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V. Hallazgos

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos no recaba información básica que permita llevar un control de las personas inmigrantes detenidas que viven con VIH/sida, tiene políticas y procedimientos de atención y servicios para el VIH/sida que están por debajo de la norma y supervisa inadecuadamente la atención que se proporciona. Estas políticas son discutidas en la Sección VI.

La consecuencia de dichas políticas es una atención de calidad inferior a la norma. El ICE no asegura que las personas detenidas que viven con VIH/sida reciban cuidados médicos que reflejen las normas de los derechos humanos o una práctica médica óptima. La atención proporcionada tampoco se ajusta a los estándares comunitarios, nacionales e internacionales para cuidados de salud en medios carcelarios. Las declaraciones de personas inmigrantes, actual y previamente detenidas,  dan cuenta de una atención con retrasos, inconstante e insuficiente, como también de la falla de las autoridades en proteger la confidencialidad de una población vulnerable.

La atención médica deficiente incluía:

1) Falta de suministro continuo de medicamentos antirretrovirales.

En ocasiones no recibo ningún medicamento en absoluto. Otras veces me dan uno o dos de los tres que necesito.

—Peter R., jamaiquino de 43 años de edad detenido en la Cárcel Regional de Hampton Roads en Portsmouth, Virginia. Los apuntes que hizo en su diario en julio de 2007 muestran que él recibió una dosis completa de medicamentos para el VIH/sida sólo el 65 por ciento del tiempo.

Frecuentemente, a las personas detenidas no se les administró ninguna dosis o sólo dosis parciales les fueron proporcionadas. El riesgo de resistencia a los medicamentos creado por esta práctica no sólo pone en peligro a la persona detenida sino es también una seria amenaza para la salud pública.

2) Falta de realización de los análisis clínicos necesarios de manera oportuna, incluyendo recuento de células CD4, pruebas de carga viral y de resistencia a medicamentos.

No tengo idea de cuántas son mis células T o de cómo me está yendo con este virus.

—Diane P., mujer de 41 años de edad de Trinidad detenida en la Institución Correccional del Condado Monmouth en Freehold, Nueva Jersey.

Los análisis clínicos regulares son cruciales para un tratamiento antirretroviral eficaz para pacientes que viven con VIH y sida. Las pruebas de recuento de CD4 y de carga viral indican si los regímenes de TARV deberían iniciarse y cuán efectivamente están tratando el VIH/sida. Las pruebas de resistencia a los medicamentos resultan esenciales para determinar si el paciente ha desarrollado resistencia a ciertas clases de fármacos y, de haberlo hecho, cómo se debe ajustar el régimen de la TARV.

3) Falta de prevención de infecciones oportunistas.

En la revisión médica independiente de los historiales de las personas detenidas se detectaron fallas constantes en la provisión de tratamiento apropiado y oportuno de infecciones oportunistas. El VIH ataca el sistema inmunitario del cuerpo, haciendo a la persona vulnerable a graves infecciones oportunistas como PCP (neumonía causada por Pneumocystis carinii) y toxoplasmosis.

4) Incumplimiento en asegurar la continuidad de la atención, incluyendo el acceso a cuidados especializados necesarios.

Ya he estado aquí por seis meses y aún no me ha visto un especialista en enfermedades crónicas. Cuando estuve en Arizona, la proveedora de cuidados de salud me programó una cita para ver a un especialista... Pero no pude ir porque fui [transferido] de vuelta a California.

—Carta que Human Rights Watch recibió de Samuel L., detenido en el Centro de Internamiento de San Pedro (ver recuadro: Samuel L.: Carta a Human Rights Watch).

En la custodia del ICE, la continuidad de la atención a esta enfermedad compleja y crónica suele verse interrumpida debido a la frecuente transferencia de las personas detenidas dentro del sistema y porque los historiales médicos no se trasladan de un centro de detención a otro.

5) Incumplimiento en garantizar la confidencialidad de la atención médica, exponiendo a las personas detenidas a discriminación y hostigamiento.

¿Tú eres la VIH positiva?

—Pregunta hecha por un agente del ICE a Anna F., frente a otras detenidas, en el centro de detención de la calle Varick en la ciudad de Nueva York.

Las personas detenidas describieron sistemas de distribución de pastillas atestados y apresurados, así como una insensibilidad en el personal que no protegía la confidencialidad de quienes viven con VIH/sida. Aún estigmatizadas, las personas detenidas que son VIH positivas, homosexuales y transgénero sufren abusos y hostigamiento por parte del personal y de otros prisioneros, dada la ausencia de políticas del ICE diseñadas para prevenir o castigar la discriminación.

Los siguientes testimonios y revisiones médicas evidencian estas deficiencias en el tratamiento.

Testimonios e información de personas inmigrantes detenidas que viven con VIH/sida

Peter R.

No parecía haber ningún sistema que nos proporcionara medicamentos para el sida.

—Testimonio de Peter R., jamaiquino de 43 años de edad detenido en la Cárcel Regional de Hampton Roads en Portsmouth, Virginia.

Peter R.41 tiene 43 años de edad, es originario de Jamaica, químico farmacéutico, y ha vivido en Estados Unidos por 23 años. Después de cumplir una sentencia en la Cárcel de Washington, DC, fue transferido a la custodia del ICE en septiembre de 2006. Pasó los primeros tres meses en la Cárcel Regional de Piedmont en Farmville, Virginia. En diciembre de 2006 se le transfirió a la Cárcel Regional de Hampton Roads en Portsmouth, Virginia. Él interpuso una solicitud de exención de deportación fundamentándose en que será perseguido en Jamaica por ser homosexual.

A Peter se le diagnosticó la infección por VIH en 1988, mientras vivía en Washington, DC. Inició su tratamiento en 1997 y estaba bajo régimen antirretroviral cuando llegó a la Cárcel de Piedmont. Al momento de ser transferido, los agentes del ICE le permitieron llevar consigo medicamentos para una semana, pero cuando éstos se le acabaron descubrió que las autoridades aún no habían ordenado más. “Me dijeron: No tenemos esos medicamentos; tendremos que ordenarlos y conseguir que el ICE los autorice”. Peter no recibió ningún medicamento para el VIH/sida durante dos semanas y media. En los siguientes tres meses hubo otras dos interrupciones en su régimen, de una semana cada una. Cada vez le dijeron que tenían que “volver a ordenar” la prescripción. Tal como Peter dijo, “No parecía haber ningún sistema que nos proporcionara medicamentos para el sida”.

En la Cárcel de Piedmont, a Peter se le hizo necesario abogar por sí mismo a fin de recibir atención médica. “El médico en Piedmont ni siquiera me tocaba. Tuve que rogarles que me hicieran pruebas de laboratorio para averiguar mi (recuento de) CD4 y mi carga viral”.

“Por las noches me obligaban a tener relaciones sexuales – se ponían en fila y yo tenía que hacerles, ya sabes, sexo oral. Reporté esto a los guardias pero no hicieron nada. Después del incidente en las duchas [donde a Peter se le amenazó de ser violado], le escribí a mi abogada y ella consiguió que me transfirieran a Hampton Roads”.

La Cárcel de Piedmont transfirió a Peter con sólo dos de sus tres fármacos antirretrovirales. En la Cárcel de Hampton Roads, el personal médico le informó que tendría que ver al doctor antes de que se le pudieran renovar sus medicamentos. Le quitaron los que había llevado consigo y pasaron dos semanas y media antes de que se le volviera a poner bajo tratamiento. Según Peter, el estado del suministro de medicamentos en Hampton Roads era aún peor que el de Piedmont. “La situación del abastecimiento de medicamentos para el sida es un total desorden – durante seis meses, cada mes he tenido que rogar que me den mis medicinas, porque se les acaban y no tienen más a mano”. Peter asevera que en repetidas ocasiones han transcurrido entre dos y tres semanas antes de recibir sus medicamentos para el sida.

