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VI. Situación en los centros de emergencia de La Esperanza y Arinaga

El centro La Esperanza, en Tenerife, y el centro de Arinaga, en Gran Canaria, son los dos mayores centros de emergencia que existen en Canarias; ambos abrieron en el verano de 2006. En el momento de nuestra visita, La Esperanza alojaba casi 200 menores, y el centro de Arinaga 134 menores. Los otros dos centros de emergencia son Tegueste (en Tenerife), que también visitamos, y Arucas (en Gran Canaria).

1. El centro La Esperanza

Infraestructura

El centro de emergencia La Esperanza es un antiguo centro de reforma que fue cerrado por orden judicial a mediados de 2005 por no satisfacer los criterios mínimos de seguridad exigidos.158 Está compuesto por tres secciones: dos alas en el edificio principal y un campamento. Hay dos directores responsables: uno que supervisa el ala uno y otro que supervisa el ala dos y la sección de campamento.

El centro está situado a 950 metros sobre el nivel del mar, en un área aislada rodeada de bosques en la ladera del Teide, lejos de las zonas pobladas y expuesta a temperaturas muy bajas durante el invierno.159 Jean-Marie N., de 17 años, describió el lugar en los siguientes términos: “No soy feliz aquí y me siento muy aislado. Ni siquiera veo pasar un coche… no puedo entender cómo se supone que voy a integrarme en un sitio como éste”.160

La capacidad máxima en uso del ala uno cuando era un centro de reforma era de 35 menores. En enero de 2007 acogía a 89 menores inmigrantes.161 El ala dos acogía a 76 menores en nueve habitaciones. El miembro del personal que nos acompañó en nuestra visita al ala dos no supo decirnos para cuántos niños estaba diseñada, pero la capacidad nominal no tiene en cuenta el hecho de que algunas de las partes del ala no se hallan en uso.

En términos más generales, la infraestructura del ala dos era notablemente peor que la del ala uno. La entrada al ala dos se realiza a través de un vestíbulo grande, abandonado y lleno de sillas rotas, con el techo manchado de goteras y las paredes llenas de desconchones de pintura.  Si se atraviesa este vestíbulo y se sube las escaleras, se accede a un conjunto de puertas de celdas ennegrecidas por el humo, con las paredes de alrededor chamuscadas. El miembro del personal que nos acompañaba nos indicó que la celda era un vestigio ahora en desuso de la época en que la instalación era un centro de reforma; dijo que el incendio se produjo antes de que las instalaciones se destinasen a su actual uso. “Tuvimos que abrir esta parte en dos días, de modo que hicimos lo que pudimos”, explicó.162 

Los detalles que nos proporcionó Lakh S., de 17 años, sugieren que tampoco se realizaron obras de rehabilitación sustanciales en el ala uno antes de su apertura como centro de acogida para menores extranjeros:

Al principio, cuando llegamos, teníamos que limpiar el centro. Cuando alguien de fuera venía de visita, nos decían que dejásemos de limpiar para que el visitante no viera que nos hacían trabajar…. Cuando llegamos a La Esperanza nos dijeron que esto era una cárcel y que por eso era normal que oliese a orina y a tabaco.163

Las habitaciones de ambas alas miden aproximadamente 18 metros cuadrados, están desnudas y en ellas hay literas (para hasta ocho menores en el ala uno, y para ocho o más en el ala dos). No hay un lugar en las habitaciones en que los menores puedan guardar sus pertenencias con seguridad, salvo las maletas metidas bajo sus camas (las cerraduras de los armarios del ala uno están rotas). Tampoco hay escritorios donde los menores puedan estudiar con privacidad.

La cocina sigue sin equipar y en el centro no se prepara ninguna comida. Los servicios de comidas preparadas traen la comida al centro dos veces al día (véase también el Capítulo VII.2, infra). No hay utensilios para preparar bebidas calientes o para calentar la leche del desayuno. El control de la electricidad de las habitaciones está centralizado y todas las luces se apagan a las 11 de la noche.

