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Irak — Los soldados describen el maltrato de sus comandantes
(Arbil, Irak, 4 de abril de 2003) — Los soldados iraquíes que han desertado de sus filas y huyen a las zonas bajo control kurdo no sólo escapan de los bombardeos estadounidenses sino también de los malos tratos de sus propios comandantes, señaló hoy Human Rights Watch.

Muchos de los 26 soldados entrevistados por Human Rights Watch en los últimos días mencionaron las pagas extremadamente bajas y las escasas raciones de comida que reciben sus unidades. Algunos dijeron que habían decidido desertar ahora porque sus unidades estaban empezando a alejarse del territorio controlado por los kurdos ante el avance conjunto de las fuerzas estadounidenses y kurdas desde el norte.

 

  Los oficiales nos obligaron volver a punta de pistola.

Las entrevistas de Human Rights Watch suponen la primera información independiente y sustancial sobre los desertores de guerra iraquíes desde el comienzo del conflicto.

Un soldado iraquí nos ofreció un testimonio de primera mano sobre la ejecución sumaria de diez personas consideradas desertores. Otros dijeron que sabían de la existencia de pelotones de ejecución con entre 10 y 12 soldados reclutados entre las fuerzas armadas regulares y los servicios de inteligencia militar, aunque no habían sido testigos directos de ninguna ejecución.

Human Rights Watch calcula que, el 2 de abril, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) tenía bajo su custodia a unos 130 desertores iraquíes en la provincia de Arbil. No pudimos comprobar el número total de desertores iraquíes en las zonas controladas por los kurdos. Todos los soldados iraquíes dijeron que las fuerzas kurdas a las que se habían entregado les habían dispensado un buen trato. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) había registrado a la mayoría de ellos.

Todos los desertores entrevistados por Human Rights Watch eran soldados regulares varones de entre 20 y 38 años de edad. Tenían un aspecto demacrado y varios de ellos padecían enfermedades de la piel producidas por las condiciones en el campo de batalla. Hablaron del bajo sueldo (aproximadamente dos dólares al mes) o de los meses que pasaban sin cobrar.

"Algunos días, teníamos tanta hambre que comíamos hierbas mezcladas con un poco de agua", dijo un soldado de 21 años de Bagdad cuya unidad formaba parte del Quinto Cuerpo. "No nos lavamos durante 40 días. Con frecuencia no teníamos agua para beber y nos daban bidones y nos decían que fuéramos a llenarlos en los charcos que se formaban en suelo cuando llovía".

Algunos de los soldados iraquíes describieron castigos inhumanos como los golpes y tener que arrastrarse sobre las piedras con las rodillas o la espalda descubierta. Uno de ellos nos mostró las cicatrices del castigo en su espalda. Sus oficiales les advertían con frecuencia que serían ejecutados si intentaban escapar. Varios desertores dijeron que sus oficiales les obligaban a mantener sus posiciones durante los ataques aéreos y les decían que "murieran como hombres".

 

  Otros cuatro soldados que también se habían echado a correr estaban a un kilómetro por detrás de nosotros. Oí disparos y creo que los mataron.

Los testigos de una ejecución contaron que, el 26 de marzo, diez desertores fueron llevados a un campo abierto donde un coronel había convocado a otras unidades para que vieran la ejecución. Según los testigos, el coronel dijo a las tropas reunidas allí: "Esto es lo que le pasa a los traidores de nuestra nación". Acto seguido empezó a disparar uno por uno a los presuntos desertores y otros miembros del pelotón de fusilamiento se unieron a él. El coronel ordenó entonces que se llevaron los cuerpos a lo alto de una ladera para que los soldados pudieran verlos bien.

La mayoría de los desertores entrevistados por Human Rights Watch dijeron que habían sido trasladados a una escuela del Comando de las Fuerzas Armadas en Arbil, donde los Pesh Merga, combatientes kurdos, les interrogaron. Varios de ellos dijeron que habían sido interrogados por militares estadounidenses.

Las deserciones se ajustan a un patrón general. Los desertores iraquíes suelen huir de sus unidades por la noche o al amanecer-a veces solos, pero lo más frecuente es que lo hagan en grupos de cinco o seis. Tras acercarse a los pastores o entrar en las aldeas kurdas, se dirigen a un punto de control de los Pesh Merga, donde los interrogan, dan alimentos y envían a Arbil.

Todos los detenidos entrevistados por Human Rights Watch dijeron que los Pesh Merga les habían tratado bien-desde el frente hasta el campo de detenidos. Muchos declararon que estaban sorprendidos de lo amables que habían sido con ellos, especialmente después de que sus oficiales les hubieran dicho que las fuerzas kurdas les matarían si se entregaban.