En la Cárcel de Hampton Roads, al principio Peter fue alojado en la unidad del ICE junto a otros detenidos, pero de nuevo sufrió hostigamiento. Se siente más seguro ahora que está en una unidad que no pertenece al ICE, con prisioneros de la cárcel municipal. Sin embargo, continúa enfrentándose a demoras e interrupciones de su tratamiento. “En la unidad habitacional del ICE me dejaban administrarme yo mismo los medicamentos, por lo que los tomaba regularmente. Ahora, en la otra unidad, no me permiten hacerlo, de modo que mis medicamentos llegan a cualquier hora del día... En ocasiones no recibo ningún medicamento en absoluto. Otras veces me dan uno o dos de los tres que necesito.”

Peter mantuvo un diario en julio de 2007 para documentar su suministro de medicamentos para el VIH/sida. Este diario muestra una provisión irregular, ya que recibió la dosis correcta (tres pastillas en la mañana y tres por la tarde) sólo el 65 por ciento del tiempo.

Diario de Peter sobre medicamentos para el VIH/sida que recibió en julio de 2007

  • 4 de julio:                              no recibí ningún medicamento

  • 5 de julio 5:           A.M.: dos de tres medicamentos recibidos (Epivir no)

  •                                                     P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 6 de julio:              P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 7 de julio:              P.M.: recibí sólo Kaletra

  • 8 de julio:              P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 9 de julio:              P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 10 de julio:            P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 11 de julio:            A.M.: recibí dos medicamentos (Epivir no)

  •                                                    P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 12 de julio:            A.M.: recibí dos medicamentos (Viread no)

  •                                                      P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 13 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 14 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 15 de julio:            P.M.: recibí dos medicamentos y sólo media dosis de                        Epivir

  • 16 de julio:            P.M.: recibí dos medicamentos y sólo media dosis de Epivir

  • 17de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 18 de julio:            A.M.: recibí dos medicamentos (Epivir no)

  • 19 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 20 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 21 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 22 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 23 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 24 de julio:            A.M.: recibí dos medicamentos (Kaletra no)

  • 25 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 26 de julio:            P.M.: no recibí ningún medicamento

  • 27 de julio:            recibí dosis de la mañana a la 1 P.M., recibí dosis de la tarde

  • 28 de julio:            recibí las dosis de la mañana y la tarde

  • 29 de julio:            recibí sólo dosis de la mañana

  • Fin del diario.

    Químico farmacéutico de profesión, Peter conoce su propia salud. “Sé más que los médicos sobre el VIH/sida. Le dije al doctor que la vitamina C era buena para mí, así que dijo que la tomara. Yo sabía que debía estar atento a los niveles de triglicéridos debido al Kaletra, pero él no estaba enterado de eso”.

    Revisión médica independiente

    • El señor R. estaba recibiendo una combinación apropiada de medicamentos antirretrovirales.

    • En el historial médico del señor R. se documentan algunos hallazgos que apuntan a una provisión inconstante de TARV.
      • El 14 de mayo de 2007, una nota clínica señala: “el paciente reporta que no se le proporcionó Kaletra”.
      • Según los registros de administración de medicamentos, al señor R. no se le suministraron varias dosis de fármacos antirretrovirales en marzo de 2007.
      • Los registros indican una provisión inconstante de medicamentos psiquiátricos para el señor R. durante varios meses en 2007. A fin de ser efectivos, estos medicamentos deben ser tomados regularmente.
    • Los historiales médicos revisados abarcan hasta mayo de 2007. Si el diario del señor R. es exacto en cuanto a los fármacos que recibió en julio de 2007, la inconstante provisión de medicamentos durante ese mes es muy preocupante y potencialmente peligrosa.
      • De 51 dosis registradas, él recibió sólo 33 de las prescritas, o el 65 por ciento de las dosis. La meta debería acercarse al 100 por ciento tanto como sea posible.
      • Tomar sólo un régimen parcial de TARV expone a la persona a un alto riesgo de desarrollar resistencia a los fármacos. Esto, a su vez, puede aumentar el riesgo de que la persona se enferme más a un menor plazo y cuente con opciones limitadas de tratamiento en el futuro, así como tener un impacto potencialmente dañino en la salud pública.
    • Las pruebas de laboratorio del señor R. (incluyendo recuento de CD4, carga viral, triglicéridos, etc.) fueron vigiladas con una frecuencia apropiada. No obstante, los resultados de la prueba de carga viral sugieren que su régimen de medicamentos estaba fallando y que su TARV debió haber sido reevaluada. El historial documenta un uso continuo del mismo régimen sin evidencias de tal reevaluación.42

    • Según los formularios de solicitud de atención médica contenidos en el historial, al señor R. se le hicieron cobros por dicha atención.

    Victoria Arellano: Muerte bajo detención

    Victoria43 Arellano, una mujer transgénero mexicana de 23 años de edad que vivía con VIH/sida, murió en la custodia del ICE el 20 de julio de 2007. Había estado detenida por ocho semanas en el Centro de Internamiento de San Pedro (SPSPC). Según sus compañeros de celda,44 la salud de Victoria comenzó a deteriorarse cuando el personal médico se negó a seguir suministrándole sus prescripciones regulares.

    La condición de Victoria empeoró progresivamente durante el mes de julio; empezó a tener vómitos sanguinolentos y apareció sangre en su orina. Los detenidos en la unidad habitacional no. 3 de San Pedro se preocuparon cada vez más por su bienestar cuando ella se sintió demasiado débil para sentarse en su litera. Victoria fue atendida en la clínica médica, pero sólo se le instruyó que tomara Tylenol y bebiera grandes cantidades de agua

    En la noche del 12 de julio de 2007, la condición de Victoria les pareció grave a sus compañeros de celda, quienes la limpiaban y desechaban sus fluidos corporales. El “líder” de la unidad habitacional no. 3 pidió que llegara allí un representante del ICE. La solicitud fue respondida por un capitán del ICE, quien se acercó a la litera de Victoria, puso el pie sobre su almohada y le preguntó bruscamente: “¿Qué pasa contigo?” Los detenidos se sintieron anonadados. “La estaban tratando como a un perro”.

    Los detenidos empezaron a corear “¡Hospital! ¡Hospital!” Llegó una enfermera y dijo, “¡Ah, es Victoria! No hay nada que podamos hacer. Ella sólo necesita Tylenol y agua”. Más tarde esa noche, Victoria fue llevada al hospital, pero regresó al SPSPC el día siguiente. Estaba muy débil y les contó a sus compañeros de celda que el personal médico y el de seguridad la pusieron en una celda y se habían burlado de ella. Les dijo que eso “fue una pesadilla”. A la mañana siguiente se le llevó de nuevo al hospital, donde murió una semana después a causa de meningitis, una condición a menudo asociada al sida avanzado.

    El 9 de agosto de 2007, en el diario Los Angeles Daily Journal fue publicado un artículo sobre la muerte de Victoria. Tres de sus anteriores compañeros de celda fueron citados en el reportaje y sus nombres completos mencionados. Human Rights Watch intentó entrevistarlos, como también a otros anteriores compañeros de celda de Victoria en el SPSPC; sin embargo, más de veinte de ellos, todos de la unidad habitacional no. 3, habían sido transferidos a otros centros del ICE en varios lugares de Estados Unidos. Human Rights Watch y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) del Sur de California exigieron que el ICE llevara a cabo una investigación pronta, exhaustiva y transparente de la muerte de Victoria, así como de la repentina transferencia de más de veinte de sus anteriores compañeros de celda en la unidad habitacional no. 3. Hasta la fecha de publicación del presente informe, el ICE no ha dado respuesta alguna a la exigencia de Human Rights Watch de que se realice una investigación formal.

    Estados Unidos es signatario de la Convención contra la Tortura, la cual establece que ninguna persona debe ser sometida a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes mientras se encuentra detenida.45 De ser ciertos, el descuido hacia el sufrimiento de Victoria, el incumplimiento en proporcionarle atención médica y el hecho de haberla sometido a ridiculización, hostigamiento e insultos pueden constituir violaciones a la Convención contra la Tortura.

    Anna F.