La sección del campamento está especialmente lejos (una caminata de 15 a 20 minutos andando cuesta arriba por la pendiente desde el mismo centro). Media docena de casetas rodea a varios edificios de mayor tamaño. Los niños asignados al campamento habían estado alojados en pequeños grupos en las casetas, pero en enero de 2007, cuando realizamos la visita, los 21 menores del campamento habían sido trasladados a uno de los edificios más grandes en una zona que había sido utilizada con anterioridad para el almacenamiento de suministros. El personal y los niños dieron explicaciones distintas acerca de las razones de este cambio reciente. Sea cual fuere la razón del traslado, todos los niños con los que hablamos en el campamento pidieron que se les dejase volver a las casetas si tenían que seguir en el campamento. Todos ellos se quejaban de que su gran dormitorio era frío en comparación con las casetas en unos términos similares a los que utilizó Abdul Q., de 17 años: “Nos gustaría volver a las casetas porque el dormitorio es muy frío. Nos morimos de frío”.164

En todas las partes del centro, la temperatura de las habitaciones es muy baja en invierno, porque las ventanas de las habitaciones de los niños no se pueden cerrar completamente.165 Todos los niños del ala uno entrevistados dijeron que pasaban frío por la noche aun cuando dormían con ropa más abrigada. Algunos niños pidieron expresamente más ropa o mantas para el frío. Pero, a pesar de haberla solicitado reiteradamente, no se les proporcionó una segunda manta. Jean-Marie N., de 17 años, nos dijo:

Hace mucho frío. Tengo ropa suficiente, pero todavía paso frío de vez en cuando. Las habitaciones son muy frías y no hay mantas suficientes para combatir el frío. Todos los días nos dicen que nos van a dar más mantas, pero no las recibimos. Duermo con la ropa puesta y con una manta, pero aun así paso frío.166 

Abusos graves y malos tratos en el ala uno

Human Rights Watch está especialmente preocupada por las declaraciones de los niños a los que entrevistamos, que sugieren que durante los cinco últimos meses de 2006 se habrían producido palizas generalizadas y muy graves en el ala uno. Según el testimonio de los niños, las palizas eran habituales y no fueron controladas, aunque parece que el personal de todos los niveles debería estar al corriente de las supuestas palizas y podría estar personalmente implicado en algunas de ellas.

En concreto, los niños describieron lo que calificaron como “una celda de castigo” situada en la planta superior, donde los menores recibían palizas y eran encerrados durante periodos de hasta varios días. Los niños la describieron como una celda sucia, sin ventanas y sin aire, de escasos metros cuadrados en la que “hasta costaba respirar”. Los niños encerrados en esta habitación tenían que orinar y defecar en el suelo, ya que no se les permitía ir al baño.

Testimonio de Jean-Marie N., de 17 años

“Un día un educador hizo una pregunta estúpida a un niño, y éste no respondió adecuadamente, así que le llevaron a la planta superior a una celda—hay una habitación de castigo donde los menores reciben palizas, en la planta de arriba. Muchos menores han pasado por esa habitación. Un día un niño preguntó si podía volver a su país; a continuación le llevaron a la planta superior a la habitación de castigo… Un niño se metió en problemas con los educadores. Ese día el educador lo llevó a la ducha y le dio una paliza. El niño tenía sangre en la boca y su ropa estaba ensangrentada (no pudo volver a usar esa camiseta)”.167

Testimonio de Lakh S., de 17 años

“Por ejemplo, tiraban cigarrillos al suelo y pedían a un niño que los recogiera; cuando se negaba a hacerlo se lo llevaban a la planta de arriba, donde lo castigaban y le retiraban su dinero de bolsillo…. Otro día un educador se fumó un cigarrillo, lo tiró… y dijo a un niño que lo recogiera. El niño se negó. Entonces el educador protestó… [el niño recibió una paliza]… el niño tenía moratones por todo el cuerpo.... No había sangre, pero estaba herido”.168

Testimonio de Salem L., de 17 años

“Hay una celda de castigo en la planta superior. A veces encerraban a los niños durante tres o cuatro días. Durante ese tiempo les daban de comer... pero no tenían permiso para ir al baño. Era muy frecuente que llevaran a niños a la planta de arriba. A cuatro niños en concreto siempre los encerraban; siempre eran los mismos”.169

Testimonio de Papis F., de 17 años

“A los niños les daban palizas allí [en la celda de castigo]. Oí gritos durante dos o tres horas que procedían de arriba. Encerraron a cinco niños en la celda desde la 4 de la tarde a las 9 de la mañana. Les dieron la comida y el desayuno, pero en esa habitación no hay cuarto de baño”.170

Testimonio de Lamine P.

