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Birmania: Crímenes de guerra contra presos porteadores

El abuso desenfrenado del trabajo penitenciario demuestra la necesidad de una investigación por parte de la ONU

(Bangkok) – El trato abusivo por parte del Ejército birmano a los presos, a quienes obliga a ejercer de porteadores en peligrosas condiciones de primera línea, constituye un crimen de guerra, señalaron Human Rights Watch y el Karen Human Rights Group en un informe conjunto publicado hoy.

El informe de 70 páginas, “Dead Men Walking: Convict Porters on the Front Lines in Eastern Burma” (Condenados a muerte: Presos porteadores en las líneas del frente en el este de Birmania), expone en detalle los abusos cometidos contra los presos porteadores, entre ellos ejecuciones sumarias, tortura y el uso de los reclusos como “escudos humanos”. Las fuerzas armadas deben dejar de reclutar por la fuerza a presos para que ejerzan de porteadores y poner fin a su maltrato, y se debe enjuiciar a los responsables de ordenar o participar en dicho trato, señalaron Human Rights Watch y el Karen Human Rights Group.

“Los presos porteadores son las mulas de carga humanas desechables del Ejército birmano, que acarrean suministro a través de campos de batalla repletos de minas”, señaló Elaine Pearson, subdirectora para Asia de Human Rights Watch. “Obligar a los presos a cumplir servicios mortales en la línea del frente hace que la crueldad del Ejército birmano alcance nuevos niveles”.

El hecho de que el Gobierno birmano se niegue desde hace tiempo a investigar los abusos cometidos por sus fuerzas debería hacer que los gobiernos preocupados por la situación respaldaran la formación de una comisión liderada por las Naciones Unidad para investigar las violaciones del derecho internacional humanitario y de derechos humanos en Birmania, señalaron las organizaciones.

El informe se basa en 58 entrevistas con presos porteadores que lograron escapar y quienes habían sido empleados en operaciones militares en el estado de Karen y la región de Pegu, entre 2010 y 2011. Los presos porteadores contaron que habían presenciado o sufrido ejecuciones sumarias, torturas y palizas, que habían sido utilizados como “escudos humanos” para detonar minas terrestres y proteger a los soldados del fuego enemigo, y que les habían negado atención médica y alimentos y refugio adecuados.

“Estábamos subiendo comida al campamento y un porteador pisó una mina terrestre y perdió la pierna”, dijo un porteador que escapó. “Los soldados le dejaron ahí, estaba gritando pero nadie le ayudó. Cuando bajamos la montaña estaba muerto. “Miré hacia arriba y vi trozos de su ropa en los árboles, y partes de su pierna en un árbol”.

Los porteadores entrevistados eran hombres de entre 20 y 57 años, que incluían a delincuentes responsables tanto de crímenes menores como graves. Las autoridades penitenciarias habían seleccionados grupos de 30 a 150 presos para ejercer de porteadores, aparentemente de manera aleatoria en cada centro penitenciario de Birmania, entre ellos campos de trabajo y presiones de máxima seguridad y locales. Los presos habían sido transportados a zonas de concentración con 500 a 700 presos, y luego fueron asignados a distintas unidades del Ejército birmano. Una vez que eran trasladados al frente, se quedaban allí indefinidamente trabajando en condiciones inhumanas y peligrosas sin remuneración. Ninguno de los presos entrevistados se había ofrecido como voluntario para este servicio.

“La práctica salvaje del uso de presos porteadores ha sido una característica del conflicto armado en Birmania durante al menos 20 años, exponiéndoles a los peligros del conflicto armado con total desprecio por su seguridad”, señaló Poe Shan, director del Karen Human Rights Group. “El Ejército también obliga a otros civiles a trabajar de porteadores pero, dado que la población civil suele huir de las zonas de conflicto, el uso de presos continúa”.

Human Rights Watch y el Karen Human Rights Group dijeron que el uso de presos porteadores no es una práctica aislada, local o sin escrúpulos empleada por algunas unidades o comandantes, sino que viene documentándose de manera creíble ya desde 1992. Las autoridades birmanas han admitido anteriormente la existencia de esta práctica, pero afirmaron que los presos no estaban expuestos a las hostilidades.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lleva planteando la cuestión de los presos porteadores al Gobierno birmano desde 1998, sin embargo, el problema persiste, especialmente durante importantes operaciones militares ofensivas. A pesar del trabajo encomiable de la OIT para la reducción del trabajo forzado en el centro de Birmania, no se ha reducido el trabajo forzado de civiles y presos porteadores para el Ejército birmano en zonas de conflicto habitadas por minorías étnicas, afirmaron Human Rights Watch y el Karen Human Rights Group.