    Casi cada dos días falta una de mis pastillas. Recibo mi dosis completa sólo el 60 por ciento del tiempo.

    —Anna F., mujer de 51 años de edad detenida en la Cárcel del Condado Bergen en Hackensack, Nueva Jersey.

    Anna F.,46 hija de padres letones, nació en un campo de refugio en Alemania. Ha vivido en Estados Unidos desde que tenía cuatro años de edad, principalmente en Brooklyn con su hijo e hija (ambos ciudadanos estadounidenses) y su padre. Se le diagnosticó la infección por VIH en 1987. Anna dijo que también se está deteriorando la articulación de su cadera, tiene presión alta y padece depresión.

    En mayo de 2007, Anna fue arrestada por un delito relacionado con drogas y pasó un mes en una cárcel de la Isla Rikers. Allí le dijeron que su recuento de células CD4 era de 33 y le dieron medicamentos antirretrovirales. El día que sería puesta en libertad en esta cárcel fue transferida por el ICE a detención inmigratoria en la Cárcel del Condado Bergen, donde ha estado recluida por cuatro semanas.

    En la Cárcel del Condado Bergen le hicieron un examen médico de admisión menos de 24 horas después de su llegada. Anna estaba sufriendo mucho a causa de la abstinencia de metadona. Había tomado metadona regularmente durante 27 años y en Rikers la recibió, pero dijo que en la Cárcel del Condado Bergen le informaron tajantemente “no damos metadona”. Estuvo postrada por seis días en la enfermería. “Ni siquiera podía pensar en mis medicamentos para el sida porque me sentía tan mal debido a la abstinencia total – creí que no sobreviviría a eso”. Luego de los seis días se mudó al dormitorio y transcurrió una semana más antes de que reiniciara su tratamiento antirretroviral.

    Anna apunta en su diario los días en que no se le suministran todos sus medicamentos. Afirma que “casi cada dos días falta una de mis pastillas. Recibo mi dosis completa sólo el 60 por ciento del tiempo”. Califica al personal médico de Bergen como muy desorganizado. Dijo, por ejemplo, que unos días atrás le habían dado los medicamentos de otra persona, y cuando ella estaba a punto de tomarlos se dieron cuenta del error y la detuvieron:

    El personal médico también es muy grosero con nosotras [las personas bajo detención inmigratoria]. La primera pregunta del doctor fue: ‘¿Cuándo se irá?’ ¿Cómo vamos a saber cuándo nos iremos?47

    Preocupada por la confidencialidad de su estado serológico, Ana relata la siguiente historia. En el centro de detención de la calle Varick en la ciudad de Nueva York, donde estuvo un día entre su salida de Rikers y el traslado a la Cárcel del Condado Bergen, un agente del ICE le preguntó, enfrente de otras detenidas, “¿Tú eres la VIH positiva?” Entre las que oyeron esa pregunta había una reclusa en camino a la Cárcel del Condado Bergen, quien ha revelado el estado de VIH de Anna a otras detenidas. Anna aseveró que el procedimiento para distribución de pastillas en la Cárcel del Condado Bergen no es confidencial. Prisioneras y detenidas se aglutinan alrededor de la carretilla de píldoras, donde en ocasiones los historiales médicos individuales se dejan abiertos y sus contenidos pueden ser vistos.

    En la Cárcel del Condado Bergen se aloja a las detenidas inmigratorias en el dormitorio “previo a autorización médica”. Según Anna, es en éste donde se mantiene a las detenidas recién llegadas hasta que reciben aprobación médica para alojarse en otros dormitorios. A ella le preocupa que con un sistema inmune debilitado esté siendo expuesta a condiciones médicas contagiosas. Además se siente muy molesta porque su hija no puede visitarla, ya que la Cárcel del Condado Bergen no ofrece horas de visita durante los fines de semana para detenidas inmigratorias. Su hija no la ha podido visitar pues trabaja de lunes a viernes.

    Anna no ha recibido ninguna consejería, educación o información sobre el VIH en la Cárcel del Condado Bergen.

    Revisión médica independiente

    • A la señora F. se le hizo un examen médico y de salud mental completo al momento ingresar a la cárcel. El historial sugiere que se le ha brindado evaluación y atención psiquiátricas apropiadas durante su reclusión.
    • Se le prescribió un régimen antirretroviral apropiado que incluyó los medicamentos Truvada (emtricitabina/tenofovir) y Kaletra (lopinavir/ritonavir).
    • A las personas que viven con VIH, en especial las que tienen antecedentes de uso de sustancias, se les debe hacer pruebas de hepatitis B y C. Particularmente a quienes toman Truvada (emtricitabina/tenofovir) es crucial realizarles análisis, ya que la descontinuación de este medicamento puede detonar la hepatitis C. Esos resultados no figuraban en el historial.
    • Con recuentos bajos de CD4, primero de 57 y luego 87, la señora F. debería estar tomando medicamentos profilácticos contra infecciones oportunistas como PCP y posiblemente toxoplasmosis. El historial no indica que esa medida haya sido tomada y tampoco documenta alguna contraindicación a dicho tratamiento.48
    • Los registros de administración de medicamentos no estaban disponibles. Si la señora F. de hecho recibió su régimen antirretroviral completo sólo el 60 por ciento del tiempo, no sería extraño que hubiera desarrollado resistencia a los fármacos.

    Diane P.

    No tengo idea de cuántas son mis células T o de cómo me está yendo con este virus.

    —Diane P., mujer de 41 años de edad de Trinidad detenida en Nueva Jersey.

    Diane P.49 es una mujer de 41 años de edad que se encuentra detenida en la Institución Correccional del Condado Monmouth (MCCI) en Freehold, Nueva Jersey. Originaria de Trinidad, ella ha vivido en Estados Unidos desde 1983. Pasó dos meses en una cárcel de la Isla Rikers por cargos penales y luego fue transferida a la custodia del ICE en enero de 2007.

    A Diane se le diagnosticó la infección por VIH en 2002, cuando vivía en Poughkeepsie, Nueva York. En aquél entonces estaba muy enferma  y los médicos le dijeron que tenía menos de 50 células CD4. En esos días inició su tratamiento antirretroviral. Durante su reclusión en la Isla Rikers, los análisis clínicos revelaron que su recuento de CD4 había aumentado a 400. El personal médico de la cárcel la mantuvo bajo el régimen de medicamentos.

    Cuando Diane fue transferida a la custodia del ICE en la MCCI no le hicieron ninguna prueba de laboratorio para evaluar su recuento de CD4 o la carga viral. Había llevado consigo sus medicamentos, pero éstos fueron confiscados y pasaron dos días antes de que le proporcionaran otros nuevos. Ella dijo a Human Rights Watch que no se le realizó ningún análisis clínico durante seis meses, pese al hecho de que recientemente había tenido recuentos muy bajos de CD4: “No tengo idea de cuántas son mis células T o de cómo me está yendo con este virus”.

    Diane dice tener dolor en las manos, lo que en su opinión es una neuropatía relacionada con el VIH/sida. Después de llenar “muchas” solicitudes de consulta médica vio a un doctor que le prescribió ibuprofeno, el cual ella misma debe comprar en el comisariato, pero afirma que no se le han aliviado los síntomas de dolor y punzadas. Diane describió así  la actitud del personal de enfermería acerca de las solicitudes de consulta médica: “Tratan de disuadirte de que no presentes una solicitud de consulta médica. Una enfermera me dijo que no pidiera una consulta a menos que se tratara de una emergencia”.

    Diane califica como irregular la distribución de medicamentos en la MCCI. Dijo que las detenidas que participan en programas se arriesgan a no estar presentes cuando se hace la entrega de pastillas. “Los medicamentos son distribuidos por completo al azar; literalmente, nunca nos los dan a la misma hora dos días seguidos... Los sábados, cuando voy a mi clase bíblica, me pierdo la dosis matutina porque el personal no regresa al dormitorio para encontrar a la gente que estaba trabajando o en clase”. Diane dice que le prescribieron vitaminas y las recibió durante un tiempo, pero hace poco dejaron de dárselas sin explicación alguna.