“Nunca me han llevado a la planta de arriba [a la celda de castigo], pero a otros sí; les dieron palizas y los encerraron, a veces hasta dos, tres o cuatro días”.171

Los niños señalaron que percibían un clima omnipresente de miedo en el centro por el que sentían que podían ser severamente castigados por la más mínima “falta”. Jean-Marie N. contó: “Una vez un niño llamó a su familia porque su madre estaba enferma. No le pudieron devolver la llamada porque temía que le confiscaran el teléfono si el personal descubría que usaba un teléfono móvil. Por eso dejó su teléfono apagado y no le pudieron llamar”.172 Papis F. recordó: “Un niño recibió una paliza…. Fue por usar un teléfono móvil (no había una prohibición taxativa de usar teléfonos móviles). El director señaló que nadie tenía permiso para utilizar teléfonos móviles. Pasa lo mismo con las golosinas”.173

Jean-Marie N., señaló que, aunque algunos educadores están preocupados por el tratamiento que reciben los niños en los centros, aparentemente carecían de poder para cambiar algo: “A algunos educadores les dábamos pena, pero no podían hacer nada porque ellos mismos tenían miedo”.174

En septiembre de 2006, alrededor de cien niños se escaparon en grupo del centro como forma de protesta, y fueron llevados de vuelta inmediatamente por la Policía, a la que se había avisado para que actuara.175 Jean-Marie N., de 17 años, recordaba su marcha:

En un determinado momento estábamos tan hartos de [nombre omitido] que todos dijimos que queríamos abandonar el centro. El director dijo que podíamos irnos, pero que teníamos que dejarlo todo atrás, toda la ropa que habíamos comprado y todo lo que habíamos comprado o ganado durante el tiempo que habíamos estado en el centro. Nos enfadamos muchísimo, pero abandonamos el centro. Éramos muchos. El director alertó a la Policía y al poco nos cogieron y nos devolvieron al centro. Después nos trataron como si fuéramos delincuentes. La Policía nos llevó al patio trasero donde el director anunció que no cambiaría nada. Algunos niños empezaron a llorar y todos nos enfadamos mucho. La Policía tuvo que pedir refuerzos porque la situación iba a peor. Después de eso el director cambió un poco las normas (se nos permitió usar teléfonos fuera de clase, pero la prohibición de traer comida de fuera no se modificó).176

2. El centro de Arinaga

Infraestructura

El centro de Arinaga es una antigua residencia de estudiantes de un instituto tecnológico, situada en una zona industrial a las afueras de Las Palmas de Gran Canaria. El centro, con una capacidad para 90 menores, alojaba a 134 menores en el momento de nuestra visita.177 De acuerdo con las declaraciones de los menores, suele estar masificado. Varios menores declararon que había ocasiones en que llegaban a alojarse bastante más de 200 menores en el centro (la cifra mayor que oímos fue de 269)178 y que habían tenido que dormir en la cocina durante esos períodos. Moussa N., de 17 años, dijo, “Pusieron colchones en el suelo para todos y dormimos en la cocina.... Fue un periodo difícil y la situación era muy tensa (los educadores se ponían muy nerviosos por cualquier menudencia”.179 Nasir A. nos dijo que había tenido que dormir sobre una alfombra en la cocina.180

Las autoridades retrasaron una semana la visita programada de Human Rights Watch al centro de emergencia de Arinaga. Los menores declararon que en las semanas previas a nuestra visita se habían realizado importantes renovaciones.181 Malik R., de 14 años, nos dijo que “antes de su visita el centro olía muy mal”.182 Yussef A., de 17 años, describió la situación anterior de forma muy similar: “Antes dormíamos en la cocina debajo de las mesas; eso era antes. Entonces enviaron a los niños [africanos subsaharianos] [a la península] y ahora lo han cambiado todo; antes el centro apestaba completamente”.183 Abduileh K., de 15 años, describía una actividad frenética previa a nuestra visita:

