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En vísperas del Día de la Madre, el mundo comercial nos quiere hacer creer que las flores y las joyas son el mejor regalo que una madre puede recibir. Sin embargo, la mayoría de las madres que conozco (incluyéndome a mi misma) no necesitan rosas ni brazaletes.

Necesitamos tiempo.

Tiempo para estar con nuestros hijos. Tiempo para cuidar de ellos cuando están enfermos, o simplemente para llevarlos al médico para chequeos de rutina. Tiempo para participar en la educación de nuestros hijos como socios activos de su aprendizaje, y de ser miembros constructivos de asociaciones de padres y maestros.

Lamentablemente, Estados Unidos ofrece pocas protecciones legales para permitir a las mujeres – o a los hombres – contar con este tan necesitado tiempo con nuestros hijos. No hay ninguna ley que garantice licencia por enfermedad o vacaciones remuneradas, y como resultado, la mitad de los trabajadores de Estados Unidos debe pagar por sus propios días de enfermedad, y uno de cada cinco pierde parte de su salario si toma cualquier tiempo de vacaciones. No hay ley que exija que la licencia de maternidad sea remunerada, y no existen permisos para tomar tiempo libre para amamantar a los hijos. La ley federal provee a los trabajadores elegibles con 12 semanas de licencia por enfermedad prolongada no remunerada para ser utilizada como licencia de paternidad, pero alrededor del 40 por ciento de los trabajadores ni siquiera califican para ello.

De hecho, los legisladores de Estados Unidos detestan incluso el considerar la posibilidad de establecer prestaciones de maternidad remuneradas. En 2002, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado votó sobre si Estados Unidos debería ratificar el tratado internacional sobre los derechos de la mujer (anteriormente llamado Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, CEDAW por sus siglas en inglés). La alternativa era permanecer junto con Somalia, Irán, Qatar y algunos otros países como una de las únicas ocho naciones en el mundo que se niegan a aceptar sus provisiones.

En ese momento, la Comisión del Senado concluyó en favor, es decir, Estados Unidos debería ratificar el tratado, pero solamente si se excluía el compromiso de la licencia de maternidad remunerada o de otros beneficios relacionados con la maternidad. La ocupada agenda de otoño del Senado impidió que el tratado fuera considerado por todo el Senado, y como consecuencia Estados Unidos todavía no ha ratificado el tratado.

Esto contrasta notablemente con otros países de altos ingresos - tales como Canadá, Dinamarca, Australia y España, todos ellos partes del tratado – donde la ley provee la licencia de paternidad remunerada sin excepción, a menudo otorgando el derecho de regresar al trabajo gradualmente, con un horario de medio tiempo. Muchos países de ingresos altos permiten a los padres adaptar la licencia de paternidad a sus necesidades, con opciones tales como tomar la licencia de un jalón con prestaciones remuneradas, trabajar medio tiempo durante un período más largo, reducir la jornada de trabajo durante un período de tiempo establecido, o extender el período de ausencias pagadas en licencias no remuneradas, con garantías laborales.

No es de extrañar que los padres de familia en otros países de altos ingresos tiendan a pasar más tiempo con sus hijos. El porcentaje de familias con dos padres que trabajan 80 horas a la semana o más es dos veces tan alto en Estados Unidos que en el país europeo más cercanamente comparable.

Algo que quizás es menos conocido es que muchos países de bajos ingresos tienen protecciones legales para la licencia de paternidad remunerada y cuestiones relacionadas mucho más fuertes que Estados Unidos. La mayoría de los países de América Latina exigen a los empleadores el permitir a las madres el tiempo y el espacio físico para amamantar a sus hijos durante al menos un año después del parto. Las vacaciones pagadas y la licencia por enfermedad están protegidas por la ley en casi toda la región.

Por supuesto que las provisiones legales no se traducen necesariamente en una protección efectiva. Muchas mujeres en América Latina no pueden tomar ventaja de sus derechos legales porque trabajan de manera indocumentada o porque tienen que tomar varios empleos de tiempo completo para satisfacer sus necesidades.

Sin embargo, es evidente que el discurso sobre los valores de la familia en Estados Unidos no parece traducirse en la protección jurídica efectiva, y que los legisladores de otros países -ricos y pobres- parecen tener una mejor comprensión de lo que realmente se necesita para ser un buen padre: tiempo y apoyo.

La buena noticia es que nuestros senadores tendrán pronto otra oportunidad de demostrar que si comprenden. El gobierno de Obama ha puesto el tratado de los derechos de la mujer bajo la revisión de diversos organismos gubernamentales, y es probable que el Senado considere su aprobación para el otoño. Cuando así sea, los miembros del Senado quizá vean las transcripciones del 2002 y se sienten tentados a establecer excepciones similares a la licencia de maternidad remunerada y prestaciones. Cuando llegue ese momento, los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado deberían pensar en el Día de la Madre y preguntarse: ¿Qué necesitan las madres?

He aquí una pista: No son flores, es tiempo.

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