(Tokio) – Los niños atletas en Japón sufren abusos físicos, sexuales y verbales durante sus entrenamientos, dijo Human Rights Watch en un nuevo informe, publicado hoy, que evidencia casos de depresión, suicidios, discapacidades físicas y traumas crónicos resultantes de estos abusos. Japón es el anfitrión de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio que se celebrarán a partir del 23 de julio de 2021.
El informe de 67 páginas, “‘I Was Hit So Many Times I Can’t Count’: Abuse of Child Athletes in Japan” (“‘Me golpearon tantas veces que perdí la cuenta’: el abuso de niños deportistas en Japón”), documenta las historias de castigos físicos en el deporte en Japón (taibatsu, en japonés), y revela el abuso infantil deportivos en escuelas, federaciones y deportes de élite japoneses. En entrevistas y una encuesta nacional en línea, atletas japoneses de más de 50 deportes describieron haber sufrido abusos, como por ejemplo, golpes en la cara, patadas, golpes con objetos como bates o palos de bambú para kendo, privación de agua, simulacros de ahogamiento, azotes con silbatos y raquetas, así como acoso y abusos sexuales.
“Durante décadas, los niños en Japón han sido golpeados brutalmente y han sufrido abusos verbales en nombre de trofeos y medallas”, dijo Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch. “Conforme Japón se prepara para organizar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en Tokio en julio de 2021, esta atención mundial brinda una oportunidad única para cambiar las leyes y políticas en Japón y en todo el mundo con el fin de proteger a millones de niños atletas”.
Human Rights Watch documentó las experiencias de más de 800 ex atletas menores de edad – más de 50 de entrevistas en persona y 757 de una encuesta en línea – incluidos atletas olímpicos y paralímpicos. La encuesta contó con participantes de 45 de las 47 prefecturas japonesas y 50 deportes. Human Rights Watch también hizo una investigación de la cobertura de prensa en Japón sobre abuso infantil en el deporte, contactó a federaciones deportivas para evaluar la disponibilidad de líneas telefónicas directas, entrevistó a académicos, periodistas, padres y entrenadores, y se reunió en persona con funcionarios del gobierno y de las federaciones deportivas.
En 2013, cuando Japón presentó su candidatura para organizar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2020, una serie de videos de casos de abuso de atletas de élite de alto perfil, junto con suicidios de deportistas infantiles, alentó a las principales agencias deportivas a hablar sobre la necesidad de proteger a los niños en el deporte. En 2018, apareció un video que mostraba a un entrenador de béisbol en una escuela secundaria de la prefectura de Aichi abofeteando, golpeando y pateando repetidamente a los jugadores de su equipo. En el video, se ve cómo el entrenador golpea al menos a cinco jugadores lo suficientemente fuerte como para hacer que los atletas adolescentes se tambaleasen hacia atrás.
La indignación pública desencadenó importantes reformas, como la creación de líneas telefónica directas para denunciar este tipo de abuso. Sin embargo, Human Rights Watch descubrió que estas reformas son “pautas” opcionales en lugar de normas, que el progreso ha sido desigual y no ha estado supervisado, y que no hay informes obligatorios de las denuncias o estadísticas de abuso.
Este tipo de abuso viola las leyes japonesas contra el abuso infantil, las normas internacionales de derechos humanos y las regulaciones del Comité Olímpico Internacional sobre la protección de los atletas.
Human Rights Watch descubrió que el abuso infantil en el deporte sigue estando aceptado y normalizado en muchas partes de la sociedad, y que es difícil para los atletas jóvenes presentar quejas contra un entrenador u oficial poderoso. Las escuelas y las federaciones rara vez castigan a los entrenadores abusivos y a menudo les permiten continuar entrenando, dijo Human Rights Watch.
“Las federaciones deportivas en Japón tienen permitido establecer sus propios sistemas para rastrear el abuso y sus responsables, algo que muchos simplemente eligen no hacer”, señaló Kanae Doi, directora de Japón de Human Rights Watch. “Esto expone a los niños a riesgos inaceptables y deja a los padres y atletas con pocas opciones para presentar quejas o buscar remedios contra abusadores poderosos”.
El abuso infantil en el deporte es un problema global que se caracteriza por una grave falta de sistemas unificados y claros para abordar la violencia y el maltrato. La carga de denunciar el abuso a menudo recae en las víctimas, mientras que los sistemas de denuncia son opacos, no responden y son inadecuados.
En todo el mundo, entrenadores y otros responsables de abuso quedan impunes o son promovidos a cargos en los que pueden amenazar y silenciar a sus acusadores. Dos presidentes de federaciones deportivas, en Haití y Afganistán, han sido acusados de agresión sexual de atletas en los últimos 18 meses. El médico olímpico estadounidense Larry Nassar abusó de cientos de gimnastas femeninas durante décadas. A menudo no se les da credibilidad a los niños y adolescentes que acusan a entrenadores poderosos, que toman como rehén el éxito de los atletas. El 26 de junio, según el New York Times, la triatleta surcoreana de 22 años Choi Suk-hyeon se suicidó después de presentar numerosas quejas ante funcionarios deportivos y gubernamentales sobre el abuso físico y psicológico que sufrió.
