Cuba


La maquinaria represiva de Cuba
Los derechos humanos cuarenta años después de la revolución




(New York: Human Rights Watch, 1999)

VI. TRATAMIENTO DE PRESOS POLÍTICOS

La maquinaria represiva del Gobierno cubano se emplea de manera eficaz contra personas que ejercen sus derechos fundamentales a la libertad de asociación, de expresión, de opinión y de movimiento. Gran número de activistas cubanos que son víctimas de detenciones breves o reciben advertencias oficiales de posibles procesamientos por delitos políticos se toma en serio el peligro de ser juzgados y encarcelados en Cuba. Y mientras la existencia de cientos de presos políticos es un elemento de disuasión para algunos posibles opositores internos, el Gobierno de Cuba también emplea la puesta en libertad ocasional de presos para maximizar su capital político en el extranjero. La privación de libertad de estas personas representa un alarmante desprecio a sus derechos fundamentales. Las condiciones inhumanas en que se encuentran los presos y las medidas punitivas que el Gobierno adopta contra ellos agravan aún más el castigo por sus "delitos," el cual alcanza en varios casos el nivel de tortura.

 

  Las condiciones inhumanas en que se encuentran los presos y las medidas punitivas que el Gobierno adopta contra ellos agravan aún más el castigo por sus "delitos," el cual alcanza en varios casos el nivel de tortura.

Los altos funcionarios del Gobierno cubano insisten en que Cuba no tiene presos políticos, y niegan un problema evidente utilizando argumentos tergiversados y juegos de palabras. En junio de 1998, el ministro de justicia cubano, Roberto Díaz Sotolongo, alegó que Cuba no tenía presos políticos porque su código penal sólo sanciona la conducta y no el pensamiento.50 En julio de 1998, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Alejandro González, invocó la soberanía nacional con la intención de eludir las preguntas de los reporteros sobre la prolongada detención preventiva de cuatro miembros del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna y de cientos de presos políticos, y dijo que el Gobierno cubano prefería la expresión "presos contrarrevolucionarios."51

La negativa del Gobierno cubano a revelar el tamaño de su población carcelaria y su prohibición de la observación nacional e internacional de los derechos humanos impiden la recopilación de información precisa sobre el número y situación de los presos políticos cubanos. En varias ocasiones, las entrevistas telefónicas de Human Rights Watch con personas en Cuba acerca de los presos políticos fueron perturbadas por constantes ruidos de fondo que hicieron imposible la conversación o finalizadas por súbitos cortes de las líneas. Las entrevistas deHuman Rights Watch con ex

presos políticos, grupos disidentes y familiares de presos nos llevaron a la conclusión de que las prisiones cubanas siguen albergando a varios centenares de presos políticos, y es posible que a centenares más de personas encarceladas por delitos comunes en represalia por su real o presunta oposición al Gobierno. Otros han ingresado en prisión por estado peligroso o salida ilegal, violando así derechos humanos fundamentales. A mediados de 1998, una de las organizaciones no gubernamentales cubana elaboró una lista de casi 400 presos políticos.52 Otras organizaciones de derechos humanos cubanas calculan un número aún mayor de presos políticos y señalan los arrestos y juicios en 1998 y 1999.

Aunque la cifra de presos políticos cubanos ha disminuido en los últimos años, esto se debe aparentemente a una tendencia a imponer condenas más cortas (con frecuencia de 18 meses a cuatro años a diferencia de los diez a 20 años del pasado) lo que acelera la rotación de reclusos. La mayoría de los presos políticos cumplen la totalidad de sus sentencias y casi todos están detenidos durante más de una tercera parte de la condena, después de la cual se puede solicitar la libertad condicional. No obstante, las prisiones cubanas siguen albergando a gran número de disidentes durante períodos sumamente largos-de diez a 20 años-y los fiscales no se han reducido las sentencias en una mantera consistente.

Medidas punitivas contra los presos políticos

Al igual que la población general penitenciaria de Cuba, los presos políticos padecen con frecuencia pérdidas dramáticas de peso debido a las escasas raciones alimenticias, problemas de salud graves que a veces hacen peligrar sus vidas debido a la atención médica insuficiente y abusos por parte de guardias u otros internos. Pero los presos políticos también se enfrentan a problemas característicos de su situación de activistas no violentos, por defender ideas antigubernamentales o denunciar las violaciones de los derechos humanos en las prisiones. Cada uno de los presos políticos con los que hablamos hizo hincapié en que la reclusión de presos no violentos junto con reclusos condenados por delitosviolentos, con frecuencia en centros de máxima seguridad que albergan a los delincuentes más curtidos de Cuba, es degradante y peligrosa. Las autoridades penitenciarias no quieren reconocer la situación particular de los presos políticos y los castigan por negarse a participar en la reeducación política, por no llevar el uniforme de la prisión o por denunciar violaciones de los derechos humanos en las prisiones. Los guardias limitan las visitas familiares a los presos políticos y hostigan a sus visitantes. Además, los familiares de presos son víctimas de intimidaciones del Gobierno fuera de las prisiones. Antes del juicio, muchos presos políticos cubanos suelen pasar entre varios meses y más de un año en detención preventiva, con frecuencia en celdas de aislamiento. Tras la condena, se enfrentan a nuevos períodos punitivos de encierro en solitario. El Gobierno también aplasta la libertad de expresión dentro de los muros de las prisiones por medio de cargos penales y procesamientos de los presos ya condenados que denuncian abiertamente las condiciones y el trato inhumanos en las prisiones.

La policía o los guardias de prisiones cubanos suelen agravar el castigo que supone el confinamiento en solitario con privaciones sensoriales adicionales, tales como bloquear completamente la entrada de luz en una celda, taponar la ventilación, sustraer las camas o los colchones, requisar la ropa y las pertenencias de los presos, prohibir la comunicación entre presos o limitar los alimentos y el agua por debajo de las raciones ya escasas. Además, los funcionarios de prisiones y de policía desorientan a los presos dejando las luces encendidas en las celdas 24 horas al día, cambiando la hora en los relojes o poniendo música a gran volumen incesantemente. Muchos presos dijeron que su incomodidad se vio agravada por el calor extremo y las nubes de mosquitos que les picaban en las celdas tapiadas. Los expertos en el tratamiento de sobrevivientes de la tortura identifican estos métodos como una forma de tortura física y psicológica.53

Detenciones preventivas abusivas

Antes del juicio, los funcionarios gubernamentales suelen despreciar garantías fundamentales del debido proceso al confinar a los presuntos opositores al Gobierno en detenciones incomunicadas durante largos períodos-con frecuencia en prisiones de máxima seguridad. Esta práctica, que puede incluir interrogatorios, amenazas, penalidades físicas y trauma psicológico, supone un duro castigo antes del juicio. Aunque las leyes cubanas limitan la detención preventiva a 60 días excepto en circunstancias excepcionales, los presospolíticos-especialmente los más destacados-suelen pasar mucho más tiempo encerrados. Los cuatro líderes del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna estuvieron más de 19 meses en detención preventiva antes de su juicio del 1 de marzo de 1999. Un tribunal de La Habana sentenció el 28 de agosto de 1998 a Reynaldo Alfaro García a tres años de prisión por difundir noticias falsas, pero ya llevaba más de un año detenido-desde mayo de 1997-un período que el Gobierno cubano suele descontar del cumplimiento de condena.