    A criterio de Diane, el procedimiento para distribución de pastillas no protege la confidencialidad. “No hay orden para hacerlo ni un espacio privado”. Las reclusas se empujan unas a otras alrededor de la carretilla, y los historiales médicos que se encuentran encima de ésta pueden ser vistos por todas. “Las otras detenidas están demasiado interesadas en mi condición y me preguntan por qué tomo tantas medicinas”. Incluso, en ocasiones un enfermero dice en voz alta los nombres de los medicamentos y una vez lo hizo con los de Diana al momento de entregárselos.

    En la MCCI, Diane no ha recibido ninguna consejería, educación o información acerca del VIH.

    Revisión médica independiente

    • El historial indica que a la señora P. se le hicieron evaluaciones médicas y de salud mental cuando llegó a la institución correccional.
    • En el historial se documentan sólo algunos de los resultados de las pruebas clínicas realizadas en Rikers en enero de 2007. A la señora P. se le hicieron algunos análisis de laboratorio, pero no todos los necesarios, en mayo de 2007, cuatro meses después de haber ingresado a la institución correccional.
    • El historial indica que a la señora P. se le prescribió un régimen apropiado de TARV. Los registros de administración de medicamentos indican que hubo una provisión confiable de éstos durante algunos meses, pero en otros la señora P. no recibió algunas dosis.
    • La carga viral de la señora P. no disminuyó, como se espera que ocurra después de varios meses con tratamiento antirretroviral; por lo tanto, su régimen de TARV tendría que haber sido reevaluado. No hay indicios de que se haya realizado una reevaluación.
    • El historial indica que a la señora P. se le cobró por las visitas médicas.

    Nargis R.

    La doctora ‘recomendó’ que yo iniciara el tratamiento, pero no lo hizo con suficiente contundencia, por lo que el ICE la ignoró. Nunca recibí medicamentos [para el VIH/sida] en York.

    —Nargis R., mujer de Trinidad de 31 años de edad que estuvo detenida en la custodia del ICE por tres años y medio.

    Nargis R.,50 mujer de 31 años de edad procedente de Trinidad, ha vivido en Estados Unidos desde que tenía nueve años. Después de cumplir una sentencia de 69 días por un delito menor (emisión de cheques fraudulentos), permaneció tres años y medio en detención inmigratoria. Con ayuda de su abogada fue puesta en libertad en 2004, y actualmente vive en un albergue para personas sin hogar en la ciudad de Nueva York.

    Nargis vivió casi toda su vida en el norte del estado de Nueva York. Siendo residente legal permanente, se graduó del bachillerato en Albany, Nueva York, y trabajó como secretaria. Adquirió la infección por VIH de su esposo, quien falleció hace varios años a causa del sida. Él era ciudadano estadounidense, pero no contaba con los medios económicos que le permitieran patrocinar la ciudadanía de Nargis. Ella volvió a casarse, de nuevo con un ciudadano estadounidense, pero también él carece de los recursos necesarios para costear una solicitud de patrocinio. La familia de Nargis vive en Estados Unidos, incluyendo su madre, padre, hermanos, sobrinas y sobrinos. Ella no ha regresado a Trinidad desde que llegó a Estados Unidos hace 22 años.

    Después de que Nargis cumplió la sentencia de 69 días por el delito menor, el ICE decidió mantenerla bajo detención e inmediatamente la transfirió a custodia del ICE en la Cárcel del Condado York en Pensilvania. Ella recordó la atención médica que recibió en esa cárcel. Allí le dijeron que, según las pruebas clínicas, sus recuentos de CD4 estaban suficientemente altos, por lo que no necesitaba medicamentos para el VIH/sida. Sin embargo, tuvo un severo dolor estomacal y forúnculos en la piel. “El dolor era tan intenso que a veces no podía levantarme de la cama”. Nargis fue trasladada a una unidad que se utilizaba para aislar reclusas por razones tanto médicas como disciplinarias.

    Los médicos de York pidieron al ICE que a ella se le permitiera acudir a una especialista en VIH. El ICE denegó la solicitud y continuó haciéndolo por más de un año. Nargis y su abogada perseveraron y, después de que la apelación llegó hasta el nivel del director de distrito del ICE, a Nargis se le autorizó ver a una especialista. Ésta le dijo que su recuento de CD4 estaba disminuyendo y su carga viral iba en aumento. “La doctora ‘recomendó’ que yo iniciara el tratamiento, pero no lo hizo con suficiente contundencia, por lo que el ICE la ignoró. Nunca recibí medicamentos [para el VIH/sida] en York”.

    Nargis dijo que la confidencialidad era un problema en York. Durante las consultas médicas, las guardias de seguridad se quedaban en la habitación y podían escuchar todo lo que la reclusa y la enfermera hablaban. Ella cree que las guardias comentaron su condición frente a otras detenidas. Una vez, Nargis ofreció servirles las comidas a las demás reclusas en el dormitorio, pero ellas le respondieron que no querían que tocara sus alimentos. “Las guardias dijeron que las detenidas tenían razón y que yo mejor debería limpiar los servicios sanitarios”.

    Mientras tanto, Nargis se enfermó de gravedad; tenía repetidas infecciones urinarias y dolor estomacal. El personal médico la trató sólo con Tylenol y su estado empeoró. Una noche en el dormitorio no podía moverse, su piel había adquirido un color oscuro y su estómago estaba hinchado. “La agente de turno se dio cuenta de que yo me veía muy enferma y llamó al equipo médico para que llegara al dormitorio. Me llevaron de inmediato al hospital, donde pasé tres días con una severa infección renal. Me dieron morfina en goteo cada diez minutos para el dolor”.

    Después de 14 meses en la Cárcel del Condado York, Nargis fue transferida a la Cárcel del Condado Denton, en Texas, y luego a la Cárcel Regional de Rolling Hills y al Centro de Detención en Haskell, Texas. En la cárcel de Denton, el medico le dio un régimen inapropiado, que no se recomienda para el tratamiento del VIH/sida. Transcurridos varios meses de defensoría legal, el médico de Rolling Hills rectificó el error y Nargis recibió un régimen adecuado de tres medicamentos antirretrovirales.51

    Samuel L: Carta a Human Rights Watch

    Centro de Internamiento de San Pedro

    Ya he estado aquí por seis meses y aún no me ha visto un especialista en enfermedades crónicas. Cuando estuve en Arizona, la proveedora de cuidados de salud me programó una cita para ver a un especialista... Le llamó “enfermedad infecciosa” o algo parecido. Pero no pude ir porque fui [transferido] de vuelta a California dos semanas después de que ella concertó la cita. Por lo demás, aquí en San Pedro, aparte de los médicos de planta, no he visto a ningún especialista que me explique cuál es mi condición actual.

    Me tomaron muestras de sangre una semana antes de que me transfirieran a Arizona, pero no he recibido una explicación completa acerca de cuál es mi estado. He escuchado quejas de otros detenidos que viven con el VIH, quienes dicen que no reciben a tiempo sus medicamentos o no se los administran correctamente. (Uno de ellos estaba muy preocupado de que pudiera estar tomando una dosis más alta de la que debería.) A mí me preocupa mucho el reabastecimiento de mis medicinas. Ha habido veces en que pasan una o dos semanas antes de que me las den, lo cual es muy alarmante pues necesito recibirlas cada día.

    En general, no creo que en el centro se tome seriamente a los pacientes o detenidos que viven con el VIH. Me parece que este centro en particular trata el VIH como si no fuera nada. Si existe algo como “clínicas para cuidado de enfermedades crónicas”, no estoy muy enterado de éstas y no me han puesto en el programa.

    Juan L.

    No todos los días recibí la dosis completa.

    —Juan L., hombre de 45 años de Aruba, quien permaneció cinco meses bajo detención inmigratoria en Virginia.

