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Irak — Muertes de civiles requieren investigación de Estados Unidos
Informe hace recuento de las bajas civiles en Bagdad
(Nueva York, 21 de octubre de 2003) — Las fuerzas armadas de Estados Unidos no han realizado las oportunas investigaciones de las muertes de civiles provocadas por el uso excesivo o indiscriminado de la fuerza en Bagdad, denunció Human Rights Watch en un informe publicado hoy.

Los casos que documentamos en este informe revelan un patrón de tácticas excesivamente agresivas, tiroteos excesivos en áreas residenciales y un recurso precipitado a la fuerza letal.

Joseph Stork, Director Ejecutivo en funciones de la División de Medio Oriente y África del Norte de Human Rights Watch


En el informe de 56 páginas, Corazones y mentes: Bajas civiles provocadas por las fuerzas de Estados Unidos durante la posguerra en Bagdad, se confirman 20 muertes ocurridas tan sólo en la capital iraquí entre el 1 de mayo y el 30 de septiembre. Human Rights Watch ha recopilado información fidedigna sobre un total de 94 muertes de civiles en Bagdad, que estuvieron rodeadas de circunstancias legalmente cuestionables que requieren una investigación. Esta cifra no incluye a los civiles heridos por las tropas estadounidenses.

Se desconoce la cantidad precisa de civiles iraquíes muertos a manos de los soldados de Estados Unidos desde el final de las principales operaciones militares, y las fuerzas armadas estadounidenses informaron a Human Rights Watch que no disponen de estadísticas sobre las muertes de civiles.

"Es una tragedia que los soldados estadounidenses hayan matado a tantos civiles en Bagdad", señaló Joe Stork, director ejecutivo en funciones de la división de Oriente Medio y Norte de África de Human Rights Watch. "Pero lo realmente increíble es que las fuerzas armadas de Estados Unidos ni siquiera cuenten estas muertes. Cada vez que las fuerzas estadounidenses maten a un civil iraquí en circunstancias cuestionables, se debería investigar el incidente".

Las fuerzas armadas dicen que sólo han concluido, hasta el momento, cinco investigaciones por encima del nivel de división, ordenadas por el subcomandante general, de presuntas muertes indebidas. En cuatro de estos casos se concluyó que los soldados habían operado "de acuerdo a las reglas de combate". En el quinto caso, un piloto de helicóptero y su comandante se enfrentan a medidas disciplinarias por intentar arrancar una pancarta chiíta en Sadr City, Bagdad, lo que provocó un enfrentamiento violento con manifestantes el 13 de agosto.

Human Rights Watch realizó su propia investigación de dos de estos cinco casos y encontró pruebas que indican que los soldados habían hecho un uso excesivo de la fuerza, lo que incluyó disparar contra una persona que tenía las manos en alto y golpear a un detenido.

En ciertos casos, las fuerzas estadounidenses se enfrentaron a una amenaza real, lo que les dio derecho a responder con la fuerza. Pero dicha respuesta fue a veces desproporcionada o indiscriminada, provocando daño y poniendo en riesgo a civiles.

"Los casos que documentamos en este informe revelan un patrón de tácticas excesivamente agresivas, tiroteos excesivos en áreas residenciales y un recurso precipitado a la fuerza letal", señaló Stork.

Al reunir datos para este informe, Human Rights Watch entrevistó a más de 60 personas y obtuvo información de cinco fuentes: testigos iraquíes y familiares de las víctimas, archivos policiales de todas las comisarías de Bagdad, organizaciones locales e internacionales de derechos humanos, informaciones de prensa y las fuerzas armadas de Estados Unidos.

En el informe de Human Rights Watch se clasifican las muertes de civiles en Bagdad desde el 1 de mayo en tres categorías fundamentales: durante los registros, en retenes y después de emboscadas contra convoyes. En las tres circunstancias, los soldados recurrieron con frecuencia y precipitadamente a la fuerza letal. Su fuego no siempre estuvo dirigido contra el objetivo marcado ni fue proporcionado a la amenaza existente.

"Irak es claramente un escenario hostil para las tropas de Estados Unidos", señaló Stork. "Pero esto no absuelve a las fuerzas armadas de su obligación legal de emplear la fuerza de manera moderada y proporcionada".

Parte del problema reside en la asignación de tareas esencialmente policiales a tropas de combate tales como la 82ª División Aerotransportada y la 1ª División Acorazada. Muchos de estos soldados combatieron en la incursión en Irak y han tenido que cambiar su papel de guerreros por el de policías encargados de controlar a las multitudes, perseguir a los ladrones y erradicar a los insurgentes. No están adecuadamente entrenados, equipados ni preparados psicológicamente para estas tareas policiales.

En algunos casos, los soldados estadounidenses han tratado con una dureza innecesaria a los civiles iraquíes. Human Rights Watch recomendó enérgicamente que las fuerzas de Estados Unidos dejen de poner los pies sobre la cabeza de los iraquíes a los que tienen inmovilizados en el suelo. En la cultura de Irak, el uso de los pies contra otra persona supone un grave insulto y ofensa.

Los oficiales de las fuerzas armadas de Estados Unidos dijeron a Human Rights Watch que estaban impartiendo adiestramiento adicional a sus fuerzas. Los investigadores de Human Rights Watch conocieron a muchos soldados estadounidenses que trataban con respeto a los iraquíes y se esforzaban por entrenar a la policía local, vigilar las instalaciones y perseguir a los delincuentes. Algunos de ellos expresaron su frustración por la conducta de sus compañeros.

"Lleva tiempo superar la mentalidad de Rambo", dijo un oficial a Human Rights Watch.

Mientras tanto, la falta de investigaciones oportunas al más alto nivel de muchos incidentes cuestionables ha creado una atmósfera de impunidad.

"Los soldados tienen que saber que rendirán cuentas por el uso indebido de la fuerza", dijo Stork. "Ahora mismo, los soldados creen que pueden apretar el gatillo sin exponerse a una investigación".

En el informe de Human Rights Watch se proponen medidas concretas para reducir las muertes de civiles en Irak. Los retenes deben estar mejor marcados con señales en árabe e iluminados, y todos los registros deben contar con intérpretes. No se hacen públicas las reglas de combate por razones de seguridad, pero los civiles iraquíes tienen derecho a saber qué conducta se espera de ellos en los retenes y durante los registros. Human Rights Watch instó a las fuerzas de la coalición a que divulguen dicha información a través de los medios de comunicación locales.

Lo que es más importante, las autoridades militares de Estados Unidos deben investigar todas las denuncias creíbles de muertes indebidas por parte de los soldados de la coalición, y castigar a los soldados y comandantes que hayan usado o tolerado el uso excesivo o indiscriminado de la fuerza.


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