“El deporte puede ser beneficioso para la salud y aportar becas y carreras, pero con demasiada frecuencia las víctimas de abuso experimentan sufrimiento y desesperación”, señaló Takuya Yamazaki, abogado deportivo del Comité Ejecutivo de la Asociación Mundial de Jugadores, el sindicato mundial de atletas que trabajó con Human Rights Watch en el informe. “Una de las razones por las que es tan difícil lidiar con los casos de abuso es que no se alienta a los atletas a que tengan voz. Al igual que numerosos atletas valientes defienden cada vez más sus derechos, los organismos deportivos deberían mostrar coraje para lidiar con el pasado, si desean que el deporte sea una verdadera fuerza positiva”.
La principal recomendación de Human Rights Watch es que el país establezca un Centro Japonés para el Deporte Seguro, un organismo administrativo independiente encargado de abordar el abuso infantil en el deporte japonés para garantizar el registro y el seguimiento de las denuncias de abuso, establecer soluciones claras para los atletas y los padres, y evitar el abuso infantil mediante la identificación y descertificación de entrenadores abusivos.
Dado el aplazamiento de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio hasta el verano de 2021, Japón tiene un año para adoptar medidas convincentes antes de que comiencen los juegos, dijo Human Rights Watch.
“Tomar medidas decisivas para proteger a los niños deportistas enviará un mensaje a los menores de Japón de que su salud y bienestar son más importantes que las medallas, al tiempo que alerta a los entrenadores abusivos de que su comportamiento ya no será tolerado”, dijo Worden. “Si Japón actúa ahora, puede servir como ejemplo de cómo otros países pueden poner fin al abuso infantil en los deportes”.
A continuación encontrará una selección de citas de las entrevistas a niños y ex atletas infantiles.
Citas ilustrativas del informe:
“Me golpearon tantas veces que perdí la cuenta. Todos [en mi equipo actual] habíamos sido golpeados siendo atletas de secundaria, todos experimentamos taibatsu. Yo jugaba a béisbol como lanzador (...) El entrenador me dijo que no me tomaba suficientemente en serio correr [durante los entrenamientos], así que todos fuimos convocados por el entrenador y me golpearon en la cara frente a todos. Estaba sangrando, pero no dejó de pegarme. Le dije que me estaba sangrando la nariz, pero no paró”.
–Daiki A. (seudónimo), atleta profesional de 23 años, habló de su experiencia jugando a béisbol en la escuela secundaria en la región de Kyushu.
“Utilizamos una gorra para jugar a waterpolo. Sacaban a los atletas de la piscina tirando de la correa de la gorra, ahogándonos. Otro castigo era empujar a los niños bajo el agua para que no pudiéramos respirar (...) Es como el ejército. Los niños más pequeños no eran tan buenos. Se asustaban y abandonaban el deporte”.
– Keisuke W. (seudónimo), ex jugador de elite de waterpolo de 20 años.
Casi todos los días después del entrenamiento, el entrenador hacía que la atleta de élite Chieko T. se reuniera con él en su aula, donde la hacía desnudarse y le tocaba el cuerpo desnudo, diciendo que era para darle un “tratamiento”. “[Siempre] quería vomitar, su olor, manos, ojos, cara ... voz, lo odiaba todo de él”.
– Chieko T. (seudónimo), una atleta de élite de unos 20 años del este de Japón, cuyo entrenador abusó sexualmente de ella mientras afirmaba que estaba tratando su hombro dislocado.
“Me dio un puñetazo en la barbilla y me sangraba la boca. Me levantó por el cuello de mi camiseta. El 90 por ciento de mis compañeros de equipo experimentaron abuso físico (...) Todos hacíamos bromas como ‘¿Todavía no te han golpeado? ¿Cuándo será tu turno?’”.
– Shota C. (seudónimo), 23 años, ex jugador de béisbol de secundaria en la prefectura de Saitama.
“El entrenador daba patadas a los jugadores y les lanzaba la pelota desde una distancia cercana. Cuando los jugadores usaban cascos, el entrenador les daba golpes con el bate en el casco como castigo por los errores que cometían en el campo”.
–Tsukuru U. (seudónimo), 20 años, jugador de béisbol de secundaria y preparatoria en Kanagawa.
“El voleibol es el deporte más duro”.
–Tsubasa Araya, jugador de voleibol de secundaria de 17 años de la prefectura de Iwate que se quitó la vida en julio de 2018 después de lo que sus padres calificaron como “violencia verbal” de su entrenador.
“No recuerdo nunca haber sido alabada por mi entrenador. Todos los días pensaba cómo evitar que mi entrenador me pegara. Nunca pensé que el voleibol fuera divertido (...) Odiaba el voleibol como jugadora”.
–Naomi Masuko, ex jugadora estrella de voleibol en el equipo nacional femenino de Japón. En 2015, Masuko fundó un torneo de voleibol que prohíbe el abuso por parte de los entrenadores. Ella habló del abuso de los atletas como un ciclo a romper: “Cuando era mayor, hablé con mi entrenador, y él dijo que en su generación era mucho peor. Así que, según sus palabras, entendí que esta experiencia es una cadena. Y que nuestro trabajo es romper esa cadena”.