    Juan L.,52 de 45 años, es un hombre de Aruba, territorio de los Países Bajos. Cumplió una sentencia en prisión federal hasta abril de 2005, cuando fue transferido a la custodia del ICE. Permaneció un mes en la Institución Correccional Federal en Petersburg y cuatro meses en la Cárcel Regional de Piedmont en Farmville, ambas en el estado de Virginia. Fue deportado a Aruba y hoy día vive en los Países Bajos. Su esposa, que es ciudadana estadounidense, vive en Brooklyn, Nueva York.

    Carpintero de profesión, a Juan se le diagnosticó la infección por VIH en 1987, cuando vivía y trabajaba en el Bronx. Empezó a tomar antirretrovirales mientras estaba en la prisión federal, y cuando fue trasferido a la custodia del ICE el personal médico de la prisión le dio un suministro de medicamentos para un mes. Al llegar a la penitenciaría de Petersburg, los agentes se los confiscaron y pasó cuatro días sin tratamiento. Después de esto recibió antirretrovirales, pero la provisión era irregular. Juan dijo a Human Rights Watch: “No todos los días recibí la dosis completa”.

    Luego de su transferencia a la Cárcel Regional de Piedmont, pasaron dos semanas antes de que Juan recibiera medicamentos para el VIH/sida. “Me dijeron que debían esperar hasta que la orden fuera autorizada... Cuando [los medicamentos] finalmente llegaron, ellos armaron una gran alharaca pues habían tenido que comprar un refrigerador para guardarlos. Me hicieron sentir que yo estaba ocasionando muchos problemas”.

    La Cárcel Regional de Piedmont les cobra a los prisioneros por cuidados médicos, dentales y de salud mental. El superintendente Lewis Barlowe dijo a Human Rights Watch que los detenidos del ICE están exentos de estos cobros.53 Sin embargo, Juan recuerda:

    “En Piedmont tuve una gran discusión con el teniente respecto al pago de mi tratamiento. Querían cobrarme por ver a la enfermera o al médico. La única razón por la que no me cobraron fue que llamé a mi consulado.

    Cuando fui deportado, me dijeron que iban a darme un suministro de medicamentos [para el VIH/sida] que duraría dos semanas. Pero cuando llegó el momento de entrar al avión, ellos no pudieron encontrarlos, así que me deportaron sin medicinas. Ni el ICE ni mi embajada me daba alguna información sobre la atención del VIH/sida en Aruba. No sólo nos deportan; también se nos condena a muerte porque no les importamos.”54

    James L.

    James L.,55 de 44 años de edad, es de Haití y solía ser músico y maestro de percusión. En 2006 cumplió una sentencia en la Isla Rikers por cargos relacionados con estupefacientes. Allí participó en un programa intensivo de consejería sobre drogas y salud mental. El programa tenía un componente de consulta externa y James planificó seguir asistiendo a éste luego de ser puesto en libertad. No obstante, el último día de su sentencia, el ICE decidió mantenerlo bajo detención y lo transfirió a custodia del ICE en la Institución Correccional del Condado Monmouth (MCCI) en Freehold, Nueva Jersey. James estuvo alrededor de un mes en Monmouth. Durante este tiempo, la Sociedad de Ayuda Legal investigó la posibilidad de representarlo en su caso inmigratorio. Sin embargo, antes de que la representación pudiera formalizarse, el ICE transfirió a James al Centro Correccional del Condado Perry (PCCC), en Uniontown, Alabama. Tres meses después fue transferido al Centro de Detención de Tensas Parish en Waterproof, Luisiana. Recientemente quedó en libertad y ahora vive en un albergue para personas sin hogar en la ciudad de Nueva York.

    Además de vivir con VIH/sida, James padece de enfermedad mental. Cuando Human Rights Watch lo entrevistó durante su reclusión en Alabama, él había estado viviendo en la unidad de aislamiento por más de seis semanas. En extremo alterado, ignoraba por qué se le había aislado. Afirmó que los agentes de la cárcel le informaron que se debía a una lesión en su pierna, pero él dijo que ésta ya había sanado, de modo que no comprendía por qué se le tuvo que aislar. Aseveró que estaba profundamente deprimido y enojado por el constante aislamiento y “tengo deseos de ahorcarme en mi celda”.

    James dijo a Human Rights Watch que estaba recibiendo medicamentos para el VIH/sida y psiquiátricos. Agregó que se le había pedido que visitara al consejero, pero le informaron que éste sólo se presentaba una vez al mes. James le mostró a Human Rights Watch una solicitud de consulta médica fechada cinco días antes y dijo que aún no había visto al doctor.

    Agentes del PCCC dijeron a Human Rights Watch que James había sido puesto en aislamiento debido a una infección por estafilococos que no estaba respondiendo a los antibióticos. El alcaide David Streiff negó que James hubiera sido aislado por motivos relacionados con su estado de VIH.56 Según el alcaide, el personal médico puso a James bajo “observación visual” para prevenir un suicidio. También afirmó que en el centro correccional hay un médico cuatro veces por semana y un psiquiatra tres veces por semana. Aseveró, asimismo, que James había visto al psiquiatra.

    Revisión médica independiente

    • El señor L. estuvo bajo un adecuado régimen antirretroviral y apropiadamente se le inició profilaxis para PCP.
    • Los lípidos fueron examinados en forma apropiada, según debe hacerse cuando una persona toma Kaletra (lopinavir/ritonavir). Sin embargo, no hay registro de que al señor L. se le haya realizado una prueba de hepatitis B, como debió hacerse si estaba tomando Truvada (emtricitabina/tenofovir).
    • En el historial no había ninguna documentación sobre pruebas de carga viral, cruciales para evaluar la respuesta a la TARV.
    • Los análisis de laboratorio indicaron niveles anormales de proteína en la orina del señor L., así como seroalbúmina baja. Estos hallazgos, altamente anormales, deberían generar una mayor investigación y referencia a un nefrólogo. El historial no contenía evidencias de análisis adicionales o de tal referencia.57

    Antonio O.

    Los guardias me gritan, se burlan de mí, me miran con repugnancia. Nos ven como si fuéramos inferiores, no sólo porque somos homosexuales sino también por ser inmigrantes. Para ellos no somos más que gusanos de otro país que deben ser eliminados. Ni siquiera nos tratan como personas. Uno de ellos me dijo: ‘No tienes ningún derecho, no eres ciudadano estadounidense’. Pero somos seres humanos y tenemos derechos humanos. Tenemos derecho a resguardar nuestra dignidad.

    —Antonio O., hombre de 33 años de edad procedente de El Salvador, detenido en el Centro de Internamiento de San Pedro en California.

    Antonio O.,58 de 33 años de edad, es un hombre de El Salvador que se encuentra detenido en el Centro de Internamiento de San Pedro en San Pedro, California. Es residente legal permanente de Estados Unidos. Antes de su arresto por un delito menor relacionado con drogas trabajaba como técnico de rayos X. Estuvo recluido por un mes en la Cárcel Municipal de Los Ángeles. Transferido a custodia del ICE el día que debió ser puesto en libertad, había estado detenido en San Pedro durante aproximadamente un mes.

    A Antonio se le diagnosticó la infección por VIH en 2005 y de inmediato empezó a tomar antirretrovirales. Se ha estado esforzando por mantener su régimen de fármacos desde que fue encarcelado. En la Cárcel Municipal de Los Ángeles pasaron tres días antes de que pudiera iniciar el tratamiento. Dijo: “Querían darme sólo dos de los tres medicamentos. Dijeron que no tenían uno de ellos. Les respondí: ‘No, no puedes tomar sólo dos de tres; es malo para ti’. Finalmente me dieron los tres”.

    Cuando Antonio ingresó a San Pedro, los agentes le confiscaron el suministro de fármacos para diez días que había llevado consigo desde la cárcel municipal. Durante tres días no recibió ningún medicamento. Su historial médico no llegó al Centro de Internamiento. Antonio relata: “Ni siquiera me tomaron la presión arterial. No verificaron si esos eran los medicamentos [para el VIH/sida] que yo estaba tomando; sólo creyeron lo que les dije. Les informé cuál era mi recuento de células T y mi carga viral; ellos simplemente ingresaron los datos en la computadora, basándose en lo que les conté. Aquí no me han hecho ninguna prueba de laboratorio”.

