(Camberra) – Numerosos establecimientos de cuidado de adultos mayores en Australia suministran habitualmente medicamentos peligrosos a personas ancianas con demencia con el fin de controlar su comportamiento, señaló Human Rights Watch en un informe difundido hoy.
El informe de 103 páginas, “‘Fading Away’: How Aged Care Facilities in Australia Chemically Restrain Older People with Dementia” [Desaparecer progresivamente: Centros de cuidado de adultos mayores en Australia aplican la contención química en pacientes con demencia], concluyó que en vez de brindar apoyo a las personas mayores con demencia, los establecimientos emplean fármacos para controlar su comportamiento, una práctica que se conoce como contención química. Muchos de los fármacos que se usan para controlar a personas en establecimientos de cuidado de adultos mayores son antipsicóticos cuyo uso en personas ancianas con demencia no ha sido aprobado en Australia. Además del daño físico, social y emocional para las personas mayores que son inmovilizadas con estos fármacos, su uso en personas mayores con demencia también está asociado con un mayor riesgo de muerte.
El informe se elaboró a partir de entrevistas con familiares, médicos, profesionales de la enfermería y defensores, y documenta el uso de medicamentos con fines de contención química en 35 centros de cuidado de personas mayores en tres estados de Australia.
“Cuando a las personas mayores se las silencia con fármacos en vez de brindarles el apoyo centrado en sus necesidades específicas, esto pone en riesgo su salud y es una afrenta a su dignidad humana”, opinó Bethany Brown, investigadora sobre derechos de la tercera edad en Human Rights Watch y autora del informe. “Las personas mayores con demencia necesitan alguien que las ayude, no una píldora”.
El Gobierno australiano debería prohibir esta práctica y exigir que haya personal suficiente y con la debida capacitación en demencia para asistir a personas mayores con esta condición, sin recurrir a la contención química. El gobierno debería actuar en forma urgente antes de que se difunda el informe preliminar de la Real Comisión de Investigación sobre la Calidad y la Seguridad de la Atención de la Tercera Edad (Royal Commission of Inquiry into Aged Care Quality and Safety), previsto para el 31 de octubre de 2019.
Numerosos familiares de adultos mayores refirieron que estos habían sufrido un deterioro drástico. Pasaron de ser activos y conversadores a convertirse en personas apáticas y, en algunos casos, a no poder hablar. Muchos informaron que sus familiares dormían profundamente, a menudo por largos períodos, y que era difícil despertarlos.
Algunas personas sufrían una importante pérdida de peso y deshidratación, en muchos casos porque no podían permanecer despiertas el tiempo suficiente para comer o beber. Muchas se debilitaron hasta perder la movilidad a causa de no usar sus músculos. A menudo perdían la capacidad de cuidarse de sí mismas, como poder usar el baño o ducharse. Muchos familiares indicaron haber visto a sus parientes sedados durante meses o incluso años.
Una mujer señaló que su abuela abandonó el centro de cuidado de adultos mayores donde vivía en 2017 y nadie lo advirtió. Tras el incidente, el personal del establecimiento indicó haberla puesto bajo un régimen de fármacos antipsicóticos. “Todo en ella, su salud e incluso su estado de ánimo, decayó después de ese fármaco”, afirmó la nieta. “Fuimos a verla tras los medicamentos y no podía mantener una conversación, se adormecía continuamente… Se le daban vuelta los ojos”.
Algunos familiares dijeron que el personal los amenazaba y los intimidaba si hacían preguntas sobre los fármacos o si cuestionaban el tratamiento que recibían sus parientes. Afirmaron haberse quejado ante autoridades públicas responsables de supervisar la atención brindada a las personas mayores, sin resultado alguno.
Cuando las personas mayores dejaron de recibir medicamentos debido a la intervención de sus familiares, algunas recobraron su vitalidad anterior.
