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II. Las restricciones de Cuba sobre los viajes

Antecedentes

Restricciones para viajar en el pasado

Más de un millón de personas de “origen o descendencia” cubanos viven en Estados Unidos. Más de 700.000 de ellos nacieron en Cuba, mientras muchos siguen teniendo familiares cercanos en la isla.1

Durante las últimas cuatro décadas, la inmigración cubana ha llegado en oleadas a Estados Unidos, propulsada por los acontecimientos económicos y políticos en la isla y restringida por las políticas migratorias de Cuba (así como las políticas estadounidenses que se examinan en la siguiente sección de este informe). La primera oleada, que incluyó a unos 200.000 emigrantes cubanos, empezó poco después de la revolución de 1959 y se prolongó hasta que el gobierno de Castro detuvo los viajes regulares a Estados Unidos en 1962.2 

La segunda oleada comenzó en 1965, cuando el gobierno cubano permitió que unas 5.000 personas salieran por una ruta marítima desde el puerto de Camarioca, un trayecto que continuó durante ocho años en forma de ruta aérea, conocida como los “vuelos de la libertad”, que consistieron en dos vuelos diarios a Miami en los que llegaron otros 200.000 cubanos a Estados Unidos. El gobierno cubano canceló esta ruta aérea en 1973 y se produjo una suspensión virtual de la emigración durante el resto de la década.3

El siguiente éxodo importante tuvo lugar en 1980, cuando el gobierno cubano, en respuesta a las crecientes presiones para emigrar (y la ocupación de la embajada peruana por unas 10.000 personas que intentaban salir del país), permitió que más de 125.000 personas salieran de la isla, entre ellas algunos criminales condenados y otras personas consideradas “indeseables” en Cuba, en lo que llegó a denominarse el “Barco Mariel”. Posteriormente, en 1981, Cuba empezó a conceder permiso a sus ciudadanos para visitar Estados Unidos, pero los niveles de migración se mantuvieron bajos, hasta que la presión para la emigración masiva volvió a crecer a principios de los noventa. En 1994, se inició otro éxodo importante, cuando el gobierno cubano anunció que no detendría a nadie que intentara salir de la isla. Unas 30.000 personas intentaron cruzar el Estrecho de Florida, muchas de ellas en balsas. Esta situación conllevó a la “crisis de los balseros”, la cual hizo que Estados Unidos y Cuba negociaran un acuerdo por el que Estados Unidos aceptó admitir un mínimo de 20.000 cubanos al año y Cuba se comprometió a aceptar el regreso de emigrantes no autorizados interceptados en el mar por la Guardia Costera de Estados Unidos.4

Además de controlar la emigración, el gobierno cubano ha puesto límites estrictos  a las visitas de emigrantes cubanos a la isla. Durante un período de 20 años desde la revolución, Cuba les prohibió regresar (y confiscó su propiedad en la isla cuando se fueron). En 1978, el gobierno cubano comenzó a permitir que visitaran la isla. Sin embargo, durante los años ochenta, impuso límites sobre quién podía visitar. En 1994 el gobierno suavizó las restricciones sobre las visitas de emigrantes, al permitirles viajar a Cuba sin visa.5 Pero en 1999, empezó a imponer una prohibición de cinco años para el regreso de todo cubano que hubiera salido del país sin permiso.6

Restricciones actuales sobre los viajes

El gobierno cubano prohíbe actualmente a sus ciudadanos que salgan del país o regresen a él sin antes haber obtenido un permiso oficial.7 Los viajes no autorizados pueden acarrear un enjuiciamiento penal.8De acuerdo con el Código Penal de Cuba, aquel que, “sin cumplir las formalidades legales, salga o realice actos tendentes a salir del territorio nacional”, incurre en sanción de privación de libertad de uno a tres años.9 Asimismo, el que “organice, promueva o incite” la salida ilegal incurre en sanción de privación de libertad de dos a cinco años, mientras que alguien que “preste ayuda material, ofrezca información o facilite de cualquier modo” una salida ilegal se expone a una condena de dos a cinco años de cárcel.10(La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, una organización no gubernamental con sede en La Habana, ha documentado 19 casos de personas condenadas a prisión por intentar salir de Cuba ilegalmente en los últimos cinco años.11) Las personas que entren a Cuba “sin cumplir las formalidades legales o las disposiciones inmigratorias” pueden ser condenadas entre uno y tres años de prisión.12

Cuba niega de manera habitual el permiso de salida a varias categorías de solicitantes, entre ellos los profesionales de la salud y los jóvenes que no hayan cumplido el servicio militar obligatorio. Asimismo, Cuba se niega frecuentemente a permitir que sus ciudadanos cuyos viajes estén autorizados lleven a sus hijos con ellos al extranjero. En algunos casos, niega los permisos a familiares de personas que han salido del país sin autorización o se han negado a regresar al final de un viaje autorizado. Castiga adicionalmente a estos “desertores” negándoles el permiso para regresar a Cuba.

Human Rights Watch no pudo obtener información por parte del gobierno cubano en relación con la negación de solicitudes de permisos. (Las autoridades cubanas no respondieron a nuestras reiteradas peticiones de entrevistas). En consecuencia, es difícil determinar con precisión el alcance total de esta práctica. Sin embargo, existe un amplio consenso entre activistas de derechos humanos y médicos cubanos en que se trata de un hecho generalizado. 

Este consenso se ve corroborado por el gran número de cubanos que han informado a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana de la negación de su permiso para salir de Cuba después de obtener visas para entrar a Estados Unidos.13La Sección de Intereses recibió informes de 1.762 personas a las que les habían negado los permisos de salida entre octubre de 2003 y marzo de 2005.14 Los funcionarios estadounidenses consideran que estos casos denunciados sólo representan una fracción del número total de personas a las que les han negado los permisos de salida.15

Casos ilustrativos

Hilda Molina

La Dra. Hilda Molina fue alguna vez una figura destacada en el desarrollo del sistema de salud administrado por el Estado. Alabada en la prensa oficial como una “gran científica”, fotografiada en repetidas ocasiones con Fidel Castro y elegida para la Asamblea Nacional, la Dra. Molina, fundó el Centro Internacional de Restauración Neurológico (CIREN) en 1988 para coordinar el trabajo sobre neurociencia en Cuba.16 Pero cuando pidió permiso para visitar a su hijo y sus nietos en Argentina, le dijeron que no podía salir de la isla porque su cerebro era “patrimonio del Estado cubano”.17


La Dra. Hilda Molina con su madre en Cuba.
Le dijeron que no podía viajar porque su cerebro era “patrimonio del estado”.
© 2005 Privado

El hijo de la Dra. Molina, Roberto Quiñones Molina, quien también es médico, salió de Cuba con su esposa argentina para asistir a un entrenamiento médico en Japón, que se llevó a cabo en mayo de 1994. En junio, cuando finalizó el entrenamiento, el Dr. Quiñones decidió trasladarse con su esposa a Argentina, donde vive desde entonces.

Poco después de la partida de su hijo, la Dra. Molina tuvo un enfrentamiento con el Ministerio de Salud y el partido comunista, lo que la hizo renunciar a su puesto tanto en el CIREN como en la Asamblea Nacional. La ruptura fue consecuencia, según afirma, de no querer sucumbir a las presiones del Ministerio de Salud para que acomodara a más pacientes extranjeros en el CIREN a expensas de los cubanos.  “Prostituyeron mi obra”, señaló la Dra. Molina a Human Rights Watch.  “Convirtieron mi obra en un centro para ganar divisas”, agregó.18


Los nietos de la Dra. Molina con una nota para su abuela a la que nunca han conocido.
© 2005 Privado

El enfrentamiento y posterior renuncia fueron asimismo consecuencia de las críticas de que fue objeto dentro del Ministerio de Salud por su decisión, adoptada con el consenso de todos los directores del CIREN, de destinar una donación de 10.000 dólares que había sido hecha por un agradecido paciente argentino a la compra de alimentos y ropa para regalarlos a los 4.000 trabajadores del centro. Al parecer, los funcionarios de otros institutos de salud se quejaron con Fidel Castro de que estaba usando incentivos capitalistas y corrompiendo a los trabajadores del CIREN.

Desde su caída en desgracia, la Dra. Molina y su hijo han intentado obtener permiso para que ella pueda visitarle en Argentina. Sus esfuerzos se intensificaron al nacer su primer nieto en 1995, y de nuevo tras el nacimiento de su segundo nieto en 2000.  

