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Crisis de violaciones en prisiones de Estados Unidos
(Nueva York, 19 de abril de 2001) — Un nuevo informe sin precedentes de Human Rights Watch, Sin salida: Violación de hombres en prisiones de Estados Unidos, acusa a las autoridades estatales de responsibilidad para el abuso sexual entre presos en las cárceles de hombres de Estados Unidos. El informe de 378 páginas se basa en más de tres años de investigación y es el primer estudio nacional de la violación entre presos. En las prisiones y cárceles de Estados Unidos hay unos dos millones de presos.

Las prisiones estatales de Estados Unidos no han adoptado ni siquiera las medidas fundamentales obvias, necesarias para controlar la violación en las prisiones.

Joanne Mariner, Subdirectora de la División de las Américas de
Human Rights Watch


"La violación no es una consecuencia inevitable del encarcelamiento," dijo Joanne Mariner, subdirectora de la División de las Américas de Human Rights Watch y autora de este informe. "Pero es una consecuencia predecible si las autoridades penitenciarias hacen muy poco por prevenirla y castigarla."

Human Rights Watch advirtió que al no aplicar medidas razonables para prevenir y sancionar la violación -- y, de hecho, en muchos casos, adoptar medidas que propician la victimización sexual -- las autoridades estatales permiten la existencia de este abuso devastador física y psicológicamente. Las conclusiones de la organización se basan en la correspondencia con más de 200 presos repartidos en 34 estados, entrevistas con internos, y una encuesta general de las autoridades correccionales estatales.

Ciertos presos son objeto de explotación sexual en cuanto ingresan en un centro penitenciario: su edad, apariencia, preferencia sexual y otras características los señalan como candidatos para el abuso. La investigación de Human Rights Watch reveló toda una serie de factores correlacionados con una vulnerabilidad mayor a la violación. Entre estos se encuentran la juventud, el tamaño pequeño y la debilidad física; el ser blanco, homosexual o haber delinquido por primera vez; la posesión de características "femeninas" tales como cabello largo o una voz aguda; la falta de firmeza, de agresividad y de recursos para sobrevivir en la calle, la timidez, la intelectualidad o la "pasividad;" o el estar condenado por un delito sexual contra un menor.

Esclavitud sexual

En el caso más extremo, Human Rights Watch descubrió que los presos que no pueden escapar de una situación de abuso sexual pueden convertirse en los "esclavos" de sus violadores. Obligados a satisfacer los apetitos sexuales de otro hombre siempre que le plazca, puede que también estén encargados de lavarle la ropa, darle masajes de espalda, cocinar su comida, limpiar su celda y una serie de tareas. Suelen ser "alquilados" como objetos sexuales, vendidos o incluso subastados a otros presos.

No existen datos nacionales concluyentes sobre el grado de difusión de la violación entre presos en Estados Unidos. Pero la encuesta estadística más reciente, publicada en el Prison Journal, señalaba que el 21 por ciento de los presos en siete prisiones del medio oeste había experimentado al menos un episodio de contacto sexual con presión o forzado desde su ingreso en prisión, y que al menos el 7 por ciento de los presos habían sido violados en sus centros penitenciarios. Y en una encuesta interna del departamento de correccionales de un estado sureño, los funcionarios de primera línea -- aquellos encargados de la supervisión directa de los presos -- estimaron que una quinta parte de todos los presos estaban siendo coaccionados para participar en actos sexuales entre presos.

"Las violaciones pueden ser inimaginablemente despiadadas y brutales," dijo Mariner. "Los ataques en grupo no son infrecuentes y las víctimas pueden quedar golpeadas, sangrando y, en los casos más extremos, muertas."

Uno de los casos más trágicos y violentos recogidos en el informe es el de Randy Payne, un joven de 23 años encarcelado en Texas. Una semana después de ingresar en prisión, Payne fue atacado por un grupo de una veintena de presos. Los presos le exigieron sexo y dinero, pero Payne se negó. Le golpearon durante casi dos horas y murió por heridas en la cabeza unos días después.

