“Ihor” dijo que, en varias ocasiones, los soldados le hicieron sentarse en el suelo con las rodillas dobladas hacia arriba. A continuación, le ataban las manos bajo las rodillas y le introducían una varilla metálica a lo ancho del pecho y bajo las axilas en una posición que él denominó “el loro”. Dijo que luego levantaban el tubo de metal para que quedara colgando.