En los casos que se estudian más adelante, las autoridades cubanas utilizaron el aislamiento preventivo como medida de intimidación y castigo por la actividad no gubernamental. Durante estos períodos de aislamiento, la policía o las autoridades penitenciarias prohibieron o limitaron estrictamente el contacto con otros presos, abogados, familiares y amigos, sometieron a los detenidos a interrogatorios con intimidación sin la presencia de abogados y los debilitaron física y mentalmente. Los ex presos políticos entrevistados por Human Rights Watch, que coincidieron en que el Gobierno había preestablecido el resultado de sus juicios, consideraban que las detenciones preventivas eran la primera fase del castigo oficial.54

El Gobierno de Cuba no formuló cargos contra los cuatro líderes del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna hasta que pasaron 15 meses detenidos.55 Durante su detención preventiva de 19 meses, Vladimiro Roca Antúnez, Martha Beatriz Roque Cabello, Félix Bonne Carcassés y René Gómez Manzano estuvieron recluidos en prisiones de máxima seguridad. Roque Cabello pasó algunos períodos en la sección penitenciaria de un hospital de La Habana. La esposa de Vladimiro Roca, Magalys de Armas Chaviano, visitó a su esposo en la prisión Ariza de Cienfuegos el 26 de junio de 1998.56 Dijo que desde su arresto, Roca había pasado varios meses en una celda de aislamiento sin contacto con el resto de los presos ni acceso a la luz del día. Su celda de castigo tenía una bombilla encendida día y noche. Aunque las autoridades penitenciarias lo sometieron a un examen médico el 12 de junio, dependía de su esposa para el suministro de medicinas para suhipertensión. Los guardias de prisiones redujeron sus visitas a una de dos horas cada tres semanas, con la asistencia de tan sólo dos familiares. De Armas Chaviano dijo que los guardias de prisiones le prohibieron entregar libros con cualquier tema político.57 Bonné Carcassés estaba recluido en condiciones similares en la prisión Guanajay en la provincia de La Habana. Desde el momento de su encarcelamiento, Bonne Carcassés, que padece diabetes, no recibió una dieta adecuada ni medicinas suficientes. La iluminación de su celda durante las 24 horas del día contribuyó al parecer a su pérdida de visión.58

La mayoría de los presos que fueron puestos en libertad a principios de 1998 a condición de que salieran del territorio cubano hablaron de las duras y largas detenciones preventivas.59 En algunos casos, los ex reclusos que fueron forzados al exilio dejaron atrás a compañeros de causa, cuyas condenas en las prisiones cubanas se vieron exacerbadas por interrogatorios con intimidación y malos tratos durante las detenciones preventivas.

El 11 de octubre de 1992, agentes de la seguridad del Estado de Bayamo, en la provincia de Granma, arrestaron a los hermanos José Antonio y José Manuel Rodríguez Santana, a los que detuvieron en la Unidad de Seguridad del Estado en Bayamo. Los funcionarios encerraron durante cuatro meses a los dos hermanos, que padecen asma, en celdas tapiadas donde no entraba la luz del día ni tenían ventilación. Aunque los familiares intentaron hacerles llegar medicinas para el asma, los funcionarios no siempre se las entregaron y los hermanos padecieron graves ataques asmáticos debido a las condiciones sofocantes. Durante esos meses, los agentes de la seguridad del Estado interrogaron varias veces a los hermanos.

Las autoridades cubanas trasladaron después a José Antonio y José Manuel a la prisión de máxima seguridad Las Mangas en Granma, donde fueron asignados a sendas celdas junto con otros diez o 11 presos comunes encarcelados por delitos violentos. Los presos comunes los hostigaron y golpearon y ofrecieroninformación falsa sobre ellos a los agentes de la seguridad del Estado, lo que resultó en duros interrogatorios. Cuando los hermanos se quejaron del trato y de las condiciones de derechos humanos en la prisión, fueron atacados de nuevo. En un juicio a puerta cerrada en agosto de 1993, ambos hermanos fueron condenados a diez años de cárcel por rebelión y propaganda enemiga. Mientras que José Antonio fue puesto en libertad en abril de 1998 a condición de que se exiliara a Canadá, José Manuel Rodríguez Santana seguía en la prisión Las Mangas cuando se escribió este informe.60

En julio de 1993, un tribunal de Santiago condenó a ocho residentes locales por propaganda enemiga y rebelión. Human Rights Watch entrevistó a tres de ellos, Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, Luis Alberto Ferrándiz Alfaro y Xiomara Aliat Collado, que se habían exiliado en Canadá a principios de 1998. Uno de sus compañeros de causa, Víctor Bressler Villazán, sigue en el correccional Cuatro Caminos de Santiago cumpliendo una condena de 12 años por rebelión, mientras que Emilio Bressler Cisneros, un familiar que intentó defenderlo, está cumpliendo una condena de ocho años por propaganda enemiga en la prisión de máxima seguridad Boniato de Santiago. Los agentes de la seguridad del Estado arrestaron a todos los encausados en enero de 1993 y los detuvieron inicialmente en la Unidad de Seguridad del Estado en Santiago, conocida como Versalles. Sambra Ferrándiz recordó haber interpelado a la policía que registró su casa el 13 de enero de 1993 para que le mostrara una orden judicial. En lugar de presentarle una orden, lo detuvieron e internaron en una celda de aislamiento en Versalles, donde estuvo recluido durante tres meses. La celda le recordaba a una tumba. Medía dos por dos metros y era completamente hermética salvo un espacio profundo muy estrecho, "como un canal," por donde entraba algo de aire. Su retrete consistía en un agujero en el suelo. Una bombillas incandescentes de 100 vatios estaba encendida las 24 horas del día y convertía en un horno la celda escasa de aire. Al caer la noche, aparecían las nubes de mosquitos, que para Sambra Ferrándiz eran como una pesadilla que le mantenía despierto toda la noche. Recordaba la frase de un investigador de la seguridad del Estado, un tal capitán Seriocha, que le decía que "los mosquitos son nuestros principales aliados." Sambra Ferrándiz pasó quince días incomunicado antes de ver a su familia. Dijo que se echaron a llorar cuando le vieron por lo hinchado que estaba de las picaduras de los mosquitos.

Los agentes de la seguridad del Estado empezaron a interrogarle el 14 de enero, normalmente en oficinas con fuerte aire acondicionado, después de salir delcalor asfixiante de su celda tapiada A su llegada o la de sus compañeros de causa al interrogatorio, los agentes los encerraban en la oficina helada entre 30 minutos y una hora, antes de iniciar las preguntas cuando ya estaban tiritando de frío. Recordaba a un investigador, con un abrigo en sus brazos, que le preguntó varias veces si tenía frío para después negarse a darselo. En el recorrido de ida y vuelta a los interrogatorios, los guardias siempre lo obligaban a ponerse de cara a la pared con las manos en la espalda y que no mirara a su alrededor. Desde Versalles, los agentes de la seguridad del Estado trasladaron a Sambra Ferrándiz a la prisión de máxima seguridad Mar Verde en Santiago. En julio de 1993, un tribunal santiaguero lo condenó por propaganda enemiga y rebelión a 12 años de prisión.61

Los agentes de la seguridad del Estado también detuvieron a Luis Alberto Ferrándiz Alfaro y a su esposa, Xiomara Aliat Collado, en Versalles. Aliat Collado dijo que durante su detención de 45 días en Versalles, los agentes de la seguridad del Estado la atormentaron psicológicamente diciéndole que su hijo de cinco años-que padece asma y se había quedado sólo con su hermana de 14 años tras el arresto de sus padres-estaba enfermo y no recibiría tratamiento médico y podría morir si no confesaba.62 Aliat Collado fue condenada a siete años de prisión. Los funcionarios cubanos trasladaron a Ferrándiz Alfaro a la prisión de máxima seguridad Boniato en mayo de 1993, donde los guardias lo encerraron durante tres meses con otro preso en una celda tapiada de dos por dos metros, sin luz ni ventilación y repleta de insectos. Dijo que no le explicaron porqué le encerraban en esa celda y que nunca había estado encarcelado antes. Durante esos meses, un tribunal de Santiago lo condenó a 12 años de prisión por propaganda enemiga y rebelión.63

El 3 de agosto de 1992, un tribunal militar cubano halló culpables de revelar secretos concernientes a la seguridad del Estado a Víctor Reynaldo Infante Estrada y al Dr. Omar del Pozo Marrero, y los condenó a 13 y 15 años de cárcel, respectivamente. El tribunal también sentenció al subteniente Julio César Álvarez López a 19 años de prisión por el mismo delito y por insubordinación, y a Carmen Julia Arias Iglesias a nueve años por complicidad en la revelación de secretos deEstado. El Gobierno cubano puso en libertad a Infante Estrada y a Del Pozo Marrero en 1998, para que se exiliaron en Canadá, y a Arias Iglesias en 1997 para que se exiliara en Estados Unidos, mientras que Álvarez López seguía encarcelado cuando se escribió este informe. Los fiscales cubanos alegaron que Álvarez López había suministrado a los otros tres, que eran activistas de derechos humanos y políticos, los nombres de los agentes del Gobierno infiltrados en sus organizaciones.

