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I. Resumen y recomendaciones

Durante las últimas cuatro décadas, cientos de miles de personas han salido de Cuba, muchas de ellas en busca del disfrute de los derechos fundamentales que les negaba el gobierno de Fidel Castro, como los derechos a la libertad de expresión, asociación y asamblea. Sin embargo, su capacidad para perseguir el ejercicio de estas libertades en el extranjero se ha visto restringida por la negativa de Cuba del ejercicio de otro derecho fundamental—el derecho a la libertad de circulación.

Cuba se niega con frecuencia a conceder permiso a sus ciudadanos para salir del país y suele negar permiso para regresar a algunos que han salido. Estas restricciones han llevado a la separación involuntaria de muchas familias cubanas, violando de esta manera, el derecho de los niños a estar con sus padres. 

El daño emocional para los familiares es incalculable. Un médico cubano que vive en Brasil, por ejemplo, nunca ha podido conocer a su hijo de seis años. Su ex esposa y su hijo están en Cuba, pero en vista de que violó las restricciones para viajar negándose a regresar en 2000 de un viaje autorizado, el gobierno le ha prohibido visitar el país para ver a su hijo. Una madre cubana que vive en México y que estuvo separada de sus hijos durante tres años en circunstancias similares dijo a Human Rights Watch que sentía como si el gobierno cubano hubiera “arrancado una parte de mi vida”.

Sin embargo, Cuba no es el único país que impone restricciones para viajar que dividen a familias. Durante las últimas cuatro décadas, Estados Unidos se ha servido del terrible historial de Cuba en materia de derechos humanos para justificar un embargo económico destinado a sacar del poder a Fidel Castro. Esta política no sólo no ha logrado llevar la democracia a la isla, sino que ha ofrecido a Castro una justificación conveniente para las prácticas represivas de su gobierno. Recientemente, en lugar de abandonar o modificar el embargo, el gobierno de George W. Bush ha intentado fortalecerlo mediante restricciones para viajar las cuales, al igual que las políticas de Fidel Castro, menoscaban el derecho de los cubanos a la libertad de circulación.

Como parte de una prohibición más amplia de los viajes a Cuba, en 2004, el gobierno de Bush impuso límites estrictos sobre los viajes por motivos familiares. De acuerdo con las nuevas reglas, sólo se puede visitar a familiares en Cuba una vez cada tres años y sólo si estos familiares encajan dentro de la estricta interpretación oficial de “familia”.

Al igual que las reglas sobre viajes impuestas por Cuba, estas nuevas restricciones han tenido un profundo impacto sobre muchas familias cubanas. Una mujer cubanoamericana de Miami se vio obligada a suspender sus visitas frecuentes para atender a su padre enfermo—un viudo en estado avanzado de Alzheimer y sin familiares cercanos en Cuba—y no pudo ayudarle ni reconfortarle cuando cayó en una depresión, dejó de comer y finalmente murió. Un sargento del ejército de Estados Unidos, al que le negaron la autorización para visitar a sus dos hijos en Cuba durante un permiso de dos semanas del servicio activo en Irak, se vio forzado a regresar al frente sintiendo que no había podido “cumplir [su] obligación como padre”.

Las restricciones para viajar impuestas por Cuba y Estados Unidos van en contra del principio de derechos humanos de que todas las personas tienen derecho a regresar a su propio país. Este principio de Derecho internacional, establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, se aplica en este caso no sólo a los ciudadanos cubanos, sino también a los cubanoamericanos que tienen lazos tan estrechos con Cuba que no pueden simplemente ser considerados extranjeros. Al negar el permiso de salida a algunos de sus ciudadanos, la política sobre viajes de Cuba también viola su derecho a salir del país. Y en el caso de los niños separados de sus padres por las restricciones para viajar, las políticas de ambos países vulneran su derecho a la unidad familiar consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Human Rights Watch realizó entrevistas con más de 50 cubanos y cubanoamericanos cuyas familias han tenido que soportar la separación provocada por las restricciones impuestas por Cuba, Estados Unidos, o ambos países. Estos casos ilustran el profundo dolor que la separación prolongada causa en las familias —desde la aflicción de los niños forzados a crecer sin ver a sus padres hasta la angustia de los adultos que no pueden despedirse de los seres queridos que están muriendo.