 “Empecé a mandar cartas al Ministerio de Salud Pública, a la Fiscalía, al Consejo de Estado, a la Dirección de Migración sin cesar, y finalmente, tres años después, en 1997, me respondieron”, dijo la Dra. Molina a Human Rights Watch.   “Me respondió un militar de inmigración y me dijo que no me podía ir porque mi cerebro era patrimonio de este país”, agregó.  Tres años más tarde, después de que la Dra. Molina enviara nuevas cartas al gobierno, el mismo funcionario le volvió a decir verbalmente que no podía salir “porque era una orden que tenía que obedecerse”, señaló. La Dra. Molina nunca recibió una respuesta por escrito.19

En diciembre de 2004, el presidente argentino Néstor Kirchner y el ministro de relaciones exteriores Rafael Bielsa presionaron a La Habana para que permitiera viajar a la Dra. Molina. El Presidente Kirchner le envió una carta personal a Castro pidiéndole al líder cubano que le diera a los nietos de la Dra. Molina, quienes para ese entonces tenían tres y cinco años, la oportunidad de conocerla.20  Castro respondió ofreciendo en cambio que el hijo de la Dra. Molina, el Dr. Roberto Quiñones, y su familia visitaran La Habana. Pero el Dr. Quiñones declinó esta oferta, por temor a lo que pudiera pasar a su llegada. Él mismo había tenido dificultades para salir del país en 1994 y no quería correr el riesgo de que lo sometieran a ningún tipo de represalia.21

Desde que renunció al CIREN, la Dra. Molina no ha tenido otra fuente de ingresos que las remesas que le envía su hijo desde Argentina. Padece una lesión de muñeca que no fue tratada adecuadamente en 2002, lo que le ha provocado una significativa atrofia muscular y bastante dolor. Además, cuida de su propia madre de 86 años, que está enferma y casi ciega. Tanto ella como su hijo han seguido solicitando que le permitan salir y regresar a Cuba sin restricciones.22

Teresa Márquez y Roberto Salazar

“Teresa Márquez” y “Roberto Salazar” fueron separados de sus dos hijos durante tres años y cinco años, respectivamente, después de que abandonaran Cuba sin permiso y que el gobierno se negara a dejar que sus hijos se reunieran con ellos.23

Salazar, quien es músico, salió de Cuba en 1998 con un contrato para hacer una presentación en México. Una vez allí, decidió quedarse. Dos años después, en 2000, Márquez obtuvo permiso para viajar como turista para visitarlo. Ella también se quedó.

La pareja se dedicó inmediatamente a intentar obtener permisos de salida para sus dos hijos, de ocho y nueve años, que se habían quedado en Cuba bajo el cuidado de los padres de ella. En 2000, Salazar viajó a Cuba y, junto con su suegra, visitó las oficinas de migración de su ciudad. Los funcionarios con los que se reunió le llamaron “desertor”, le pusieron una marca en su pasaporte demostrando que había permanecido fuera del país sin permiso, y se negaron a darle autorización para llevarse a sus hijos fuera del país.

Dos años después, en septiembre de 2002, Márquez viajó a Cuba para ver que si ella conseguía obtener mejores resultados. Pero a ella también la rechazaron y se vio obligada a regresar a México sin sus hijos. Seis meses más tarde, en marzo de 2003, las autoridades de migración le notificaron a la madre de Márquez que los niños podían salir. Márquez regresó a Cuba ese mes para recoger a los niños, pero le volvieron a negar el permiso para llevárselos con ella. Finalmente, el 26 de abril, los niños pudieron volar solos hasta México para reunirse con sus padres.

El haber estado separados de sus hijos durante tres años fue una experiencia “horrible” para la pareja. “Me cambió la vida completamente”, dijo Márquez a Human Rights Watch. “Me arrancaron un pedazo de mi vida”, agregó.24

María Elena Morejón Rodríguez

A la científica nuclear María Elena Morejón Rodríguez le llevó casi dos años sacar a su hijo de Cuba, después de que su esposo, Israel Perú Castro, desertara en Austria en 2000.25 Su caso, el cual consiste en que estuvo separada de su hijo en venganza por las acciones de su esposo, ilustra el carácter colectivo de las restricciones punitivas de Cuba sobre los viajes.

Morejón viajó con su esposo y su bebé a finales de los noventa a Austria, donde la pareja representó a Cuba ante la Agencia Internacional de Energía Atómica. Cuando su esposo decidió desertar al final del período autorizado de viaje, Morejón le dejó y regresó a Cuba con el niño. Una vez de regreso en Cuba, se casó con un alemán y, en 2001, obtuvo visas para ella y  su hijo y así poder reunirse con su nuevo esposo en Alemania. Sin embargo, el gobierno cubano no le concedió el permiso de salida a su hijo, quien en ese entonces tenía cuatro años, debido a la “deserción” de su padre.

En octubre de 2001, Morejón envió una solicitud a la oficina de migración de la municipalidad 10 de Octubre de La Habana pidiendo un permiso de salida para su hijo. Al no recibir respuesta, visitó la oficina en persona y presentó a un funcionario sus expedientes médicos en los que se demostraba que su hijo tenía una salud delicada y que debería poder permitírsele salir con su madre. El funcionario le aseguró que su caso se consideraría “excepcional” y que sus papeles se procesarían en menos de tres meses.26 

En diciembre, Morejón viajó a Alemania sin su hijo, después de que un conocido que trabajaba en el Ministerio del Interior le dijera que tendría más posibilidades de llevarse a su hijo más rápido si salía del país. Sin embargo, para el mes de abril de 2002 aún no había recibido información relativa al permiso de viaje de su hijo. Por lo que envió a un familiar a hablar con el funcionario de inmigración, quien le informó que pronto le concederían el permiso. Asimismo, el familiar visitó la oficina nacional de migración, donde recibió las mismas garantías de que pronto se le concedería el permiso.27

Convencida de que su hijo pronto recibiría el permiso de salida, Morejón regresó a Cuba para acompañarle a su nuevo hogar. Fue entonces cuando supo que ella y su hijo iban a ser castigados por la deserción de su ex marido. El 25 de abril, se entrevistó con un funcionario de migración, quien le informó que la política del gobierno era que los familiares de “desertores” tenían que esperar cinco años antes de salir del país.  “La revolución tiene que defenderse”, recuerda Morejón que le dijo el funcionario, “y es por ello las familias de los desertores quedarán retenidas en Cuba por un período no menor de 5 años”.28 Al mismo tiempo, sin embargo, le aseguró que su caso sería reexaminado y que esperaba un resultado positivo en un plazo de dos meses. No obstante, ella tendría que presentar otra carta con información adicional, lo cual hizo el 30 de abril.29


Maria Elena Morejón sintió que habían sentenciado a su hijo a “vivir como un huérfano con padres vivos”.
© 2003 Privado

En junio, Morejón regresó a Cuba para presionar y obtener una respuesta a su nueva petición, pero le informaron que el caso se había transferido al Ministerio del Interior. En una reunión del 21 de junio, un funcionario del Ministerio del Interior le dijo que regresara a Alemania y esperara una respuesta positiva para antes de agosto. Después de eso, Morejón siguió haciendo llamadas desde Alemania a diferentes oficinas del gobierno para preguntar por el caso. El 23 de noviembre, la oficina de migración del 10 de octubre citó a los padres de Morejón para una reunión, en la cual les aseguraron que lo único que faltaba en el expediente era una carta de invitación. Con la carta en su poder, los familiares de Morejón empezaron a hacer visitas semanales a la oficina de migración, donde les dijeron en repetidas oportunidades que la petición sólo necesitaba la aprobación “a un nivel superior”.30

Sin embargo, pasaron meses sin que fuera aprobada. El 18 de febrero de 2003, Morejón habló por teléfono con el funcionario de migración que previamente le había explicado la política oficial de negar permisos de salida a familiares de “desertores”. Según ella recuerda, su reacción fue aún más dura que la anterior.  “Vamos a intentar que no sean cinco años”, recuerda que le dijo, “pero no me llame más que no tengo más tiempo para hablar con usted”.31

El 1 de marzo de 2003, Morejón le escribió al Embajador de Cuba en Alemania, advirtiéndole que haría público el caso si su hijo no podía salir pronto. Al no recibir ninguna respuesta, Morejón emprendió una vorágine de actividades para atraer la atención internacional sobre la terrible situación de su familia. Se puso en contacto con el Miami Herald, que publicó un artículo sobre su caso. Se puso en contacto con varias embajadas extranjeras en Alemania y viajó al Vaticano para presentar su caso. También viajó a Ginebra para dar a conocer su caso a los activistas y funcionarios de derechos humanos que asistían a la reunión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

El 26 de junio de 2003, sus padres la llamaron para decirle que finalmente habían aprobado el permiso de salida y, el 16 de julio, madre e hijo se reunieron en Alemania.