Su juicio también estuvo precedido por duras detenciones preventivas. En abril de 1992, los agentes de la seguridad del Estado arrestaron a Infante Estrada y a Del Pozo Marrero y los encerraron en celdas tapiadas en sus oficinas centrales de La Habana, conocidas como Villa Marista. Durante los 75 días que Infante Estrada estuvo detenido en solitario en Villa Marista, los funcionarios lo interrogaron reiteradamente sobre sus actividades de derechos humanos y de oposición. Recordaba que no podía distinguir la noche del día en su celda y que intentó marcar el paso del tiempo escuchando el canto de los pájaros en el exterior. Del Pozo Marrero pasó 80 días en una celda de uno por dos metros. Dijo que los guardias nunca lo llamaron por su nombre sino que se referían a él con un número.64

Adriano González Marichal pasó casi dos años encarcelado antes de su juicio en diciembre de 1993. La policía lo había arrestado en enero de 1992 por colocar carteles antigubernamentales, denunciar violaciones de los derechos humanos y participar en una manifestación de septiembre de 1991 frente a Villa Marista reclamando la puesta en libertad de presos políticos. En marzo de 1992, fue trasladado a la prisión de máxima seguridad Quivican de La Habana, donde varios guardias y presos comunes le golpearon y encerraron en una celda de castigo durante dos meses. La celda medía aproximadamente 1,2 por tres metros y no estaba iluminada. En julio del año siguiente, cuando todavía estaba en detención preventiva, las autoridades lo trasladaron a la prisión de máxima seguridad Combinado del Este en La Habana. Los guardias lo situaron en la sección de castigo de la prisión, un grupo de celdas conocido como "47" o "el rectángulo de la muerte," un modulo con unas 90 celdas distribuidas en tres corredores. Recordaba que en la entrada había un cartel con las reglas, entre las que se encontraba no hablar y no estar en la cama desde las cinco de la mañana hasta las 10 de la noche. Los funcionarios de la prisión se llevaron su ropa, lo vistieron con un uniforme negro, le quitaron sus pertenencias y lo esposaron durante varias horas. Cada vez que los presos entraban o salían de la unidad tenían que ponersede cara a la pared con las manos en la espalda y las piernas abiertas, o los guardias les separaban las piernas. Los guardias solían golpear a los presos que se caían. Pasó 21 días en las celdas de aislamiento de esa unidad.

Aislamiento posterior al juicio

Tras la condena, las autoridades penitenciarias suelen castigar a los presos políticos con períodos en celdas de aislamiento, debido al hecho de que son disidentes o debido a sus manifestaciones o actividades durante el encarcelamiento.

El caso de René Portelles demuestra la manera en que el Gobierno cubano utiliza medidas brutales para reprimir a los presos políticos. Desde su arresto en septiembre de 1993 hasta su puesta en libertad y exilio en Canadá en abril de 1998, las autoridades penitenciarias utilizaron repetidamente el aislamiento, así como las palizas y los traslados de prisión (aislándole de su familiares y amigos y obligándole a adaptarse a los nuevos y duros ambientes carcelarios), para castigar su oposición al Gobierno y sus críticas de las condiciones penitenciarias. Antes de su juicio, los agentes de la seguridad del Estado lo encerraron en una celda de aislamiento de la Unidad de Seguridad del Estado de Pedernal en Holguín durante varios meses. En 1994, un tribunal de Holguín sentenció a Portelles a siete años de prisión por propaganda enemiga, debido al parecer a que había sido el presidente local del Partido Social Demócrata.

 

  En 1995 y 1996, Portelles pasó 13 meses en una celda de aislamiento de la prisión Canaleta de Ciego de Ávila.

Tras su condena, los guardias de prisiones recluyeron a Portelles en celdas de seguridad de la Prisión Provincial y de la Unidad de Seguridad del Estado de Holguín por haber organizado huelgas de hambre en protesta por las condiciones penitenciarias. Además, los agentes golpearon varias veces a Portelles como castigo por sus críticas, una vez fracturando una costilla. En 1995 y 1996, Portelles pasó 13 meses en una celda de aislamiento de la prisión Canaleta de Ciego de Ávila. A principios de 1996, inició una huelga de hambre en la prisión Ariza de Cienfuegos. El 29 de febrero, los guardias que intentaban poner fin a la huelga golpearon a varios presos, entre ellos Portelles. En represalia, las autoridades encerraron un mes más a Portelles en una celda de castigo. En marzo de 1996, los guardias lo trasladaron a la prisión Valle Grande de La Habana, donde lo internaron en cinco ocasiones en celdas de aislamiento debido a su defensa de los derechos de los demás presos. En abril de 1997, las autoridades penitenciarias lo trasladaron a la "compañía de castigo," la sección de la cárcel donde los presos están sancionados con el aislamiento y otras privaciones, de la prisión Boniato de Santiago de Cuba. Después de tan sólo un mes, las autoridades volvieron a trasladarlo, esta vez a la prisión Combinado de Guantánamo, donde pasó tres períodos, de 20 días a tres meses de duración, en celdas de castigo a finales de 1997. Los funcionarios de prisiones le impusieron otros tres meses de aislamiento después de concederle unpermiso temporal en agosto de 1997, ordenándole que solicitara el visado de entrada en Estados Unidos. Cuando se encontraba en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Portelles denunció las violaciones de los derechos humanos en la prisión de Guantánamo.

A su regreso a la prisión, los guardias le golpearon por sus denuncias y por haber gritado "¡Abajo las lemas comunistas!" y "¡Abajo la dictadura comunista!" En noviembre de 1997, las autoridades penitenciarias trasladaron a Portelles a una celda de castigo en el "rectángulo de la muerte," la sección de castigo de la prisión Combinado del Este de La Habana. A finales de 1997, los funcionarios lo trasladaron al otro lado del país y lo recluyeron en una celda tapiada de la Unidad de Seguridad del Estado en la prisión Combinado de Guantánamo. Inició una huelga de hambre en protesta por la situación. El 14 de enero de 1998, los agentes de la seguridad del Estado le golpearon cuando gritó "¡Viva el Papa Juan Pablo II!" y "¡Viva el Partido Social Demócrata!" Poco después, las autoridades cubanas volvieron a trasladarlo, esta vez a Villa Marista, antes de obligarle a exiliarse en Canadá en mayo de 1998. Los agentes de la seguridad del Estado en Villa Marista lo ataron en dos ocasiones y lo dejaron abandonado en suelo de su celda de aislamiento durante horas. Portelles dijo que los agentes de la seguridad del Estado le engañaron en cinco ocasiones diciéndole que se prepara para su partida "inminente."65

En diciembre de 1997, las autoridades de la prisión Las Mangas en Granma trasladaron a José Antonio Rodríguez Santana, que estaba cumpliendo una condena de diez años por propaganda enemiga y rebelión, a una celda de castigo de la Unidad de Seguridad del Estado de Bayamo en Granma. El traslado se produjo después de que Rodríguez Santana denunciara los abusos graves en la prisión. El capitán Leonardo Miranda, el comandante de la unidad, ordenó el encierro de Rodríguez Santana en una celda totalmente tapiada durante 17 días. La reclusión en la celda sin ventilación, lo que Santana consideraba un intento de intimidarle, le provocó varios ataques de asma.66

Entre marzo de 1995 y diciembre de 1996, las autoridades cubanas mantuvieron recluido durante un año y diez meses a Raúl Ayarde Herrera, que estaba cumpliendo una condena de diez años por espionaje, en una celda de aislamiento completamente oscura de la Prisión Provincial de máxima seguridadde Guantánamo. La celda medía un metro por dos metros. Los guardias de la prisión le quitaron todas sus pertenencias y sólo le dejaron alguna ropa. En varias de las ocasiones en que solicitó asistencia médica, los guardias lo castigaron dejándole desnudo durante períodos de 21 días. En diciembre de 1996, las autoridades penitenciarias lo trasladaron a la prisión de máxima seguridad Pitirre en La Habana, conocida como 1580, donde lo encerraron en una celda de castigo tapiada durante dos meses. Entre abril de 1997 y febrero de 1998, los guardias de la prisión provincial Kilo 5 ½ de Pinar del Río lo recluyeron en una celda de aislamiento. El Gobierno cubano obligó a Ayarde Herrera a exiliarse en Canadá en abril de 1998.67

