El Impacto de las Minas Antipersonal en la Población Civil de ColombiaLa fuente de información más amplia sobre las cifras de heridas y muertes producidas por las minas antipersonal en Colombia es el Observatorio de Minas Antipersonal de la Vicepresidencia de Colombia, que tiene una base de datos oficial sobre incidentes relacionados con minas antipersonal. Estas cifras sólo proporcionan una imagen parcial, ya que no diferencian entre incidentes que involucran minas antipersonal e incidentes que involucran municiones abandonadas sin explotar (debido a la dificultad de distinguir entre ambos tipos de incidentes). Además, es muy probable que exista un subregistro importante de casos, especialmente de incidentes que afectan a civiles.3 Tal subregistro podría generarse por la poca presencia del estado en algunas partes del país, el temor de los sobrevivientes a padecer otros abusos si informan sobre la mina, o la falta de conocimiento de los sobrevivientes, gobiernos locales e instituciones médicas sobre los beneficios disponibles para los sobrevivientes de minas antipersonal, entre otros factores. Sin embargo, los datos del Observatorio de Minas muestran un dramático incremento en las víctimas de minas, que es consistente con las observaciones de ONGs locales: entre 1990 y 2000, las cifras de los casos registrados fluctuaron, pero no excedieron a 148 casos por año. Comenzando en el 2001, los casos registrados empezaron a incrementarse: a 287 en 2001, 627 en 2002, 732 en 2003, 877 en 2004, 1,112 en 2005, y 1,107 in 2006.4 La mayoría de casos afectan a militares. Sin embargo, el número de casos de civiles registrados es muy alto, y también se ha incrementado de manera alarmante en años recientes, de 66 en el 2000 a 314 in el 2006.5 Muchos de los afectados se encontraron con las minas antipersonal mientras estaban desempeñando actividades cotidianas. Por ejemplo, de acuerdo a los registros gubernamentales, 151 tuvieron el incidente con la mina mientras estaban pasando cerca del lugar, y muchos otros fueron heridos mientras estaban realizando labores de cultivo, jugando, desempeñando tareas domésticas, ocupándose del ganado, cazando, o pescando.6 De los 314 civiles heridos, registrados por el Observatorio de Minas en 2006, 66 fueron niños.7 Los Sobrevivientes Más PequeñosLos niños que son heridos por minas antipersonal a menudo se ven obligados a abandonar sus familias y lidiar solos con sus heridas, en ambientes nuevos y difíciles. Lucía, una niña de 10 años de edad que conocimos en Bucaramanga, perdió su visión, una mano, y varios dedos en la otra mano. Debido a la falta de profesores especializados en la enseñanza para ciegos en su pueblo, ella tuvo que mudarse a la ciudad, donde la encontramos viviendo en un albergue lleno de otros niños y personas desplazadas. Ella no quiso hablar sobre su incidente con la mina antipersonal, pero nos contó que extrañaba a su familia: Algunas veces en Navidad estoy con mi mamá, pero otras veces no estoy con ella... Me gusta estudiar, pero sólo con mi mamá.8 Pablo, un niño de 9 años que vive en el mismo albergue, nos dijo lo que sentía cuando jugaba con otros niños después de su incidente: Me sentía incompleto, porque yo sólo tenía una mano y los otros niños tenían dos.9
Sin embargo, al mismo tiempo, los niños que son heridos algunas veces se pueden adaptar mejor que los adultos a los cambios en sus vidas.10 En algunos casos, los niños que se desplazan de las áreas rurales como consecuencia de los incidentes son capaces de encontrar mejores oportunidades educativas. Lo que más me duele es que no puedo seguir jugando fútbol, dice Onofre Zafra Sánchez, quien pisó una mina antipersonal a la edad de 16 años. Habría dado mi vida por jugar fútbol. Pero estando en la ciudad tengo mejores oportunidades para hacer algo más en la vida.11 Más Allá de las Heridas FísicasSi no resultan ser fatales, las heridas físicas causadas por las minas antipersonal a menudo son muy graves. La mayoría de los sobrevivientes que entrevistamos habían sufrido heridas físicas típicas como consecuencia de incidentes con minas antipersonal: pérdida de miembrospiernas, pies y algunas veces manosy daño a su capacidad visual y auditiva. Pero el impacto que los incidentes con minas antipersonal tienen en los sobrevivientes a menudo va más allá que