El centro estaba preparado y construyeron el sitio para jugar a la petanca y los campos de lucha libre. También pusieron la carpa junto a la entrada y todos los bancos. Hicieron fotos de las actividades que se habían realizado el día anterior a que ustedes vinieran y luego las colgaron en las paredes. Hasta las papeleras  son nuevas.... Un tipo del mismo rango que el director… vino aquí dos días antes de su visita y nos dijo que empezaríamos a ir al colegio y que iban a venir visitantes importantes.184

Violencia contra los menores

Los menores alojados en el centro de Arinaga declararon que existían niveles graves de violencia ejercida por otros niños, así como por el personal que trabaja en el centro. Algunos niños tenían secuelas físicas de la violencia, e incluso cicatrices en su cuerpo. Los menores nos dijeron que los niños más pequeños estaban particularmente expuestos a la violencia, y algunos nos dijeron que un miembro del personal había abusado sexualmente de ellos. 

Testimonio de Nasir A.

El educador me cogió por la garganta de forma muy violenta mientras bloqueaba la puerta con la otra mano. Me ahogó—duró aproximadamente 30 segundos…. No le cuento a nadie lo que sucedió. Si dijese la verdad nadie me creería…. No quiero hablar de nada más de lo que pasa en el centro (comienza a llorar) )... si hubiera sabido que pasaba esto aquí me hubiera quedado [en mi país].185

Testimonio de Ahmed A., 17 años

Si hubiera sabido que iba a vivir así me hubiera quedado [en mi país]. [Nombre ocultado] quiere violar a los chicos más pequeños. Es lo peor que he visto nunca en este centro. Siempre está detrás de un chico pequeño…. Me da demasiada vergüenza decírselo, pero todo el mundo lo sabe…. A todo el mundo le da miedo hablar con los educadores. Nos da miedo hablar de [él].186

Testimonio de Serijme N., 17 años

También los educadores son violentos. Se echan encima de los niños, o los cogen por la garganta y los tiran contra la pared. [Nombre ocultado] coge a los niños por la garganta.187

Testimonio de Moussa N., 17 años

Un día me enfadé… y un educador quería pegarme y me llevó a la parte de atrás del centro, pero los chicos me ayudaron. Ese educador… pega a los niños—les pega con mucha fuerza, a los de todas las nacionalidades. No está claro por qué.188

En términos más generales, muchos niños perciben que los miembros del personal no son capaces de detener o evitar la violencia entre los niños y que en ocasiones incluso incentivan las peleas, como revelan los siguientes relatos característicos:

  • “Los educadores no dicen nada cuando recibimos palizas…. Yo lloraba y gritaba. Cuando llegó un educador se limitó a decir: ‘Sí, pégale, te puedes morir,’” declaró Mohamad G.189
  • “Los saharauis y los marroquíes no se llevan bien. Hay peleas. No son peleas serias—cuando hay una pelea, [nombre ocultado] viene y nos anima ‘fuerte, fuerte’ a pegar fuerte”, nos dijo Nasir A.190
  • “Todo el mundo tiene miedo y los educadores no intervienen para defendernos”, dijo Yussef A., de 17 años de edad.191
  • “Los educadores miran para otro lado conscientemente cuando [otros niños] dan una paliza a otro chico”, nos dijo Zubir F., de 13 años.192
  • “Los niños más grandes pegan a los más pequeños…. Nadie dice ni hace nada sobre esto”, dijo Abduileh K., de 15 años.193

Mohamad G. nos dijo que él estaba señalado y especialmente expuesto a la violencia, sin que nadie le ayudara. “Solía protegerme un niño, pero se escapó del centro. No tengo a nadie que me cuide y me proteja. A veces duermo fuera del centro para evitar los abusos”, nos dijo.194

Los menores declararon que los comentarios xenófobos son habituales en el centro. Yussef A., de 17 años, nos dijo: “Hay mucho racismo en el centro…. Pocos educadores son buenos; la mayoría de ellos son racistas”.195 Serijme N. dijo: “Dos educadores son agresivos; siguen trabajando aquí. [Nombre ocultado] habla mal de África, por ejemplo durante el desayuno (si los chicos piden más azúcar, [él] dice que en África no hay nada más que hambruna). Nos duele mucho oír eso”.196