Entre agosto de 1997 y febrero de 1998, el Gobierno de Cuba encarceló a Armando Alonso Romero, alias Chino, que estaba cumpliendo una condena de 12 años por "otros actos contra la seguridad del Estado," en la Prisión Provincial de Las Tunas. Durante ese período, los guardias lo recluyeron en una celda de castigo que medía aproximadamente un metro y medio por dos metros. La celda era casi hermética y la luz natural era escasa. Dijo que la prisión tenía unas 45 celdas de aislamiento. Desde su arresto en septiembre de 1993 hasta su puesta en libertad en abril de 1998, Alonso Romero pasó más de cuatro años en celdas de aislamiento.68

Marcos Antonio Hernández García, que fue detenido en abril de 1990 y condenado en 1991 por propaganda enemiga, espionaje y sabotaje a 20 años de cárcel, también estuvo recluido en la prisión de Las Tunas entre agosto de 1997 y febrero de 1998. Los guardias lo tuvieron encerrado todo el tiempo en una celda de aislamiento y le aplicaron un régimen llamado "plan de hostigamiento," según el cual lo sacaba de su celda cada diez o 15 minutos desde las diez de la noche hasta las 6 de la mañana todas las noches.69

Desde diciembre de 1996 hasta marzo de 1998, José Miranda Acosta, que cumplía una condena de 12 años por terrorismo, estuvo encerrado en una celda de aislamiento de la prisión Cerámica Roja de Camagüey. Miranda Acosta, un miembro del Movimiento Cristiano de Liberación, fue detenido en 1993 acusadode ser el destinatario de una caja que contenía una granada. Nunca recibió dicha caja ni reconoció su existencia. Al ingresar por primera vez en prisión en septiembre de 1996, los guardias le golpearon varias veces.70

Víctor Reynaldo Infante Estrada pasó la mayoría de sus casi seis años de condena recluido en solitario. Las autoridades penitenciarias lo encerraron en celdas de castigo de la prisión Toledo de La Habana, la prisión Agüica de Matanzas (en una sección con 16 celdas de aislamiento conocida como "La Polaca"), y la prisión Combinado del Sur de Matanzas (desde principios de 1994 hasta diciembre de 1996). En La Polaca, donde estuvo recluido en 1993 y de nuevo entre diciembre de 1996 y abril de 1997, la celda de Infante Estrada estaba totalmente a oscuras día y noche y los guardias le requisaron en varias ocasiones su colchón y sus pertenencias. Los guardias no permitían el acceso a un patio cerrado cercano, donde dijo que el sol sólo daba directamente en julio y agosto. En la prisión Combinado del Sur de Matanzas, donde Infante Estrada pasó casi dos años recluido en solitario, el jefe de orden interno, el teniente Juan Araño, le advirtió que cesara las denuncias de violaciones de los derechos humanos en la prisión. Infante Estrada recordó que Arañó le dijo: "si eres león, tienes que estar enjaulado."71

En septiembre de 1995, Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz inició un encierro incomunicado de siete meses en una celda de 1,2 por dos metros en la prisión Bahía Larga de Santiago. Las autoridades penitenciarias ordenaron su castigo porque se había negado a ponerse firme en la visita de un general a la prisión y a cortarse el pelo y afeitarse.72 También en 1995, Omar del Pozo Marrero pasó ocho meses en una celda de castigo de la prisión Guanajay de La Habana. Aunque los guardias calificaron esta sanción de "medida de seguridad," no ofrecieron pruebas que la justificaran. Durante ese período, las autoridades lopresionaron psicológicamente con amenazas de poner fin a sus visitas, golpearle y hacer que sus familiares se quedaran sin empleo.73

Palizas

Según los presos, activistas de derechos humanos, familiares de presos y periodistas entrevistados por Human Rights Watch, los guardias de prisiones y los presos comunes agrupados en consejos de reclusos, que actúan bajo las órdenes o con la aquiescencia de las autoridades penitenciarias, castigan con palizas a los presos políticos cubanos que expresan críticas abiertamente. En la primera mitad de 1998, las autoridades de la Prisión Provincial de Guantánamo ordenaron aparentemente que se propinaran palizas a los presos políticos que denunciaran las condiciones penitenciarias, entre ellos Néstor Rodríguez Lobaina, Jorge Luis García Pérez, alias Antúnez, Francisco Herodes Díaz Echemendía y Orosman Betancourt Dexidor.74 Al parecer, desde que Antúnez empezó el cumplimiento de su condena de 17 años por propaganda enemiga, sabotaje y evasión en 1990, los guardias le han golpeado con dureza en numerosas ocasiones y han castigado por sus huelgas de hambre en protesta por las condiciones penitenciarias, denegándole las visitas familiares y las medicinas. En octubre de 1998, las autoridades penitenciarias lo trasladaron aparentemente a otra prisión, sin informar a su familia.75

En septiembre de 1997, los guardias de la prisión de Guantánamo golpearon a Antúnez, a Francisco Díaz Echemendía y a Néstor Rodríguez Lobaina.76 Según se ha informado, los guardias de la prisión Kilo 8 de Camagüey golpearon repetidamente a Jesús Chamber Rodríguez, que fue condenado a diez años de prisión en 1992 por propaganda enemiga. Su salud se deterioró debido alas palizas, los períodos en celdas de castigo, la falta de atención médica, la alimentación escasa y la negación del acceso a la luz del día durante meses seguidos.77 En noviembre de 1998, el Gobierno cubano anunció que iba a poner en libertad a Chamber Rodríguez a condición de que se exiliara en España.78 A su llegada a España en diciembre, declaró que había pasado por todo: le habían abierto la cabeza, destrozado las piernas y puesto en un pasillo durante seis meses para volverle loco.79

El 11 de abril de 1998, dos agentes de la seguridad del Estado, el capitán Hermes Hernández y el teniente René Orlando, golpearon al parecer a Bernardo Arévalo Padrón, un periodista que estaba cumpliendo una condena de seis años por desacato en la prisión Ariza de Cienfuegos. Los funcionarios, que se encolerizaron aparentemente al hallar documentos antigubernamentales en la prisión, le golpearon con un bastón de madera en la cabeza, el cuello y el vientre, mientras le gritaban y llamaban "gusano" o traidor. Se dijo que los fiscales militares cubanos adoptaron la medida positiva de formular cargos contra ambos agentes a principios de mayo.80 Arévalo Padrón estuvo recluido en una celda de aislamiento, donde los guardias lo encerraron poco después de la paliza, hasta septiembre. Los familiares de Arévalo Padrón afirmaron que el teniente Orlando no les permitió dejar medicinas para él, a pesar de aquejarse de graves problemas estomacales.81 Otros presos también informaron al parecer que habían sido maltratados por los guardias de Ariza.82

El 5 de abril de 1998, presos comunes de la prisión Canaleta en Matanzas golpearon aparentemente a Jorge Luis Cruz Arencibia. Según se informó, las autoridades penitenciarias no quisieron que se atendieran las heridas de Cruz Arencibia.83

El 9 de noviembre de 1997, el reeducador de la prisión Kilo 5 ½ de Pinar del Río, conocido como Osiri, y un funcionario de la seguridad del Estado de la prisión, el teniente Mario Medina, golpearon al parecer a Raúl Ayarde Herrera porque había iniciado una huelga de hambre en protesta por las condiciones penitenciarias. Durante su traslado a la prisión de Pinar del Río procedente de la prisión Pitirre de La Habana, el 30 de abril de 1997, dos agentes de la seguridad del Estado, el coronel Wilfredo Velásquez y un funcionario apellidado Vargas, golpearon a Ayarde Herrera durante todo el recorrido. También se dijo que había tirado todas sus pertenencias y ropa por la ventana del vehículo. Tres días después de su llegada, un preso común conocido como Veltoldo también le golpeó aparentemente. Ayarde Herrera dijo que Veltoldo se le acercó posteriormente y le dijo: "Coño, político. Perdóname. Lo tenía que hacer." Veltoldo le explicó que el teniente Mario Medina le había ordenado que le diera una paliza o correría el peligro de perder su derecho a ser trasladado de la prisión de máxima seguridad a un correccional.84