las heridas físicas, afectando su bienestar mental, su capacidad para mantenerse económicamente a sí mismos y a sus familias, y su capacidad para permanecer en sus hogares. La mayoría de sobrevivientes civiles son hombres adultos, muchos de los cuales desempeñaban labores manuales en la agricultura, ganadería o minería en áreas rurales.12 Las heridas producidas por las minas antipersonal limitan o algunas veces impiden completamente su capacidad de trabajar, forzándolos a migrar a las ciudades en busca de mejores oportunidades para encontrar empleo. Yo era campesino, era agricultor de yuca, maíz, plátano, cacao. Me he criado y nací en el campo. Pensaba seguir adelante en el campo, dice Edilberto Prada Ardila, un hombre de 46 años que perdió un ojo y ambas manos debido a una mina antipersonal, y pasó a depender de la caridad en la ciudad de Bucaramanga.13
Algunas veces, adultos activos terminan dependiendo de sus propios hijos, desarrollando depresión y sentimientos de inutilidad. Yo vivo muriéndome, nos dijo un agricultor, de unos cincuenta años de edad, quien perdió una pierna y casi toda su visión cuando pisó una mina antipersonal cuatro años antes. Venia de trabajar, apaleando una yuquita, [cuando ocurrió el incidente] Ahora vivo de limosnas y [de] los hijos que le dan comida [a uno]. Vivo con los tres menores Tengo 3 años de enfermedad y no me muero.14 Otra sobreviviente de unos cincuenta años de edad, Ofelia, intentó suicidarse después del incidente. Viuda desde que los grupos guerrilleros asesinaron a su esposo en 1991, Ofelia perdió su pierna cuando pisó una mina antipersonal, y como consecuencia de todo ello, también perdió su finca:
Para los sobrevivientes indígenas, adecuarse a la vida fuera de sus comunidades tradicionales puede ser particularmente doloroso. Adelmo, un miembro de los Yanacona, abandonó su comunidad porque el incidente le impedía caminar y desempeñar las duras tareas que exige la vida en su comunidad. Me duele en el alma abandonar la región, pero ya no puedo trabajar como en el pasado, nos dijo. El cambio fue traumático. No tengo descanso. Mi lugar es mi propia comunidad. Extraño la comida, las costumbres de la comunidad. Aquí uno se siente mal; se preguntas qué es lo que estará pasando en la comunidad. Uno se desconecta mucho de lo que está pasando en la comunidad.16
Minas y Otros AbusosMuchos de los sobrevivientes que entrevistamos nos explicaron que sus heridas se habían sumado a otros problemas que los sobrevivientes o sus familias ya estaban padeciendo, debido a abusos tales como el desplazamiento, la toma de tierras a la fuerza, o la ejecución sumaria de sus familiares. Un hombre nos contó que había pisado la mina que lo hirió en una finca a la que se había mudado cerca de la ciudad de Tibú, en el estado de Norte de Santander, después de haber sido desplazado de su finca en el pueblo vecino de La Gabarra. Allá estaban las FARC, el ELN, los paras, y el ejército. En mi finca entraban todos . Los paras se metieron en La Gabarra en el 99, mataron a 67 personas y de allí siguieron sacando todo. Se acabaron los animales, se [comieron] el ganado y de allí nos vinimos a Tibú.17 Un hombre joven, Jimmy, y su familia tuvieron que abandonar su casa después de que las FARC asesinaran a su padre: Nos acusaron de ayudar a los paramilitares. Lo secuestraron y tres días más tarde lo encontramos muerto . al lado de la carretera. Lo habían amarrado y le habían cortado la garganta.18 Fueron desplazados nuevamente después porque los paramilitares entraron a la siguiente ciudad. Para ganar algo de dinero, Jimmy dejó a su familia y tomó un trabajo en una hacienda ganadera en el estado de Meta: De esa manera podría ahorrar dinero para estudiar en la Universidad. Pero sólo duré nueve meses antes de ser herido por una mina antipersonal.19 Las personas que se encuentran viviendo en áreas bajo el control de grupos armados irregulares encuentran que es muy difícil acceder a asistencia y recuperarse. Un sobreviviente de mina antipersonal, de 19 años de edad, quien aún se encontraba viviendo en un área rural bajo el control de las FARC, nos contó que después de su incidente había tenido que viajar a la ciudad para recibir tratamiento.20 Pero los guerrilleros en la zona empezaron a acusarlo de colaborar con el ejército. En consecuencia, mientras