Human Rights Watch entrevistó a algunos de los detenidos, el 31 de marzo, en una escuela cercana al Cuartel General de las Fuerzas Armadas del PDK, en las afueras de Arbil. Otras entrevistas fueron realizadas en 2 de abril en el campo Ashkawtian para "detenidos de guerra" en Merga Sur, a unas dos horas y media por carretera al nordeste de Arbil, cerca de la frontera con Turquía. Cuando se han reunido una veintena o más de desertores en la escuela, los transportan al campo.

En el campo de Merga Sur se habían plantado unas 88 tiendas, de las cuales 20 estaban ocupadas. Un oficial del campo dijo a Human Rights Watch que esperaba tener bastantes tiendas y provisiones para albergar eventualmente a 7.000 detenidos. Un médico visita el campo todos los días para atender a los detenidos que lo necesiten. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) distribuye ropa y el Programa Mundial de Alimentos se encarga de suministrar alimentos y utensilios de cocina.

El campo no está muy vigilado. Los detenidos se pasean libremente y al parecer algunos están ayudando a construir instalaciones sanitarias y de otro tipo. Los detenidos que habían llegado dos días antes tenían tarjetas de registro del CICR. Muchos detenidos dijeron que querrían tener radios y televisiones por satélite para poder seguir la guerra. El director del campo dijo que está intentado obtenerlas.

Los detenidos del campo temen por el destino de sus familias en Irak desde que se entregaron. "Me preocupa sobre todo mi mujer que está embarazada", dijo un soldado de 26 años de Bagdad cuya unidad formaba parte del Cuarto Cuerpo del ejército iraquí. "Llevo cuatro meses sin verla. Vivimos cerca de una gran base del ejército en Bagdad y estoy seguro de que los americanos la han bombardeado. No tengo ni idea de si está viva o muerta".

Extractos de casos

  • Caso #1: Según un soldado de 28 años de al-'Amara (que desertó el 26 de marzo), "Sé que algunos de mis oficiales querrían desertar, pero como son oficiales y los conocen sus superiores, temen las represalias contra sus familias".

  • Caso #2: "Nunca he visto una ejecución", dijo un soldado de 26 años de Bagdad cuya unidad formaba parte del Cuarto Cuerpo del ejército iraquí. "Pero he oído acerca de ellas. El día que escapé, nuestro grupo se dividió en dos al llegar al río. Mi grupo se fue por la izquierda y el otro, de cinco hombres, por la derecha. Supe por los otros que desertaron después en mi unidad que los cinco hombres fueron capturados cerca del último control Iraquí y ejecutados por una capitán del partido Baas encargado de esta tarea".

    "Me preocupa mi mujer que está embarazada", siguió diciendo. "Llevo cuatro meses sin verla. Vivimos cerca de una gran base del ejército en Bagdad y estoy seguro de que los americanos la han bombardeado. No tengo ni idea de si está viva o muerta".

     

      Sé que algunos de mis oficiales querrían desertar, pero como son oficiales y los conocen sus superiores, temen las represalias contra sus familias.

  • Caso #3: Un soldado de 30 años dijo que, durante la tarde del 27 de marzo, él y un grupo de unos 30 miembros de su unidad dejaron las armas y huyeron a un cercano pueblo kurdo. "Un oficial y varios soldados nos persiguieron. Nos alcanzaron a las afueras del pueblo y abrieron fuego contra nosotros. Seis pudimos escapar pero no sé que pasó con los demás. No he visto a ninguno de ellos en el campo".

  • Caso #4: "Las bombas de Estados Unidos llovían sobre nosotros", dijo un soldado de 25 años de Mosul. "Era peor por la noche. Una noche algunos intentamos salir de la cumbre donde estaba nuestra base, pero los oficiales nos obligaron volver a punta de pistola. Al día siguiente, decidimos huir al otro lado".

  • Caso #5: Un soldado de 29 años de Bagdad cuya unidad formaba parte del Primer Cuerpo del ejército iraquí: "Nuestra unidad fue objeto de un bombardeo intenso [de las fuerzas estadounidenses]. El 25 de marzo, nos llegaron órdenes de retirarnos a [lugar no revelado]. Se suponía que teníamos que empezar a retirarnos a las cuatro en punto de la madrugada. No teníamos elección-teníamos que huir rápido antes de que nos alejaran más del frente kurdo. Éramos seis y estábamos asustados porque se hablaba de pelotones de ejecución entre los soldados. También oímos a los oficiales hablar de ellos, probablemente para atemorizarnos. No podíamos tener radios, pero logré conservar la mía. Escuche en las noticias que los kurdos daban un buen recibimiento a los soldados que se entregaban. A las dos de la mañana [del 26 de marzo] escapamos sigilosamente sin que se dieran cuenta y caminamos durante cuatro horas hasta llegar a las zonas kurdas. Los Pesh Merga nos dieron la bienvenida."