En varias ocasiones, los guardias de prisiones golpearon a Víctor Reynaldo Infante Estrada, un crítico abierto del Gobierno y abogado de derechos humanos que fue víctima de numerosas medidas punitivas durante su estancia en la cárcel. En junio de 1997, varios guardias de prisiones se introdujeron en la celda de aislamiento de Infante Estrada para cortarle el pelo y afeitarle, como ya lo habían hecho varias veces durante los meses anteriores. Los guardias, encabezados por el jefe de orden interno de la prisión, el subteniente Emilio Villacruz, inmovilizaron a Infante Estrada, le quitaron la ropa por la fuerza, le cortaron el pelo con maquinilla y le afeitaron la barba. Cuando Infante Estrada intentó detenerlos, los guardias le golpearon la espalda con sus bastones. El 13 de julio de 1997, el mayor Pedro López, un miembro de la Unidad de Seguridad del Estado de la prisión Agüica, esgrimió su pistola ante Infante Estrada y, en referencia a una serie de explosiones recientes en hoteles, dijo: "Si pasa algo más como esto dentro de Cuba, yo mismo vendré a matarte dentro de la celda." Antes de irse, acusó a InfanteEstrada de ser el responsable de las explosiones, le llamó contrarrevolucionario y le dio un bofetón.85

En abril de 1997, el jefe de orden interno de la prisión, el mayor Abreu, ordenó que sacaran a Omar del Pozo Marrero de su celda para que los guardias pudieran registrarla en busca de armas blancas o drogas. Del Pozo Marrero se negó a salir diciendo que era un preso político. Los guardias lo sacaron de la celda y lo arrastraron unos 50 metros mientras le golpeaban.86 En mayo de 1997, el teniente Carrales de la prisión Combinado del Este de La Habana esposó a Del Pozo Marrero y lo tiró al suelo porque no quiso que los funcionarios registraran su celda.

Cargos penales por la denuncia de abusos en las prisiones

Las medidas legales del Gobierno cubano para aplastar las críticas también se aplican dentro de los muros de las prisiones, donde los presos que protestan el trato inhumano se exponen a cargos penales, juicios y más años de condena.

En septiembre de 1997, un tribunal habanero halló culpables de soborno a Maritza Lugo Fernández y a Raúl Ayarde Herrera por pagar presuntamente a un guardia de la prisión Pitirre de La Habana para que introdujera una grabadora en la cárcel.87 El tribunal sentenció a Lugo Fernández a dos años y a Ayarde Herrera a tres años más que se sumaron a la condena que ya estaba cumpliendo. En abril de 1998, el Gobierno cubano forzó a Ayarde Herrera a que se exiliara en Canadá. Lugo Fernández pasó varias semanas en la Prisión Provincial de Mujeres de La Habana, conocida como Manto Negro, y después se ordenó su arresto domiciliario.88

En septiembre de 1996, un tribunal de Camagüey sentenció a Jesús Chamber Ramírez, que ya estaba cumpliendo una condena por propaganda enemiga en la prisión Kilo 8, a cuatro años más de prisión por desacato a la autoridad del comandante en jefe. Chamber Ramírez, a quien los guardias habían golpeado repetidamente, había gritado "abajo Fidel" y denunciado las violaciones de los derechos humanos en la prisión.

Durante sus seis años en las prisiones cubanas, las autoridades castigaron habitualmente a Víctor Reynaldo Infante Estrada por defender abiertamente los derechos de los presos políticos y comunes. Como se explicó anteriormente, pasó la mayoría de su condena en celdas de aislamiento. El Gobierno cubano recurrió al Código Penal para frenar aún más sus críticas. El 10 de diciembre de 1996, un tribunal de Matanzas sentenció a Infante Estrada a un año más de prisión por desacato a la autoridad de un guardia de prisiones. El juicio se produjo con motivo de la denuncia en noviembre de 1996 por parte de Infante Estrada de un funcionario de la prisión Combinado del Sur, el teniente Juan Araña, por golpear a un preso común que fue hallado posteriormente muerto en su celda. Infante recordó que le dijo a Araña: "No respeto a los asesinos y no respeto tu autoridad." Tras el juicio, Infante Estrada se encerró en su celda e inició una huelga de hambre. Araña le amenazó diciéndole: "Tú también puedes amanecer ahorcado."

En abril de 1997, Infante Estrada protestó el hecho de no recibir tratamiento para su hipertensión escribiendo esloganes antigubernamentales en muchas hojas (entre ellos "Abajo Fidel" y "Abajo la Dictadura"), que ató al extremo de un palo de escoba y agitó fuera de su celda de aislamiento para que las hojas se diseminaran por los patios de la prisión. Poco después, un funcionario de la seguridad del Estado de la prisión, el teniente Fidel Relovu, le amenazó con golpearle y le informó de que tenía cargos pendientes por propaganda enemiga. Recordó que Relovu le dijo "contra el Comandante, no se puede." Los guardias ordenaron que Infante Estrada fuera encerrado 21 días más en su celda de castigo, le quitaran el colchón y le requisaran sus pertenencias.

En junio de 1997, varios funcionarios de la prisión Agüica golpearon a Infante Estrada. Sus intentos de protegerse de los golpes de los guardias resultaron en una acusación de "resistencia" contra él.89 Cuando el Gobierno cubano forzó a Infante Estrada a exiliarse en Canadá a principios de 1998, diciéndole que su única alternativa para salir de la prisión, los cargos de resistencia y propaganda enemiga estaban pendientes contra él.

Negación de tratamiento médico

Mientras los presos cubanos reciben una atención médica deficiente, las autoridades cubanas niegan de manera discriminatoria el tratamiento sanitario a los presos políticos. La negativa a tratar a reclusos enfermos es especialmente atroz cuando los guardias o los consejos de reclusos son los responsables de las heridas infligidas. Debido a las condiciones sumamente duras en las prisiones cubanas, la negación de atención médica hace que los presos se encuentren en condiciones de salud graves y que a veces su vida corra peligro. Esta falta de tratamiento sanitario para los presos políticos provocó la muerte de varios reclusos en la cárcel y ha hecho que gran número de ex presos padezcan enfermedades graves.

El 19 de febrero de 1997, Aurelio Ricart Hernández falleció en la prisión Micro 4 de La Habana. Estaba cumpliendo una condena de 15 años por propaganda enemiga y espionaje. Marcos Antonio Hernández García, que estaba encarcelado con él, recordó que había padecido del hígado durante mucho tiempo y que su piel estaba amarillo. Fue hospitalizado el 15 de febrero, cuando empezó a vomitar sangre. Hernández García dijo que los médicos de la prisión habían dicho muchas veces que atenderían a Ricart Hernández "la semana siguiente."90

Las autoridades cubanas pusieron en libertad a Pedro Armenteros Laza, que había sido condenado a seis años de prisión por propaganda enemiga el 12 de julio de 1996, cuando estaba en coma. Murió poco después.91

En mayo de 1995, el Gobierno de Cuba puso en libertad a Sebastián Arcos Bergnes, el vicepresidente del Comité Cubano de Derechos Humanos, que estaba cumpliendo una condena de cuatro años y ocho meses por propaganda enemiga. Cuando fue examinado en Miami en septiembre de 1995, su médico descubrió un considerable tumor rectal que llevaba creciendo más de un año y habría sido detectado en los exámenes médicos habituales para hombres de su edad. Debido a que los médicos cubanos de la prisión no trataron a Arcos Bergnes, su cáncer sólo fue detectado cuando era irreversible. Sebastián Arcos Bergnes falleció el 22 de diciembre de 1997.