La terrible experiencia había producido un enorme daño en ella y su familia. Los esfuerzos por sacar a su hijo de Cuba le habían costado una enorme cantidad de tiempo y dinero. Y habían sufrido dos años de angustia temiendo, como dijo Morejón, que el gobierno cubano quisiera “sentenciar a mi hijo a vivir como un huérfano con padres vivos”.32

Juan López Linares

El físico cubano Juan López Linares viajó con su esposa a Italia en 1997 para participar en un seminario en el Centro Internacional de Física Teórica en Trieste.  Cuando terminó el curso, pidió permiso al consulado cubano en Milán para continuar sus estudios fuera del país, pero le fue negado. El funcionario consular cubano le advirtió que, si no regresaba a Cuba, sería clasificado oficialmente como un “quedado” y le prohibirían entrar al país por un período de cinco años.33 

A pesar de la advertencia, López Linares decidió continuar sus estudios en el extranjero, cursando un doctorado en Brasil. Su esposa regresó a Cuba en febrero de 1999 y dio a luz a su hijo dos meses más tarde. Posteriormente, la pareja se separó y ella decidió quedarse en Cuba. López Linares empezó a solicitar permiso para regresar a Cuba para conocer a su hijo en julio de 2000. Sus peticiones han sido negadas reiteradamente.

La explicación más clara de la negativa del gobierno a permitir que López Linares regrese a su país de origen está recogida en una carta que el Embajador de Cuba en Brasil, Jorge Lezcano López, envió en agosto de 2002 a un senador brasileño que había intervenido en el caso. Según el Embajador, López Linares no podía regresar a Cuba porque “abandonó una misión oficial que cumplía en representación de un organismo estatal cubano en un tercer país”.  Según Lezcano, dichas restricciones estaban justificadas para “proteger la seguridad nacional y disuadir los fenómenos nocivos de la emigración ilegal y el robo de cerebros”.34

La carta proseguía acusando a López Linares de participar en “una campaña políticamente motivada y calumniadora” contra Cuba, así como de estar involucrado con “organizaciones extremistas…con amplio historial de actividades de agresión contra la República de Cuba, incluyendo acciones terroristas”.  Lezcano no ofreció detalles para sustentar estas alegaciones, que López Linares niega rotundamente. Posteriormente, López Linares le escribió al embajador, pidiéndole que demostrara las alegaciones y solicitando copias de la regla o el reglamento que se aplicaban a su caso.35 Para el momento de escribir este informe, no ha aún recibido respuesta del Embajador Lezcano.36

El hijo de López Linares cumplió seis años en abril de 2005.  Nunca se han conocido.37

José Cohen

José Cohen, ex funcionario de inteligencia del Ministerio del Interior, huyó de Cuba en una balsa en agosto de 1994. Desde entonces está intentando sacar a su esposa y sus tres hijos del país, pero el gobierno cubano se ha negado a darles permiso para salir de la isla.38


José Cohen no ha visto a sus hijos en 11 años.
© 1998 Privado

Antes de salir de Cuba, el trabajo de inteligencia de Cohen le exigía pasar tiempo con inversionistas y científicos extranjeros, lo que posiblemente dio lugar a que el gobierno sospechara que tenía acceso a información delicada. Como muestra de la irritación del gobierno por la deserción de Cohen, su esposa y sus padres fueron invitados en abril de 1996 a presenciar el juicio en ausencia en el que Cohen fue condenado a muerte por desertor.39

Cohen comenta que sus hijos, además de sufrir una separación de 11 años de su padre, se han enfrentado al hostigamiento y la humillación en la escuela por parte de los profesores, quienes son usualmente militantes del Partido Comunista. Según Cohen, un profesor le pidió a su hijo que escribiera un párrafo bajo el título “Fidel es mi padre”. Cuando su hijo se negó, el profesor le dijo al parecer: “eso es porque Bush es tu padre”. Otros profesores le han dicho a sus hijos que su padre no les quería y por eso se fue sin ellos. Aunque sus hijas han obtenido excelentes calificaciones en secundaria, no les han permitido asistir a ninguna Universidad, aparentemente debido a la “deserción” de su padre.40

Negación de permisos de salida

Profesionales de la salud

Una gran parte de los cubanos a los que se niegan los permisos de salida son médicos u otros profesionales de la salud. De los casos registrados por la Sección de Intereses de Estados Unidos, casi la mitad corresponden a esta categoría.41 

La razón por la que se niegan los permisos de salida a tantos profesionales de la salud es la “Resolución 54” del Ministerio de Salud Pública o al menos eso es lo que les informan a tantos de ellos cuando rechazan sus solicitudes. Sin embargo, ninguno de las personas entrevistadas ha visto nunca el reglamento—ni siquiera los que habían pedido un ejemplar cuando éste fue citado en la negativa de sus permisos. “Es como una ley fantasma”, señaló un médico a Human Rights Watch. “Nadie la ha visto por escrito”, agregó.42

Según la mayoría de las versiones, la “Resolución 54” exige a los profesionales de la salud que soliciten permisos de salida que esperen de tres a cinco años antes de que se estudie su petición. Algunos médicos han informado que la regla especifica que deben pasar esos años de espera trabajando en comunidades rurales.

Mientras que el texto de la resolución se ha mantenido fuera del alcance del público, las razones que la justifican no lo han estado. La restricción forma parte de un esfuerzo general de prevenir una “fuga de cerebros” de profesionales calificados de Cuba.43 El Presidente Castro ha acusado a Estados Unidos de atraer activamente a gran número de profesionales calificados de Cuba, de esta manera “privando al país de médicos, ingenieros, arquitectos y otros graduados universitarios formados gratuitamente en nuestro país”.44 Asimismo, ha prometido que Cuba no tolerará un éxodo de profesionales, declarando que no explotarán el país como si fuera “una incubadora de cerebros”, y que “cuando los incube, es, en primer lugar, para servir a nuestro pueblo y también para otros países hermanos del mundo que sufren del saqueo y de la pobreza, no para engordar los bolsillos de los saqueadores del mundo”.45 

Sin embargo, como demuestra el caso de la Dra. Hilda Molina anteriormente señalado, esta restricción se aplica a médicos que ya han realizado importantes contribuciones al sistema de salud cubano. Y como también demuestra el caso de la Dra. Molina, un resultado de esta política es la separación forzada de familias.

A la Dra. Edelma Almaguer Pomares, por ejemplo,le negaron un permiso de salida en 2004 por razones profesionales, después de haber obtenido una visa de Estados Unidos mediante la lotería de inmigración en junio de 2003. A principios de 2004, su esposo, quien tenía una visa de Estados Unidos a punto de expirar, había viajado a Estados Unidos esperando que la Dra. Almaguer y su hija pudieran reunirse pronto con él. De acuerdo con la regulaciones actuales, la Dra. Almaguer no podrá salir de Cuba durante otros tres años.46

Asimismo, Arturo Morejón obtuvo una visa de Estados Unidos en la lotería y salió de Cuba en octubre de 2002. A su esposa, la Dra. Rita María Aguilar, le habían notificado que, por ser médica, no podía salir durante otros cinco años.47 El Dr. “Jorge Ramos” huyó de una misión médica en Venezuela en 2003. Su esposa y su hijo no han podido salir de Cuba porque ella también es médico.48

“Roberto Gómez” se vio obligado a salir de Cuba en agosto de 2001 porque, según comenta, las actividades de disidencia política de un familiar habían cerrado oportunidades profesionales para todos los miembros de su familia. Viajó solo porque su esposa no pudo obtener un permiso de salida por ser médico. La pareja había planeado tener hijos, pero decidió posponerlo, sabiendo que se enfrentaban a una separación que duraría al menos varios años. A principios de 2005, al no querer esperar más, decidieron pagarle a alguien para que la sacara del país ilegalmente.49

Familiares de “desertores”

Como demuestran tres de los casos ilustrativos anteriormente mencionados (Teresa Márquez y Roberto Salazar, Juan López Linares, y José Cohen), Cuba niega regularmente permisos a familiares de “desertores” que han salido del país sin permiso o que se han negado a regresar al final de un viaje autorizado.

