, o solicitar al gobierno federal una tarjeta de la seguridad social. Taewon W., que pasó más de 26 años en prisión, dijo que ahora contribuye con asistencia financiera continua “a compañeros de LWOP que han sido liberados”. Describió su ayuda en la transición:
Me aseguré de que cualquiera que fuera liberado supiera cómo conseguir una tarjeta de la seguridad social, vales de comida, un carné de conducir y todo lo que necesitaran para funcionar aquí. Me sentí obligado a ayudar a los que iban a pasar por un proceso similar al mío.69
Relaciones personales
Desde que salieran de prisión, la gran mayoría de las personas encuestadas afirmaron haber establecido nuevas relaciones, alimentado o restablecido las relaciones con sus familiares y creado nuevos lazos dentro de la comunidad local.
Establecer nuevas relaciones
Casi la mitad se había casado o había iniciado una relación estable después de la cárcel, y cinco tenían un nuevo hijo. Otros se relacionan con sus hijos, a menudo ya mayores. “Hablo por teléfono todos los días con mi hija”, dice Kenneth H., y añade: “Después de salir de la cárcel, conocí a una mujer y somos pareja desde hace más de tres años. Espero que dure el resto de mi vida. Ha sido una relación muy buena”.70
También han asumido nuevos roles parentales. Describiendo a la hija de ocho años de su mujer, fruto de un matrimonio anterior, Matthew V. nos dijo: “Viene y me llama papá, y me da abrazos todas las mañanas. Le enseño a luchar mejor en jujitsu para que los chicos no se metan con ella. Es muy dura”.71
Cultivar y reparar relaciones
Cometer un delito y ser condenado a cadena perpetua sin libertad condicional puede dañar las relaciones. El 45 % de las personas encuestadas afirmó haber trabajado para restablecer una relación familiar distanciada. Para algunas, ha habido curación y reconciliación. Roy C. dijo: “He... estado trabajando en las relaciones que rompí en mi familia. Les he tendido la mano y han respondido muy bien”.72 Del mismo modo, Thaisan N. compartió:
Debido a los horribles delitos que cometí, mi familia quedó destrozada... No me di cuenta de que mis hermanas se volvieron muy hostiles entre ellas. Así que, cuando volví a casa, tuvimos una reunión familiar... y fue alentador para mí que mi hermana mayor dijera que mi vuelta a casa era como un puente para recuperar a su hermana pequeña”.73
Para otros, el distanciamiento ha perdurado. Howard J. señaló: “Casi todas mis relaciones familiares estaban distanciadas, y estoy trabajando en reconstruir los puentes que rompí”. Y añadió: “Es un proceso continuo... me rompe el corazón, pero dejo la puerta abierta, y... trato constantemente de aprender más sobre cómo invertir en las relaciones”.74
Judith B. dijo:
La reagrupación familiar es difícil cuando has estado encerrado mucho tiempo... Mi hijo era un joven adolescente cuando me metieron en la cárcel. Ahora, 28 años después, tiene que ... lidiar con una madre que está envejeciendo [y] ha salido repentinamente de la cárcel.
Insistió en lo difícil que es para los hijos y dijo que “la gente debería tener compasión [de los familiares] con estas liberaciones inesperadas”.75
Cuatro de cada cinco encuestados afirmaron haber cuidado o asistido a un enfermo o a una persona mayor desde su puesta en libertad. El 50 % de ese grupo cuidó de un padre o un abuelo. El padre de Tommy D., por ejemplo, adquirió una discapacidad durante un accidente laboral, y desde entonces Tommy se ha hecho cargo de él.76
Otros ayudan a personas de su comunidad. Entre ellos está Paul B., que ha cuidado de su vecino y le ha ayudado con las tareas cotidianas. “Cuido de mis vecinos [mayores] que viven solos”, dice Paul. “He tenido que ir allí y levantar [a uno de ellos] del suelo. También saco la basura y podo los árboles”.77
La última pregunta de la encuesta se refería a lo que les da más alegría en la vida. Casi todas las personas encuestadas mencionaron a la familia.78 Samuel E. nos dijo que era una pregunta fácil de responder: “Poder reunirme con la familia y los amigos y hacer algo bueno”.79 Josh C. dijo: “Lo que más alegría me da es simplemente estar en casa con la familia. No hacemos otra cosa que estar en casa y ser una familia”.80 Dianna P. bromeó: “¡Mi familia! Por supuesto que mi familia. Mi gato le sigue de cerca. Se llama Mango y es un encanto. Me da los mejores abrazos”.81
Crear nuevos vínculos en la comunidad local
Muchas de las personas encuestadas afirmaron haber creado nuevos vínculos en sus comunidades a través del voluntariado y la afiliación a organizaciones locales. Leif T. señaló:
He participado en la limpieza de comunidades y barrios, arrancando malas hierbas, borrando grafitis y cosas por el estilo. También he sido voluntario en la oficina de un concejal. Estaban organizando un festival de jazz y necesitaban mucha ayuda para preparar y montarlo todo. Cuando la comunidad necesita algo, suelo ayudar en lo que puedo.82
La siguiente sección explora otras formas en que este grupo ha contribuido y se ha comprometido con sus comunidades locales.
Contribuir a la comunidad
Las personas que han cumplido largas penas de prisión pueden enfrentarse a barreras sociales y culturales a la hora de aportar su tiempo y sus recursos a las comunidades a las que regresan. No obstante, la gran mayoría de las personas encuestadas afirmó haber participado activamente en sus comunidades desde su puesta en libertad. El 94% declaró haber trabajado como voluntario en organizaciones benéficas, organizaciones comunitarias u organizaciones sin fines de lucro desde su puesta en libertad, y el 98 % afirmó haber ayudado de manera informal a miembros de la comunidad que necesitaban ayuda. Comparativamente, entre septiembre de 2020 y 2021, solo un estimado 18,3 % de los californianos se ofreció formalmente como voluntario con organizaciones y solo el 46,1 % ayudó informalmente a sus vecinos.83 Las formas más comunes de voluntariado entre los encuestados fueron la mentoría, los deportes u otras actividades con jóvenes; la asistencia en bancos de alimentos o la ayuda de otro tipo a personas en situación de pobreza o sin hogar; el trabajo con organizaciones religiosas o comunitarias; y el voluntariado en refugios de animales.