3. Violencia en otros centros

El centro de Arinaga no es el único centro en el que la violencia entre menores es un acontecimiento frecuente, ni ésta se limita a los centros de emergencia. Mohammed K., de 17 años, nos dijo que no hay ninguna protección frente a la violencia en Llanos Pelados (un CAME, ahora clausurado) y que por eso abandonó el centro:

Había muchos problemas allí…. Había violencia entre los niños, violencia muy grave. Había dos grupos diferentes, el de los marroquíes y el de los saharauis, y solían atacarse los unos a los otros. Me escapé del centro y me fui a Las Palmas a causa de estos problemas…. La violencia se produce con frecuencia fuera del centro. Los educadores lo sabían. Ocurría todos los días. Había mucha violencia.197

Como cabía esperar, los menores de los diferentes centros declararon que la situación en los centros era especialmente tensa y violenta cuando las instalaciones estaban atestadas. Ahmad S., de 13 años, del CAME/CAI de Playa Honda, nos explicaba: “Sólo hay conflictos cuando el centro está saturado…. Si hay demasiados niños alojados, el centro se descontrola y hay conflictos entre los niños…. Yo soy el más pequeño; a mi llegada había muchos conflictos”.198 Amadou N., de 17 años, nos dijo: “Había montones de chicos en el centro de Tafira [CAME/CAI de Fondillo]. Había discusiones, robos y peleas entre los niños. Dos o tres niños solían atacar a un chico con piedras. Una vez me atacaron tres de ellos y querían quitarme el dinero.... Me dieron con una piedra en la cabeza; me quitaron el dinero”.199

4. Restricciones indebidas a la libertad de movimiento

Mientras que los niños que están en los CAME suelen disfrutar de plena libertad de movimiento y sólo tienen que tener informado al personal de dónde están, los alojados en centros de emergencia tenían notablemente restringida su libertad de movimiento. “La puerta siempre está cerrada; sólo está abierta cuando vamos a Las Palmas. Me siento como un prisionero”, declaró Moussa N., de 17 años.200 Normalmente, los niños alojados en centros de emergencia sólo podían abandonar su centro una o dos veces a la semana durante pocas horas, y algunos fines de semana. “Los demás días estamos siempre en el centro, no podemos irnos solos.... Me gustaría poder salir también otros días; es difícil estar siempre en el centro”, nos dijo Yunus S., de 17 años.201 “Aquí nos tienen como en una cárcel”, dijo Mohammad I., de 12 años.202

Human Rights Watch encontró la puerta del centro de Arinaga encadenada y cerrada con candado en una visita sin previo aviso. Los niños declararon que la puerta permanecía cerrada 24 horas al día. El recinto y el edificio están rodeados por una valla alta y a los niños no se les permite abandonar el recinto salvo en compañía del personal del centro. Se ha designado a un miembro del personal para vigilar la valla que está en la parte trasera del edificio y controlar que no escape ningún niño. También nos informaron de que la puerta del centro La Esperanza ha estado permanentemente cerrada y vigilada hasta finales de 2006.

Estas restricciones en los centros de emergencia hacen que los niños tengan un acceso limitado a actividades recreativas en el exterior. En el centro de Arinaga, los desplazamientos a los campos de deportes cercanos durante la semana se suspendieron por completo cuando el centro introdujo un nuevo programa educativo, una semana antes de la visita de Human Rights Watch. Abduileh K., de 15 años, describía las nuevas restricciones:

Antes de empezar las clases, solía salir [del centro] con más frecuencia. Ahora ya no—desde que empezaron las clases nos dijeron que no necesitábamos jugar más al fútbol. Todos los educadores nos lo dicen. No hemos jugado al fútbol esta semana. Fuimos a Las Palmas el miércoles; salimos del centro a las 4 de la tarde y volvimos a las 7 de la tarde. Vamos a la playa un fin de semana de cada cuatro. Los otros tres fines de semana nos quedamos en el centro o nos llevan a los campos de deporte. Todos los fines de semana vamos a los campos de deporte.203