Lázaro Betancourt descubrió esto cuando desertó de Cuba en 1999 después de haber trabajado en el servicio de seguridad del gobierno durante 20 años. Estados Unidos le concedió asilo inmediatamente y, en seis meses, lo extendió a su esposa y a su hijo de nueve años en Cuba. Sin embargo, el gobierno cubano no les permitió salir de la isla. Según su experiencia profesional en el gobierno, Betancourt cree que todo ex miembro de las fuerzas armadas tiene que esperar cinco años antes de poder sacar a su familia. No obstante, han transcurrido más de cinco años desde que salió de Cuba, y sigue sin recibir muestras de que su esposa y su hijo podrán salir. Aunque Betancourt ha escrito en repetidas ocasiones al Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba en relación a su familia, nunca ha recibido respuesta.50 

La esposa y el hijo de Betancourt no son los únicos familiares afectados, señala Betancourt. En 2001, la hermana de Betancourt, Maydelín Betancourt Morín, obtuvo una visa para Estados Unidos mediante la lotería de inmigración. Su esposo y sus dos hijos automáticamente también recibieron visas. Sin embargo, el gobierno cubano concedió permisos de salida a su esposo y a sus hijos, pero no a Maydelín. Bentacourt dijo a Human Rights watch que los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores le habían dicho a su hermana que no obtendría un permiso para viajar porque su hermano era un “traidor”.51 

Joel Brito tuvo una experiencia similar después de desertar en 1997. Brito, quien entonces era funcionario superior del sindicato oficial, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), había salido del país legalmente para asistir a una conferencia sobre trabajo en Bolivia, pero decidió no regresar y se dirigió en cambio a Estados Unidos. Su esposa y su hija de diez años obtuvieron visas para entrar a Estados Unidos, pero el gobierno cubano les negó el permiso de salida. Según Brito, la única explicación oficial que recibió su esposa es que se trataba de “un caso especial”.52


La esposa y la hija de Joel Brito estuvieron separadas de él durante seis años.
© 2002 Privado

Brito emprendió una campaña para sacar a su familia de la isla, que conllevó el envío de numerosas cartas a Fidel y Raúl Castro, así como peticiones de ayuda a organizaciones internacionales laborales y de derechos humanos. Su esposa también apeló directamente a los ex compañeros de su esposo en la CTC. Finalmente, en 2003, tras seis años de campaña, el gobierno transigió y concedió los dos permisos de salida—aunque nunca ofreció una explicación de porqué el permiso no se concedió antes.53

La negación de permisos de salida a familiares de “desertores” no es en lo más mínimo una nueva política en Cuba. Un caso bien conocido se remonta a 1980, cuando el músico de jazz cubano Paquito D’Rivera desertó durante una gira con su grupo en Madrid. D’Rivera pidió permiso para que su esposa y su hijo se reunieran con él, pero el gobierno cubano les negó los permisos de salida. Durante nueve años, D’Rivera insistió en obtener el permiso, pero le fue negado reiteradamente sin explicación alguna. No pudo sacarles del país hasta 1989, cuando sobornó a algunos funcionarios.54

Otro músico que sufrió una larga separación de su familia es el compositor Jorge F. Rodríguez, quien obtuvo un permiso de seis meses para viajar a México en 1992 y decidió quedarse allí. Durante su estadía en México, Rodríguez apeló dos veces a los funcionarios cubanos para que concedieran el permiso para que su esposa y su hija de 11 años se pudieran reunir con él. Aunque el gobierno mexicano concedió visas a la familia, las autoridades cubanas sólo permitieron la salida de la esposa de Rodríguez. Al no querer abandonar a su hija, su esposa se quedó en Cuba hasta que, después de tres años de separación, pudieron finalmente escapar ilegalmente en 1995.55

En 2000, el Dr. Leonel Córdova huyó de una misión médica en Zimbabwe y viajó a Estados Unidos, donde le concedieron asilo. Pidió permiso para que su esposa y sus dos hijos, de 4 y 11 años, salieran de Cuba y se reunieran con él. No fue sino hasta que su  esposa murió en un accidente de tráfico el año siguiente que les concedieron el permiso de salida a sus hijos, con la intervención de los miembros del Congreso de Estados Unidos.56

Joel Moreno Molina, profesor de informática en La Habana, viajó a Perú en marzo de 1999, como parte de un acuerdo oficial para dar clases en la Universidad Peruana de Ciencias. Aunque se suponía que su estancia debía finalizar en enero de 2001, Moreno decidió quedarse en Perú y, después de casarse con una peruana, obtuvo la residencia en el país en julio de 2001. Esperando el nacimiento de su primer hijo en noviembre de 2002, Moreno y su esposa planearon que la madre de Moreno viniera de Cuba para ayudarles en el momento del parto. Su madre empezó los trámites para obtener un permiso de salida varios meses antes de la fecha prevista. Su empleador, el Ministerio de Salud Pública, le dio permiso para viajar, y el gobierno peruano le concedió una tarjeta de residencia peruana en julio 2002, por ser la madre de Moreno. No obstante, según Moreno, las autoridades de migración cubanas se negaron a permitirle salir por ser la madre de un “desertor”. Le dijeron que tenía que esperar tres años. Finalmente le permitieron viajar en marzo de 2003, casi cuatro meses después del nacimiento. 57

Hijos de personas en el extranjero

El gobierno cubano también niega permisos de salida a los hijos de personas cuyos viajes al extranjero han sido autorizados oficialmente.  A “Elena Vargas”, por ejemplo, le exigieron que dejara a su hija de diez años en Cuba cuando se fue a trabajar a México y después a Perú en los noventa, como parte de los acuerdos gubernamentales con las universidades de esos países. Cuando estaba en Perú, volvió a casarse y decidió quedarse. Pero no pudo obtener permiso para que su hija se reuniera con ella. Aunque le fue posible visitar a su hija en Cuba, le fue imposible traer a su hija a vivir con ella. La niña murió en un accidente el 30 de diciembre de 2000.58

Zaida Jova y Vicente Becerra son ingenieros cubanos que viajaron a Brasil en 1997 para trabajar. Al igual que Elena Vargas, la pareja se vio obligada a dejar a su hija de siete años, Sandra, en Cuba, según alegan, como condición para poder viajar.59  Después del nacimiento de su segundo hijo, la pareja decidió instalarse permanentemente en Brasil. El gobierno de Brasil concedió inmediatamente la residencia a todos los miembros de la familia, incluyendo a Sandra, como parte de una política de reunificación familiar. La Habana, sin embargo, se negó a permitir que Sandra saliera del país. Tras la intervención del gobierno brasileño, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otros organismos, permitieron finalmente que Sandra se reuniera con sus padres en junio de 2001, tras cuatro años de separación.60 

Negación de permisos de entrada

Como demuestra el caso ilustrativo de Juan López Linares antes mencionado, además de negar los permisos de salida, el gobierno cubano niega el permiso de entrada a ciertas personas después de haberse ido de la isla.  El Dr. Ramón Martínez Martínez, por ejemplo, señaló que el gobierno cubano se ha negado a permitirle regresar a Cuba a visitar a sus hijos pequeños, a los que no ha visto desde que se fue en 1998. El Dr. Martínez, quien es cirujano plástico, viajó a Argentina el 13 de diciembre de 1998 para visitar a amigos, y decidió quedarse. Su segunda esposa y su hijo se reunieron pronto con él. La primera esposa de Martínez había muerto, y Martínez dejó a sus dos hijos—de 11 y 7 años—con sus abuelos maternos, de acuerdo con los deseos de la madre. Durante los últimos siete años, el Dr. Martínez no ha podido obtener permiso para regresar a Cuba a visitar a sus hijos.61  Los funcionarios del consulado de Cuba en Buenos Aires al parecer le dijeron que su regreso a Cuba estaba “indefinidamente” prohibido.62  El Dr. Martínez dice que, si hubiera sabido que no iba a poder ver a sus hijos durante tanto tiempo, nunca se habría ido.63 

De manera similar, a Joel Moreno Molina, antes mencionado, le han negado repetidamente el permiso de entrada a Cuba para visitar a su familia después de que se quedara en Perú más tiempo del autorizado. Las autoridades cubanas en Perú le dijeron que tendría que esperar cinco años porque estaba clasificado como un “desertor”. En octubre de 2004, Moreno volvió a pedir un permiso de entrada, esperando poder celebrar el cumpleaños de su segundo hijo con sus padres. Pero la embajada le informó nuevamente que no podía regresar hasta que hubieran transcurrido cinco años. 64

La repercusión de las restricciones de Cuba sobre los viajes

El dolor de la separación forzada para las familias

La separación forzada resultante de las políticas de Cuba con respecto a los viajes puede causar una profunda angustia en los hijos separados de sus padres. Lázaro Betancourt, por ejemplo, señaló que su hijo de 15 años ha visitado a un psiquiatra para tratar los problemas emocionales que la ausencia de su padre le produce.65  Lo mismo ha ocurrido con el hijo de María Elena Morejón Rodríguez, al llegar a Alemania después de casi dos años de separación de sus padres. 