que la guerrilla controlaba los movimientos de todas las personas en la región, él dijo que en su caso se establecieron medidas incluso más drásticas: Vivía humillado Tenía que pedir permiso para llamar por teléfono Podía salir del área sólo una vez al mes y después tenía que mostrarles los resultados de mi viaje, dice.21 Este sobreviviente presentó su solicitud al gobierno para recibir compensación por sus heridas, pero cuando regresó a casa, nos dijo, los guerrilleros quemaron mis papeles A la guerrilla no le gusta que recibamos ayuda del estado. Pero ellos tampoco nos ofrecen ayuda Si el gobierno me ofrece alguna ayuda, yo abandonaría la zona.22 Mauro Antonio Joaquí, un sobreviviente del sur de Cauca, tuvo que abandonar su pueblo después de perder parte de una pierna al pisar una mina antipersonal. Él nos dijo que a pesar de que había pisado la mina mientras se encontraba pescando, los guerrilleros del área lo acusaron de trabajar como guía para los militares, así que tuvo que huir.23
Otras Armas Indiscriminadas: Bombas de Cilindros de GasAdemás del uso frecuente de las minas antipersonal, las FARC son conocidas por su uso de bombas de cilindros de gas. Las bombas de cilindros de gas se elaboran utilizando tanques vacíos de gas, que son fáciles de obtener porque los colombianos en todo el país los usan en sus cocinas. Después de llenar el tanque con explosivos y esquirlas, un miembro de las FARC lo lanza desde un tubo lleno de dinamita. Los tubos son imposibles de apuntar con precisión, y como consecuencia de ello, a menudo impactan en objetos civiles y causan bajas civiles evitables. El derecho internacional humanitario requiere que se haga una clara distinción entre combatientes y no combatientes y entre objetivos militares y propiedades o lugares protegidos. El uso, por parte de las FARC, de bombas de cilindros de gas en las áreas civiles es, por lo tanto, una violación clara al derecho internacional humanitario. Tal vez el caso más horroroso de uso de bombas de cilindros de gas por parte de las FARC ocurrió el 2 de mayo de 2002, cuando durante un combate con grupos paramilitares, las FARC lanzaron bombas de cilindros de gas en el pueblo de Bellavista, en la región Bojayá del estado de Chocó.24 Una de las bombas, aparentemente dirigida contra los paramilitares, impactó en cambio en la iglesia local, donde muchos de los residentes del pueblo habían buscado refugio.25 Aproximadamente 120 personas murieron y otras 98 resultaron heridas, de acuerdo a la misión de las Naciones Unidas (ONU) que reconstruyó los eventos poco después.26 Durante dos días después de ese episodio, casi la totalidad de los aproximadamente 1,000 habitantes, de la comunidad se vieron obligados a permanecer en un pueblo vecino mientras el combate continuaba.27 Las FARC divulgaron posteriormente una declaración pública expresando su pesar por el daño causado a la comunidad, y acusando al gobierno, a los militares y a los paramilitares de ser en última instancia los responsables.28 Pero mientras que el informe de la ONU concluyó que los paramilitares también habían violado las leyes de la guerra durante los enfrentamientos, y que los militares debían ser investigados por no haber evitado el ingreso de los paramilitares al área, nada de esto excusa el uso de estas armas por parte de las FARC en un área civil que, en este caso, causó una devastadora pérdida de vidas humanas. Los espantosos eventos de Bojayá no han detenido el uso de bombas de cilindros de gas por parte de las FARC. Un ejemplo de ello es el caso de Teresa Arcila, una mujer de 49 años que cocina las típicas arepas colombianas y lava la ropa de otras personas para mantener a su familia de nueve personas. Teresa compró su casa cerca de la estación de policía en el pueblo de Toribío, en el departamento de Cauca, hace 35 años. En el 2005, su casa fue destruida cuando las FARC iniciaron ataques simultáneos usando bombas de cilindros de gas en los pueblos vecinos de Toribío y Jambaló. Los cilindros empezaron a caer a las 8:30, llegaban desde los cerros y caían en las casas vecinas. Ellos [las FARC] querían que los cilindros cayeran en la estación policial, pero ninguno de ellos cayó allí. Diez casas fueron destruidas. También cayeron en la iglesia.29 En Agosto del 2006, mientras Teresa estaba tratando