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Las democracias en el Sur global

Una fuente potencial de liderazgo en derechos humanos podrían ser algunas de las democracias, tanto nuevas como establecidas, en el Sur global. Dado que estos gobiernos no son occidentales, la defensa de sus derechos podría ayudar a reforzar el hecho de que los derechos humanos son valores universales. En vista de que a menudo están cerca de gobiernos abusivos, su proximidad podría darles una mayor influencia. Y dado que muchos han surgido de periodos de represión extrema, ya se trate de colonialismo, apartheid o dictadura, podrían tener una especial autoridad moral en materia de derechos humanos. Algunos gobiernos del Sur han empezado a ejercer su potencial de liderazgo, pero las posturas éticas a favor de los derechos humanos han sido demasiado esporádicas como para llenar el vacío de liderazgo.

Las naciones de América Latina por lo general han apoyado los esfuerzos por fortalecer los mecanismos internacionales de derechos humanos. Casi todos los países de la región ratificaron el Estatuto de Roma y se unieron a la Corte Penal Internacional; muchos se han resistido a las intensas presiones ejercidas por Estados Unidos, incluida la amenaza de perder la sustancial ayuda de ese país, para que suscriban acuerdos bilaterales que eximen a ciudadanos estadounidenses de la jurisdicción de la CPI. Más recientemente varios países, sobre todo Argentina, Chile y México, apoyaron de manera activa la creación de un nuevo Consejo de Derechos Humanos de la ONU. México fue luego seleccionado para fungir como primer presidente del Consejo, en gran medida debido al rol vocal que en años recientes ha jugado en la promoción de los derechos humanos a nivel internacional. El gobierno mexicano ha sido un fuerte defensor de la protección de los derechos humanos a la vez de combatir el terrorismo, redactar una resolución sobre el tema que fue adoptada por unanimidad por la Asamblea General de la ONU y presionar exitosamente por la creación de un puesto sobre derechos humanos y terrorismo dentro de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Argentina también ha apoyado las protecciones a los derechos humanos dentro del sistema de la ONU, utilizando su escaño en el Consejo de Seguridad para enfocar las crisis de derechos humanos en Darfur y Birmania.

No obstante, existen importantes excepciones en América Latina. Cuba ha rechazado categóricamente todos los esfuerzos para que rinda cuentas de su deprimente récord de derechos humanos. El gobierno de Colombia ha realizado agresivas campañas a fin de debilitar la autoridad del representante en ese país de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Venezuela ha defendido la visión de que la soberanía nacional triunfa sobre los compromisos internacionales de derechos humanos.

Avances positivos en África incluyen el llamado de la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, a entregar al ex mandatario liberiano Charles Taylor para que sea enjuiciado por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, a lo cual el presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, finalmente accedió; asimismo, la tardía aquiescencia del mandatario de Senegal, Abdoulaye Wade, a solicitud de la Unión Africana, para empezar a avanzar hacia el enjuiciamiento del ex presidente de Chad, Hissène Habré, por tortura sistemática. La Unión Africana—una institución fundada sobre la base de un compromiso con la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley—también ha jugado un papel importante en Darfur, aunque su fuerza de protección de 7,000 elementos fue inadecuada para la tarea sin ayuda de la ONU, la cual Jartum ha bloqueado. Además de ello, el Mecanismo Africano de Revisión de Pares, de la Nueva Sociedad Económica para el Desarrollo de África (NEPAD), concluyó en junio un informe que fue sorprendentemente crítico de varios aspectos del deficiente récord de de Ruanda en el ámbito de los derechos humanos—el inicio de lo que se supone será un comentario regular africano sobre problemas de derechos humanos en ese continente. El récord de derechos humanos de Ghana también ha sido examinado.

En Asia, Corea del Sur ha surgido como un consistente apoyo a los esfuerzos en materia de derechos humanos, siempre y cuando aquéllos no vayan dirigidos a Corea del Norte. Seúl parece estar más interesada en evitar un colapso gubernamental que en detener la devastadora represión contra el pueblo norcoreano. Aun así, en un giro significativo, Seúl votó en noviembre a favor de una resolución de la Asamblea General de la ONU sobre los derechos humanos en Corea del Norte.

Sin embargo, esos esfuerzos gubernamentales a favor de los derechos humanos continúan siendo la excepción en vez de la regla. En el Consejo de Derechos Humanos, un arcaico sentido de lealtad regional condujo a varios gobiernos africanos y asiáticos que supuestamente están comprometidos con los derechos humanos—Ghana, Malí, Senegal, Sudáfrica, así como India e Indonesia—a permitir que sus posiciones fueran dictadas por países como Argelia y Paquistán.

India, la democracia más grande del mundo y potencial líder, continúa empantanada en una antipatía de la era de la Guerra Fría hacia la promoción de los derechos humanos en el exterior. No ha condenado de manera vigorosa el lamentable récord de Birmania en materia de derechos humanos. De hecho, durante una cumbre con China en noviembre, llegó al colmo de ordenarles a refugiados tibetanos que no protestaran públicamente, so pena de ser deportados. Por el lado positivo, sin embargo, India superó su prolongada alergia al involucramiento externo en el sur de Asia y apoyó el despliegue de una exitosa misión de vigilancia de los derechos humanos de la ONU que ayudó a detener la caída de Nepal hacia el desastre.

Sudáfrica, al parecer habiendo olvidado que era la beneficiaria de potentes campañas públicas contra el apartheid, continúa insistiendo en que sólo una suave diplomacia es apropiada para abordar la devastación, por parte de Robert Mugabe, del pueblo de Zimbabwe. El mismo Mugabe fue un fuerte opositor del apartheid, pero el presidente sudafricano Thebo Mbeki parece estar poniendo el respeto hacia su antiguo aliado político por encima del respeto a los principios de derechos humanos por los cuales lucharon.

En suma, aunque las democracias del Sur global deberían ser socias clave en la protección de los derechos humanos, aún tienen que demostrar que están preparadas para llenar el vacío de liderazgo.