La separación también puede tener un fuerte impacto en los adultos. Durante la separación de su hijo, Morejón describió sus sentimientos en una carta al Secretario General de la ONU Kofi Annan: 

Me debato hoy entre le desesperación de ver a mi hijo y la indignación de ver violados nuestros derechos, el derecho de madre e hijo a estar juntos, a ver la risa en su inocente rostro, a secar sus lágrimas y reconfortarlo cuando llore, a educarlo cerca de mi y hacer que se convierta en un hombre de bien como siempre soñé.  Pero peor aún, siento el dolor inmenso de ver ignorado el derecho de mi pequeño de crecer, educarse y ser alimentado por su madre.66

El disidente cubano Rafael León Rodríguez, que no puede visitar a sus hijos y nietos en Estados Unidos, dijo a Human Rights Watch: “Es muy doloroso. Es como si te hubieran arrancado las raíces”. Y agregó que la parte más difícil es que no ha podido conocer nunca a sus nietos.67

Ortelio Vichot, un veterinario que salió de Cuba en 1981, dijo a Human Rights Watch que llevaba intentando sacar a su hijo de la isla desde 1996. Obtuvo una visa de Estados Unidos para él pero, a pesar de sus repetidos esfuerzos, no ha podido lograr que el gobierno cubano conceda permiso a su hijo para salir del país. Aunque ni él ni su hijo han recibido respuestas por escrito de las autoridades cubanas, tienen entendido que la razón por la que le han negado el permiso a su hijo es porque se formó como médico, a pesar de que ya no practica la medicina.  “Imagínate tú, qué ansiedad”, dijo Vichot Human Rights Watch, “Durante tantos años tratando de reunirme con mi hijo.  Ilusiones falsas. Es una frustración tremenda lo que yo he vivido”, agregó.68

“Javier Sánchez” salió de Cuba hacía Sudáfrica en febrero de 1997 como parte de un programa de cooperación médica entre ambos gobiernos. Después de quedarse más tiempo del autorizado, lo declararon un “desertor”, lo que le impidió regresar a Cuba y le separó de su hija de diez años. En octubre de 2002, la madre de la niña murió en un accidente de tráfico, y Sánchez presentó una petición para que su hija se reuniera permanentemente con él en Sudáfrica. Aunque Sudáfrica le concedió rápidamente una visa a su hija, las autoridades cubanas no le permitirían salir durante otros tres años.69 

Sánchez describió las dificultades que acarreó convertirse en un “desertor” no intencional:

Realmente no es fácil convertirse en exiliado.  Echas de menos al lugar donde naciste, a la familia, amigos.  Vives permanentemente como extranjero.  Forzosamente estás separado de tu familia…. Particularmente en nuestro caso fue que un menor había perdido a la persona más importante en su vida y no podía reunirse con la otra persona más importante.  Todo se podía haber resuelto tan fácilmente pero no se pudo.70

Incluso cuando las familias se reúnen finalmente, la separación forzada puede dejar marcas duraderas. Varias personas a las que entrevistamos señalaron que sus matrimonios fueron destruidos por la separación. Otros describieron la pérdida de intimidad con sus hijos que han crecido sin conocer a uno o los dos de sus progenitores. 

Paquito D’Rivera, por ejemplo, describió la repercusión que tuvo su separación forzada de su familia sobre su matrimonio en su autobiografía:

Corría el año de 1981, y yo andaba por las calles de New York con el alma rota por mi hijo ausente, desesperado por la inminente ruptura de mi matrimonio, provocado por la lejanía, las amenazas a la madre de mi hijo por parte de las autoridades cubanas prohibiéndole salir del país...71

La separación forzada desembocó finalmente en divorcio y le distanció de su hijo. “Perdí mi matrimonio y la infancia de mi hijo”, señaló D’Rivera a Human Rights Watch.  “Por eso mi hijo es casi como un extraño para mí. Tenemos una buena relación, pero es como amigos, aunque no muy buenos amigos”.72

Blanca Reyes intentó salir de Cuba con su esposo y su hijo de nueve años en 1980, pero decidió, en cambio, quedarse con su hijo cuando el gobierno le negó el permiso para salir. Su plan consistía en que su esposo saliera y pidiera permiso para que su esposa y su hijo se reunieran con él. Pero el gobierno no permitió que su hijo saliera del país hasta 1993. Para entonces, la separación había destrozado el matrimonio, según Reyes, que culpa al gobierno cubano de su divorcio.   “A nosotros nos divorció Fidel Castro.  …no tuvimos alternativa, nos separamos porque Fidel nos obligó a estar separados.  …La distancia entre Miami y la Habana es inmensa”, señaló.73 

Reyes considera que la separación también le causó un daño emocional grave a su hijo: “A mi lo que más me duele de todo esto es el dolor que tuvo que pasar mi hijo.  El niño fue el que se quedó sin padre … El niño apenas tenía cuatro años y antes de esta separación con su padre, él era un niño muy feliz.  Después de que empezaron a pasar todas estas cosas se volvió un niño serio”.74

El hijo de Reyes, Miguel Ángel Sánchez Reyes, describió el impacto duradero que tuvo esta separación forzada sobre su relación con su padre:

Soy una persona que creció sin padre. Y cuando no sabes cómo es tu papá, lo idealizas y cuando lo ves es posible que sea como pensabas o es posible que no sea… Dejé de verle cuando tenía nueve años y le volví a ver cuando tenía 21 años. Y a esa edad es difícil reconectar con tu padre y es muy difícil crear ese vínculo entre padre e hijo. A pesar de que tenemos una buena relación, es difícil.75

El alto costo de los intentos de reunificación

Además de la angustia emocional de la separación, los esfuerzos por eludir las restricciones pueden resultar muy costosos. En varios de los casos que documentamos, los cubanos se sintieron obligados a pagar sobornos para salir.76 Y, como ilustra el caso de Paquito D’Rivera, con frecuencia, los sobornos no son suficientes. La noche antes de la fecha prevista para que su esposa y su hijo volaran a Miami, la policía allanó su casa y les quitó los pasaportes. D’Rivera respondió “haciendo un escándalo muy grande por todo el mundo”. Compró una máquina de fax y empezó a enviar cartas a los periódicos “de todo el planeta” hasta que, después de varias semanas de intensa publicidad, el gobierno les devolvió los pasaportes. D’Rivera pudo finalmente reunirse con ellos en Miami en enero de 1989.77

Otros han adoptado medidas aún más desesperadas para sacar a sus familiares de Cuba. Uno de los casos más dramáticos es el de Orestes Lorenzo Pérez, un piloto de la Fuerza Aérea Cubana que desertó en 1991 volando un jet MIG-20 durante un vuelo de entrenamiento hasta Key West, Florida.78  Poco después de llegar a Florida, Lorenzo puso en marcha una campaña para traer a su esposa y sus hijos, de diez y seis años, a Estados Unidos. Aunque obtuvo visas para que los tres vinieran a Estados Unidos, el gobierno cubano se negó a concederles permiso para salir. Lorenzo emprendió una campaña internacional para presionar al gobierno cubano para que dejara salir a su familia, presentando su caso ante el Presidente George H.W. Bush, y realizando una huelga de hambre en España.79


Paquito D’Rivera se reencuentra con su hijo después de una separación de nueve años.
© 1989 Acey Harper/PEOPLE