Los casos también demuestran porqué la libertad de circulación es un derecho fundamental para las personas que se enfrentan a regímenes represivos, así como para los emigrantes que intentan mantener sus lazos familiares en el país que han dejado atrás.

Las restricciones de Cuba sobre los viajes

El gobierno cubano prohíbe a sus ciudadanos salir o regresar a Cuba sin antes haber obtenido una autorización oficial. Los viajes no autorizados pueden acarrear un enjuiciamiento penal.

Cuba niega permisos de salida a cientos, posiblemente miles, de personas cada año.  Una gran parte de los cubanos a los que se niega los permisos de viaje son profesionales de la salud, a quienes se les alega que la “Resolución 54” del Ministerio de Salud Pública exige a los profesionales de la salud que soliciten permisos de salida un plazo de espera de tres a cinco años antes de estudiar su solicitud.

Cuba justifica la restricción de los permisos de viaje para profesionales de la salud como una medida para evitar la “fuga de cerebros”. Argumenta que los profesionales calificados que han recibido educación por parte del Estado cubano tienen la obligación de servir al pueblo cubano. Sin embargo, no sólo aplica esta política a los recién graduados de las facultades de medicina, sino también a los médicos veteranos, incluyendo una neuróloga de 62 años que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del avanzado programa de neurociencia de Cuba. El gobierno cubano lleva más de una década negándole el permiso a esta destacada doctora para visitar a su hijo y sus nietos en Argentina alegando que su cerebro “es patrimonio del Estado cubano”, por lo cual debe permanecer en la isla; a pesar de que renunció a su puesto en 1994.

Asimismo, Cuba niega regularmente los permisos a los familiares de los que denomina “desertores”, es decir, personas que salieron del país sin permiso o se negaron a regresar al final de un viaje autorizado. También le niega a estos “desertores” el permiso para regresar a Cuba, separándoles así completamente de sus familiares que permanecen en la isla. 

La separación forzada resultante de estas restricciones para viajar puede ser devastadora para las familias. Una madre cubana que vive en Alemania dijo que, cuando el gobierno cubano le negó el permiso de salida a su hijo, fue como “sentenciar a mi hijo a vivir como un huérfano con padres vivos”. Otro padre describió el dolor que supuso la separación de su hija durante diez años: “Cada vez que servíamos un plato de comida y sabíamos que nuestra hija estaba lejos y no a nuestro lado era muy duro… Esas heridas nunca se cierran”.

Además de la angustia emocional de la separación, los intentos de eludir las restricciones pueden resultar muy costosos, ya sean los graves peligros a los que se enfrentan los que huyen del país adentrándose en ultramar o los exorbitantes sobornos que hay que pagar a funcionarios corruptos para obtener permisos de viaje.

Teniendo en cuenta estas posibilidades, y el miedo de la separación prolongada de la familia, el control de Cuba sobre los viajes ofrece a las autoridades un instrumento poderoso de control de lo que los ciudadanos dicen del gobierno cubano. Un activista de derechos humanos cubano al que le han negado el permiso para visitar a su familia en Florida, describió la política sobre viajes como un “arma de disuasión usada para intimidar, reprimir y controlar varios tipos de actividades”. Asimismo, la destacada neuróloga a quien le han negado el permiso de salida describió la restricción sobre los viajes como “una forma de chantaje psicológico” que disuade a las personas de criticar al gobierno. “Creen que callándose y complaciendo al gobierno puede que un día el gobierno les dé permiso”, agregó.