Las víctimas de violación suelen sufrir un estrés psicológico extremo, una condición identificada como "síndrome traumático de la violación." Muchos presos víctimas de violación con los que ha mantenido contacto Human Rights Watch dijeron padecer pesadillas, depresión profunda, vergüenza, pérdida de autoestima, odio a sí mismos, y consideraban la posibilidad del suicidio.

"Indiferencia deliberada"

Las autoridades correccionales niegan generalmente que la violación entre presos es un problema grave. Human Rights Watch encuestó a autoridades penitenciarias de los 50 estados del país sobre la difusión de la violación y el abuso sexual. En esta encuesta de varios años, ninguno de los estados informó de tasas de abusos próximas ni siquiera ligeramente a las ofrecidas por los investigadores académicos. Por ejemplo, los funcionarios de prisiones de Nuevo México dijeron, en relación con "el 'problema' de la violación y el abuso sexual entre presos" (las comillas internas son suyas), que no tenían "constancia de incidentes durante los últimos años." Casi la mitad de los estados no recopilan estadísticas a parte sobre ataques sexuales.

La reticencia de las autoridades a reconocer el problema de la violación entre presos se refleja no sólo en las estadísticas oficiales engañosas, sino también en una respuesta claramente inadecuada a los casos de violación. "Las prisiones estatales de Estados Unidos no han adoptado ni siquiera las medidas fundamentales obvias, necesarias para controlar la violación en las prisiones," dijo Mariner. "Esta indiferencia deliberada ha tenido consecuencias trágicas."

Un problema principal es la respuesta deficiente-y, en muchos casos, insensible e irresponsable-del personal de los correccionales a las denuncias de violaciones. Cuando un preso informa a un funcionario de que le han amenazado con violarle o, lo que es peor, que le han atacado, es crucial que su denuncia se investigue y que sea protegido de nuevos abusos. Sin embargo, Human Rights Watch descubrió que el personal de las prisiones ignora con frecuencia e incluso reacciona con hostilidad frente a las denuncias de violación de los presos.

"Otro factor importante que propicia el problema de violaciones en las prisiones es que el sistema de justicia penal no se ocupa de estos delitos," dijo Mariner. "Los responsables de la violación en las prisiones rara vez se enfrentan a cargos penales, ni siquiera cuando la violación viene acompañada de violencia física extrema."

El caso de M.R., un preso de Texas, es ilustrativo de esta situación. M.R. fue violado violentamente y golpeado varias veces por el mismo preso en un período de varios meses. Por temor a su vida, denunció el abuso a las autoridades penitenciarias, pero no le ofrecieron protección. De hecho, un investigador desestimó el problema calificándolo de "pelea entre amantes." Finalmente, un día el violador se presentó en la zona de internamiento del M.R. y volvió a atacarle. El violador golpeó a M.R. con un candado de combinación con tal fuerza que se podía leer el nombre del fabricante (Master) en su frente. M.R. salió de la violación con fractura de cuello, mandíbula, clavícula izquierda y un dedo; dislocación del hombro izquierdo; dos contusiones graves y laceraciones en el cuero cabelludo que le provocaron hemorragia cerebral. A pesar de la violencia extrema del ataque, y de los intentos de M.R. para presentar cargos, el violador nunca fue procesado penalmente.

Otra consecuencia devastadora de la violación entre presos que se discute en el informe es la trasmisión del virus del VIH. Varios presos con los que está en contacto Human Rights Watch creen haber contraído el VIH, el virus que causa el SIDA, a través del coito forzado en prisión.

En el libro de Human Rights Watch se explica:

  • porqué y cómo se produce el abuso sexual entre presos;
  • quién lo comete y quiénes son sus víctimas;
  • los efectos a largo plazo de la violación en las prisiones, tanto físicos como psicológicos;
  • cómo están intentando lidiar con el problema las autoridades penitenciarias; y
  • qué reformas han de instituirse para mejorar la prevención de la violación.

"La violación en las prisiones forma parte de la mitología de la vida carcelaria. Pero en realidad, se trata de un abuso devastador a los derechos humanos que puede y debe prevenirse," dijo Mariner. En el informe se incluyen amplias recomendaciones a las autoridades federales y estatales, a las que se insta a aumentar sus esfuerzos para tratar esta grave violación a la dignidad humana.


INFORME — Sin salida: Violación de hombres en prisiones de Estados Unidos
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