A pesar de todos sus esfuerzos, los funcionarios dijeron a su esposa que nunca dejarían salir a la familia del país. Por lo tanto, Lorenzo decidió tomar medidas drásticas.  Tomó prestada una avioneta y, a través de un mensajero, comunicó a su familia que le esperaran en un puente conocido de la carretera costera al este de La Habana, en la provincia norteña de Matanzas. A la hora convenida, aterrizó el avión en la carretera, recogió a su familia y regresó a Estados Unidos. “Era una posibilidad entre un millón”, dijo a Notisur, “poder colarse en Cuba es posible, pero aterrizar en una carretera con tráfico… entre automóviles, fue de hecho un milagro… La posibilidad de ser capturado o derribado era grande, pero valió la pena por la libertad de mis hijos”.80

Muchos otros miles han optado por una escapada arriesgada en altamar. Un ejemplo reciente conocido es el de José Contreras, ahora pitcher en un equipo de la Liga Mayor de Béisbol, que desertó de Cuba en octubre de 2002, pero no pudo obtener permiso para que su esposa y sus hijos pequeños salieran de la isla. Al parecer, los funcionarios del gobierno cubano le dijeron a su esposa que ella y sus hijas, de 11 y 3 años, tendrían que esperar cinco años por un permiso de salida.81  Sin embargo, el 20 de junio de 2004, las tres embarcaron secretamente un barco de diez metros con otros 18 cubanos y huyeron a Estados Unidos. Llegaron al sur de Florida a la mañana siguiente y Contreras pudo reunirse con su familia después de dos años de separación.82  Un gran número de cubanos se han ahogado intentando dichas huidas.


José Contreras se reencuentra con su esposa y sus dos hijas después de una separación de dos años.
© 2004 David Adame/AP


Restricciones sobre viajes como coacción política

El derecho a salir de un país es un ingrediente esencial de la libertad. Permite que las personas escapen de sistemas políticos represivos. Para muchos exiliados cubanos, salir de la isla parecía la única manera posible de disfrutar de las libertades políticas fundamentales de las que carecían en Cuba. Orestes Lorenzo, por ejemplo, dijo a Human Rights Watch que lo que le hizo intentar su atrevida huida fue su sentimiento de que, en Cuba, “tu destino está en las manos de un todo poderoso”, Fidel Castro. “Uno no tiene protagonismo en la vida propia… no eres dueño de tu destino”, agregó.83

La Dra. Hilda Molina describió el impacto del miedo a los informantes en la vida diaria. “En Cuba hay una careta generalizada, porque o de verdad estás con el régimen o pretendes estarlo”.84

Para los profesionales de la salud, las restricciones para viajar crean un sentimiento especialmente marcado de que están siendo privados de sus libertades fundamentales. Como explicó un médico que salió de Cuba: “Te preguntas ¿para qué me sirve el estudio? ¿Para qué estudié?  En vez de ayudarte el estudio te golpea… Te consideras un rehén, como si hubieras cometido un crimen”.85

Es más, los profesionales de la salud que piden permiso para salir de Cuba tienen que soportar el estigma de la “deserción” durante los tres o cinco años (o incluso más) que esperan su visa. “El profesional se expone a que lo llamen traidor, gusano”, explicó un médico exiliado.  “Porque claro desde el momento que dices que te quieres ir empieza toda la propaganda en contra tuya”, agregó.86

Las restricciones también pueden servir para forzar la colaboración con el gobierno.  Carmen Delia Llano Ochoa sufrió varios arrestos domiciliarios en Cuba por ser disidente. En 2001, Llano pagó a un “coyote” que sobornó a los funcionarios de migración para que eliminaran la información relacionada con sus actividades políticas de su expediente. Esto le permitió salir de la isla el 22 de diciembre de 2001, y solicitar asilo político en Canadá. Aunque Canadá le concedió la residencia a ella, Cuba se negó inicialmente a permitirles salir a su esposo y a su hijo de ocho años. Según Llano, los funcionarios del consulado cubano en Montreal intentaron obligarla a identificar a opositores del gobierno como condición para sacar a su familia de la isla. Llano, enojada, organizó una protesta frente al consulado cubano desde el 20 de octubre hasta el 10 de diciembre de 2004. El 12 de diciembre, La Habana cedió y permitió la salida de su esposo y su hijo.87

Además de servir de medio para forzar el cumplimiento, las restricciones para viajar pueden ser una forma de castigo para los opositores políticos. Rafael León Rodríguez, por ejemplo, un activista político de 59 años, no ha podido salir del país a pesar de que Estados Unidos le concedió una visa en 2000. Ha solicitado reiteradamente un permiso de salida para poder visitar a sus tres hijos y cuatro nietos que viven en Miami. Los hijos salieron de Cuba con su ex esposa en 1980. Nunca ha conocido a sus nietos. Sus solicitudes de permisos de salida han sido ignoradas o rechazadas. Ha señalado que las autoridades le han indicado que estos rechazos se deben a su actividad política con el grupo de oposición, el Proyecto Democrático Cubano.88


“Esas heridas nunca se cierran”, dijo Edgardo Lompart sobre su separación de diez años de su hija
(que aparece en la foto con él).
© 2003 Privado

De manera similar, el disidente Edgardo Llompart se enfrentó a la separación de su hija de 19 años como castigo por sus actividades de oposición y su negativa a cooperar con el gobierno. Llompart formó parte de un grupo de disidentes excarcelados en 1991 después de haber sido condenados por rebelión al haber organizado un movimiento político independiente en los ochenta. Cuando lo pusieron en libertad, le dieron dos alternativas: cooperar con el gobierno o irse al exilio. Las autoridades le permitieron llevarse a su hijo y a su esposa a Estados Unidos, pero le negaron el permiso de salida a su hija, Ibet Llompart, por un período de diez años. “Mi vida emocional y física se vieron muy afectadas” por la separación, dijo Llompart a Human Rights Watch.  “Cada vez que servíamos un plato de comida y sabíamos que nuestra hija estaba lejos y no a nuestro lado era muy duro… Esas heridas nunca se cierran”, agregó.89

La amenaza de la separación se ve agravada por el hostigamiento a los familiares que quedan atrás, que se enfrentan a toda una gama de formas de persecución, desde despidos hasta el repudio social. La esposa de Joel Brito, por ejemplo, fue despedida de su empleo de directora de presupuesto de la alcaldía de La Habana cuando su esposo se quedó fuera del país después de una conferencia en Bolivia. Según Brito, su esposa fue víctima de llamadas frecuentes con insultos en la que le pedían que denunciara públicamente a su esposo, algo a lo que se negó rotundamente. Los agentes de seguridad del Estado la entrevistaron durante varias horas sobre su esposo, presionándola para que lo llamara traidor y engañándola al decirle que Brito había encontrado una nueva esposa y estaba empezando una nueva familia en Estados Unidos.90

El compositor Jorge Rodríguez dijo a Human Rights Watch que su esposa y su hija sufrieron un acoso constante después de que las dejara en Cuba. Se vieron obligadas a dejar su apartamento debido a la hostilidad de los vecinos. Los compañeros de clase de su hija se burlaban de ella, diciéndole que su padre era un traidor. Los funcionarios de seguridad detuvieron a su esposa en múltiples ocasiones y le dijeron que nunca vería a Rodríguez de nuevo. A su esposa le rebajaron el salario, lo que hizo que eventualmente renunciara a su empleo.91

Miguel Ángel Sánchez Reyes, habló con Human Rights Watch del estigma que sintió como hijo de un “desertor”:

Yo pensaba al principio que mi papá era un traidor a la patria, un traidor de Fidel.  Lo primero es encontrarte con que tu papá es un traidor.  El temor a que esas personas que te rodean se enteren que tu padre ha desertado de Cuba.  Eso no lo cuentas, si te preguntan que dónde está tu papá, tu dices que no está, o que tu papá está separado de tu madre pero nunca dices que se fue de Cuba porque tienes un temor gigante al rechazo.  Tienes temor a ser rechazado por los estudiantes y la sociedad.  Las personas que te conocen también te rechazan porque eres el hijo de un desertor.  No se reúnen contigo.  A mi me daba miedo encontrármelas en la calle y que me pararan y me dijeran algo porque de pronto más gente se enteraba de quién era mi papá.  Es un temor al rechazo.  Y al mismo tiempo es difícil disimular y pretender que estás contento.92

En el transcurso de la investigación para este informe, Human Rights Watch se encontró con numerosas personas que tenían miedo de hablar con nosotros sobre sus casos, incluso cuando les garantizamos el anonimato. Uno de los principales temores que tenían estos y otros cubanos es que les negaran el permiso a ellos o a sus familiares para salir o entrar a Cuba. “Le pido que no use mi nombre”, dijo una mujer en Miami al final de una entrevista, “porque mi mamá sigue en Cuba y voy a visitarla el año que viene… No quiero que me impidan ir y me digan: ‘Estabas diciendo cosas, estabas hablando’”.93