Jean-Marie N., en La Esperanza, nos dijo:

No hay otra cosa que hacer; o nos sentamos en las habitaciones o vemos la televisión; me aburro mucho y algunos chicos están muy irritados. Si alguien está muy aburrido nos animamos mutuamente. Los educadores también intentan ayudar.204

Los Estados deberían reconocer el derecho de los niños “al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”.205 El régimen de salidas que limita la libertad de movimiento de los niños a un recinto restringido y cuyas condiciones se asemejan a las de una cárcel no es apropiado para el bienestar de los niños y su desarrollo social, y difícilmente favorece su interés superior.

En el caso de los menores no acompañados en acogimiento puede alegarse razonablemente que algunas de las limitaciones a la libertad de movimiento de los niños se justifican por su particular vulnerabilidad, por el riesgo de ser victimas del tráfico de personas y por su edad y que, por lo tanto, sirven al interés superior del menor. El Director de la Dirección General del Menor (que es de hecho el tutor de los menores) explicó que las restricciones para salir del centro tienen como única finalidad proteger a los niños.206 María José Ortega, de la Fiscalía de Las Palmas, observó asimismo que “estos centros son centros abiertos y no es necesario ningún tipo de vigilancia. Si hay restricciones a la salida es para proteger a los menores”.207

Pero Human Rights Watch constató que se estaban aplicando regímenes muy distintos para el mismo grupo de menores, lo que cuestiona la validez de las explicaciones dadas por las autoridades. Mientras que los niños alojados en los CAME disfrutan de una amplia libertad de movimiento, el caso de los menores que están en centros de emergencia es muy distinto. Además, las restricciones vigentes eran restricciones genéricas que lesionan el derecho de los niños a actividades recreativas y que no se ajustan a las necesidades especiales de ciertos grupos de niños. Por ejemplo, no observamos que existiera un régimen diferente para los niños más pequeños que pudieran considerarse más vulnerables y, en consecuencia, merecedores de una protección y unas normas especiales. La limitación de la libertad de movimiento de los niños, por lo tanto, no se basaba en ningún criterio racional, sino que venía determinada por el tipo de centro al que había sido asignado el niño.

5. Normas legales internacionales sobre la protección de los niños frente a los malos tratos

La legislación internacional establece que todo niño tiene derecho a recibir protección contra la violencia física o mental. En virtud del artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, debe protegerse a los menores de “toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.208

Tanto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos como la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, prohíben el trato cruel, inhumano o degradante,209 como también lo hace la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH).210

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha examinado en diversas ocasiones situaciones en las que niños acogidos (en régimen de acogimiento residencial o familiar) han sido víctimas de malos tratos, y ha establecido de forma muy clara las obligaciones de los Estados para con los menores tutelados.211 Al recordar a los Estados que el artículo 3 de la CEDH les obliga a adoptar medidas destinadas a garantizar que los individuos que se hallen dentro de su jurisdicción no sean sometidos a tortura o a tratos inhumanos o degradantes, incluido el maltrato infligido por particulares, el Tribunal ha sostenido que “estas medidas deberían proporcionar una protección efectiva, en particular a los niños y a otras personas vulnerables, e incluir medidas razonables para evitar los malos tratos de los que las autoridades hayan tenido noticia o deberían haberla tenido…”212

El Tribunal ha mantenido también que el derecho a la privacidad, protegido por el artículo 8 de la CEDH, impone también obligaciones positivas por parte de otras personas para proteger la integridad física y moral de un individuo.213

Aunque no se considera que los niños acogidos estén privados de su libertad, sino bajo la tutela de las autoridades, las condiciones de alojamiento y el trato al que se ven sometidos bajo el acogimiento pueden dar lugar a la violación de la obligación del Estado de proteger a los niños frente a cualquier trato inhumano o degradante. Cuando se evalúan las circunstancias materiales en que se hallan los niños acogidos, deben tenerse en cuenta los efectos acumulativos de estas circunstancias a lo largo del tiempo y el estado de salud de los menores. También es necesario tener en cuenta la naturaleza del régimen “disciplinario” impuesto a los niños.