  • Caso #6: Un soldado de 19 años de al-'Amara cuya unidad formaba parte del Quinto Cuerpo del ejército iraquí: "Huimos de nuestra unidad a las cinco de la madrugada del 24 de marzo. Al principio éramos ocho, pero dos de ellos se separaron y no sé lo que les pasó. Caminamos durante ocho horas buscando una manera de regresar con nuestras familias, pero algunos kurdos con los que nos cruzamos nos dijeron que si hacíamos eso nos ejecutarían. Así que decidimos entregarnos a los Pesh Merga. Nos habían dicho que había un pelotón de ejecución en el control sobre el río, cerca de Gwer. Nuestros oficiales no dejaban de amenazarnos diciendo que si intentábamos desertar seríamos ejecutados, y si ellos no nos mataban lo harían los kurdos. Nos prohibieron tener radios para que no supiéramos lo que estaba pasando, pero sabíamos que si nos entregábamos a las fuerzas kurdas había posibilidades de que nos hicieran prisioneros en lugar de matarnos… Nuestras condiciones de vida eran muy duras. Nos daban sopa y té por la mañana, arroz blanco para comer y, con frecuencia, nada para cenar. El agua para beber estaba sucia. Ni siquiera teníamos tiendas donde dormir. Los oficiales nos hacían cavar las trincheras donde dormíamos".

  • Case # 7: Un soldado de 21 años de Bagdad cuya unidad formaba parte del Quinto Cuerpo del ejército iraquí. "Teníamos hambre la mayoría del tiempo. Nos daban uno o dos trozos de pan cada dos días y mucha veces estaba podrido, o si no estaba muy duro, pero teníamos que comer algo. Algunos días, teníamos tanta hambre que comíamos hierbas mezcladas con un poco de agua. No nos lavamos durante 40 días. Con frecuencia no teníamos agua para beber y nos daban bidones y nos decían que fuéramos a llenarlos en los charcos que se formaban en suelo cuando llovía."

    "En la noche del 30 de marzo, escapamos dos reclutas y un suboficial. Al principio, los bombardeos [aéreos] sobre nuestras posiciones fueron leves. No había pelotones de ejecución entonces, pero oímos que un grupo de nuestra unidad había huido. Decidimos irnos también. A las nueve de la noche nos arrastramos sigilosamente y empezamos a correr. Otros cuatro soldados que también se habían echado a correr estaban a un kilómetro por detrás de nosotros. Nosotros llegamos pero ellos no. Oí disparos y creo que los mataron".

  • Caso # 8: Un soldado de 22 años de al-Nasiriyya cuya unidad formaba parte del Quinto Cuerpo del ejército iraquí: "Nuestra unidad estaba posicionada en [lugar no revelado], no lejos de Kalak. Los bombardeos eran muy intensos. Un amigo mío murió durante uno de los ataques. A los heridos los dejan que se mueran sobre el terreno. Tres de nosotros planeamos escaparnos juntos el 31 de marzo. Uno de ellos era amigo mío y estaba muy asustado. Intenté obligarle a que viniera conmigo pero al final se quedó. Así que dos de nosotros escapamos sin que se dieran cuenta y caminamos durante un rato hasta que llegamos a un pueblo kurdo. No sé cómo se llamaba, pero estaba cerca de Kalak. Los Pesh Merga nos recibieron y después de unas tres horas nos llevaron al cuartel general de Arbil donde vimos a otros tres soldados que se habían entregado. Allí estuvimos durante dos días. Cuatro periodistas extranjeros vinieron a hacernos preguntas, pero sólo nos filmaron por detrás y con la cabeza tapada. No les dimos nuestros nombres ni detalles sobre nuestras unidades. Hoy nos han traído a este campo en dos minibuses, cada uno con 25 soldados. Había otros que había huido de nuestra unidad antes que nosotros. Algunos de ellos volvieron con sus familias en el sur. Los oficiales de rango superior se quedaron en las filas. No pueden escaparse por que el servicio de inteligencia militar tiene mucha información sobre ellos y pueden encontrar fácilmente a sus familias… Somos jóvenes pero nos sentimos viejos. Queremos volver a tener una vida".

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