Restricciones estadounidenses sobre los viajes a Cuba

Al evaluar el embargo de Estados Unidos sobre Cuba, un informe de 2004 de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre del Presidente George W. Bush concluyó que uno de los principales obstáculos para promover una “Cuba libre” ha sido la conducta del propio pueblo cubano.

Según la comisión presidencial, los cubanoamericanos y los cubanos que viven en Estados Unidos que realizan visitas regulares a sus familiares en la isla y generan “un aporte importante de dinero al régimen”, al pagar las altas tasas sobre viajes impuestas por el gobierno cubano y gastar dólares en los comercios estatales de la isla. Con el fin de interrumpir esta fuente de ingresos, el gobierno de Bush impuso restricciones estrictas a los viajes por motivos familiares en junio de 2004. De acuerdo con las nuevas reglas, se puede visitar a los familiares en Cuba una vez cada tres años, y sólo si éstos son “familiares cercanos”, que, según la definición, incluyen a cónyuges, hijos, nietos, padres, abuelos, hermanos, o cónyuges de alguno de ellos.

El gobierno de Bush insiste que sigue siendo posible visitar a familiares en Cuba. “Una persona puede decidir cuándo quiere viajar una vez cada tres años y la decisión depende de ella”, señaló Dan Fisk, Adjunto al Asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental de la Secretaría de Estado. “Por lo tanto, si tienen a un familiar que esté muriendo, tienen que decidir cuándo quieren viajar”, agregó.

Pero esta decisión puede ser terriblemente difícil de tomar, especialmente para los que tienen familiares ancianos, para los que la muerte puede llegar en cualquier momento, o los que tienen muchos familiares cuya salud pende de un hilo. Más aún, en muchos casos, no se trata de despedirse de familiares enfermos sino de ayudarles a vivir. Los viajes sirven para llevar el dinero y los productos médicos que escasean en la isla y darles un respiro temporal a otros familiares que están cuidando del familiar enfermo. Las visitas también sirven para ofrecer un apoyo emocional que puede ser crucial para ayudar a que el familiar enfermo pueda cobrar las fuerzas necesarias para superar la enfermedad o simplemente soportar el dolor. “Cada vez que voy allí es como darle una inyección de felicidad”, dijo una mujer sobre su madre enferma. “Le hace querer seguir viviendo”, agregó.

Una visita una vez cada tres años no es ni siquiera una alternativa para aquellos cubanos cuyos familiares en la isla no encajan dentro de la definición de “familiar cercanos”. El gobierno ha defendido esta restricción subestimando su repercusión sobre las familias afectadas. “¿Qué se supone que tenemos que decirles?”, preguntó Roger Noriega, quien entonces ejercía de Asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental de la Secretaría de Estado, a un periodista. “¿Vamos a continuar permitiendo que este dinero se amontone en las arcas de un régimen que los va a mantener encadenados bajo una dictadura porque queremos preservar el derecho de las personas a visitar a sus tías?”, agregó. Sin embargo, “visitar a sus tías” no es una cuestión trivial para muchos cubanos. Varias de las personas entrevistadas para este informe hablaron de las tías y los tíos que los habían criado como si fueran realmente sus padres. Y muchos hablaron de familiares que quedarían fuera de la definición de “familiares cercanos”, siento una parte integral de sus familias. 

Las restricciones arbitrarias impuestas sobre los viajes por motivos familiares obligan a muchos cubanoamericanos desesperados a recurrir al viaje ilegal para poder ayudar a sus familiares. Muchas de las personas entrevistadas para este informe expresaron una gran frustración porque las nuevas restricciones del gobierno les obligaban a elegir entre atender a sus familias y respetar la ley. 

Cuando se le interpela sobre la angustia provocada por esta política, la defensa en última instancia del gobierno de Bush ha sido trasladar la responsabilidad al gobierno cubano. “El problema de la situación cubana no es que las familias estén divididas”, señaló Noriega. “El problema es que la mitad de la familia vive en una dictadura”. Sin embargo, está claro que, para los partidarios del embargo, también es un problema que los cubanos en Estados Unidos insistan en visitar y apoyar a la otra “mitad”, generándole de esta manera, ingresos al gobierno cubano. En este sentido, el problema para el gobierno es que las familias no están lo suficientemente divididas.