Asimismo, “Elena Vargas” dijo a Human Rights Watch que no quería que se hiciera público su nombre en este informe porque tenía miedo de que acosaran a su familia.  “Es que en Cuba hay mucho miedo”, dijo.  “Miedo a saber, miedo a solidarizarse, miedo a que la gente sepa.  Porque es que puede que para otros esto no sea indispensable pero cuando tu estás en Cuba no quieres saber qué pasa o no quieres que piensen que eres cómplice porque no quieres que te dejen sin jabón, sin el aceite”, agregó.94

La Dra. Hilda Molina ofreció a Human Rights Watch detalles de otros tres casos—y dijo que sabía de muchos casos más—relacionados con conocidos a los que les habían negado los permisos de salida, pero que le habían dicho que no querían ser entrevistados por miedo a las posibles consecuencias negativas.  “Es una forma de chantaje psicológico”, señaló. “Creen que callándose y complaciendo al gobierno puede que un día el gobierno les dé permiso [para viajar]”, agregó.95 

La separación forzada es, en otras palabras, una de los instrumentos más eficaces para evitar que las personas hablen de las restricciones para viajar, o critiquen otras políticas del gobierno cubano. Como explica el activista Rafael León Rodríguez: “La amenaza de negar el permiso para viajar es un arma de disuasión usada para intimidar, reprimir y controlar varios tipos de actividades”.96  



[1] Guillermo J. Grenier y Lisandro Pérez, The Legacy of Exile: Cubans in the United States (Boston: Allyn and Bacon, 2003), p. 26.

[2] Ibíd.  Véase también Susan Eckstein y Lorena Barbería, “Cuban-American Cuba Visits: Public Policy, Private Practices”, (Publicado como parte de la serie “Mellon Reports”, enero de 2001).

[3] Grenier y Pérez, The Legacy of Exile: Cubans in the United States, pp.23-24; Eckstein y Barbería, “Cuban-American Cuba Visits: Public Policy, Private Practices”.

[4] Grenier y Pérez, The Legacy of Exile: Cubans in the United States, pp.24-25; Eckstein y Barbería, “Cuban-American Cuba Visits: Public Policy, Private Practices”.

[5] Departamento de Estado de Estados Unidos, “Cuba Human Rights Practices, 1995,” March 1996, http://dosfan.lib.uic.edu/ERC/democracy/1995_hrp_report/95hrp_report_ara/Cuba.html (consultado el 12 de junio de 2005).

[6]  Ministerio de Relaciones Exteriores, República de Cuba, “Servicios Consulares”, http://www.cubaminrex.cu/consulares/serv_consintro.htm (consultado el 21 de febrero de 2005).

[7] El proceso legal para salir de Cuba es caro y, para los profesionales, complicado. Los que estén empleados tienen que pedir primero un permiso de su empleador, el cual traslada la petición al ministerio gubernamental competente. Una vez que el ministerio aprueba la petición (un proceso que puede llevar años), se traslada a la Dirección de Migración. Los no profesionales se dirigen directamente a la Dirección de Migración. El solicitante debe adquirir entonces un pasaporte que cuesta 50 dólares. Solicitar el permiso de salida cuesta otros 150 dólares, que no se devuelven aunque se niegue el permiso. El último paso es un examen médico que cuesta 450 dólares. Todas estas tasas son exorbitantes para los cubanos.

[8] Cuba llegó a un acuerdo sobre emigración con Estados Unidos en mayo de 1995, por el que se comprometió a no aplicar la ley sobre salida ilegal a los cubanos repatriados. Sin embargo, el hecho de que no haya revocado esta ley pone seriamente en entredicho su voluntad de legitimar el derecho fundamental de sus ciudadanos a salir de su país.

[9] Código Penal, Artículo 216.

[10] Código Penal, Artículo 217.

[11] Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, “Lista Parcial de Sancionados o Procesados por Motivos Políticos o Político-Sociales”, 5 de julio de 2005.

[12] Código Penal, Artículo 215.

[13] Como se señaló anteriormente, el acuerdo sobre migración de 1995 entre La Habana y Washington exige que Estados Unidos conceda al menos 20.000 visas de residentes a cubanos cada año. Aproximadamente el 85 por ciento de los cubanos que inmigran a Estados Unidos mediante este mecanismo son elegidos por lotería, según el Departamento de Estado. Muchos de los otros son familiares.

[14] Correspondencia electrónica de Human Rights Watch con Jim Bean, Subdirector de la Oficina de Asuntos Cubanos, Departamento de Estado de Estados Unidos, 29 de marzo de 2005.

[15] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Jim Bean, Subdirector de la Oficina de Asuntos Cubanos, Departamento de Estado de Estados Unidos, 30 de marzo de 2005.

[16]  Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dr. Roberto Quiñones, Buenos Aires, 2 de febrero de 2005; Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dra. Hilda Molina, La Habana, Cuba, 18 de abril de 2005; y carta dirigida a José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, del Dr. Roberto Quiñones, 23 de febrero de 2004.

[17] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dra. Hilda Molina, La Habana, Cuba, 18 de abril de 2005. El comentario, transmitido a Human Rights Watch por la Dra. Molina, se ajusta al lenguaje empleado en una carta del embajador de Cuba en Brasil, en la que hace referencia al “robo de cerebros” (véase la nota 34), así como el empleado por el Presidente Fidel Castro, que se refirió a Cuba como una “incubadora de cerebros” (véase la nota 45).

[18] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dra. Hilda Molina, La Habana, Cuba, 18 de abril de 2005.

[19] Ibíd.

[20] Ibíd;  “Una carta de Kirchner apela a la sensibilidad de Fidel Castro”, La Nación, 5 de diciembre de 2004, http://www.lanacion.com.ar/politica/nota.asp?nota_id=660281 (consultado el 5 de febrero de 2005).

[21] Según el Dr. Quiñones, un funcionario de migración le impidió que siguiera a su esposa hasta el avión cuando la pareja intentó salir, a pesar de que su pasaporte y su visa de salida estaban en orden. Cuando el Dr. Quiñones pidió que sacaran del avión a su esposa y su equipaje, el guardia se negó, alegando que su esposa, que era argentina, tenía que irse. Cuando supo lo que estaba pasando, su esposa objetó e intentó bajar las escaleras para salir del avión. Varios soldados la detuvieron. Sin embargo, después de que los demás pasajeros, muchos de ellos turistas mexicanos, protestaran a favor de la esposa de Quiñones, le permitieron finalmente embarcar en el avión y salir. Hilda Molina presentó una queja sobre el incidente y le informaron de que habían confundido a su hijo con otra persona.  Entrevista telefónica de Human Rights Watch con el Dr. Roberto Quiñones, 2 de febrero de 2005.

[22] Ibíd; y “Una carta de Kirchner apela a la sensibilidad de Fidel Castro”, La Nación, 5 de diciembre de 2004; y “Una carta de Fidel Castro evitó una seria crisis con Cuba”, La Nación, 15 de diciembre de 2004, http://www.lanacion.com/ar/politica/nota.asp?nota_id=660286 (consultado el 5 de febrero de 2005).

[23] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Teresa Márquez” (no su nombre real), México, 2 de mayo de 2005.  Márquez es una de los muchos cubanos o cubanoamericanos entrevistados que pidieron que se cambiaran sus nombres para proteger a sus familiares en Cuba.

[24] Ibíd.

[25] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con María Elena Morejón, Hannover, Alemania, 5 de abril de 2005.

[26] María Elena Morejón, “Petición de Reunificación Familiar, presentada para que sea examinada de conformidad con el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”, sin fecha.

[27] Ibíd.

[28] Ibíd.

[29] Ibíd.

[30] Ibíd.

[31] Ibíd.

[32] Carta de María Elena Morejón a la Embajada de Cuba, Berlín, 1 de marzo de 2003, http://www.lanuevacuba.com/nuevacuba/peticion-1.htm (consultado el 7 de abril de 2003).

[33]  Correspondencia electrónica de Human Rights Watch con Juan López Linares, 16 de diciembre de 2002; véase también Ministerio de Relaciones Exteriores, República de Cuba, “Servicios Consulares”, http://www.cubaminrex.cu/consulares/serv_consintro.htm (consultado el 21 de febrero de 2005).