“Los testimonios recientes de antiguos presos porteadores demuestran que las tácticas abusivas del Ejército birmano no han cambiado desde las elecciones fraudulentas del año pasado”, señaló Poe Shan. “El tratamiento brutal que reciben los porteadores no es más que un aspecto de las atrocidades cometidas por el Ejército contra la población civil en áreas en conflicto habitadas por minorías étnicas”.

El Gobierno birmano ha empleado prácticas contrainsurgentes brutales contra poblaciones de minorías étnicas desde la independencia en 1948. Estas prácticas incluyen ataques deliberados contra pueblos y ciudades habitadas por civiles, reubicación forzada a gran escala, tortura, ejecuciones extrajudiciales, violaciones y otras formas de violencia sexual contra mujeres y niñas, y el uso de niños soldados. Los grupos armados formados por minorías étnicas también han participado en abusos como el uso indiscriminado de minas terrestres, el empleo de civiles para trabajos forzados y el reclutamiento de niños soldados. Estos abusos han generado un aumento de las peticiones de establecimiento de un comisión de la ONU para investigar las denuncias que se llevan haciendo desde hace tiempo de violaciones del derecho internacional humanitario y de derechos humanos en Birmania.

Human Rights Watch y el Karen Human Rights Group constataron que se están cometiendo abusos graves que constituyen crímenes de guerra con la participación o el conocimiento de altos cargos civiles y militares. Los oficiales y los soldados cometen atrocidades con impunidad. Es necesario emprender investigaciones creíbles, imparciales e independientes acerca de los abusos graves cometidos por todas las partes en los conflictos armados internos de Birmania, señalaron las organizaciones.

Human Rights Watch y el Karen Human Rights Group instaron a los 16 países que ya han manifestado su apoyo a una comisión liderada por la ONU a que incluyan el establecimiento de dicha comisión en la resolución sobre Birmania de la próxima Asamblea General de la ONU.

“Los gobierno de la ASEAN y de la Unión Europea deben dejar de esperar que la situación mejore por arte de magia en Birmania y promover enérgicamente la creación de una comisión de investigación de la ONU”, dijo Pearson. “Cada día que la comunidad internacional no hace nada es un día más de presión del Ejército birmano a los presos porteadores para que se jueguen la vida”.

Testimonios de presos porteadores que lograron escapar:
Todos los nombres empleados son seudónimos

“El 20 de diciembre de 2010 [las autoridades penitenciarias] llamaron a la gente por su nombre uno a uno [en la prisión Pya de la región de Pegu]. Nos ordenaron ponernos en fila y dijeron que íbamos a ser porteadores. No sabía lo que era un 'porteador'. Nunca lo había oído antes. [La policía] trasladó a 25 personas en un camión. Cubrieron el camión con lonas. No podíamos ver el exterior. A veces no podíamos respirar muy bien. Teníamos que llevar uniformes de presos y nos engrilletaron las piernas por parejas”.
- “Kyaw Min”, preso porteador que escapó, enero de 2011

“Huí corriendo con otros dos presos alrededor de las diez de la noche. Por el camino, nos capturaron soldados de otra unidad, alrededor de la una de la madrugada. Estos cuatro soldados nos golpearon con grandes varas por todo el cuerpo. Los soldados me ataron las manos a la espalda, me ataron los tobillos y me estiraron las piernas. Uno de ellos agarró una vara de bambú gruesa y la hizo rodar con fuerza por mis espinillas durante una hora. Había cinco o siete soldados en ese momento, estaban muy borrachos. Los soldados querían saber por qué habíamos escapado, y les dijimos que estábamos asustados. Se enfadaron y dijeron: '¿No quieres a tu país?' “Un sargento vino y me gritó: '¡Si intentas escaparte otra vez, te mataré!'”.
- “Tun Mok”, preso porteador que escapó, febrero de 2011

“El muchacho les dijo [a los soldados birmanos], ‘Si me echo a correr me van a disparar’. Dijeron: ‘No te vamos a matar. Puedes correr’. Le ordenaron que se echara a correr. Justo cuando estaba descendiendo el cañón, le dispararon en la espalda. Y nos dijeron: ‘¿Han visto lo que pasa? Si no pueden escalar, los matamos’. Teníamos miedo”.
- “Matthew”, preso porteador que escapó, enero de 2011

“Los soldados nos dijeron por la noche que habían muchos combates en la montaña, y tendríamos suerte si seguíamos vivos la noche siguiente. Pensé que estábamos todos muertos. Vivos o muertos, da lo mismo aquí. Por eso 15 de nosotros planeamos huir. Cruzamos el río al lado tailandés. Oímos a los sit-tha [soldados birmanos] gritar: ¡No corran! ¡No corran!’ Me di la vuelta para mirar y recibí el primero disparo. Creo que nos dispararon cuatro veces. La bala me dio en el hombro derecho y me rompió el brazo. Me tiró al suelo. Primero me sentí mareado, los demás siguieron corriendo”.
- “Tun Tun Aung”, preso porteador huido, febrero de 2011

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