A Human Rights Watch le preocupan las condiciones materiales en las que se encuentran los niños, que incluye la mala calidad de la alimentación y la confiscación de comida (ver Capítulo VII.2, infra), las bajas temperaturas, que cuando se acompañan de prácticas tales como el uso de una celda de castigo para los niños, pueden alcanzar la suficiente gravedad para ser calificados como tratos inhumanos y degradantes. En concreto la detención de niños en una celda de castigo durante periodos de hasta varios días en cada ocasión puede considerarse una detención arbitraria.214

Un estudio detallado elaborado por Naciones Unidas en 2006 sobre la violencia contra los menores destaca que los niños en acogimiento residencial están expuestos a la violencia de sus compañeros, particularmente cuando las condiciones y la supervisión del personal son deficientes. Algunos de los factores que contribuyen a ello son la falta de privacidad, la frustración, la masificación y la no separación de niños especialmente vulnerables de los niños mayores y más agresivos. El informe concluye que la combinación de distintos grados de vulnerabilidad incrementa el riesgo que corre el menor de ser víctima de la violencia.215 De entre los centros de emergencia visitados por Human Rights Watch, sólo en el centro de Tegueste existían zonas para dormir específicas para los niños más pequeños separadas de las de los niños de mayor edad y más próximas a las habitaciones del personal. En ninguno de los cuatro centros se separa a los niños durante el día. Los propios niños pequeños nos dijeron que se sentían inseguros entre niños de más edad y más grandes.

La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el derecho de los menores a una protección y asistencia especiales y la obligación por parte de los Estados de garantizar “que las instituciones, servicios y establecimientos encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por las autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad, sanidad, número y competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión adecuada. En todas las medidas concernientes a los niños, una consideración primordial que se atenderá será el interés superior del niño”.216




158 Entrevista telefónica de Human Rights Watch con Manuel Campos, fiscal, Ministerio Fiscal, Tenerife, 30 de abril de 2007. Cuando era centro de reforma, el centro era conocido como “Nivaria”.

159 Las temperaturas nocturnas caen por debajo de 5°C durante el invierno, http://personal.telefonica.terra.es/web/meteolaesperanza (consultado el 15 de febrero de 2007).

160 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

161 El director del ala uno ha cambiado recientemente. El primer director, nombrado cuando se abrió el centro en agosto de 2006, fue trasladado a la dirección de otro centro a finales de diciembre de 2006.

162 Entrevista de Human rights Watch con un miembro del personal, centro La Esperanza, enero de 2007.

163 Entrevista de Human Rights Watch con Lakh S., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

164 Entrevista de Human Rights Watch con Abdul Q., centro La Esperanza, 20 de enero 2007.

165 Las ventanas de las habitaciones son de cristal irrompible y constan de tres partes. La parte central es fija y tiene orificios para permitir la ventilación. Dos piezas correderas a ambos lados de la ventana pueden desplazarse horizontalmente para cubrir la pieza perforada. Human Rights Watch fue informada de que el personal había retirado las piezas correderas por motivos de seguridad cuando La Esperanza era un centro de reforma porque se podían extraer fácilmente y usarse como armas.

166 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

167 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

168 Entrevista de Human Rights Watch con Lakh S., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

169 Entrevista de Human Rights Watch con Salem L., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

170 Entrevista de Human Rights Watch con Papis F., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

171 Entrevista de Human Rights Watch con Lamine P., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

172 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

173 Entrevista de Human Rights Watch con Papis F., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

174 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

175 B. Sagastume, E. Calvo, “Cien menores extranjeros se fugan en señal de protesta de un centro de Tenerife”, ABC.es (Madrid), http://www.abc.es/hemeroteca/historico-30-09-2006/abc/Nacional/cien-menores-extranjeros-se-fugan-en-se%C3%B1al-de-protesta-de-un-centro-de-tenerife_1423545588060.html (consultado el 2 de abril de 2007).

176 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

177 Entrevista de Human Rights Watch con Gloria Gutiérrez González, 31 de enero 2007. Un informe de la Fiscalía de Las Palmas señala que el centro tiene una capacidad de 60 menores. Carta e informe de María José Ortega Mariscal, fiscal de la sección de menores, a Human Rights Watch, 1 de junio de 2007.