de reconstruir su casa, las FARC lanzaron otro ataque en Toribío usando bombas de cilindros de gas. Estábamos durmiendo y la bomba cayó en el patio de la casa. Sólo lanzaron un cilindro y nos volvió a caer a nosotros.30 Un integrante de la asociación indígena del norte de Cauca, quien vive en la misma región que Teresa Arcila, le dijo a Human Rights Watch que su grupo les había pedido a las FARC que cesaran este tipo de ataques, que afectan a la población civil. Sin embargo, él dice que las FARC siempre se han rehusado, replicando que en la guerra, todo vale.31 3 Varias fuentes consideran que existe un significativo número de casos no reportados. Véase Campaña Internacional para la Prohibición de Minas Antipersonal, Monitor de Minas Terrestre 2006, capítulo sobre Colombia, http://www.icbl.org/lm/2006/colombia.html#fnB174 (accedido el 20 de Junio de 2007). De acuerdo al Observatorio de Minas Antipersonal de la Vicepresidencia de Colombia, su registro de los incidentes de minas antipersonal está mejorando. Entrevista de Human Rights Watch con Luz Piedad Herrera, directora del Observatorio de Minas Antipersonal de la Vicepresidencia de Colombia, 27 de Septiembre de 2006. 4 Observatorio de Minas Antipersonal de la Vicepresidencia de Colombia, Gráfico de Frecuencia de Víctimas según Condición por MAP/MUSE, 1990-1 de Junio, 2007, http://www.derechoshumanos.gov.co/minas/descargas/victimascondicion.pdf (leído el 19 de Junio de 2007). 5 Ibid. 6 Observatorio de Minas Antipersonal de la Vicepresidencia de Colombia, Gráfico de Víctimas según Actividad al Momento del Accidente por MAP/MUSE, 1990-I de Junio de 2007, http://www.derechoshumanos.gov.co/minas/descargas/victimasactividad.pdf (leído el 19 de Junio de 2007). 7 Observatorio de Minas Antipersonal de la Vicepresidencia de Colombia, Gráfico de Víctimas según Sexo y Edad de Eventos por MAP/MUSE, 1990-1 de Junio, 2007, http://www.derechoshumanos.gov.co/minas/descargas/edadsexozona.pdf (leído el 19 de Junio de 2007). 8 Entrevista de Human Rights Watch con Lucía (seudónimo), 28 de Septiembre del 2006. 9 Entrevista de Human Rights Watch con Pablo (seudónimo), 28 de Septiembre del 2006. 10 Entrevista de Human Rights Watch con Rodrigo Chaparra, psicólogo del centro de rehabilitación CIREC, 27 de Septiembre de 2006. 11 Entrevista de Human Rights Watch con Onofre Zafra Sánchez, 28 de Septiembre de 2006. 12 En el 2006, sólo 20 de las víctimas registradas por el Observatorio de Minas fueron mujeres. Gráfico de Frecuencia de Víctimas según Condición por MAP/MUSE, 1990-1 de Junio, 2007, http://www.derechoshumanos.gov.co/minas/descargas/victimascondicion.pdf (leído el 20 de Marzo de 2007). 13 Entrevista de Human Rights Watch con Edilberto Prada Ardila, 28 de Septiembre de 2006. 14 Entrevista de Human Rights Watch con un sobreviviente de una mina antipersonal que pidió permanecer en el anonimato, 28 de Septiembre del 2006. 15 Entrevista de Human Rights Watch con Ofelia Pinto, 28 de Septiembre de 2006. 16 Entrevista de Human Rights Watch con Adelmo Uni Jiménez, 2 de Octubre de 2006. 17 Entrevista de Human Rights Watch con un sobreviviente de mina antipersonal que solicitó permanecer en el anonimato, 28 de Septiembre de 2006. 18 Entrevista de Human Rights Watch con Jimmy Alejandro Peña, 1 de Octubre de 2006. 19 Ibid. 20 Entrevista de Human Rights Watch con un sobreviviente de mina antipersonal que solicitó permanecer en el anonimato, 2 de octubre de 2006. 21 Ibid. 22 Ibid. 23 Entrevista de Human Rights Watch con Mauro Antonio Joaquí, 2-3 de Octubre de 2006. 24 Oficina del Alto Comisionado para Derechos Humanos en Colombia, Informe de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado para los Derechos Humanos sobre su Misión de Observación en el Medio Atrato, 20 de Mayo, 2002. 25 Ibid., pp. 9-10. 26 Ibid. 27 Ibid. 28 Comunicado del Bloque José María Córdoba de las FARC-EP, 8 de Mayo, 2002, disponible como Anexo VI del Informe de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado para los Derechos Humanos sobre su Misión de Observación en el Medio Atrato. 29 Entrevista de Human Rights Watch con Teresa Arcila, 2 de Octubre, 2006. 30 Ibid. 31 Entrevista de Human Rights Watch con un integrante de la Asociación de Pueblos Indígenas del Norte Cauca, quien pidió mantener su nombre en reserva. 25 de Mayo, 2007. |