Jovana, una mujer de alrededor de 20 años, con su hija pequeña. Viven en el estado de Minas Gerais y, al igual que otros residentes, denunciaron que los aviones a menudo rocían las casas de su comunidad. Jovana describió que ella y sus hijos han sido rociados con los pesticidas que arrojan los aviones, y dijo haber sentido síntomas como dolores de cabeza, náuseas, mareos y vómitos. Los niños son particularmente vulnerables a los efectos adversos de las exposiciones tóxicas ya que sus cerebros y cuerpos aún están en desarrollo.