178 Entrevista de Human Rights Watch con Serijme N., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

179 Entrevista de Human Rights Watch con Moussa N., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

180 Entrevista de Human Rights Watch con Nasir A., centro de Arinaga, enero de 2007 (edad y fecha exacta ocultadas).

181 El centro también ha recibido la visita del Comisario Europeo de Sanidad, Markos Kyprianou, a finales de enero de 2007.

182 Entrevista de Human Rights Watch con Malik R., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

183 Entrevista de Human Rights Watch con Yussef A., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

184 Entrevista de Human Rights Watch con Abduileh K., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

185 Entrevista de Human Rights Watch con Nasir A., centro de Arinaga, enero de 2007 (edad y fecha exacta ocultadas).

186 Entrevista de Human Rights Watch con Ahmed A., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

187 Entrevista de Human Rights Watch con Serijme N., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

188 Entrevista de Human Rights Watch con Moussa N., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

189 Entrevista de Human Rights Watch con Mohamad G., centro de Arinaga, enero de 2007 (edad y fecha exacta ocultadas).

190 Entrevista de Human Rights Watch con Nasir A., centro de Arinaga, enero de 2007 (edad y fecha exacta ocultadas).

191 Entrevista de Human Rights Watch con Yussef A., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

192 Entrevista de Human Rights Watch con Zubir F., enero de 2007 (fecha exacta y lugar ocultados).

193 Entrevista de Human Rights Watch con Abduileh K., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

194 Entrevista de Human Rights Watch con Mohamad G., centro de Arinaga, enero de 2007 (edad y fecha exacta ocultadas).

195 Entrevista de Human Rights Watch con Yussef A., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

196 Entrevista de Human Rights Watch con Serijme N., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

197 Entrevista de Human Rights Watch con Mohammed K., Fuerteventura, 23 de enero de 2007.

198 Entrevista de Human Rights Watch con Ahmad S., centro de Playa Honda, 25 de enero de 2007.

199 Entrevista de Human Rights Watch con Amadou N., Gran Canaria, 17 de enero de 2007. El centro de Tafira se conoce ahora como El Fondillo.

200 Entrevista de Human Rights Watch con Moussa N., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

201 Entrevista de Human Rights Watch con Yunus S., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

202 Entrevista de Human Rights Watch con Mohammad I., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

203 Entrevista de Human Rights Watch con Abduileh K., centro de Arinaga, enero de 2007 (fecha exacta ocultada).

204 Entrevista de Human Rights Watch con Jean-Marie N., centro La Esperanza, 20 de enero de 2007.

205 CDN, art. 31.

206 Entrevista de Human Rights Watch con José Luis Arregui Sáez, Santa Cruz de Tenerife, 19 de enero de 2007.

207 Entrevista de Human Rights Watch con Maria José Ortega, fiscal, Ministerio Fiscal, Las Palmas, 22 de enero de 2007.

208 CDN, art. 19.

209 PIDCP, arts.7, 24. Convención contra la Tortura, art. 16.

210 CEDH, art. 3: “Nadie  podrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”.

211 Véase Z. y Otros contra el Reino Unido, CEDH 2001-V; D.P. y J.C. contra el Reino Unido, sentencia de 10 de octubre de 2002; E. Y Otros contra El Reino Unido, sentencia de 26 de noviembre de 2002.

212  Z. Y Otros contra el Reino Unido, par. 73; D.P. y J.C. contra el Reino Unido, par. 109; E. y Otros contra el Reino Unido, par. 88.

213 Véase X. e Y. contra los Países Bajos, sentencia de 26 de marzo de 1985, Serie A nº 91, p. 11, § 22, y Costello-Roberts contra el Reino Unido, sentencia de 25 de marzo de 1993, Serie A nº 247-C, p. 61, § 36.

214 La detención arbitraria está prohibida en virtud del artículo 5 de la CEDH y del artículo 9 del PIDCP.

215 Pinheiro, World Report on Violence against Children, p. 189.

216 CDN, arts. 3, 20.