[34]  Carta de Jorge Lezcano Pérez, Embajador de Cuba en Brasil, a Eduardo Matarazzo Suplicy, senador brasileño, 15 de agosto de 2002.

[35]  Carta de Juan López Linares a Jorge Lezcano Pérez, Embajador de Cuba en Brasil, 4 de septiembre de 2002.

[36]  Correspondencia electrónica de Human Rights Watch con Juan López Linares, 15 de febrero de 2005.

[37]  Correspondencia electrónica de Human Rights Watch con Juan López Linares, 27 de julio de 2005.

[38] Entrevistas telefónicas de Human Rights Watch con José Cohen, Miami, Florida, 17 de agosto de 2004, 4 de abril de 2005 y 19 de mayo de 2005; entrevista telefónica de Human Rights Watch con Isaac Levy Cohen y Daysi Cohen, La Habana, 21 de abril de 2005.

[39] Entrevista de Human Rights Watch con José Cohen, Miami, Florida, 17 de agosto de 2004.

[40] Ibíd.

[41] De los 1.762 casos registrados desde 2004 hasta marzo de 2005, 886 estaban relacionados con profesionales de la salud.

[42] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Julio Alfaro” (no su nombre real), West Palm Beach, 13 de mayo de 2005.

[43] “Cuba afirma que “controlará” la migración de profesionales a EEUU”, Agence France-Press, 31 de agosto de 2000.

[44] Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruiz, Presidente de la República de Cuba, en la Tribuna antiimperialista “José Martí”, La Habana, 27 de noviembre de 2001, http://www.cubaminrex.cu/Archivo/Presidente2001/FC_271101,htm.

[45] Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro Ruiz, en la clausura del VI Congreso de los CDR, en el teatro “Karl Marx”, 28 de septiembre de 2003, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2003/esp/f280903e.html (consultado el 30 de marzo de 2005).

[46] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Carlos Marrero, esposo de la Dra. Almaguer, Jacksonville, 4 de abril de 2005.

[47] Entrevista de Human Rights Watch con Arturo Morejón, Miami, Florida, 18 de agosto de 2004.

[48] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Jorge Ramos” (no su nombre real), 21 de febrero de 2005.

[49] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Roberto Gómez” (no su nombre real), Florida Keys, Florida, 10 de mayo de 2005.

[50] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Lázaro Betancourt, Miami, Florida, 20 de agosto de 2004.

[51] Ibíd.

[52] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Joel Brito, Miami, Florida, 17 de agosto de 2004 y 13 de abril de 2005.

[53] Ibíd.

[54]  Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Paquito D’Rivera, Weekawken, New Jersey, 11 de mayo de 2005.

[55]  Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Jorge F. Rodríguez, Hackensack, New Jersey, 5 de mayo de 2005.

[56]  “Castro holds children hostage”, TNA News with Commentary, 23-24 de junio de 2001; http://www.newaus.com.ua/news254castro.html (consultado el 19 de noviembre de 2002).

[57] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Joel Moreno Molina, Lima, Perú, 30 de marzo de 2005.

[58] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Elena Vargas” (no su nombre real), Lima, Perú, 13 de abril de 2005.

[59] Agustín Blázquez, “Sandra”, Cuba InfoLinks news & information services, 2001, http://www.cubainfolinks.net/Artículos/sandra.htm (consultado el 7 de noviembre de 2002).

[60] Ibíd.; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe Anual 2001, Capítulo IV(a) Cuba, para. 14; y Vicente Becerra y Zaida Jova, “Sobre la llegada de nuestra hija cubana Sandra a Brasil: declaración de gratitud y esperanza”, http://www.cubdest.org/0106/csanzyv.html (consultado el 21 de febrero de 2005).

[61] Carta del Dr. Ramón Martínez Martínez, remitida a Human Rights Watch por Juan López Linares, 11 de agosto de 2004; y “Silencio de Cuba en el caso de un médico”, Clarín, 22 de julio de 2004, http://old.clarin.com/diario/2004/07/19/sociedad/s-03402.htm (consultado el 21 de febrero de 2005).

[62] “Desde Cuba, reclaman que un médico pueda visitar la Isla para ver a sus hijos”, 29 de julio de 2004, infobae.com, http://www.infobae.com/notas/nota_imprimir.php?Idx=129324 (consultado el 31 de enero de 2005).

[63] “Silencio de Cuba en el caso de un médico”, Clarín, 22 de julio de 2004.

[64] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Joel Moreno Molina, Lima, Perú, 30 de marzo de 2005.

[65] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Lázaro Betancourt, Miami, Florida, agosto de 2004.

[66] Carta de María Elena Morejón al Secretario General de la ONU Kofi Annan. Sin fecha.

[67] Ibíd.

[68] Entrevista de Human Rights Watch con Ortelio Vichot, Miami, Florida, 20 de abril de 2005.

[69] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Javier Sánchez” (no su nombre real), Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 6 de julio de 2005.

[70] Ibíd.

[71] Paquito D’Rivera, My Vida Saxual (Editorial Plaza Mayor: San Juan, 1999), pp. 49-50.

[72] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Paquito D’Rivera, Weekawken, New Jersey, 11 de mayo de 2005.

[73] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Blanca Reyes, La Habana, Cuba, 4 de mayo de 2005.

[74] Ibíd.

[75] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Miguel Ángel Sánchez Reyes, Miami, Florida, 9 de mayo de 2005. 

[76] Entrevista de Human Rights Watch con Joe García, entonces director ejecutivo de la Fundación Cubanoamericana, Miami, Florida, 17 de agosto de 2005; entrevista telefónica con Isaac Levy Cohen y Daysi Cohen, La Habana, 19 de mayo de 2004; entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Roberto Gómez” (no su nombre real), Florida Keys, Florida, 10 de mayo de 2005; Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Paquito D’Rivera, Weekawken, New Jersey. 11 de mayo de 2005.

[77] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Paquito D’Rivera, Weekawken, New Jersey. 11 de mayo de 2005.

[78] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Orestes Lorenzo Pérez, Osceola, Florida, 2 de mayo de 2005; Javier González Muruato, “La mirada de Orestes Lorenzo”, El Siglo de Torreón, 1 de mayo de 2005.

[79] Mike Wilson, “Daring Act of Love Focuses Public's Eye on Cuba,” The Miami Herald, 2 de enero de 1993; y Deborah Sharp y Sandra Sánchez, “Pilot Swoops family out of Cuba,” USA Today, 21 de diciembre de 1992.

[80] “Two Groups of Cubans Flee Island by Plane,” NotiSur, January 1, 1993.

[81]  “NY Yankees Pitcher José Contreras feels betrayed by Castro”, Havana Journal, 19 de febrero de 2004, http://La Habanajournal.com/culture_coments/P1432_0_3_0/ (consultado el 30 de enero de 2005).

[82]  “Contreras’ [sic] wife, two daughters are in Florida”, ESPN News Service, 22 de junio de 2004, http://sports.espn.go.com/espn/print?id=1826440&type=story, consultado el 30 de enero de 2005.

[83]  Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Orestes Lorenzo, Osceola, Florida, 2 de mayo de 2005.

[84] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dra. Hilda Molina, La Habana, Cuba, 18 de abril de 2005.

[85] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dr. “Julio Alfaro”, West Palm Beach, Florida, 13 de mayo de 2005.

[86] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dr. Alfredo Melgar, Miami, Florida, 22 de abril de 2005.

[87] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Carmen Delia Llano, Montreal, Québec, Canadá, 31 de enero de 2005.

[88] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Rafael León Rodríguez, La Habana, Cuba, 28 de abril de 2005.  

[89] Entrevista de Human Rights Watch con Edgardo Llompart, Miami, Florida, 27 de abril de 2005.

[90] Entrevista de Human Rights Watch con Joel Brito, Miami, Florida, 17 de agosto de 2005.

[91]  Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Jorge Rodríguez, Hackensack, New Jersey, 5 de mayo de 2005.

[92]  Entrevista de Human Rights Watch con Miguel Ángel Sánchez Reyes, Miami, Florida, 9 de mayo de 2005.

[93] Entrevista telefónica de Human Rights Watch, Miami, Florida, 6 de mayo de 2005.

[94] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con “Elena Vargas” (no su nombre real), Lima, Perú, 13 de abril de 2005.

[95] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Dra. Hilda Molina, La Habana, Cuba, 7 de junio de 2005.

[96] Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Rafael León Rodríguez, 28 de abril de 2005. 


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