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Rusia: Niños y niñas en riesgo por ley sobre “propaganda gay”

Medida discriminatoria apunta contra estudiantes y profesionales de la salud mental

La bloguera rusa Zhenya Svetski vistiendo un pañuelo con los colores del arco iris en Moscú, diciembre de 2018.  © 2018 Dmitry Belyakov para Human Rights Watch

(Nueva York) – La ley rusa sobre “propaganda gay” está teniendo un impacto negativo sobre los jóvenes de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y personas transgénero (LGBT), señaló Human Rights Watch en un informe difundido hoy. La ley de 2013 acentuó la hostilidad que padecen desde hace mucho tiempo las personas LGBT en Rusia y, a su vez, suprimió el acceso a la educación y los servicios de apoyo inclusivos para las personas LGBT, con serias consecuencias para niños y niñas.

El informe de 92 páginas, “No Support: Russia’s ‘Gay Propaganda’ Law Imperils LGBT Youth” (Sin apoyo: la ley rusa sobre “propaganda gay” pone en riesgo a jóvenes LGBT) documenta cómo esta política rusa está perjudicando seriamente a niños y niñas LGBT. Human Rights Watch entrevistó a jóvenes LGBT y a profesionales de la salud mental en distintos lugares en Rusia, incluidas zonas urbanas y rurales, para conocer las experiencias cotidianas de niños y niñas en escuelas, hogares y en público, así como su posibilidad de obtener información confiable y precisa sobre ellos mismos y asesoramiento y otros servicios de apoyo.

“La ley de Rusia sobre ‘propaganda gay’ está perjudicando a los jóvenes al aislarlos de información vital”, expresó Michael Garcia Bochenek, asesor legal sénior sobre derechos del niño de Human Rights Watch. “Y en un clima de fuerte hostilidad social con respecto a las personas LGBT en Rusia, la ley impide que los proveedores de servicios de salud mental aconsejen a niños y niñas que tengan preguntas sobre orientación sexual e identidad de género”.

La ley sobre “propaganda gay”, que formalmente recibe el nombre de “ley para la protección de niños y niñas frente a la información que promueva la falta de valores familiares tradicionales”, prohíbe la “promoción entre menores de las relaciones sexuales no tradicionales”, una referencia que universalmente se interpreta que implica la prohibición de brindar a niños y niñas acceso a información sobre la vida de las personas LGBT. La prohibición incluye, sin carácter restrictivo, información brindada mediante la prensa, la televisión, la radio e Internet.

La ley afecta de manera directa a niños y niñas al negarles el acceso a información esencial y favorecer la estigmatización de la infancia LGBT y sus familias, concluyó Human Rights Watch.

La ley de 2013 contribuyó a que se intensificaran la estigmatización, el acoso y la violencia contra las personas LGBT en Rusia. La ley también se ha usado para clausurar servicios en línea de información y derivaciones de salud mental para niños y niñas, así como para disuadir a grupos de apoyo y profesionales de la salud mental de trabajar con niños. Asimismo profundiza la aversión hacia las personas LGBT, y tiene un efecto amedrentador para los profesionales de la salud mental que trabajan con jóvenes LGBT. Algunos psicólogos han indicado haber recurrido a la autocensura en temas vinculados con la orientación sexual e identidad de género.

La ley sobre “propaganda gay” de Rusia es un ejemplo clásico de homofobia política, expresó Human Rights Watch. Apunta contra minorías sexuales y de género vulnerables para sacar beneficio político. Cuando el presidente Vladimir Putin refrendó la ley federal en junio de 2013, se sumó a la antipatía  extendida contra las personas LGBT. La ley concede el potente respaldo del Estado ruso a la postura falsa y discriminatoria de que las personas LGBT son una amenaza para la tradición y la familia. En el plano internacional, la ley contribuyó a posicionar a Rusia como un defensor de los denominados “valores tradicionales”.

“A nadie le gusta que le den una paliza en la calle, y ese es el temor con el que ahora viven las personas LGBT en Rusia”, señaló a Human Rights Watch Nikita R., un hombre transgénero de 18 años. “Sabemos que la mayoría de las personas creen lo que dicen los medios de comunicación masivos, y las historias que estos muestran les enseñan que somos seres repugnantes, y por eso estamos constantemente en peligro”.

La ley se ha usado en múltiples oportunidades para clausurar Deti-404 (Children-404), un grupo en Internet que ofrece apoyo psicológico, asesoramiento y una comunidad en línea segura a niños y niñas LGBT, incluidos aquellos que sufren violencia y agresión a causa de su orientación sexual o identidad de género real o percibida. Los efectos de la ley también han sido nocivos en entornos clínicos y de asesoramiento. Diversos proveedores de servicios de salud mental dijeron a Human Rights Watch que la ley interfiere con su capacidad de brindar servicios de orientación honestos, científicamente precisos y abiertos, y esto hace que algunos se autocensuren o invoquen excepciones explícitas al inicio de las sesiones.

En los procedimientos relacionados con esta ley ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el internacionalmente renombrado Dr. Ilan Meyer, un experto en psicología social y salud pública especializado en poblaciones minoritarias, declaró que la ley no protege a la juventud sino que, de hecho, la perjudica.

“Si Rusia pretendiera mejorar la salud y el bienestar de sus ciudadanos... serían necesarias intervenciones exactamente opuestas a las que impone la ley sobre propaganda”, explicó.

“Asimismo, las leyes como la ley de propaganda rusa pueden tener un grave impacto negativo en la salud y el bienestar de las [personas LGBT] al profundizar y afianzar la estigmatización y el prejuicio, lo que conlleva discriminación y violencia”.

El tribunal resolvió en 2017 que la ley viola los derechos de libertad de expresión y no discriminación garantizadas en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, y que la norma efectivamente es perniciosa para niños y niñas.

Un psicólogo que trabaja con jóvenes de la comunidad LGBT dijo a Human Rights Watch que casi todos los clientes LGBT que ha tenido eran “tratados como si fueran chivos expiatorios, bufones o parias”. En un entorno con esa hostilidad social hacia las personas LGBT tan profunda, es crucial que los jóvenes reciban apoyo en salud mental.

Pero la ley sobre “propaganda gay” restringe la posibilidad de los profesionales de la salud mental de brindar ese acompañamiento. Otro psicólogo contó que incluso cuando sería pertinente desde el punto de vista clínico analizar la orientación sexual de un niño o niña a los que atiende, siente que la ley lo limita: “Es común que los adolescentes me hagan preguntas directas y precisas sobre su orientación sexual o identidad de género, pero la ley me impide actuar”. Otra psicóloga manifestó que durante las sesiones clínicas tapa todos los libros sobre temas LGBT en su consultorio para evitar que la acusen de “propaganda gay”.

“La ley de ‘propaganda gay’ podría causar daños a largo plazo a generaciones de jóvenes rusos, al propiciar la discriminación y censurar los servicios de apoyo”, apuntó Bochenek. “Esta ley no protege a nadie, pero sí aísla a niños y niñas de los servicios que necesitan para tener un desarrollo pleno, y en algunos casos, incluso para sobrevivir”. 

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