La Real Comisión recibió testimonios sobre contención química en establecimientos de cuidado de adultos mayores durante las audiencias que llevó a cabo en Sídney en mayo. En una medida orientada a abordar esta cuestión, el gobierno presentó una nueva reglamentación, los Principios Modificados de 2019 sobre Calidad de la Atención (Minimización de los medios de inmovilización), que entraron en vigor en julio. Sin embargo, la reglamentación no prohíbe la contención química ni establece sanciones para los centros de cuidados de personas mayores que incurran en esa práctica. Una comisión parlamentaria está estudiando esa reglamentación.
Las normas internacionales de derechos humanos prohíben los tratos inhumanos y degradantes. En 2013, el Comité de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas criticó a Australia por permitir prácticas que someterían a las personas con discapacidad, incluidos los adultos mayores con demencia, a “alteraciones de la conducta o prácticas restrictivas no reglamentadas, como los medios de contención farmacológicos, mecánicos y físicos y el aislamiento”. El comité señaló que Australia debería poner fin a estas prácticas.
El gobierno australiano debería prohibir el uso de la contención química que tenga como propósito controlar el comportamiento de personas con demencia o facilitar el trabajo del personal, en consonancia con sus obligaciones internacionales de derechos humanos. En vez, las autoridades deberían asegurarse de que las intervenciones médicas se produzcan únicamente con consentimiento libre e informado y que los medicamentos se administren solamente con fines terapéuticos. El gobierno debería establecer como prioritario brindar medidas de intervención y apoyo positivo para las personas con demencia, incluso en establecimientos de cuidados de personas mayores, y asegurarse de que haya suficiente personal preparado para brindar este tipo de asistencia.
La Comisión de Calidad y Seguridad de la Atención de la Tercera Edad, un organismo de inspección gubernamental, debería estar atento al empleo de la contención química.
“El gobierno australiano debería prohibir la contención química y sancionar a los establecimientos de cuidado de personas mayores que determine que violan tal prohibición”, indicó Brown. “Todos tenemos el mismo derecho a que nos traten con dignidad, y esto no cambia con la edad ni con la condición de demencia”.
Selección de testimonios:
La joven que contó que su abuela había cambiado tras recibir fármacos para inmovilizarla en un establecimiento de cuidado de personas mayores en la Costa Dorada dijo lo siguiente a Human Rights Watch con respecto a la significativa pérdida de peso y deshidratación que sufrió durante cerca de 18 meses entre 2017 y 2018, mientras recibía la medicación:
La pérdida de peso empezó cuando comenzaron a darle los fármacos. Se volvió escuálida. Yo le compraba la ropa y sabía que siempre había usado la talla 18. Tuve que empezar a comprar talla 12.
David Viney, de 88, tiene demencia leve y sufrió un derrame cerebral masivo. El personal de un establecimiento en Queensland le dio medicamentos para controlar su comportamiento en 2017, y a partir de entonces empezó a dormir por períodos excesivos y a tener dificultad para comer, tragar y sentarse erguido. Cuando su hijo, Mark, se quejó sobre la sedación, el establecimiento dejó de suministrarle los fármacos y su padre experimentó una recuperación significativa:
Al dejar de darle los fármacos, pasados tres días volvió a ser la persona que era. Bromeaba y se reía. No lo había visto así durante meses. Ahora puede recordar cosas. No querían interrumpirle los fármacos. Yo les dije que me oponía a que los recibiera. Les pedí que dejaran de dárselos.
Harry McConnell, un geriatra y neuropsiquiatra con más de 30 años de experiencia que trabaja con personas con demencia y otras discapacidades en Australia, confirmó el contundente deterioro que ha observado cuando se usa la contención química en personas con demencia:
He observado que los [medicamentos antipsicóticos] tienen un inmenso impacto en la calidad de vida y la salud física [de los adultos mayores]. Y en general esto no se respalda con un diagnóstico, por lo que realmente se usan como contención química.
Como resultado, vemos que personas saludables desarrollan gravísimos problemas metabólicos, diabetes, afecciones cardíacas y derrame cerebral a causa de estar expuestas a estos medicamentos antipsicóticos. Pasa todo el tiempo… Se trata de hacer un diagnóstico certero y brindar el tratamiento adecuado, y no simplemente de mantener a raya el comportamiento de las personas.