Después de varios meses de vivir en el sótano de su casa sin agua, sin gas, y sin electricidad, Duda Garbiekov, de sesenta y cinco años, huyó de Grozny hacia Ingushetia con sus pequeños nietos el 13 de diciembre de 1999. Días antes, las autoridades rusas habían dado un ultimatum: abandonar la cuidad o ser "exterminados" como bandidos. Pero no había ningún camino fuera de peligro para salir de la ciudad. La gente que trataba de escapar tenía que evadir balazos, cañonazos, y abusos en los puntos de retén. Miles de decenas de residentes de Grozny no pudieron escapar, especialmente los ancianos, los enfermos, y los pobres. "Dejamos todo, todos nuestros pertenencias", dijo Garbiekov. "Cuando regrese, no espero encontrar nada".

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