Muchos de los cubanos expatriados que fueron entrevistados para este informe dijeron que habían abandonado Cuba porque se oponían a la manera en que estaba siendo gobernada. Pero también insistieron en que no abandonarían a sus familias. “Puedes oponerte al régimen, a las políticas”, señaló uno de ellos. “Pero no te vas a oponer a tu familia”, agregó.

Muchos americanos nacidos en Cuba dijeron que sentían que, con las restricciones para viajar, Estados Unidos estaba traicionando los mismos valores que estaba promoviendo respecto de Cuba. “Vine a este país en busca de libertad”, señaló otro. “Y ahora siento que alguien me está quitando la libertad por la que vine aquí”, agregó.

Recomendaciones

Al gobierno cubano

  • El gobierno cubano debe abolir las restricciones para viajar que violan el derecho de toda persona a salir de su país y regresar a él. En particular, el gobierno debe reformar su código penal para eliminar los delitos de salida ilegal y entrada ilegal (artículos 216 y 217) para los ciudadanos cubanos.

  • El gobierno también debe poner fin a todas las políticas y regulaciones que contribuyen a la separación de familias. En particular, el gobierno debe abolir la restricción, vigente desde 1999, que impide a los que han salido del país sin permiso o han estado en el extranjero más tiempo del permitido de regresar a Cuba durante cinco años.

  • El gobierno debe cesar la práctica de obligar a los que viajan al extranjero a dejar a sus hijos en Cuba.

  • El gobierno debe reformar la “Resolución 54” del Ministerio de Salud Pública, que impide que los médicos y los profesionales de la salud salgan de la isla hasta que hayan transcurrido entre tres y cinco años desde el momento en que solicitaron permiso para salir. Cualquier nueva disposición debe disponer maneras menos coercitivas para fomentar que los médicos practiquen la medicina en Cuba antes de emigrar, tales como crear incentivos económicos o establecer un requisito de residencia para que los estudiantes de medicina obtengan su título universitario. Sin embargo, se deben considerar excepciones para los médicos y otros profesionales de la salud que intenten reunirse con sus hijos en el extranjero.

  • Toda regulación que límite los viajes debe hacerse pública. Aunque a muchos de los cubanos que entrevistamos les habían dicho que la “Resolución 54” prohibía su salida, ninguno de ellos había visto nunca el texto de la misma.

  • En el caso de los niños cubanos cuyos padres viven fuera del país, el único factor que debe determinar si los niños pueden salir o no es el interés superior del niño. Bajo ninguna circunstancia se debe retener a un niño en Cuba como castigo por las acciones de uno o más de sus progenitores.

Al gobierno de Estados Unidos

  • El gobierno de Estados Unidos debe poner fin al embargo económico sobre Cuba. El embargo no es una política ajustada destinada a producir reformas específicas, sino una estrategia del mazazo con el único objetivo de derrocar al gobierno. Además de haber fracasado en su objetivo principal, el carácter indiscriminado del embargo ha dañado a la población en general y ha ofrecido al gobierno una justificación para sus políticas represivas.

  • Hasta tanto se adopte esta medida, el gobierno de Estados Unidos debe eliminar las restricciones para viajar que socavan la unidad familiar y el derecho de toda persona a regresar a su país de origen.

  • En particular, el gobierno de Estados Unidos debe eliminar las restricciones para viajar de cubanos a Cuba—lo que incluye a los cubanoamericanos que nacieron en Cuba o que tienen familiares en la isla.

  • Hasta tanto se eliminen las restricciones para viajar, el gobierno de Estados Unidos debe disponer de excepciones por razones humanitarias que permitan a las personas obtener permisos para visitar a sus familiares en Cuba que padecen enfermedades graves o que se encuentren en otras situaciones de emergencia.


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