    Antonio dijo a Human Rights Watch que los dedos de sus pies se estaban entumeciendo. Había solicitado una consulta médica seis días antes, pero seguía sin recibir respuesta.

    En San Pedro no le brindaron ninguna educación, consejería o información sobre el VIH/sida.

    Antonio es abiertamente homosexual. Dijo a Human Rights Watch que los guardias en San Pedro lo acosan y se burlan de él; además, que “lo enviarían al hoyo” (segregación disciplinaria) si tuviera el más leve contacto físico con otros detenidos, por muy inocente que éste sea. Explicó: “Está bien que nos reporten si estamos teniendo actividad sexual... pero nos aplican ésto sin importar lo que hagamos”. Según él, las unidades habitacionales, llamadas “pods”, no son manejadas por el personal de seguridad sino por ciertos detenidos llamados “líderes de los pods”. El líder de su unidad permite que los detenidos homosexuales y transgénero pongan juntas sus literas en un área de la unidad donde, dijo Antonio, “nos sentimos seguros porque somos más”. Los detenidos transgénero, aseveró, son “enviados al hoyo” con mayor frecuencia que los homosexuales.

    Antonio dijo a Human Rights Watch que su unidad habitacional había estado hacinada unas semanas antes, con de 15 a 20 reclusos durmiendo en “boats”59 (mantas) sobre el piso. Agregó que el ICE finalmente trasladó a algunos de ellos, después de que los detenidos en su unidad llevaron a cabo una protesta, amenazando con que harían huelga de hambre si el hacinamiento y los cuidados médicos no mejoraban.60

    Charles B: Cómo se genera la resistencia a los medicamentos para el sida

    Charles B.61 emigró de Jamaica a Brooklyn, Nueva York, en 1987 como residente legal permanente. Las autoridades inmigratorias (primero el INS y luego el ICE) lo mantuvieron detenido por cuatro años y ocho meses, desde septiembre de 2000 hasta mayo de 2005. Cuando pasó a la custodia del ICE ya era VIH positivo, pero estaba saludable. Durante la detención, su salud se deterioró sobremanera, tanto así que su condición casi llegó a la fase terminal. Los documentos interpuestos en representación de Charles ante un tribunal de distrito federal y en su caso inmigratorio62 proporcionan testimonios de especialistas médicos que describen el manejo gravemente deficiente de su condición por parte del personal médico en dos centros de detención del ICE:

    • Cuando Charles ingresó a detención inmigratoria en septiembre de 2000, su recuento de CD4 era de 500 (dentro del rango normal) y su carga viral indetectable.
    • De enero a marzo de 2001, el personal médico del Centro Federal de Detención de Oakdale en Oakdale, Luisiana, le suministró inadecuadamente su prescripción, al darle sólo dos de los tres fármacos recetados.
    • De marzo a julio de 2001, el personal médico de Oakdale le suministró el tercer fármaco de su prescripción y documentó, pero no atendió, el hecho de que Charles no respondía a este régimen.
    • En julio de 2001, el personal médico de Oakdale sustituyó de manera inapropiada sólo dos de los medicamentos de Charles, en lugar de los tres, una práctica contraria a todas las directrices estadounidenses para el tratamiento del VIH desde 1996.
    • Dos de estos nuevos fármacos no debían usarse juntos. El hecho de haber ignorado esa contraindicación tuvo como resultado una condición conocida como neuropatía, que es un trastorno del sistema nervioso.
    • En diciembre de 2001, uno de los medicamentos de Charles fue reemplazado por otro fármaco al que él ya había mostrado resistencia.
    • Este régimen fallido continuó hasta junio de 2003, cuando Charles fue puesto bajo un nuevo régimen que incluyó el fármaco que le provocó la neuropatía. Él permaneció con este régimen hasta diciembre de 2004, a pesar de que las pruebas realizadas en septiembre de ese año mostraron que era resistente a dos de los tres medicamentos prescritos.
    • En diciembre de 2004, su recuento de CD4 había bajado a 223; un recuento de 200 constituye fase terminal del sida. Su régimen fue de nuevo modificado para incluir un fármaco que en el pasado había demostrado ser ineficaz. Poco tiempo después, Charles fue transferido a la Cárcel del Condado Passaic en Nueva Jersey, donde su inefectiva prescripción continuó sin cambios hasta que él fue puesto en libertad en mayo de 2005.
    • Durante el tiempo que Charles estuvo detenido en la Cárcel del Condado Passaic, hubo retrasos, interrupciones e irregularidades en la administración de sus medicamentos.
    • Las pruebas clínicas que se le hicieron a Charles luego de ser puesto en libertad revelaron que es resistente a trece de los principales medicamentos antirretrovirales. Esta resistencia restringe sobremanera sus opciones de tratamiento aun en Estados Unidos. Si a Charles se le hubiera denegado su solicitud de asilo y hubiera sido deportado a Jamaica, se habría enfrentado a obstáculos posiblemente fatales para su tratamiento. Él también padece neuropatía periférica que le impide dedicarse a su previa ocupación como mecánico automotriz.

    Gloria M.

    [En McHenry] me dijeron que no me darían medicamentos antirretrovirales pues yo era residente de Indiana, no de Illinois, por lo que el estado no los pagaría.

    —Gloria A., mujer sudafricana de 43 años de edad que estuvo detenida en la Cárcel del Condado McHenry en Woodstock, Illinois.

    Gloria M.,63 de 43 años de edad, es de Sudáfrica. En 1995 cumplió una sentencia por un cargo penal, pero luego de ser puesta en libertad obtuvo su tarjeta verde y trabajó como consejera en VIH/sida en una agencia sin fines de lucro en Indiana. Tiene dos hijos que nacieron en Estados Unidos y su prometido es ciudadano estadounidense.

    En 2003, Gloria fue detenida en el aeropuerto cuando regresó de un viaje a Sudáfrica. Se le puso en libertad, pero los agentes de inmigración confiscaron su tarjeta verde y le dijeron que se le notificaría dónde la podría ir a buscar en otra fecha. En enero de 2004, el servicio de inmigración le avisó que podía recoger su tarjeta verde en una oficina en Chicago. Al llegar a ese lugar se le informó que planeaban deportarla debido a su sentencia penal de 1995. Los agentes del ICE le ordenaron ponerse un traje color naranja, luego la esposaron y la introdujeron en una camioneta. Le pusieron grilletes en las manos y los pies, y así viajó durante tres horas hasta la Cárcel del Condado McHenry en Woodstock, Illinois.

    Gloria recuerda: “Me sentí devastada. Tenía dos niños pequeños en casa, un prometido y un empleo. Nos procesaron como criminales... La cárcel de McHenry era un caos. Me dijeron que no me darían medicamentos antirretrovirales pues yo era residente de Indiana, no de Illinois, por lo que el estado no los pagaría. Les rogué que le permitieran a mi prometido llevarme las medicinas desde Indiana y fue así como pude continuar mi tratamiento”.

    En la cárcel de McHenry no le hicieron a Gloria un examen médico de admisión. Ella tampoco recibió ninguna educación, consejería o información sobre el VIH/sida.

    Su estado de VIH fue un asunto destacado en la audiencia de deportación. Gloria recuerda que el fiscal se centró en esto como base para deportarla. “Él dijo que ‘los contribuyentes estadounidenses están pagando los medicamentos de ella para el sida’. Lo dijo a pesar de que yo tenía un empleo como consejera en VIH/sida y mi plan de salud cubría mis medicinas”. La defensa de Gloria llevó a la audiencia a su empleador y a testigos para que dieran fe de su solvencia moral. Gloria fue puesta en libertad después de casi un mes en detención.

    Jean P.

    Llega la carretilla de píldoras, todos se juntan alrededor de ésta y no hay privacidad cuando recibes tus medicinas. Tu receta de pastillas puede estar visible encima de la carretilla.