En junio y julio de 1998, las autoridades cubanas detuvieron a Martha Beatriz Roque Cabello en la sección penitenciaria del hospital Carlos J. Finlay, donde los médicos que la examinaron concluyeron que tenía una úlcera gástrica. Al parecer, no se ocuparon de sus quejas iniciales sobre bultos en sus pechos. Alparecer, su estancia en el hospital demostró ser especialmente estresante debido a que tuvo que compartir la habitación con otra detenida con graves problemas psiquiátricos. Según se informó, la detenida intentó suicidarse durante el confinamiento con Roque Cabello, lo que agravó aún más el nivel de estrés de Roque Cabello.92

El Dr. Dessy Mendoza estuvo internado en la prisión Boniato de Santiago cumpliendo una condena de ocho años por propaganda enemiga hasta noviembre de 1998, cuando lo pusieron en libertad a condición de que se exiliara en España.93 Su esposa, la Dra. Carmen de la Caridad Piñón Rodríguez dijo que su esposo padecía hipertensión y cardiopatía graves y que su estado había empeorado desde su encarcelamiento. Señaló que su cardiopatía se descompensaba frecuentemente, lo que le provocaba dolores y debilidad. Las autoridades penitenciarias cubanas aumentaran su nivel estrés situándolo en una celda con un hombre condenado por homicidio en un área de la prisión reservada para 119 presos comunes. Debido al empeoramiento de su condición, los funcionarios de prisiones lo hospitalizaron durante cuatro días en abril. Sin embargo, el Gobierno no le proporcionó la medicación adecuada y su estado se agravó aún más debido a la mala alimentación y las difíciles condiciones físicas en la prisión. Al igual que muchos otros presos cubanos, el Dr. Mendoza sobrevivió gracias a los alimentos y medicinas que le suministró su esposa.94

En mayo de 1998, la negativa constante de los médicos de la prisión Boniato a tratar a Marcelo Diosdado Amelo se saldó aparentemente con un fuerte agravamiento de su estado. Amelo Rodríguez, el presidente del Club de Ex-Presos Políticos "Gerardo González" que estaba cumpliendo una condena de ocho años por rebelión, padecía hipertensión, mala circulación y pérdida de visión, y estuvo a punto al parecer de perder la pierna izquierda. Su esposa, Raisa Lora Garquín, dijo al parecer que había entregado a las autoridades penitenciarias medicinas y vitaminas para su marido, pero que éstas se habían negado a hacérselas llegar. Los guardias de prisiones también se empeñaron en que Amelo Rodríguez siguieradetenido en una celda de castigo, donde llevaba encerrado desde julio de 1997.95 Ese mismo mes, las autoridades de la prisión Manguito de Santiago no quisieron atender durante cuatro días a Orestes Rodríguez, a pesar de sus quejas de un fuerte dolor en el hombro que no le dejaba dormir.96

Según se ha informado, Francisco Pastor Chaviano González, que está cumpliendo una sentencia de 15 años en la prisión Combinado del Este de La Habana por revelar secretos concernientes a la seguridad del Estado, no ha recibido tratamiento médico para su hipertensión. Las difíciles condiciones de su encierro, recibiendo raciones exiguas de comida y con tan sólo breves visitas cada dos meses, han agravado su enfermedad.97

El Dr. Omar del Pozo Marrero padeció una grave hipertensión durante su encarcelamiento, debido a las malas condiciones en la prisión y la falta de atención médica. Dijo que en respuesta a los llamamientos internacionales sobre el empeoramiento de su salud, el Gobierno había restado importancia a su enfermedad y mentido sobre el tratamiento médico que recibía. En mayo de 1995, una delegación encabezada por la organización francesa France-Libertés, con la participación de Human Rights Watch, examinó al Dr. Del Pozo Marrero en la prisión Combinado del Este. Tras el examen, el Gobierno de Cuba se comprometió a ofrecerle tratamiento médico. Pero el Dr. Del Pozo Marrero dijo que su "tratamiento" consistió en un mes de pruebas en el hospital Carlos J. Finlay cuya conclusión fue minimizar su enfermedad. Entre sus problemas de salud se encontraban hipertensión, piedras en el riñón, úlcera de duodeno y próstata anormal. Además, había pasado de 64 a unos 50 kilos de peso durante su encarcelamiento. El Dr. Del Pozo Marrero dijo que los médidos lo estaban tratando "políticamente y no medicamente." El Dr. Del Pozo Marrero, que reconoció que algunos médicos de prisiones cubanos trataban bien a sus pacientes, dijo que la mayoría de la atención médica en las prisiones era aparente. Observó como losmédicos sólo trataban enfermedades leves, mientras que dejaban de lado los problemas de salud más graves.98

En septiembre de 1997, Marcos Antonio Hernández García se quejó a las autoridades de la Prisión Provincial Las Tunas de un fuerte dolor fruto de una hernia. El personal médico de la prisión le dijo que no le dolía nada y no quiso darle ningún calmante. Cuando siguió quejándose de fuertes dolores e hinchazón, los funcionarios de prisión le permitieron que viera a un urólogo. Dijo que cuando el médico supo que era un "contrarrevolucionario," se negó a atenderle. Los guardias de la prisión permitieron que sus familiares le suministraran medicinas para el dolor. El 2 de febrero de 1998, las autoridades autorizaron la intervención quirúrgica de su hernia. Hernández García dijo que el personal médico tenía una mentalidad anti preso.99

Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, que no recibió suficiente tratamiento para sus problemas digestivos, vómitos y úlcera, durante su encarcelamiento, dijo que los médicos de la prisión eran "más militares que médicos. Ellos reciben órdenes, no tienen ética."100 Raúl Ayarde Herrera recordó que, en 1997, pidió asistencia médica en la prisión de Pinar del Río para un dolor derivado de un bloqueo intestinal. El mayor Inocente Delgado, alias El Chino, le dijo que para contrarrevolucionarios no hay asistencia médica.101

Traslados de presos

Las autoridades penitenciarias suelen trasladar a los presos políticos a toda una serie de prisiones durante el cumplimiento de sus condenas. Los traslados sirven para penalizar a los presos obligándoles a readaptarse a un nuevo centro, dificultando el contacto con sus familiares e impidiendo que los presos reúnan o divulguen información sobre abusos en las prisiones. En el transcurso de sus cuatro años y medio en prisión, René Portelles, que se exilió en Canadá a principios de 1998, estuvo recluido en 11 centros diferentes. Los traslados se produjeronnormalmente cuando Portelles protestó las condiciones penitenciarias o manifestó su disidencia política.

Trabajo en las prisiones

Las presiones del Gobierno de Cuba sobre los presos políticos para que trabajen durante su estancia en prisión, que se estudian en el apartado titulado Derechos del trabajador: Trabajo en las prisiones, constituyen una violación del convenio de la Organización Internacional del Trabajo sobre la abolición del trabajo forzoso, que ha sido ratificado por Cuba.

Restricciones de las visitas

Las autoridades penitenciarias cubanas conceden muy pocas visitas familiares a los presos políticos y suelen restringir aún más las visitas como medida punitiva. Los traslados entre prisiones también dificultan el contacto con la familia. Estas prácticas violan las disposiciones de las Reglas Mínimas que establecen la conservación de los vínculos con la comunidad por medio de las visitas periódicas.102 Como se explicó anteriormente, en el apartado titulado Restricciones de las visitas religiosas, se suele negar también a los presos políticos y comunes el derecho a entrevistarse con consejeros espirituales.

Las autoridades de la prisión Boniato pusieron al Dr. Dessy Mendoza en el "régimen severo," permitiéndole tan sólo una visita de dos horas cada dos meses por parte de dos familiares inmediatos. Debido a la extrema restricción de las visitas, los hijos del Dr. Mendoza sólo pudieron verlo unas cuantas veces durante su encarcelamiento. Su esposa dijo que su hijo de un año, nacido poco después de la detención de su padre, llamaba "papi" a su hermano de 13 años.103

El 10 de diciembre de 1997, un recluso de la prisión Combinado de Guantánamo, Alberto Joaquím Aguilera Guevara, alias Carlos, que estaba cumpliendo una condena de 15 años por propaganda enemiga, desacato y atraco, emprendió una huelga de hambre de un día para celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos. En represalia, cuando su madre llegó tres días después parasu visita de fin de año, los guardias no la dejaron entrar ni que dejara un saco con 25 kilos de alimentos.104

Las autoridades penitenciarias sólo autorizaron a Víctor Reynaldo Infante Estrada una visita de dos horas cada dos meses por parte de familiares inmediatos. Infante Estrada, que se vio forzado al exilio en Canadá cuando el Gobierno cubano no le ofreció otra alternativa para evitar cumplir la totalidad de su condena, dijo que nunca volvió a ver a algunos de sus familiares, como sus tías, tíos y primos.105 Entre junio de 1996 y febrero de 1997, las autoridades de la prisión Micro 4 denegaron a Yonaikel Baney Hernández Menéndez el derecho a recibir visitas de su padre, Marcos Antonio Hernández García.106 Cuando Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz estuvo detenido en la prisión Bahía Larga de Santiago, se negó a llevar el uniforme carcelario para que no lo confundieran con "un violador más." En respuesta, el 24 de noviembre de 1994, las autoridades penitenciarias suspendieron sus visitas durante dos años.107

Penalidades para los familiares

Los esfuerzos del Gobierno cubano por intimidar a los presos políticos se extienden a sus cónyuges, los hijos y otros miembros de la familia. Las familias que han perdido el sostén familiar luchan por llegar a fin de mes y garantizar que sus familiares encarcelados tienen suficientes alimentos y medicinas. El encarcelamiento injusto de un disidente tiene un alto coste material y emocional, y el hostigamiento gubernamental plantea mayores dificultades para los familiares, lo que aumenta aún más el precio a pagar por militar en la oposición.

