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Bahréin, Brutalidad, Biden

Boletín informativo, 11 de septiembre 2023

Manifestantes antigubernamentales bahreiníes levantan pancartas con imágenes del activista de derechos humanos encarcelado Abdulhadi al-Khawaja el viernes 6 de abril de 2012, en Jidhafs, Bahréin. © 2012 AP Photo/Hasan Jamali

Si quieres saber cómo lucen la perseverancia y el coraje, solo hace falta ver el ejemplo de Maryam al-Khawaja.

Día tras día, año tras año, esta defensora de los derechos humanos bahreiní-danesa ha luchado por la liberación de su padre y de otros defensores de la democracia encarcelados injustamente en Bahréin. Y ahora, arriesga su propia libertad yendo ella misma a Bahréin, donde se expone a ser detenida, maltratada y encarcelada durante mucho tiempo.

Su padre, Abdulhadi al-Khawaja, es cofundador del Centro de Derechos Humanos del Golfo y del Centro de Derechos Humanos de Bahréin. Al igual que su hija, tiene doble nacionalidad bahreiní y danesa. Fue detenido en 2011 por su papel en las protestas prodemocráticas de Bahréin y cumple cadena perpetua tras un juicio ridículamente injusto.

Aunque sea el más destacado de los presos políticos de Bahréin, Abdulhadi al-Khawaja está lejos de ser el único tras las rejas en Bahréin por ejercer el derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica.

La represión y la brutalidad del gobierno bahreiní son ampliamente conocidos. Las autoridades llevan años silenciando a la oposición política del país y prohibiendo los medios de comunicación independientes. Han detenido, procesado y hostigado a defensores de los derechos, periodistas y líderes de la oposición, a veces sólo por sus publicaciones en las redes sociales.

Las condiciones en las prisiones donde arrojan a estos inocentes son pésimas, y las autoridades niegan el acceso a observadores independientes de los derechos y al relator especial de la ONU sobre la tortura.

En sus 12 años de encarcelamiento, Al Khawaja ha sido sometido a graves torturas psicológicas, físicas y sexuales. Las autoridades bahreiníes le han negado en repetidas ocasiones atención médica básica, a pesar de que sus problemas cardiacos ponen en peligro su vida.

Lleva en huelga de hambre desde el 9 de agosto para exigir acceso a atención médica especializada. Pero, una vez más, no es ni mucho menos el único.

Más de 400 reclusos de la mayor prisión del país iniciaron una huelga de hambre el 7 de agosto para protestar por sus condiciones y la denegación de atención médica. El movimiento ha ido creciendo: el 30 de agosto, más de 800 personas estaban en huelga de hambre. Y recuerden que muchas de estas personas nunca deberían haber ingresado en prisión.

Con increíble riesgo para su propia vida, Maryam al-Khawaja ha decidido ir a Bahréin para llamar la atención sobre la difícil situación de su padre y de tantos otros defensores pacíficos de las libertades fundamentales.

Al mismo tiempo, el príncipe heredero de Bahréin, Salman bin Hamad al Jalifa, viaja esta semana a Washington. La visita oficial, en palabras de The Washington Post, está "diseñada para demostrar el poder de permanencia de Estados Unidos en el Golfo Pérsico". Bahréin, destaca el periódico, es la sede de la 5ª Flota de la Armada estadounidense, lo que, señala, "da a Washington influencia" en el caso de al-Khawaja y otros.

Si Maryam al-Khawaja puede tener el valor de arriesgar su vida por la democracia y los derechos humanos en Bahréin, lo menos que puede hacer la Administración Biden es mostrar la fuerza política necesaria para utilizar su influencia para pedir a su gobierno aliado que libere a sus presos políticos.

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