    —Jean P., hombre haitiano de 35 años de edad detenido en el Centro Correccional del Condado Perry en Uniontown, Alabama.

    Jean P.,64 de 35 años de edad, es un hombre haitiano que en 1991 llegó con su padre a Estados Unidos. En Haití, Jean había presenciado la decapitación de su madre durante un estallido de violencia y destrucción. Dijo a Human Rights Watch: “Empecé a andar con gente que no era buena para mí y me metí en problemas de drogas”. Cumplió una sentencia de dos años en una prisión estatal de Florida antes de ser trasferido a la custodia del ICE en mayo de 2005. Desde 2005, Jean ha estado detenido en la Cárcel del Condado Manatee en Bradenton, Florida; en el Centro de Internamiento Krome en Miami, Florida, y en el Centro Correccional del Condado Perry (PCCC) en Uniontown, Alabama.65

    Dos de las condiciones médicas que Jean padece son el VIH/sida e hipertensión. En 1997 tuvo lo que él califica como un “derrame cerebral” que lo dejó ciego de un ojo y con cojera en la pierna izquierda. Aseveró que la atención médica en el Centro de Internamiento Krome era mejor que la de Manatee y la del PCCC. “En Bradenton trataron de matarme. Había un enfermero que siempre daba medicamentos incorrectos. En una ocasión, después de que tomé mis medicinas tuvieron que llevarme de inmediato al hospital [porque] mi corazón andaba a mil. Creo que me dieron los medicamentos de otra persona... El doctor tampoco parecía saber mucho sobre el VIH; por las preguntas que hizo, creo que era un aprendiz”.

    Jean describe la atención médica en el PCCC como “Muy mala. He estado aquí desde marzo y aún no me ha visto un médico. Siempre pido ver al doctor, pero no pasa nada. Ni siquiera sé si este doctor es mujer u hombre”. Jean dijo a Human Rights Watch que le extrajeron sangre cuando ingresó al centro correccional. Nunca recibió los resultados y cuando preguntó por éstos le respondieron: “¿Ya te sacaron sangre?” Habían extraviado la muestra. De nuevo le extrajeron sangre, pero eso fue hace varias semanas y todavía no ha recibido los resultados. Cuando se le transfirió no hubo retraso ni interrupción en sus medicamentos antirretrovirales. Aun así, él está preocupado: “Parecen diferentes a los que tomé en Krome y nadie me ha explicado esto”. En el PCCC no se le ha proporcionado ninguna educación, consejería o información acerca del VIH/sida.

    Jean dijo a Human Rights Watch que le preocupa mucho la falta de tratamiento para su hipertensión en el PCCC. Afirmó que desde su ingreso, hace más de seis semanas, le han tomado la presión arterial sólo dos veces, a diferencia de lo que ocurría en Krome, donde lo hacían todos los días. “Aquí me la han tomado únicamente dos veces y eso fue sólo porque les pedí que lo hicieran”. Jean mostró a Human Rights Watch una papeleta del personal médico en la que se ordenaba para él una dieta baja en sodio debido a su hipertensión, pero ésta no se le ha proporcionado en absoluto.

    Jean no sentía que hubiera sido discriminado por su estado de VIH, pero sí le preocupa la falta de confidencialidad durante la distribución de medicamentos. “Llega la carretilla de píldoras, todos se juntan alrededor de ésta y no hay privacidad cuando recibes tus medicinas. Tu receta de pastillas puede estar visible encima de la carretilla”.

    Jean relata que, dos días antes, aproximadamente cien detenidos se negaron a comer durante un día porque habían pasado dos semanas desde la última vez que recibieron jabón o pasta de dientes y “no podemos darnos el lujo de comprarlos en el comisariato”. Después de la protesta se les dio jabón y pasta dentífrica. Jean dijo que su transferencia a Alabama interfirió con su caso inmigratorio, ya que se le hizo muy difícil contactar a su abogado en Florida. “La tarjeta telefónica de veinte minutos cuesta diez dólares, y ellos usan una buena parte de esos minutos diciéndote que están monitoreando tu llamada”.

    Jean dijo a Human Rights Watch que se siente angustiado, deprimido y “cansado de estar encerrado... Puse una solicitud para ver al psicólogo, pero me siguen diciendo que estoy en la lista”.

    Revisión médica independiente

    • En 2004, el señor P. fue detenido en un centro que no pertenece al ICE (Departamento de Correcciones de Florida). El historial médico de ese centro muestra que a él se le prescribió un régimen antirretroviral inapropiado. Su carga viral aumentó durante este tiempo, lo que sugiere resistencia a los medicamentos. Cuando finalmente se ordenó una prueba de resistencia varios meses después, los resultados fueron incompletos.
    • La presión arterial del señor P. fue vigilada y bien controlada mientras él estuvo bajo custodia del ICE.
    • También se le refirió a un hematólogo cuando era lo indicado.
    • El historial apunta a cierta confusión respecto a la ceguera en el ojo izquierdo del señor P., que en diferentes partes del historial fue atribuida a cirugía con láser, derrame cerebral y retinitis por CMV (citomegalovirus).66 En 2003 (previo a su transferencia a la custodia del ICE), el señor P. estaba bajo el cuidado de un oftalmólogo para la retinitis por CMV. Si los recuentos de CD4 de un paciente mejoran con la TARV por un periodo continuo, es aceptable descontinuar los medicamentos para la retinitis por CMV, como se hizo con el señor P.; pero ese paciente debe seguir bajo observación regular de un oftalmólogo a fin de evaluar el riesgo de recaída.67 Sin embargo, el historial documenta que el último examen de la vista del señor P. se realizó en 2003.
    • La carga viral del señor P. aumentó en octubre de 2006. Apropiadamente se ordenó una prueba de resistencia, pero ésta no fue realizada sino hasta enero de 2007. En febrero de 2007 no estaban disponibles los resultados de esta prueba crucial. Luego al señor P. se le transfirió a otro centro. No queda claro por qué hubo un retraso en obtener estos resultados, ni si los mismos habían sido reenviados al siguiente centro o revisados en éste.
    • Las frecuentes transferencias del señor P. interrumpieron la continuidad de la atención médica, particularmente importante para alguien con un historial médico complicado y una prolongada detención. En ocasiones parece que los historiales médicos de cada centro no se referían a los historiales del señor P. en su detención anterior; ejemplos de ello son la confusión en torno a su ceguera y la aparente falta de conocimiento de su historia de retinitis por CMV.68

    Albert P.

    Cuando me transfirieron desde el otro lado de la calle, aquí no tenían mi historial médico. Después de seis semanas, finalmente hice copias para ellos del historial que estaba en mi posesión. Ahora ése es el único historial que tienen.

    —Albert P., mexicano de 48 años de edad detenido en el Centro de Internamiento de San Pedro en San Pedro, California.

    Albert P.,69 de 48 años de edad, es un hombre mexicano detenido en el Centro de Internamiento de San Pedro (SPSPC) en San Pedro, California. Cumplió una sentencia de dos años en la Institución Correccional Federal de San Pedro, ubicada en la misma calle frente al SPSPC. El 17 de mayo de 2007, Albert fue transferido a la custodia del ICE y llevado al SPSPC. “Cuando me transfirieron desde el otro lado de la calle, aquí no tenían mi historial médico. Después de seis semanas, finalmente hice para ellos una copia del historial que estaba en mi posesión. Ahora ésa es la única que tienen”.

    Cuando ingresó al SPSPC, Albert le informó al personal médico cuáles antirretrovirales había estado tomando. Vio que hicieron una llamada telefónica para verificar esa información y luego le prescribieron los mismos medicamentos. No le han realizado ninguna prueba de laboratorio desde que llegó allí hace más de tres meses. “Me llevaron abajo para sacarme sangre tres semanas atrás, pero el doctor me miró y dijo ‘él no necesita que se le extraiga sangre. Se va de aquí’. ...No comprendo por qué sucedió eso. Yo no firmé el consentimiento para ser deportado. Voy a ir a una audiencia debido a mis problemas médicos”.