La madre de Adriano González Marichal, Adelaida Marichal Martínez, ha sido arrestada cinco veces. Durante el encarcelamiento de su hijo tuvo que enfrentarse al hostigamiento de las autoridades penitenciarias. A finales de 1997, los guardias de la prisión de Valle Grande en La Habana la obligaron a desnudarsepara registrarla a la salida de la prisión en busca de denuncias de violaciones de los derechos humanos.108 Esta medida abusiva, destinada exclusivamente a aplastar la libertad de expresión y encubrir los abusos de los derechos humanos, no tenía relación alguna con consideraciones legítimas sobre la seguridad.109

Edelmira Matamoros Espejo, la esposa del preso político Edelberto del Toro Argota, fue humillada por las guardias de prisiones que la hicieron desnudarse para registrarla y la obligaron a ponerse en cuclillas antes de realizar las visitas conyugales en la Prisión Provincial de Holguín. Cuando la hija de la pareja tenía 12 años, las guardias la hicieron desnudarse y la registraron antes de entrevistarse con su padre. El capitán Héctor Hernández Escobar, un agente de la seguridad del Estado que había golpeado a su esposo en julio de 1995, convocó a Matamoros Espejo en su oficina en dos ocasiones. Durante estas entrevistas, le reveló que tenía información de que había viajado a La Habana para visitar a un activista de derechos humanos. Le advirtió que las cosas empeorarían para su esposo si seguía realizando dichas visitas. Durante la estancia en prisión de su esposo, Matamoros Espejo tuvo muchas dificultades para mantener un empleo.110 Dijo: "Yo me sentía como si hubiera sido presa."111

La esposa de Omar del Pozo Marrero, Martina Guzmán Arias, dijo que las visitas a la prisión eran humillantes porque las guardias solían obligarla a desnudarse completamente. Recordó que una tía anciana fue obligada a desnudarse y registrada cuando fue a visitar a Del Pozo Marrero y que se sintió tan degradada que nunca regresó. Además, los guardias de prisiones retrasaron o denegaron arbitrariamente las visitas. Dijo que tuvo la fortuna de contar con asistencia económica del extranjero y de que los vecinos no la denunciaran por estar casadacon un preso político. Señalo que "la maquinaria es tan perfeccionada, tan sutil, que pueden derrumbar la familia en total."112

Ernesto Ferrándiz Aliat sólo tenía cinco años y su hermana Dailyn Robert Aliat catorce cuando los agentes de la seguridad del Estado arrestaron a sus padres, Luis Alberto Ferrándiz Alfaro y Xiomara Aliat Collado, en enero de 1993. Los niños tuvieron que valerse por si mismos. Robert Aliat dijo que estaba asustada y se desmayó cuando vio a su madre por primera vez en el centro de detención de Versalles. Dijo que intentó conseguir dinero para llevar comida a sus padres en la prisión, pero que era "tremendamente difícil" y que a veces los guardias no le daban a sus padres lo que había traído. También tuvo dificultades para educar y cuidar de su hermano. Comentó que colocar carteles contra el Gobierno, como hicieron sus padres:

    . . . No es justificación para enviar una persona a la prisión. Ellos nunca habían maltratado a nadie. Teniendo dos muchachos chicos, el con 5 años y traumatizado, ellos [el Gobierno de Cuba] deben de haber pensado de una forma mejor.113

Ferrándiz Aliat, que tenía 12 años cuando se escribió este informe, dijo que estuvo muy triste cuando sus padres no estuvieron con ellos y que su hermana y él pasaba hambre casi siempre. Los guardias de prisiones le dejaron visitar a su padre ocasionalmente, pero recordó que solían dejar salir a su padre cuando ya era hora de irse. Sobre su exilio en Canadá, dijo: "Me siento bien porque estoy aquí con mis padres.... Me gusta más aquí, así que Fidel Castro no me tiene que gobernar."114

Huelgas de hambre

Las medidas represivas adoptadas en las prisiones cubanas hacen que los detenidos cuenten con muy pocas vías para expresar sus quejas. Como se explicó anteriormente, los intentos de denunciar las violaciones de los derechos humanos suelen saldarse con palizas, encierro en solitario o restricciones de la alimentacióny las visitas. Dado que el sistema penitenciario controla estrechamente sus libertades, los presos políticos suelen recurrir a las huelgas de hambre para llamar la atención sobre los abusos en las prisiones. Lamentablemente, las autoridades penitenciarias responden normalmente sancionando a los presos que realizan huelgas de hambre, no responden el problema de base y se niegan a ofrecerles un tratamiento médico adecuado.

Los activistas del Partido Pro Derechos Humanos de Santa Clara emprendieron largas huelgas de hambre para llamar la atención sobre su difícil situación.115 Desgraciadamente, el hecho de que lograran cosechar la atención internacional contribuyó al parecer a que padecieran una represión más dura. Las huelgas de hambre también provocan un deterioro físico. Por ejemplo, Iván Lema Romero realizó un ayuno a base de agua y caldo entre octubre de 1997 y febrero de 1998, durante la cual perdió 21 kilos, y seguía sufriendo sus consecuencias a mediados de 1998 sin recibir un tratamiento médico adecuado.116

Heriberto Leiva Rodríguez inició una huelga de hambre de una semana en mayo de 1998 para protestar la detención continuada de Néstor Rodríguez Lobaina. En ese momento, los dos estaban cumpliendo una condena fruto de sus actividades con Jóvenes por la Democracia.117

Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz emprendió varios ayunos breves durante su condena. Del 13 de agosto al 22 de septiembre de 1994, un centenar de reclusos de la prisión Boniato de Santiago realizaron una huelga de hambre para protestar las condiciones carcelarias. Durante este período, los guardias de la prisión encerraron a Sambra Ferrándiz desnudo en una celda de castigo. Dijo que las condiciones degradantes en la prisión lo habían obligado a adoptar una medida drástica. Recordó que dijo a los guardias que estaba en huelga de hambre "porque ustedes me han humillado. Quiero que ustedes se den cuenta de la magnitud del daño que hacen." En el aspecto positivo, dijo que realizar huelgas de hambre lofortaleció: "Yo me sentía un ratón, un insecto. Después de descararme como opositor, podía respirar libremente."118


CAPÍTULO VII

50 Entrevista de Human Rights Watch con el Ministro de Justicia Roberto Díaz Sotolongo, Nueva York, 11 de enero de 1998.

51 Pascal Fletcher, "Cuba Ducks Questions about Political Prisoners," Reuters News Service, 9 de julio de 1998.

52 Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, "Lista Parcial de Sancionados o Procesados por Motivos Políticos o Político Sociales," julio de 1998. El presidente de la Comisión, Elizardo Sánchez Santacruz, estimaba que el Gobierno albergaba en sus cárceles entre 1.000 y 4.000 presos más condenados por delitos comunes en un contexto político. Por ejemplo, el predominio del mercado negro en la economía cubana ofrece a la policía la posibilidad de aplicar selectivamente las leyes que prohíben dicha actividad contra los opositores políticos al Gobierno. Entrevista de Human Rights Watch con Elizardo Sánchez Santacruz, Washington, 24 de marzo de 1997.

53 American Association for the Advancement of Science, The Breaking of Bodies and Minds: Torture, Psychiatric Abuse and the Health Professions, editado por Eric Stover y Elena O. Nightingale (Nueva York: W.H. Freeman and Company, 1985), pp. 62-69.

54 El derecho a un juicio justo en los tribunales cubanos se expone en el apartado anterior titulado Negación del debido proceso.

55 El caso se estudia en el capítulo anterior titulado Procesamientos políticos.

56 Con el transporte público, la duración aproximada del viaje entre La Habana, donde reside la familia de Roca, y la prisión donde estaba encarcelado es de ocho horas. Las autoridades cubanas suelen enviar a los presos a prisiones sumamente alejadas de sus familias, lo que reduce la posibilidad de recibir visitas familiares y comidas caseras.

57 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Magalys de Armas Chaviano, La Habana, 2 de julio de 1998.

58 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Odilia Collazo, presidenta del Partido Pro Derechos Humanos, 11 de enero de 1999.

