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Su Santidad
Papa Francisco
Palacio Apostólico

Su Santidad:

Tenemos el honor de dirigirnos a Su Santidad para ampliar nuestra anterior correspondencia de fecha 16 de octubre de 2013, que se adjunta a la presente misiva.

Durante el último año, Usted ha manifestado claramente que aspira a una Iglesia de los pobres y para los pobres. Sus acciones traen a la mente las palabras de Gaudium et spes: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”.

Le escribo con respecto a las tristezas y angustias de un grupo de personas que sufre: las minorías sexuales y de género perseguidas. En esta oportunidad, me dirijo a Su Santidad en mi calidad de director del Programa de Derechos de Personas Lesbianas, Homosexuales, Bisexuales y Transgénero (LGBT) de Human Rights Watch.

Human Rights Watch es una organización dedicada a proteger los derechos humanos de personas en todo el mundo. Apoyamos a víctimas y activistas para prevenir la discriminación, defender la libertad política y proteger a las personas de conductas inhumanas. Instamos a los gobiernos y quienes ostentan poder a que pongan fin a las prácticas abusivas y a que respeten el derecho internacional de los derechos humanos.

La Iglesia católica y Human Rights Watch abordan los derechos de minorías sexuales y de género desde perspectivas diferentes, pero existen puntos comunes a partir de los cuales podemos lograr avances constructivos. Si bien entendemos que la Iglesia tiene derecho a promover sus doctrinas sobre la sexualidad en el ámbito público, le pedimos a Su Santidad que se sume a nuestros esfuerzos para asegurar que nadie utilice estas ideas para justificar el abuso violento o degradante de minorías sexuales y de género. La Iglesia, a nuestro juicio, podría reafirmar su creencia en la humanidad más básica de todas las personas trasmitiendo un mensaje claro y contundente contra el abuso y el maltrato en todos los casos en que estos ocurran.

La Santa Sede ya ha adoptado una posición en contra de la violencia, la discriminación injusta y las sanciones penales contra minorías sexuales y de género. En sus enseñanzas, al igual que en varias declaraciones públicas efectuadas en el ámbito de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Iglesia ha expresado la necesidad de proteger la dignidad humana de todas las personas. Sobre la base de enseñanzas y declaraciones previas de la Iglesia, este respeto por la dignidad humana exige acciones concretas para generar un entorno en el cual las personas que pertenezcan a minorías sexuales y de género puedan vivir en paz como miembros plenos de la sociedad.

En su pontificado, Su Santidad ha hecho un llamado por una postura católica que respete los derechos civiles de los miembros de las minorías sexuales y de género, y  que reivindique al mismo tiempo las enseñanzas morales de la Iglesia sobre la ética sexual. Apoyamos sus declaraciones recientes con respecto a la necesidad de impedir la persecución religiosa y de responder a las necesidades de quienes se encuentran marginados.

Lamentablemente, muchas comunidades católicas no han adoptado el mismo criterio.

Nos preocupa que el mensaje de la Santa Sede no siempre se trasmita de manera consistente a las comunidades religiosas en distintas partes del mundo. En los últimos años, católicos tanto religiosos como laicos, a través de sus acciones y palabras, han promovido políticas y prácticas tan deshumanizantes que contribuyen a crear un clima en el cual se cometen con impunidad actos de violencia contra personas de minorías sexuales y de género.

Por ejemplo, este año numerosos obispos católicos en Uganda apoyaron una de las leyes más draconianas de persecución de homosexuales y lesbianas, la cual ya ha provocado un sufrimiento generalizado, que incluye actos de violencia y desalojos. Durante las homilías pronunciadas en Pascuas, varios obispos católicos elogiaron públicamente la nueva ley. La jerarquía del clero católico de Nigeria ha manifestado su apoyo a leyes similares. En una carta enviada al presidente Goodluck Jonathan en representación de la Iglesia Católica de Nigeria, miembros del clero de ese país elogiaron la “valiente y sabia”  ley, que prevé fuertes sanciones penales para las exhibiciones públicas de afecto entre dos hombres o dos mujeres.

Algunos líderes eclesiásticos han rechazado estas así llamadas leyes “anti-gay”, a través de mensajes de paz y tolerancia, y nosotros valoramos estos pronunciamientos. Un grupo de obispos de Sudáfrica, Botsuana, Suazilandia y Ghana han llamado a los católicos a ponerse del lado de los vulnerables, y a oponerse a la persecución de minorías sexuales y de género en África. El cardenal Peter Turkson, por ejemplo, ha manifestado públicamente que “los homosexuales no son criminales” y no deberían ser condenados a cadena perpetua. En la India, el cardenal Oswald Gracias se pronunció en contra de la decisión reciente de la Corte Suprema de India que ratificó leyes locales en contra de la sodomía, y señaló al respecto que “[l]a Iglesia católica no desea que los homosexuales sean tratados como criminales”. Lamentablemente, a menudo estas voces quedan silenciadas.

Dado que compartimos el compromiso con poner fin a todo tipo de violencia, discriminación y sanciones penales injustas, pedimos respetuosamente a Su Santidad que se asegure que la Iglesia se pronuncie de manera consistente con respecto a estas cuestiones. Concretamente, solicitamos a Su Santidad que:

  • Repudie de manera clara y pública la violencia contra personas de minorías sexuales y de género, ya sea perpetrada por el Estado o por actores privados;
  • Inste a la despenalización de las relaciones sexuales practicadas con consentimiento, y apoye la derogación de otras sanciones penales injustas que discriminan a personas de minorías sexuales y de género;
  • Contribuya a moderar el tono con el cual los líderes locales de la Iglesia realizan declaraciones públicas sobre sexualidad; e
  • Inste a que se reconozcan mayores garantías legales a los miembros de minorías sexuales y de género.

En la carta adjunta, describimos en mayor detalle los abusos que hemos documentado contra personas pertenecientes a minorías sexuales y de género, y citamos casos en los cuales líderes católicos han apoyado los derechos de las personas LGBT. Pedimos a Su Santidad que reitere con vehemencia un mensaje público de tolerancia.

Nos preocupa que sin un mensaje claro sobre estos asuntos de Su Santidad y la Santa Sede, algunos miembros de la Iglesia continúen invocando enseñanzas católicas para legitimar ataques contra personas que están en situaciones vulnerables debido a su orientación sexual o su identidad de género. Confiamos en que Su liderazgo podría prevenir el sufrimiento innecesario y constante que padecen millones de personas marginadas y perseguidas en todo el mundo.

Esperamos que tenga oportunidad de difundir y debatir nuestra carta durante el próximo sínodo en Roma. De ser necesario, será un honor para nosotros acercarnos a Roma y discutir en mayor profundidad este tema.

Atentamente,

Graeme Reid

Director del Programa de Derechos de Personas Lesbianas, Homosexuales, Bisexuales y Transgénero (LGBT) de Human Rights Watch.

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