    Albert no ha recibido ninguna educación, consejería o información sobre el VIH/sida.

    David E.

    Les dije que soy VIH positivo, pero no hicieron nada. Ni pruebas ni nada.

    —David E., liberiano de 50 años de edad, acerca de su detención en la Cárcel del Condado Dodge en Juneau, Wisconsin.

    David E.,70 de 50 años de edad, es un hombre de Liberia. Fue taxista por más de veinte años en la ciudad de Nueva York. Durante ese tiempo tuvo una serie de arrestos por delitos menores. En 2006, él y su esposa se mudaron al área de Chicago. En agosto de ese año fue a una oficina del ICE en Chicago a presentarse para una entrevista relacionada con su tarjeta verde. Fue detenido y transportado a la Cárcel del Condado Dodge en Juneau, Wisconsin.

    Al momento de su detención, David estaba bajo el cuidado de un médico para el VIH/sida, pero aún no había empezado un régimen antirretroviral. En la Cárcel del Condado Dodge no le hicieron un examen físico. David dijo: “Ni siquiera me tomaron la presión arterial”, a pesar de que él les informó que en ese tiempo estaba tomando medicamentos para la alta presión. El personal médico no le preguntó nada respecto a su estado de VIH. “La única razón por la cual se enteraron de esto fue que yo les dije”. No hubo ninguna respuesta durante las cuatro semanas que estuvo detenido. “Les dije que soy VIH positivo, pero no hicieron nada. Ni pruebas ni nada”.




    41 Entrevista de Human Rights Watch a Peter R., Cárcel Regional de Hampton Roads, Portsmouth, Virginia, 20 de junio de 2007. Peter R. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    42 A raíz de la revisión por la Dra. Legha, se contactó a Peter para recomendarle que, de ser posible, se sometiera a una prueba de resistencia a los medicamentos.

    43 El nombre original de Victoria Arellano fue Víctor.

    44 La información en este relato se basa en testimonios proporcionados a Human Rights Watch y a la ACLU del Sur de California en julio y agosto de 2007 por compañeros de celda de Victoria Arellano.

    45 Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, adoptada el 10 de diciembre de 1984, Res. AG 39/46, anexo 39, UN GAOR Supp. (no. 51) pág. 197, Doc. ONU A/39/51 (1984), en vigor desde el 26 de junio de 1987, Artículo 16 (1), ratificada por EEUU el 14 de octubre de 1994, www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/h_cat39_sp.htm. (último acceso: 21 de noviembre de 2007)

    46 Entrevista de Human Rights Watch a Anna F., Cárcel del Condado Bergen, Hackensack, Nueva Jersey, 10 de julio de 2007. Anna F. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    47 Ibídem.

    48 A raíz de la revisión por la Dra. Legha, se contactó a Anna para informarle de la necesidad de que tomara medicamentos profilácticos.

    49 Entrevista de Human Rights Watch a Diane P., Institución Correccional del Condado Monmouth (MCCI), Freehold, Nueva Jersey, 1 de mayo de 2007. Diane P. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    50 Entrevista de Human Rights Watch a Nargis R., Ciudad de Nueva York, 23 de marzo de 2007.

    51 Documentado en las notas contemporáneas de la abogada Olivia Cassin, Sociedad de Ayuda Legal de Nueva York  (http://legal-aid.org).

    52 Entrevista telefónica de Human Rights Watch a Juan L., 2 de julio de 2007.

    53 Entrevista de Human Rights Watch al superintendente Lewis Barlowe, Farmville, Virginia, 20 de junio de 2007. Otro detenido en Piedmont proporcionó a Human Rights Watch una copia de la nota que recibió de agentes de la cárcel en la cual le avisaban que se le cobrarían diez dólares para acudir a la enfermera y 40 dólares por una cita con el médico.

    54 Entrevista telefónica de Human Rights Watch a Juan L., 2 de julio de 2007.

    55 Entrevista de Human Rights Watch a James L., Centro Correccional del Condado Perry (PCCC), Uniontown, Alabama, 3 de mayo de 2007.

    56                   Entrevista de Human Rights Watch al alcaide David Streiff, Uniontown, Alabama, 3 de mayo de 2007.

    57                   A raíz de la revisión del historial médico por la Dra. Legha, se contactó a James para informarle de la existencia de una condición renal potencialmente seria, ya que no existen evidencias de que esta situación haya sido atendida alguna vez durante su detención.

    58 Entrevista de Human Rights Watch a Antonio O., Centro de Internamiento de San Pedro, San Pedro, California, 22 de agosto de 2007. Antonio O. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    59 “Boats”, o botes, son contenedores plásticos que guardan mantas que el ICE utiliza para que las personas detenidas las usen como sacos de dormir cuando la población recluida rebasa la cantidad de camas disponibles. Las mantas se colocan en los pisos de celdas ya ocupadas o en las salas de estar de las unidades habitacionales. Ver: Kiniti, et al v. Myers, et al, 3:05-cv-01013-DMS-PCL, USDC, SD CA (2007), una demanda colectiva interpuesta debido al hacinamiento en el Centro de Internamiento de San Diego.

    60 Como ya se señaló, el Centro de Internamiento de San Pedro fue clausurado en octubre de 2007. Repentinamente se transfirió a las personas recluidas a centros de detención y cárceles en diversas partes del país. Varias personas detenidas que viven con el VIH fueron transferidas al Centro de Detención del Sur de Texas en Pearsall, Texas, y, según sus abogados, la continuidad de su terapia antirretroviral se vio interrumpida. Una reclusa transferida dijo que había recibido un régimen antirretroviral incompleto por más de tres semanas, tiempo durante el cual desarrolló síntomas de una infección oportunista. Entrevista de Human Rights Watch a Laurie Aranoff, coordinadora de servicios legales voluntarios, Alianza de Servicios Legales para el VIH/SIDA (HALSA - www.halsaservices.org), Los Ángeles, California, 16 de noviembre de 2007.

    61 Entrevista de Human Rights Watch a Charles B., Ciudad de Nueva York, 19 de marzo de 2007. Charles B. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    62 Documentos en los archivos del Programa de VIH/sida de Human Rights Watch; por motivos de confidencialidad, las citaciones se mantienen en reserva a solicitud de Charles.

    63 Entrevista telefónica de Human Rights Watch a Gloria M., Ciudad de Nueva York, 26 de abril de 2007.

    64 Entrevista de Human Rights Watch a Jean P., Centro Correccional del Condado Perry (PCCC), Uniontown, Alabama, 3 de mayo de 2007. Jean P. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    65 Desde que Human Rights Watch entrevistó a Jean en el PCCC, él ha sido transferido dos veces más. Según sus abogados del Centro de Defensoría para Inmigrantes en Florida, el ICE no ha proporcionado ninguna razón por las frecuentes transferencias que han dificultado sobremanera la defensa legal de Jean.

    66 La retinitis por CMV es una infección oportunista observada en pacientes con sida avanzado que puede provocar ceguera.

    67 Kaplan, J.E., Masur, H., Holmes, K.K., Guidelines for preventing opportunistic infections among HIV-infected persons – 2002 [Directrices para prevenir infecciones oportunistas en personas infectadas por el VIH]. Recomendaciones del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos (USPHS) y la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (IDSA). Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR), Recommendations and Reports, 2002:51:1, www.cdc.gov/mmwr/PDF/rr/rr5108.pdf.

    (último acceso: 21 de noviembre de 2007)

    68 A raíz de la revisión por la Dra. Legha, se contactó a Jean para recomendarle que, de ser posible, buscara cuidados de seguimiento para la condición de su vista.

    69 Entrevista de Human Rights Watch a Albert P., Centro de Internamiento de San Pedro, San Pedro, California, 22 de agosto de 2007. Albert P. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.

    70 Entrevista de Human Rights Watch a David E., Chicago, Illinois, 28 de junio de 2007. David E. es un pseudónimo utilizado a solicitud suya.