59 Lamentablemente, los presos que no pasaron largos períodos en detención preventiva fueron juzgados con tal rapidez que la falta de tiempo limitó su capacidad de preparar y presentar una defensa apropiada. Por supuesto, la rapidez de sus juicios fue sólo uno de los muchos obstáculos para el goce de todas las garantías del debido proceso, Estos impedimentos se exponen en el apartado anterior titulado Negación del debido proceso.

60 Entrevista de Human Rights Watch con José Antonio Rodríguez Santana, Toronto, 13 de abril de 1998.

61 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, Toronto, 8 de mayo de 1998.

62 Entrevista de Human Rights Watch con Xiomara Aliat Collado, Toronto, 13 de abril de 1998.

63 Entrevista de Human Rights Watch con Luis Alberto Ferrándiz Alfaro, Toronto, 13 de abril de 1998.

64 Entrevistas de Human Rights Watch con Víctor Reynaldo Infante Estrada, Toronto, 14 de abril de 1998, y Omar del Pozo Marrero, Toronto, 14 de abril de 1998.

65 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con René Portelles, Toronto, 21 de abril de 1998.

66 Entrevista de Human Rights Watch con José Antonio Rodríguez Santana, Toronto, 13 de abril de 1998.

67 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Raúl Ayarde Herrera, Toronto, 21 de abril de 1998.

68 Entrevista de Human Rights Watch con Armando Alonso Romero, Toronto, 12 de abril de 1998.

69 Entrevista de Human Rights Watch con Marcos Antonio Hernández García, Toronto, 13 de abril de 1998.

70 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con José Miranda Acosta, Toronto, 7 de mayo de 1998. El procesamiento de otro miembro del MCL, Enrique García Morejón, se discute en el capítulo anterior titulado Procesamientos políticos, mientras que los obstáculos a los que se enfrentan el MCL y otros grupos religiosos se estudian más adelante en el capítulo titulado Límites a la libertad de culto.

71 Entrevista de Human Rights Watch con Víctor Reynaldo Infante Estrada, Toronto, 14 de abril, 1998.

72 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, Toronto, 8 de mayo de 1998.

73 Entrevista de Human Rights Watch con Omar del Pozo Marrero, Toronto, 14 de abril de 1998.

74 Luis López Prendes, "Maltratan a Presos en Guantánamo," El Nuevo Herald, 29 de junio de 1998.

75 Olance Nogueras, "En Paradero Desconocido un Veterano Disidente," El Nuevo Herald, 4 de octubre de 1998.

76 Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Informe sobre la situación de los derechos humanos en Cuba presentado por el Relator Especial, Carl-Johan Groth, de conformidad con la resolución 1997/62 de la Comisión (E/Cn.4/1998/69), 30 de enero de 1998, párrafo 60.

77 Ibíd., párrafo 59(c).

78 Su puesta en libertad se estudia en detalle más adelante en el aparatado titulado Liberaciones de presos políticos.

79 "Spain: Released Cuban Political Prisoner Arrives in Spain," EFE distribuido por BBC Monitoring Newsfile, 2 de diciembre de 1998.

80 Olance Nogueras, "SIP Protesta por Golpiza a Periodista en Prisión," El Nuevo Herald, 29 de abril de 1998; "Juzgarán a Oficiales que Golpearon a Preso," El Nuevo Herald, 7 de mayo de 1998; y "Journalist Assaulted in Prison," IFEX-News from the International Freedom of Expression Community, 29 de abril de 1998.

81 Marvin Hernández Monzón, "Enfrenta Problemas Periodista Independiente," Cuba Press, 29 de septiembre de 1998.

82 Marvin Hernández Monzón, "Seguridad para los Presos Políticos," Cuba Press, 3 de octubre de 1998.

83 Ariel Hidalgo y Tete Machado, "Presos Políticos Hostigados," Infoburó, 20 de mayo de 1998.

84 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Raúl Ayarde Herrera, Toronto, 21 de abril de 1998.

85 Entrevista de Human Rights Watch con Víctor Reynaldo Infante Estrada, Toronto, 14 de abril de 1998.

86 Entrevista de Human Rights Watch con Omar del Pozo Marrero, Toronto, 14 de abril de 1998.

87 Este caso se estudia en el capítulo anterior titulado Procesamientos políticos. Los tribunales cubanos también han procesado al esposo de Fernández, Rafael Ibarra López, el presidente del Partido 30 de Noviembre. Cuando se escribió este informe, estaba cumpliendo una condena de 20 años por sabotaje en la prisión de máxima seguridad Kilo 8 de Camagüey. Mercedes Moreno, "Irá a Juicio Joven Opositora," Agencia Nacional de Prensa (ANP), 2 de septiembre de 1997.

88 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Raúl Ayarde Herrera, Toronto, 21 de abril de 1998. Julio Martínez, "Condenada a Dos Años de Privación de Libertad la Opositora Maritza Lugo Fernández," Habana Press, 7 de septiembre de 1997.

89 Entrevista de Human Rights Watch con Víctor Reynaldo Infante Estrada, Toronto, 14 de abril de 1998.

90 Entrevista de Human Rights Watch con Marcos Antonio Hernández García, Toronto, 13 de abril de 1998.

91 Manuel David Orrio, "Oposición Recuerda a Opositor Fallecido," Cooperativa de Periodistas Independientes, 26 de octubre de 1998.

92 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Magalys de Armas Chaviano, La Habana, 2 de julio de 1998.

93 Su puesta en libertad se estudia más adelante en el apartado titulado Puestas en libertad de presos.

94 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con la Dra. Caridad del Carmen Piñón Rodríguez, Santiago, 25 de junio de 1998.

95 Margarita Yero, "Preso Político en Crítico Estado de Salud," Cuba Press, 8 de mayo de 1998.

96 Margarita Yero, "Le Niegan Asistencia Médica a Preso de Conciencia," Cuba Press, 13 de mayo de 1998.

97 Entrevista de Human Rights Watch con Omar del Pozo Marrero, Toronto, 14 de abril de 1998.

98 Ibíd.

99 Entrevista de Human Rights Watch con Marcos Antonio Hernández García, Toronto, 13 de abril de 1998.

100 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, Toronto, 8 de mayo de 1998.

101 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Raúl Ayarde Herrera, Toronto, 21 de abril de 1998.

102 Artículos 61 y 37.

103 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con la Dra. Caridad del Carmen Piñón Rodríguez, Santiago, 25 de junio de 1998.

104 Entrevista de Human Rights Watch con Alberto Joaquín Aguilera Guevara, Toronto, 12 de abril de 1998.

105 Entrevista de Human Rights Watch con Víctor Reynaldo Infante Estrada, Toronto, 14 de abril de 1998.

106 Entrevista de Human Rights Watch con Yonaikel Baney Hernández Menéndez, Toronto, 13 de abril de 1998.

107 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, Toronto, 8 de mayo de 1998.

108 Entrevista de Human Rights Watch con Adriano González Marichal, Toronto, 12 de abril de 1998.

109 La práctica de hacer desnudar y registrar a los visitantes se estudia en el apartado anterior titulado Condiciones generales en las prisiones: Visitas.

110 Los esfuerzos del Gobierno por presionar a los disidentes despidiéndoles de su trabajo y otros hostigamientos en el ámbito laboral se exponen más adelante en el capítulo titulado Derechos del trabajador.

111 Entrevista de Human Rights Watch con Edelmira Matamoros Espejo, Toronto, 12 de abril de 1998.

112 Entrevista de Human Rights Watch con Martina Guzmán Arias, Toronto, 14 de abril de 1998.

113 Entrevista de Human Rights Watch con Dailyn Robert Aliat, Toronto, 14 de abril de 1998.

114 Entrevista de Human Rights Watch con Ernesto Ferrándiz Aliat, Toronto, 14 de abril de 1998.

115 Sus procesamientos se estudian el capítulo anterior titulado Procesamientos políticos.

116 Marvin Hernández Monzón, "Ex-Ayunante de Santa Clara Enfermo en Prisión," Cuba Press, 18 de mayo de 1998.

117 Ana Luisa López Baeza, "Fin del Ayuno de Heriberto Leiva Rodríguez," Cuba Press, 13 de mayo de 1998.

118 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Guillermo Ismael Sambra Ferrándiz, Toronto, 8 de mayo de 1998.


CAPÍTULO VII
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